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sábado, 9 de agosto de 2025

Cine y Pediatría (813) “Yesterday”, el ayer y hoy de las infancias huérfanas por el sida en África

 

Nos encanta descubrir nuevas filmografías en Cine y Pediatría. La semana pasada inauguramos Egipto con la película Yomeddine (Abu Bakr Shawky, 2018) alrededor del estima de la lepra y hoy lo hacemos con Sudáfrica, y ello a través de una película de una gran belleza, aunque la historia que nos cuente sea tan dura alrededor del estigma del sida. Belleza en los personajes, en las actrices protagonistas, en el paisaje, en la música, en los sentimientos y en el mensaje. Una historia que se revisa con el corazón encogido al sentir la asimetría del mundo y cómo la realidad de África sigue siendo muy lejana a la acomodada vida de nuestro primer mundo. Hablamos de la película Yesterday (Darrell James Roodt, 2004), una historia de mujeres (la protagonista y su hija, la doctora, la maestra, las vecinas) enfrentadas a la infección por VIH.  

Yesterday se nos cuenta a través de dos estaciones del año: verano e invierno. Comienza en verano a través de una panorámica de la tórrida sabana africana, en la que caminan Yesterday (Leleti Khumalo) y Beauty (Lihle Mvelase), madre e hija de 5 años, respectivamente, dos nombres muy significativos para esta historia. Tras tres horas caminando llegan a un centro sanitario donde Yesterday busca ser atendida, pero no es posible, pues hay una gran cola de pacientes delante de ella y debe regresar resignada. Pronto observamos su tos persistente y disneizante. 

Mientras pasan los días hasta volver a acudir al médico de nuevo, se nos presentan que viven en una población rural pequeña de Sudáfrica, Rooihoek, con escasos recursos y donde sólo vemos mujeres con sus hijos (se deduce que, o bien son viudas, o sus maridos trabajan en zonas más industrializadas para ayudar a mantener a sus familias, cual es el caso del padre de Beauty, quien lo hace en una mina en Johannesburgo). La segunda tentativa por consultar su enfermedad con un médico sigue el mismo fracasado destino, por lo que acaba recurriendo, sin mucha confianza, a la curandera del pueblo, quien le dice “Aquí hay mucha ira. Tienes que soltar esa ira”, algo que nada tiene que ver con la realidad. Sigue empeorando, y en la tercera tentativa, la nueva profesora del poblado (Harriet Lenabe) le suministra un taxi para que llegue temprano al centro sanitario y ahora si pueda ser atendida. Cabe destacar la empatía de la doctora que le habla en zulú y le pregunta por qué se llama Yesterday, a lo que ella contesta: “Mi madre decía que las cosas fueron mejores ayer que lo que son hoy”. Tras examinarla y hacer una analítica, regresa días después, donde la doctora le explica con tacto y mesura, con mucha humanidad, que ha contraído el sida (realmente no se nombra, se intuye). A destacar el silencio que se produce cuando Yesterday le pregunta: “Entonces, ¿voy a dejar de vivir?”. Yesterday no entendía que hubiera tenido que usar preservativos, estando casada, pero finalmente viaja a Johannesburgo para comunicarle la noticia a su esposo John (Pepi Khambule) y decirle que es preciso que él también se haga las pruebas… Y aquí somos testigos de las escenas más crueles de la película, especialmente cuando luego Yesterday recuerda entre lágrimas que el ayer con su esposo y su hija fue feliz en algún momento. 

Llega el invierno y vemos ya a una Yesterday débil y enferma por el avance del sida. Las vecinas son testigos de su deterioro, ella les dice que es sólo cansancio. Al regresar de las labores del campo, un día encuentra en casa a su marido tiritando, sudoroso, delgado y pálido, muy enfermo. “No quise creer lo que tú me dijiste”, le confiesa a su mujer, en otra de las escenas más dura y emotivas del film. Yesterday vuelve a revisión con la doctora y toma una decisión que comparte con la facultativa: “¡Hasta que mi hija no vaya a la escuela, no pienso morirme! Empieza el año que viene”. Mientras tanto su marido sigue oculto en casa, bajo el murmullo de todo el pueblo. Finalmente confiesa a su amiga profesora que tanto su marido como ella tienen el sida, y a la pregunta de por qué no dijo nada, ella le relata la historia de una chica de un pueblo cercano a la que todos sus vecinos apreciaban, pero que, tras contraer el VIH, se lo dijo a sus padres y murió lapidada. Pero la situación se vuelve tan violenta con sus vecinas por la salud de su marido, donde el miedo, la desinformación, el estigma, la intolerancia y el desprecio son más que notorios. Mientras, Yesterday busca soluciones: no la encuentra en un hospital para pacientes terminales con sida pues está lleno, por lo que decide construir una cabaña a las afueras de la aldea, lejos de de rumores y de la intolerancia de sus vecinas. 

Con la llegada del nuevo verano, vemos a Yesterday se halla visitando la tumba de John. Le acompaña la profesora, que le informa que las clases empezarán la semana próxima, causándole gran felicidad el hecho de poder ver cómo acude Beauty al colegio por primera vez, pues ella no pudo y es analfabeta. También le dice: “Cuando llegue el final, amaré a Beauty como si fuese mía”. Con el corazón roto de amor y conteniendo las lágrimas, recordaremos esta maravillosa película por mucho tiempo, con esa imagen final de Yesterday acompañando a Beauty en su primer día de clase y dándole un beso en la distancia. 

Los datos actuales del sida en África nada tienen que ver con los de otros continentes. La crudeza de las cifras hablan por sí misma: este continente concentra cerca de dos tercios de todas las personas con VIH en el mundo, pese a representar solo alrededor del 12 % de la población mundial; actualmente se cuentan alrededor de 26 millones de personas viviendo con VIH en África, concentrado específicamente en la región subsahariana; y cada año se contabilizan más de un millón de nuevas personas infectadas; la vulnerabilidad es mayor en países del este y sur como Botswana, Lesotho, Malaui, Mozambique, Namibia, Sudáfrica, Zambia y Zimbabue. Si centramos nuestra atención en la población infanto-juvenil, se estima que aún más de 1,4 millones de niños y niñas entre 0 y 14 años viven con VIH a nivel mundial, de los cuales la gran mayoría se encuentran en África subsahariana (en esta región las mujeres y niñas representaron el 63% de todas las nuevas infecciones); se estima que en 2024 aún murieron 75.000 menores por causas relacionadas con el sida (pues a pesar de que la infancia representa solo el 3% de las personas que viven con VIH, constituyeron el 12% de las muertes relacionadas con sida a nivel mundial). Y no se debe olvidar que, desde el inicio de la pandemia en África, el sida ha dejado más de 12 millones de niñas y niños huérfanos. 

¿Cuáles son los desafíos a los que se enfrenta el sida en África (muchos presentes en nuestra película de hoy)?: la transmisión de madre a hijo elevada (dadas las deficiencias en la cobertura de salud para las madres seropositivas), el diagnóstico tardío o inexistente, la dificultad de acceso al tratamiento antirretroviral, la resistencia a antirretrovirales como amenaza creciente, el estigma social y barreras legales (sobre todo en población clave como LGTBIQ+, drogadictos vía parenteral, trabajadores sexuales), el aumento de leyes punitivas (en países como Uganda o Mali, lo que agrava la invisibilidad y vulnerabilidad de estas poblaciones), la desigualdad de género (desfavorable a adolescentes y mujeres jóvenes) o los recortes en la financiación. 

Y es así como la conmovedora obra cinematográfica Yesterday nos habla del ayer y del hoy de las infancias huérfanas por el sida en África. Y entre emociones como la empatía y compasión, la tristeza y el dolor, la indignación y frustración, o la esperanza y admiración, nos llevamos estas reflexiones en la mochila, dignas de un cine fórum: el estigma y la ignorancia en torno al VIH/sida, la resiliencia de la mujer africana, la importancia de la educación (un símbolo de esperanza para el futuro y la única manera de cambiar el destino de las naciones) y la universalidad de la condición humana sobre temas como el amor incondicional de una madre, la lucha por la supervivencia, la dignidad ante la enfermedad y la búsqueda de un futuro mejor. Y entender que, aún hoy, el sida en África poco tiene que ver aún con el sida en el primer mundo. Y por ello Yesterday y Beauty son dos nombres que ya nos inspiran en busca de un mañana más bello.

 

sábado, 15 de mayo de 2021

Cine y Pediatría (592). "Manos limpias" no es una película basura

 

La desigualdad, la pobreza y la exclusión social son fenómenos que están estrechamente ligados. Porque la exclusión puede privar de los recursos, a la vez que la pobreza puede excluir a los individuos de las esferas socioeconómicas donde se determinan las oportunidades. Y la desigualdad social es la condición por la cual las personas tienen un acceso desigual a los recursos de todo tipo, a los servicios y a las posiciones que valora la sociedad. Numerosas entidades internacionales alertan desde hace años que estas tres entidades deberían ser consideradas una la verdadera pandemia del siglo XXI y uno de los grandes retos que amenazan el progreso de la humanidad hacia sociedades más equitativas, justas y democráticas. Y la educación de la infancia es una de las mejores soluciones. 

Más de 700 millones de personas viven en situación de extrema pobreza a día de hoy. Eso significa que una de cada diez personas en el mundo tiene muchas dificultades para satisfacer las necesidades más básicas, como la salud, la educación o el acceso al agua y el saneamiento. La gran mayoría de personas afectadas por la pobreza se encuentra en el África subsahariana. Pero en muchos otros países, como en América Latina, diferentes factores (como la corrupción, las epidemias, las guerras, la inestabilidad política o las desigualdades en el reparto de recursos) han provocado una situación alarmante para la desigualdad y exclusión social. 

Y hoy viene a recordarnos esta situación la película documental estadounidense Manos limpias (Michael Dominic, 2019), en lo que es la cuarta película documental de esta periodista fotógrafo neoyorquino que ha viajado por Haití, Honduras, Guatemala y Nicaragua. Y precisamente en este último país está rodada nuestra película de hoy, que comienza con este aviso: “Esta película fue filmada durante 7 años, desde 2011 hasta 2018. La Chureca, localizada en Managua, Nicaragua, es el vertedero de basuras más grande de Centroamérica".

La Chureca es el basurero municipal más grande de Nicaragua, situado en en el barrio Acahualinca de Managua, uno de los barrios con menor calidad de acceso a los servicios básicos, y a orillas del Lago Xolotlán. Debido a su ubicación, a sus dimensiones crecientes y a su falta de tratamiento adecuado, La Chureca supone un enorme problema medioambiental, allí donde los "churequeros", ciudadanos pobres, seleccionan en el propio vertedero los materiales que pueden ser reciclados o tienen alguna posibilidad de comercialización (vidrio, plásticos, metales, papel y cartón, fundamentalmente). Hasta 2500 personas pudieran estar directamente implicadas en alguna de estas tareas, principalmente en los barrios colindantes con La Chureca, donde se utilizan las propias viviendas como almacenes de acopio y distribución. Y sirva esta prolija introducción para entender la película Manos limpias, que se centra en una de estas familias

El documental comienza en el año 2011. Y nos presenta a la familia López, formada por los padres (Blanca y Javier) y sus cuatro hijos (Zulemita del Carmen, Francisco José, Sei Manuel Salvador y Edgar Ezequiel), de entre 6 y 10 años, así como por la abuela materna (Mita). Todos ellos acuden cada día a La Chureca, también los hijos no escolarizados, allí donde acopian todo tipo de restos, incluso restos de comida que luego cocinan en la chabola. “Pues el día de mañana puede que algún día tienen que estudiar. No se lo prometo ni mañana ni pasado mañana, pero yo digo que algún día…” nos dice la madre, una madre que nos narra que a los 14 años fue violada por varios hombres y su madre no la ayudó. Y allí pasa un camión de la basura con el eslogan “Manos limpias, Managua limpia. Cooperación italiana”, que nos da una pista del título de la película. 

Y La Chureca es la única vida y el único mundo que han conocido. En estas vidas aparece Mary Ellen, miembro de una fundación filantrópica que trabaja para romper el círculo de la pobreza, desigualdad y exclusión social comenzando con la educación de la infancia. Ella viaja a la zona de Diriamba, a 90 minutos al sur de Managua, para buscar una tierra y una casa para esta familia López, y se nos dice que seis meses después, la nueva casa ya casi está lista, momento en que la madre espera su quinto hijo. Pero el abogado designado por Mary Ellen les lee que la obligación para disfrutar de esa nueva vida es que manden a los hijos todos los días a la escuela. Porque la educación es un arma poderosa para luchar frente a las infancias maltratas por la vida, por la sociedad, por la pobreza… y, a veces, hasta por los propios padres (maltratos físicos, verbales y de falta de cariño). 

A continuación se nos narran los hechos durante los años 2012 y 2013. Y las circunstancias no fueron a mejor, especialmente porque Blanca, tras dar a luz a su hijo, quien supuestamente falleció en el parto por una malformación congénita no definida, se volvió a vivir a Managua y abandonó al marido y los cuatro niños. Pero la policía interroga a Blanca y varios meses después sigue aún sin concluir la investigación, pues piensan que ha matado o vendido al bebé. Finalmente se descubre que Blanca nunca estuvo embarazada, pues no pudo estarlo, ya que hace años le ligaron las tropas de Falopio. Pero ella sigue negándolo. Y, mientras tanto, la sequía regresa año tras año, devastando los cultivos de la finca familiar. Pese a todo, Mary Ellen y su fundación sigue sosteniendo a la familia y la educación de los niños, esos pequeños que siguen jugando y riendo, tal es la resiliencia de la infancia. 

Y llegamos al año 2018. Todos los hermanos han crecido y ya son preadolescentes y adolescentes. Y se celebra la fiesta de quinceañera de Zulema. Y se reúne a la familia para ver las imágenes iniciales de esta película, cuando estaban en La Chureca. Y la madre recuerda lo duro que fue aquella vida con lágrimas en los ojos: “Me sentí como la peor mierda. Una madre que no podía sacar adelante a sus hijos”. Y los niños no recuerdan aquello que ahora les resulta feo y penoso. Y con la imagen de los cuatro hijos en la actualidad, guapos, bien vestidos y educados - y luego la imagen del basurero de La Chureca - finaliza esta película y con este mensaje final: “A Manuel, Chico y Edgar le sigue yendo muy bien en el colegio y sueñan con ir a la universidad algún día. En 2019, Zulema dejó el colegio y se fue lejos de su familia a vivir con su novio. La sequía hace que la granja no se pueda cultivar. Hasta el día de hoy, Mary Ellen sigue manteniendo a la familia económicamente”

Y nos queda claro que no es Manos limpias una película basura, aunque comience con un basurero. Pero va más allá, mucho más allá. Porque versa sobre la familia, la pobreza extrema, la educación y la esperanza, la inocencia y la resiliencia de la infancia, su rescate y salvación frente a tanta desigualdad y exclusión social. 

Cabe no confundir con la película mexicana Las manos limpias (Carlos Amella, 2012). De hecho, Manos limpias tiene una escasa distribución, de forma que se puede buscar el tráiler Vimeo y la película es posible visionarla en "streaming" en la plataforma Filmin.

sábado, 16 de enero de 2016

Cine y Pediatría (314). "La buena mentira", la eterna mentira


En Cine y Pediatría ya no olvidaremos un nombre, el del canadiense Philipe Falardeau, pues en el año 2011 nos regaló la película Profesor Lazhar, una declaración de amor a la enseñanza. Y este director, gracias al apoyo interpretativo de Reese Whiterspoon y el apoyo económico de Ron Howard, nos trae en el año 2014 una película basada en hechos reales y bajo el título de La buena mentira. Porque en "Las aventuras de Huckleberry Finn" aprendimos con Mark Twain a reconocer lo que es una buena mentira...y de esa anécdota toma el título la última película del director canadiense. 

Sudán es un país sacudido por una sangrienta guerra civil, en donde más de 20.000 niños y niñas quedaron huérfanos y fueron desplazados de sus aldeas durante la guerra civil sudanesa que se desarrolló entre 1983 y 2005. Se les conoce como "los chicos perdidos de Sudán" y una campaña humanitaria llevaría a 3.600 de estos niños perdidos a los Estados Unidos. 

La buena mentira narra la historia de un grupo de niños huérfanos de Sudán que deben aprender a sobrevivir por sí mismos y llegar a lugar seguro luego de que la guerra les quitara todo (familia, amigos, hogar). Theo, Mamere y Abital emprenden camino a través de paisajes inhóspitos con dos hermanos más pequeños, con el fin de llegar a Kenia, donde esperan conseguir refugio. En el camino, sufrirán la pérdida de los niños más jóvenes (uno de ellos, Daniel, muere en las garras de un león) y harán amistad con Jeremiah y Paul, otros chicos también huérfanos.  
Estos huérfanos, que logran sobrevivir a la guerra después de 13 años en un campo de refugiados de Kenia, consiguen ser acogidos en Estados Unidos, todos menos Theo. La única chica, Abital, es acogida en Boston, mientras que los chicos permanecen juntos en Kansas, donde les recibe Carrie Davis (papel encarnado por la oscarizada Reese Witherspoon, quien se implicó desde un principio en esta película), una asesora de una agencia de empleo a la que reclutan para ayudarles a encontrar trabajo e integrarles, algo nada fácil. Como dice la voz en off: "Esta es la historia de mis hermanos y hermanas... Como un puente invisible sus recuerdos conectan su vida pasada con nuestra vida nueva".

La buena mentira es el enfrentamiento de la realidad del primer y tercer mundo, y que nos habla del sufrimiento de emigrar, de los niños soldados, de la solidaridad bien y mal entendida, de que la vida nos es fácil para la mayor parte de este mundo... Para incrementar ese realismo hay que mencionar el hecho de que los actores que interpretan a los hermanos, Arnold Oceng como Mamere, Emmanuel Jal como Paul, Ger Duany como Jeremiah y Kuoth Wiel como Abidal, todos han sido descendientes de familia involucrada en la guerra o, incluso, niños soldado, lo que ayuda a que el papel que realizan sea aún más creíble. Y es en la llegada a otro mundo donde comienza la nueva odisea para ellos: la de insertarse en el corazón del Occidente capitalista e industrializado después de haber pasado toda la vida en la sabana africana. Un choque emocional que va desde la impresión que sufren cuando tienen que tirar la comida caducada de un supermercado a cuando oyen el timbre de un teléfono, o bien al probar la comida de un McDonalds o comprenden lo que es un interruptor de luz. 

Tras su llegada al aeropuerto J.F.K de Nueva York, en la primavera de 2011, se enfrentan al sufrimiento y la esperanza de los retos que plantea la vida en Estados Unidos, siempre con el apoyo de Carrie, a la que acaban llamado afectuosamente Yardit (que significa "gran vaca blanca"). Y a ella le realizan preguntas paradójicas en ese contexto, pero normales para ellos: "¿Dónde está tu aldea?" o "¿Sonreír sin motivo no es ser hipócrita?", o ese especial agradecimiento hacia ella en forma de "Que encuentres un marido con quien llenar tu casa vacía..." o ese agradecimiento a lo banal como "Padre nuestro, te damos gracias por este alimento milagroso, la pizza". Pero las cosas no son fáciles: "¿Qué te trajo a Estados Unidos?", le pregunta el encargado de un restaurante cuando buscan trabajo, a lo que uno de los hermanos contesta con sencillez: "Mis padres fueron asesinados en la Guerra de Sudán. Y mis hermanas vendidas como esclavas". Y entre ellos llega a surgir la discordia: "Ahora estamos en Norteamérica. Y en Norteamérica no somos nada"

La buena mentira, título que recuerda a "Las aventuras de Huckleberry Finn" (donde el personaje prefiere liberar a Jim, antes de embolsarse el dinero de la venta como esclavo), se contrapone al de Mamere (devuelve un acto de sacrificio del pasado a su hermano Theo, al que va a buscar a África). Y es que esta obra hollywoodense de Philippe Falardeau comparte puntos en común con Profesor Lazhar. Porque el período de duelo, el dolor y el sentimiento de culpa están presentes en ambas películas, así como el hecho de que sus protagonistas sean refugiados víctimas de la violencia política (en el caso de Profesor Lazhar, el terrorismo de Argelia; en el de La buena mentira, la guerra de Sudán y la política norteamericana posterior al 11S), junto a la presencia de un trauma psicológico (el suicidio de la profesora en la primera, y el sacrificio de uno de los hermanos, para salvar al resto, en el caso de la segunda película). Dos películas con premisas oscuras que nos llevan a la luz: si el punto de partida de Profesor Lazhar es el suicidio de una profesora  que descubre uno de los niños que quedaría profundamente traumatizado, en La buena mentira es la guerra civil sudanesa, de la que sobrevivirán nuestros protagonistas, no sin taras emocionales. 

Y es así que podemos decir que la película se compone de dos relatos: una primera parte de cómo sobreviven los chicos en su travesía por la sabana y una segunda parte de cómo sobreviven a una nueva vida en Estados Unidos. Una película que nos ayuda a ponernos en el lugar del otro, para entender otra mirada: "Nos llaman los niños perdidos de Sudán. No creo que estemos perdidos, creo que nos hemos encontrado"

Y La buena mentira puede no llegar a ser una gran película, pero si un buen documento, cuyo colofón son las fotos finales en blanco y negro con el recuerdo de historias reales que nos acercan a la eterna mentira de una mundo demasiado desigual en donde la infancia sigue siendo la primera víctima. Muchos mensajes y una frase final, que es un proverbio africano: "Si quieres ir rápido, camina solo; si quieres llegar lejos, ve acompañado"

viernes, 15 de marzo de 2013

Salud global en pediatria: el reto de pasar de lo intolerable a lo mejorable


El título de nuestro post de hoy no es más que el título de la última editorial de Anales de Pediatría, firmada por una gran amiga y conocedora del tema, la Dra Isolina Riaño y lo hace en nombre de un grupo admirable, el Grupo de Cooperación Internacional de la Fundación Española de Pediatría-Asocación Española de Pediatría.

El texto merece ser leído en su integridad, porque ya comienza con una frase de Federico Mayor Zaragoza, presidente de la Fundación Cultura de Paz y exdirector general de la Unesco: "Si debiera elegirse el desafío más importante que debemos acometer, no cabe duda de que el bienestar de los niños sería siempre el seleccionado, el que merece mayor dedicación y esfuerzos en esta capacidad distintiva y desmesurada de la especie humana para descubrir, inventar, imaginar y diseñar escenarios de futuro".
Se nos presenta la salud infantil con sus luces y sus sombras, en esa aldea global tan dispar que es nuestro mundo y en donde las cosas son muy diferentes en Noruega (país con índice de desarrollo humano [IDH] más alto) o, por el contrario, en Burundi o República Democrática del Congo (países con IDH más bajo en el 2011). Porque, aunque se ha avanzado en solidaridad con la salud infantil, la mitad de las muertes en menores de 5 años siguen ocurriendo en África.

Es un compromiso de la actual Junta Directiva de la AEP, a través de su Fundación (FEP), potenciar una cultura de cooperación y solidaridad de la salud infantil en países en desarrollo, así como servir de vehículo unificador de iniciativas propuestas por otros grupos o sociedades en el ámbito de la cooperación pediátrica bajo el paraguas institucional de la AEP.
Por este motivo, se ha constituido un grupo de Cooperación Internacional, cuyos integrantes poseen amplia experiencia en este ámbito, con una diversidad que se traduce en distintas responsabilidades (responsables de cooperación de la SEN, AEPap, sociedades regionales, ONGD…), actuaciones en proyectos en África, América, India, con experiencias docentes e investigadoras en programas específicos dentro y fuera de España.

Porque, como nos recuerda la autora de la editorial, la promoción de la salud infantil ha de tener un alcance global y es labor de todos (también de los pediatras) unir esfuerzos para contribuir a un mundo más justo y saludable. Asumir el reto de pasar de lo intolerable a lo mejorable supone aprender a pensar y sentir globalmente. Si lo conseguimos, la crisis puede ser una oportunidad para replantearnos nuestro modelo de desarrollo y realizar cambios radicales, desde una toma de conciencia generosa y abierta que nos permita acortar las diferencias. Y garantizar unos mínimos de justicia para todos, los de cerca y los de lejos.

Enhorabuena, ánimo y estamos con vosotros.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Cine y Pediatría (149). “No llores, mujer”… y espero que no vivas sola el embarazo y sus consecuencias


En la mayoría de estos lugares del planeta el embarazo no es una elección, sino una obligación. Y la muerte materna se percibe como un hecho natural. Todavía queda mucho por hacer para alcanzar los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio, fijados en el año 2000 por los 189 países miembros de las de Naciones Unidas, y que son problemas de la vida cotidiana que se consideran graves y/o cruciales. De ellos, el quinto objetivo es “Mejorar la salud materna” y se marca dos metas claras: 1) reducir un 75% la tasa de mortalidad materna entre 1990 y 2015; y 2) lograr para 2012 el acceso universal a la salud reproductiva. 

¿Y cómo aborda el cine los temas alrededor del embarazo…?. Pues la principal visión que el séptimo arte nos devuelve está enfocada a mostrarnos, especialmente, la cara del embarazo no deseado en adolescentes; y a ello hemos dedicado sendas entradas en Cine y Pediatría (97 y 98). 
Otras visiones oscilan como el embarazo como "leitmotiv" en tono de tragedia (La semilla del diablo de Roman Polanski, 1968; Hijos de los hombres de Alfonso Cuarón, 2006; Un lugar donde quedarse de Sam Mendes, 2009) o, principalmente, en tono de comedia (Nueves meses de Chris Columbus, 1995; Lío embarazoso de Judd Apatow, 2007; Un feliz acontecimiento de Rémi Bezançon, 2011; Qué esperar cuando estás esperando de Kirk Jones, 2012; o la trilogía interpretada por John Travolta y Kirstie Alley de Mira quién habla -Amy Heckerling, 1989-, Mira quién habla también -Amy Heckerling, 1990- y Mira quién habla ahora -Tom Ropelewski, 1993-). La mayoría de estas últimas producciones se convierten en un “fast food” cinematográfico bastante llevadero que funciona perfectamente como entretenimiento de bajo nivel. 

Pero no es la idea de esta entrada de hoy no es entretener, sino concienciar. Y es lo mismo que pensó la modelo Christy Turlington cuando sufrió algunas complicaciones durante el parto de su primer hijo, al que logró sobrevivir por encontrarse en Estados Unidos y tener seguro médico. Eso le salvo la vida, pero a partir de ese momento se planteó qué pasa con las mujeres que carecen de seguro, aquéllas que carecen de medios sanitarios, que tienen muy lejos el hospital, o simplemente de aquéllas no quieren ir porque no está bien visto en su comunidad. Su preocupación por la mortalidad materna la llevó a visitar diferentes países alrededor del mundo y a crear la Organización Every Mother Counts. Así como a filmar la película documental del año 2010, No llores, mujer (No Woman, no cry en su título original, rememorando la mítica canción de reggae de Bob Marley & The Wailers).

No llores, mujer nos cuenta los problemas que encuentran las mujeres tanto en el embarazo como en el parto en los siguientes países: Tanzania, en África; Bangladesh, en Asia; Guatemala, en Centroamérica; y Estados Unidos, en Norteamérica. Cuatro mujeres embarazadas en diferentes países del mundo (Tanzania, Bangladesh, Guatemala y Estados Unidos) se enfrentan a los retos y dificultades que supone su embarazo. Y cómo cada una de ellas afrontará la situación desde posiciones muy diferentes, posiciones marcadas por el entorno cultural, social y sanitario de su país. Un debut valiente tras la cámara de Christy Turlington, en una película que pretende alertar sobre las barreras que dificultan el acceso a una salud reproductiva de calidad a mujeres de todo el mundo

Las dificultades que sufrió Turlington durante su propio parto la llevaron a concienciarse sobre esta cuestión y poco después emprendió este proyecto solidario, en el que se nos descubre que la mayoría de las mujeres que viven un embarazo lo viven en países subdesarrollados y deben enfrentarse a condiciones sanitarias precarias o falta de recursos. Estos son los ejemplos de Tanzania, Bangladesh y Gutemala; el caso de Estados Unidos es diferente: allí el problema es el dinero, porque en la primera potencia económica mundial, para aquellas personas con dificultades económicas y que carecen de seguro médico, el embarazo es también una situación de auténtico riesgo, pues no existe cobertura sanitaria pública en ese ámbito. 

Sea como sea, el mensaje es contundente: más de 500.000 mujeres al año mueren por complicaciones en el parto. Y algunos otros datos escalofriantes: 
- Tanzania: en el África subsahariana 1 de cada 22 mujeres mueren en el embarazo o parto. Janet es una masai que tiene que caminar ocho kilómetros hasta la clínica para dar a luz. En Tanzania hay un tocólogo para dos millones y medio de personas. Es la tónica habitual en el África subsahariana: la escasez de infraestructuras y recursos sanitarios son los obstáculos que impiden a muchas mujeres africanas, salvar sus vidas. 
- Bangladesh: nueve de cada 10 partos se producen fuera de un centro hospitalario. El mismo peligro que corren mujeres como Mónica, quien da a luz en su casa debido a la vergüenza con la que la presión social y cultural las marca si son atendidas en los hospitales. En este país, la mayoría de las mujeres dan a luz en sus propios hogares con ayuda de parteras tradicionales, muchas de ellas sin ninguna formación. 
- Guatemala: país donde el aborto es un delito, incluido en caso de violación e incesto, pero en donde se practican 65.000 abortos al año en condición de riesgo,… un tema tabú, pero que existe y donde muchas mujeres pierden la vida a consecuencia de las infecciones que contraen. En Guatemala, hace 10 años, hablar de salud reproductiva era casi un pecado. 
- Estados Unidos: superpotencia en la que una de cada cinco mujeres en edad de procrear no tienen seguro médico. Una gran “ironía”, dice Jennie, una matrona que atiende a mujeres que no disponen de seguro médico. Estar embarazada en Estados Unidos y no tener recursos económicos es un riesgo para la salud de la madre, de forma que este país tiene el dudoso honor de ser el país desarrollado con la mayor tasa de mortalidad materna. En un país donde más de 40 millones de personas carecen de seguro médico (prácticamente el total de la población española), el momento de convertirse en madre es extremadamente caro… y, sin dinero, puede llegar a ser bastante peligroso. 

Una película denuncia, una película con conciencia. Una película que nos muestra que muchas muertes maternas podrían evitarse. Que el alumbramiento es especialmente arriesgado en el sur de Asia y en el África subsahariana. Que sigue existiendo una gran brecha en el mundo entre las áreas rurales y urbanas en cuanto a la atención adecuada en el parto. Una película que nos recuerda que las desigualdades en la atención durante el embarazo siguen siendo tremendas… con o sin Objetivos de Desarrollo del Milenio. 
Por todo ello, “no llores, mujer”… y espero que no vivas sola el embarazo y sus consecuencias. Un mensaje contundente que hoy lanzamos desde el XVI Congreso Latinoamericano de Pediatría (ALAPE 2012) en Cartagena de Indias (Colombia), fiesta académica en español y cuyo objetivo es elevar los niveles de salud, bienestar y felicidad de los niños y la familia.

sábado, 7 de mayo de 2011

Cine y Pediatría (69): Con “Bebes” aprendemos las peculiaridades del comportamiento infantil


Por fin están aquí.., Los Bebés han llegado a nuestras pantallas. Después de una campaña de marketing potente y un tráiler exquisito, nos la han hecho desear; pero, por fin, ya podemos disfrutarla. En su página web revisamos los pormenores de esta producción distribuida por KarmaFilms y en la que, entre los distintos colaboradores, también los pediatras estamos representados por medio de la Asociación Española de Pediatría.

El proyecto ha sido dirigido por el director francés Thomas Balmes, un experimentado documentalista que ya tiene en su haber diferentes producciones para el cine: Bosnia Hotel (1996), Maharadja Burger (1997), The gospel according to the papuans (1999), Waiting for Jesus (2000), Christ comes to the papuans (2001), A decent factory (2004) y Damages (2005). En este caso, Thomas Balmes nos presenta Bebés (2010), en donde se propuso registrar los primeros 18 meses de vida de cuatro bebés de entornos y culturas diferentes: dos de países del tercer mundo y de un medio rural (Ponijao en Opuwo, Namibia, vive en la sabana en el seno de una familia de ganaderos con su padres y 10 hermanos; y Bayar en Bayanchandmani, Mongolia, vive en la estepa, también en una familia de ganaderos y convive con un hermano) y dos de países del primer mundo y en un medio urbano (Mari en Tokio, Japón, es hija única de un matrimonio dedicado a la moda y viven en un pequeño apartamento; y Hattie en San Francisco, Estados Unidos, es hija única de un matrimonio con profesiones liberales).

Más de 400 días de rodaje para plasmar 80 minutos de metraje, puro documental sin guión ni narración. Bebés es un documental atípico y simple que explora las distintas etapas de la primera infancia, etapas universales en los cuatro puntos cardinales de la Tierra: la gestación, el parto, el puerperio, el periodo neonatal, la lactancia, los primeros meses, los hitos del desarrollo psicomotor (el gateo, las primeras palabras, los primeros pasos, la deambulación,…), los hábitos (el aseo, la alimentación,…), el primer cumpleaños, la exploración de la realidad, la convivencia con animales (domésticos o no, pero con los gatos como protagonistas principales), y un largo etcétera. Etapas que se nos presentan con el contraste de las realidades de cuatro bebés en distintas regiones del planeta: la sabana de Namibia, la estepa de Mongolia, una megalópolis de Japón y la soleada California. Un documental que no tiene un narrador ni subtítulos. Un documental sin diálogos (salvo los balbuceos, la risa y el llanto de los bebés), pero donde las imágenes valen más que mil palabras. Las imágenes y una música pegadiza.

El resultado es conmovedor: nos esboza la sonrisa continuamente, cuando no la sorpresa. Pero sobre todo, nos permite cuestionar y reflexionar sobre el valor de las costumbres, a través de los distintos ejemplos de interacción de la familia (especialmente el binomio padres-hijos). Interacción que, culturalmente, en el caso de Ponijao y Bayar es casi exclusiva con la madre, mientras en el caso de Mari y Hattie la figura del padre toma mucha mayor presencia en el cuidado de los niños.

Todo comienza por las costumbres durante el embarazo y el parto en las cuatro culturas. Contrasta la situación de Hattie en el hospital, llena de monitores y goteros (la tecnificación paga su factura), mientras Ponijao mama apoyada en el suelo de su cabaña o Bayar es literalmente embalsamado tras el nacimiento (y con las piernas siempre envueltas durante los primeros meses). Los momentos de la lactancia son un clásico, con la lactancia prolongada y en tándem de los hijos de distintas edades en la cultura africana y el socorrido biberón del primer mundo (otra factura del progreso). El aseo es uno de los momentos más significativos y sorprendentes, en donde los padres resuelven las necesidades según cada usanza: la madre de Ponijao le lava los ojos con su lengua y le corta el pelo con un cuchillo, la madre de Bayar le lava la cara con la leche que le lanza de su pecho, y Hattie recibe una placentera ducha junto con su padre.
También nos muestra el valor de las costumbres y el desafío que la vida representa en cada persona el lugar donde le ha tocado nacer. Mientras Ponijao muerde huesos del suelo, lame a un perro y bebe agua del río, Marie realiza ejercicios de psicomotricidad con sus padres y juega con CDs. Mientras Bayar gatea entre gallos, cabras y vacas, Hattie aprende a ojear libros pedagógicos y recibe sesiones de estimulación con otros lactantes.
Dos cosas aprendemos en cada uno de los hitos que se nos presenta: que todo es relativo y que siempre descubrimos aspectos positivos en la diversidad. Aparte del valor de las costumbres, la película logra probar una verdad que tal vez todos conocen, pero que viene bien recordar de un modo tan patente: todos los bebés son iguales, igual de tiernos e indefensos sin la ayuda de sus padres. Pues aunque el hombre se considera el ser superior en la Tierra, ¿conoceis algún animal recién nacido más indefenso que el hombre?. Paradojas de la vida…

Hay algunos momentos que son emblemáticos para cada niño: en Ponijao la escena en que está sentado y medio dormido o aquélla en que empieza a balbucear con su hermano; en Bayar la escena con la cabra bebiéndole el agua de su bañera o cuando sube a un bidón rodeado de vacas; en Marie la escena del enfado monumental cuando no consigue encajar los juguetes o cuando da sus primeros pasos; en Hattie la escena en que se columpia en la puerta de la cocina o cuando come un plátano. Y muchos más, casi todos…, pues cada espectador elegirá sus "momentos mágicos". Todos magníficos, pero permitirme que me quede con la sonrisa de Ponijao: ¿será por aquello que dicen que la sonrisa de un africano vale por toda Europa?...

Un consejo final: no abandonar la sala cuando aparezcan los créditos; pues es en este momento, al final de la película, cuando se nos presenta a los cuatro niños en la actualidad. Sin duda, cuatro actores candidatos al mejor premio, el premio que se merecen por habernos hecho pasar unos momentos inolvidables.

La película ha sido producida por el polifacético Alain Chabat, francés de origen argelino que ha tenido todos los papeles posibles en el mundo del cine (actor, guionista, director, productor, etc), además de locutor de radio y presentador de televisión. Y al que recordamos como Julio César en la película que el mismo dirigió en el año 2002, Astérix y Obelix: misión Cleopatra. Actualmente conocemos que la película se rodea de noticias de distinta índole, unas de cal y otras de arena. Por un lado, la de cal: conocemos que la película Bebés apoya el sentir de March for Babies, una de las más importantes sociedades de beneficencia que trabaja para garantizar que cada niño pueda encontrar su lugar en el mundo y que se encuadra dentro de March of Dimes. March of Dimes es una organización sin fines de lucro cuyo objetivo es mejorar la salud durante el embarazo y de los recién nacidos, así como evitar defectos de nacimiento, partos prematuros y mortalidad infantil. Su historia se remonta a 1938, cuando el presidente Franklin D. Roosevelt fundó la National Foundation for Infantile Paralysis, pero se reestructuró a partir de 1958 hacia sus nuevos objetivos. Por otro lado, la de arena: quizás en Namibia, Mongolia y Japón las leyes cinematográficas son más laxas, pero en California se limita el uso de niños para las películas a 20 minutos de cámara al día; y, durante todo ese tiempo, deben tener un médico, una enfermera y profesores que les ayuden en los estudios y certifiquen la salud del niño. Evidentemente, Balmes lo superó con creces con la niña Hattie y eso está planteando a la productora un cierto conflicto en Estados Unidos (una peculiaridad más, pues se ha de entender que los padres consintieron la filmación).

Película aconsejable para todo el que quiera disfrutar de unos buenos y divertidos momentos. Película aconsejable para padres. Pero sobre todo, película aconsejable para pediatras y cualquier profesional que tenga la suerte de trabajar con niños. Porque, sin duda, los pediatras ¡ somos unos afortunados !.

lunes, 24 de mayo de 2010

Para que todos los niños nazcan sin infección por HIV: BORN HIV FREE campaign

El Fondo Mundial de la lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria ha puesto en marcha una ambiciosa campaña con un objetivo concreto: la desaparición, para 2015, de la transmisión vertical del virus VIH durante la gestación. El nombre de esta campaña, que dispone de su propia web, es BORN HIV FREE campaign.

Parece que para el 2015 quieren solucionarse todos los problemas de desarrollo existentes en nuestro planeta. El año 2015 está aquí al lado. En cualquier caso, y en lo que a la transmisión vertical del VIH se refiere, es imperdonable que ésta siga existiendo teniendo en cuenta de que se dispone de los fármacos apropiados para prevenirla en la inmensa mayoría de los casos. Como siempre, los "paganos" de esta situación son los millones de mujeres y niños que viven en países en vías de desarrollo.

El tratamiento farmacológico con anti-retrovirales es eficaz para disminuir la transmisión vertical del virus VIH al niño. Diversos estudios lo avalan, entre ellos una reciente revisión sistemática de la Colaboración Cochrane. Resultados que confirman los de otras revisiones sistemáticas previas.

Así que, como en tantas otras ocasiones - diarrea, neumonía, malaria, tuberculosis...- , nos encontramos ante un problema de falta disponibilidad de un tratamiento adecuado y eficaz allá donde más necesario es.

Os animamos a que visitéis el sitio web de la BORN HIV FREE campaign, a que os adhiráis a su manifiesto, y a que visitéis su página en Facebook, su cuenta de Twitter y su canal de Youtube. El objetivo merece la pena y, además, debería ser fácilmente alcanzable: tenemos los medicamentos necesarios para lograrlo. Falta, me temo, la voluntad política y/o sobran intereses comerciales para alcanzarlo, pero luchar contra esto es tarea de todos.

miércoles, 14 de abril de 2010

Países en vías de desarrollo: ¿Se benefician de los avances en el conocimiento científico?

La respuesta parece clara y rotunda: no se benefician.

Hemos hablado en múltiples ocasiones en este blog de las enfermedades que son mediáticas y de las que no lo son. Estas últimas concentran, a nivel mundial, la mayor carga de morbimortalidad infantojuvenil. Conocemos de qué enfermedades mueren los niños: diarrea, neumonía, malaria... Enfermedades todas ellas que pueden tener tratamiento eficaz y/o prevención adecuada.

En el blog de PLoS, "Speaking of Medicine", se nos informa de la iniciativa E2Pi, acrónimo de "Evidence-to-Policy initiative". Es un proyecto que nace en la Universidad de California-San Francisco cuyo objetivo es reducir la brecha existente entre el conocimiento científico y la toma de decisiones. En resumen: para que se pueda aplicar lo que se sabe que funciona allá donde más se necesita.

Bienvenida sea esta nueva iniciativa, económicamente muy bien respaldada por parte de la Bill & Melinda Gates Foundation, que están volcados en la filantropía desde hace ya unos años. Que tenga éxito aunque, con el paso de los años, uno se vuelve escéptico. Por diversas razones, la brecha entre los países desarrollados y los que se encuentran en vías de desarrollo es cada vez más grande a todos los niveles, siendo el sanitario uno más, y quizá el más preocupante.

Un ejemplo más recogido al azar en estos últimos días: según datos de la OMS, el 75% de los epilépticos de todo el planeta no recibe tratamiento para su enfermedad. La mayoría, como es fácil suponer, vive en países en vías de desarrollo. La prevalencia de la epilepsia es de un 0,5-1%, así que estamos hablando de millones de personas sin acceso a tratamiento alguno.

Bienvenida sea la nueva iniciativa... y nuestros mejores deseos. Trabajo no le va a faltar.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Día mundial del SIDA: situación en la infancia



Ayer día 1 de diciembre fue el día mundial del SIDA. Se calcula que, de los 33 millones de personas seropositivas, dos millones son niños. La mayoría viven (malviven) en el África subsahariana. Se estima que hasta 15 millones de niños están huérfanos debido a que esta enfermedad ha acabado con la vida de sus padres.

Vía "NHS Evidence" nos llega la noticia de la celebración del "2009 Annual Evidence Update: HIV in children and adolescents", que se inicó el 30 de noviembre y se desarrollará hasta el 6 de diciembre. Es fundamental que todos (pediatras y no pediatras, médicos y no médicos, seres humanos todos, independientemente de su lugar de residencia, profesión o manera de sentir o pensar) tomemos conciencia del gravísimo problema que el SIDA representa a escala planetaria. Esa escala que es la única que nos permite ver cuales son los problemas reales de salud de los seres humanos. Las desigualdades de accesibilidad a tratamientos farmacológicos adecuados son sangrantes entre el primer y el tercer mundo.

En el Congreso mencionado se realizará una puesta al día de toda la evidencia generada durante los últimos doce meses sobre la enfermedad y su repercusión en la infancia.

La cantidad de información disponible es gigantesca e imposible de condensar en una entrada de blog. Aquí simplemente se trata de recordar que el SIDA infantil existe, que hay disponibilidad de tratamientos antiretrovirales eficaces y que estos no llegan a aquellas zonas del globo donde más necesarios son. Como sucede - lamentablemente - con tantas otras enfermedades y tratamientos.

A continuación mostramos enlaces a información esencial sobre la infección por VIH en la infancia y adolescencia, de enorme interés y trascendencia para pediatras y profesionales sanitarios en general.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Enfermedades mediáticas y otras que no (II)


Mientras se llenan páginas y páginas de periódicos hablando de la gripe, dos millones de niños mueren en todo el mundo cada año a causa de la neumonía. Nos lo recuerdan en Lancet. Es posible acceder al texto íntegro del artículo mediante registro gratuito.

El 98% de las muertes tiene lugar en 68 países en vías de desarrollo.

Parece ser que OMS y UNICEF quieren abordar el problema mediante un Plan de Acción Global ("Global action plan for the prevention and control of pneumonia (GAPP)"). El objetivo de dicho plan es salvar 5,3 millones de vidas de niños de aquí a 2015.

El plan tiene tres frentes de actuación:

1.- La protección de todos los niños, proporcionando un entorno en el que estén en bajo riesgo de contraer neumonía (fomentando la lactancia materna exclusiva durante seis meses, una nutrición adecuada, prevención de nacimientos con bajo peso, reducción de la contaminación del aire y la promoción del lavado de manos)

2.- Prevención de casos de neumonía mediante la vacunación contra varios de sus agentes etiológicos: sarampión, tos ferina, Streptococcus pneumoniae y Haemophilus influenzae tipo b, así como la prevención y el tratamiento de la infección por VIH en los niños y la prescripción de suplementos de zinc en los casos de diarrea)

3.- Tratar a los niños enfermos de neumonía mediante el cuidado adecuado y la administración de antibióticos (en comunidades, centros de salud y hospitales).

Ante la hipertrofia (interesada o no) de problemas de salud de baja morbimortalidad en países desarrollados nos encontramos ante la cruda realidad de los 4.000 fallecimientos al día por neumonía en niños que viven en países en vías de desarrollo. Esperemos que esta iniciativa combinada de OMS y UNICEF se lleve a término y tenga éxito.

Y que nos sirva a todos para tomar conciencia de cuales son los problemas de salud reales de los niños a nivel mundial.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Enfermedades mediáticas y otras que no

Las buenas noticias no son noticia. Quizá por eso leemos en la prensa tantas malas noticias. Metodológicamente hablando, podríamos decir que existe un auténtico "sesgo de selección" en los medios de comunicación, ofreciendo estos muchas veces una visión distorsionada de la realidad. El tratamiento informativo que muchos medios han dispensada, dispensan y dispensarán a la gripe pandémica es buena muestra de ello.

Sin embargo, dentro de lo que debería ser noticia, hay algunas "malas noticias" que deberían tener amplia repercusión y no pasa así. Es lo que sucede con determinadas enfermedades tan reales como poco mediáticas.

En "Trust The Evidence" se hacen eco de un artículo publicado en Lancet acerca de una enfermedad que causa la muerte cada año de 1,5 millones de niños. No, no es la gripe. Es la diarrea.

La diarrea mata más niños que la malaria, el SIDA y el sarampión juntas. Por supuesto, muchísimo más que la gripe, sea o no pandémica. Podría suponerse que es una enfermedad de difícil abordaje, pero las medidas recomendadas para el control de la enfermedad no parecen especialmente complicadas:


Prevención:

1. Administración de vacunas contra rotavirus y sarampión
2. Promoción de la lactancia materna temprana y exclusiva, y administración de suplementos de vitamina A
3. Promoción del lavado de manos con jabón
4. Mejorar la cantidad y calidad del agua, incluyndo el tratamiento y almacenamiento seguro del agua doméstica
5. Promoción de las condiciones de saneamiento de la comunidad

Tratamiento:

6. Reposición de líquidos para prevenir la deshidratación
7. Suplementos de zinc

Los autores del artículo de Lancet concluyen que estas medidas, en su mayoría baratas y eficaces, sólo llegan a un 39% de los niños que las necesitan.

La diarrea: tan poco mediática como mortal para los niños. Lamentablemente.