miércoles, 31 de julio de 2019

El peligroso juego de la asfixia


El juego de la asfixia es una actividad de riesgo, observada principalmente entre adolescentes. Se practica individualmente o en grupo y consiste en la autoestrangulación o estrangulación por otra persona con las manos o con un lazo para alcanzar un breve estado de euforia y otros efectos derivados de la hipoxia cerebra. Existen variantes de esta práctica que cursan con hiperventilación y posterior opresión torácica. Estas sensaciones son percibidas como placenteras, lo que propicia su repetición. Es lo que vienen a llamar un "subidón", antes de perder la conciencia. 

El juego recibe numerosos nombres, en Estados Unidos es muy conocido como "choking game" y en Francia se le conoce como "jeu du foulard", pero hay muchos otros sinónimos y variantes. Aunque los juegos de asfixia en niños y adolescentes se han producido durante generaciones, es en la última década donde mayor atención se ha puesto en la literatura científica sobre este tema. De hecho, en este blog hablamos de este tema hace siete años, y lo hacíamos con una pregunta: "¿Sabes lo qué es el chocking game...?"

 Ante la abundancia de información de esta práctica potencialmente mortal a través de YouTube se ha reportado un aumento de los casos de juego de la asfixia, debido a una falsa "normalización" de la actividad, y de sus consecuencias: dolores de cabeza, cambios de comportamiento, confusión, pérdida de memoria a corto plazo, episodios recurrentes de síncope, crisis epilépticas, hemorragias retinianas, deterioro visual, daños neurológicos, y ocasionalmente la muerte. 

Por tanto, el juego de la asfixia es una actividad peligrosa, que provoca lesiones, pero especialmente que puede provocar la muerte de quienes lo practican. De ahí que se abogue por estudiar medidas eficaces para su detección y prevención. Y sobre ello versa una artículo valorado críticamente del último avance de Evidencias en Pediatría, bajo el título de "El peligroso juego de la asfixia: ¿quiénes son los más propensos?", fundamentado en un estudio de la revista Pediatrícs cuyo objetivo es determinar qué factores de riesgo influyen en la participación en el juego de la asfixia en niños y adolescentes. 

Aunque os invitamos a leer en toda su extensión el artículo de Evidencias en Pediatría, cabe decir que el estudio transversal se llevó a cabo en 13 escuelas públicas de diferentes regiones de Francia entre 2009 y 2013 con estudiantes de enseñanza secundaria (entre 9 y 16 años), y cuya muestra final la constituyeron 1771 alumnos. Los resultados principales nos muestran que la prevalencia de participación en el juego de la asfixia en este estudio es 9,7%. El modelo de regresión logística mostró que la participación en el juego de la asfixia estaba asociada significativamente al uso de sustancias, a la presencia de síntomas depresivos y a trastornos de conducta, pero en los análisis ajustados solo se asociaban los síntomas depresivos (ORa 2,18, IC95 1,38 a 3,36) y los trastornos de conducta (ORa 2,33, IC95 1,43 a 3,72). No resultó significativa la asociación a uso de tabaco (ORa: 0,99, IC95: 0,54 a 1,76) ni a uso de marihuana (ORa: 1,78, IC95: 0,71 a 4,68). 

Es importante conocer qué perfil de niño o adolescente es el más inclinado a participar en este fatídico juego o reto. Esto nos permite abordar estos temas con franqueza en la entrevista clínica para poder hacer recomendaciones sobre prevención y también para alertar a los padres sobre signos precoces de participación en estos juegos. 

Todos contra el juego de la asfixia o "choking game". Y para ello conviene conocerlo y prevenir, para evitarlo.

lunes, 29 de julio de 2019

Contrato familiar sobre el uso responsable de internet por nuestros hijos


En las dos últimas entradas del blog hemos hablado sobre las recomendaciones para el uso responsable de las nuevas tecnologías, tanto en nuestros hijos, en general, como en la adolescencia, en particular. En este sentido, no es novedoso el consejo de realizar contratos familiares con nuestros hijos cuando inicien sus pasos con el móvil, con internet y con las nuevas tecnologías. 

Revisando diferentes documentos, os proponemos un documento como el presente y que puede servir de modelo como CONTRATO FAMILIAR PARA EL USO DE INTERNET. 

En (ciudad) a (fecha) 
Yo, (nombre del hijo o hija), me comprometo ante mis padres y familia a: 

HACER UN USO RESPONSABLE: 
- Hablaré con mis padres para conocer las reglas de uso de internet, que incluyen las páginas que puedo visitar, lo que puedo hacer cuándo me puedo conectar y cuánto tiempo puedo estar en línea de lunes a viernes (número de minutos u horas) y los fines de semana (número de minutos u horas). 
- Me conectaré una vez que haya cumplido con mis obligaciones, como son los deberes, las obligaciones de casa y otras. 
- Nunca daré información personal en internet ni en ninguna red social, y menos sin el permiso de mis padres: dirección particular, número de teléfono o móvil, dirección de trabajo o teléfono de mis padres, número de tarjeta de crédito, nombre o ubicación de mi colegio, etc. 
- Nunca me citaré en persona con nadie que haya conocido en internet, sin el permiso de mis padres. 
- Jamás enviaré o colgaré una fotografía mía o de mi familia, sin el permiso de mis padres. 
- No compartiré mis contraseñas de internet con nadie, ni con mi mejor amigo. 
- Siempre mostraré un buen comportamiento en internet. No haré nada que pueda molestar o hacer enfadar a otras personas y, por supuesto, no haré nada ilegal. 
- Nunca descargaré, instalaré o copiaré nada en internet, o de pendrives o discos externos, sin el permiso de mis padres. 
- Nunca gastaré dinero en internet, sin el permiso de mis padres. 
- No dormiré con aparatos electrónicos en el dormitorio. 

CONFIAR EN MIS PADRES: 
- Hablaré inmediatamente con mis padres si veo o recibo algo en internet que me haga sentir incómodo o amenazado, o incluso que no entienda. Esto incluye mensajes de correos, incluso de amigos, páginas webs, chatas, redes sociales, foros, fotos o anuncios. 
- Me comprometo a compartir mis contraseñas con mis padres, tanto de internet como del móvil. 
- Configurar junto a mis padres las opciones de privacidad de mis aplicaciones y redes sociales, como por ejemplo, activar la aplicación sólo amigos, desactivar las búsquedas externas (ej. Google, Bing) y la geolocalización, 

ESTAR A TU LADO Y APOYARTE: 
- Mantener nuestra confianza en ti, y apoyarte para reforzar tu propia confianza. 
- Escucharte siempre que lo necesites, buscando un momento apropiado en el mismo día cuando no sea posible hablar inmediatamente. 
- Poner de nuestra parte para conocer tu mundo online: además de ponernos al día con Internet, te preguntaremos qué cosas más o menos chulas haces en tu día a día. 
- Ante posibles problemas, reaccionar de manera razonable, sin exageraciones, ni enfados, comprendiendo tus preocupaciones y motivaciones, y buscando soluciones. 
- Ser ejemplos a seguir, comportándonos online como te pedimos que lo hagas tú. 


Fdo. Hijo/hija                                                                           Fdo. Padre y/o madre

sábado, 27 de julio de 2019

Cine y Pediatría (498): “Tideland” y nuestra Alicia en el País de los Horrores


Hay directores inclasificables y hay cine maldito. Y, rizando el rizo, hay directores inclasificables especializados en cine maldito. Un ejemplo paradigmático es Terry Gilliam. El nombre de este director y actor de cine británico nacido en Estados Unidos, viene asociado en sus inicios al icónico grupo británico humorístico Monty Python del que formó parte en la década de los 60 y 70, junto con otros cinco compañeros (Graham Chapman, John Cleese, Eric Idle, Terry Jones y Michael Palin). 

A Terry Gilliam le gusta sentirse un extraño en tierra extraña, y también hace sentir extraños a los espectadores. Su cine puede resultar incomprensible, indigesto, tanto por la forma (por su excesiva orfebrería visual) como por el fondo (su cine transita entre el pesimismo antropológico y el optimismo vital, no fácil de encajar). No es de extrañar que su cine sea calificado de maldito, con más detractores que seguidores. Y así lo demuestra su filmografía, que oscila entre sus obras de culto (Brasil, Las aventuras del barón Münchausen, El rey pescador o Doce monos) o productos inclasificables, entre lo encantador y lo grotesco (Miedo y asco en Las Vegas, Los hermanos Grimm, Tideland o The Imaginarium of Doctor Parnassus). 

Y hoy recordamos su cine a través de su película del año 2005, Tideland, adaptación cinematográfica del libro de Mitch Cullin con título homónimo y en el que se hace una revisión postmoderna del clásico de Lewis Carroll, "Alicia en el país de las Maravillas". Pero aquí la protagonista es una niña de 9 años, por nombre Jeliza-Rose, hija de drogodependientes, y quien sobrevive a la muerte por sobredosis de ambos progenitores con una mezcla de cruda realidad y alucinante imaginación. Sueño y fantasía de nuestra Jeliza-Rose en el País de los Horrores bajo el prisma de Terry Gilliam. Abróchense los cinturones…a una película inclasificable, pero con una carga de dureza extrema. Pero no es para menos, pues así de cruda y dura es la vida de esta hija que es criada alrededor de la droga y sus consecuencias

Porque Jeliza-Rose (increíble Jodelle Ferland, sobre quien gira toda la película) nos da un paseo por la vida de una familia totalmente peculiar, para demostrarnos la cruda y dura realidad del mundo de las drogas, los excesos sobre los afectados y el abandono – cuando no la falta de amor - hacia el entorno familiar y sus hijos. Y ella nos hace protagonistas de su cuento, en el que crea un mundo paralelo al de la realidad, que la permite vivir al margen de las continuas desgracias con las que convive y que la desvinculan de sus labores hogareñas, entre ellas la de preparar la inyección de heroína que todos los días le reclama su propio padre, ex guitarrista de rockabilly. Y por ello la madre yonki le dice al inicio: “No puedo arreglármela sin ti”. Y cuando la madre fallece ante sus ojos, el padre le comenta,: “La metadona acabó con ella. Debió seguir con el caballo”. Y cuando esto ocurre, padre (Jeff Bridges) e hija huyen de Los Ángeles al campo tejano, a la casa abandonada de la abuela, fallecida hace años. 

Y allí Jeliza-Rose vivirá en una casa en ruinas (como la vida que sus padres le dejan) situada en un campo yermo con árboles secos, creando su mundo aparte con sus cuatro cabezas de muñecas (por nombre Mustique, Sateen Lips, Baby Blonde y Glitter Gal) en busca de un mundo imaginario tan sórdido como su propia existencia, en busca de hadas, fantasmas y monstruos. Y cuando su padre fallece por una sobredosis en el sillón, ella le cuida y le habla, mientras conoce a sus dos extraños vecinos, dos hermanos adultos: ella es Dell (Janet McTeer), una extraña mujer que viste de negro como una bruja y teme a las avispas, porque la dejaron tuerta, y que tiene por afición la taxidermia; él es Dickens (Brendan Fletcher), un chico con retraso mental secundario a un traumatismo craneal por un accidente y al que le gusta bucear con su traje de neopreno en medio de la pradera y que está obsesionado por el gran tiburón, que resulta ser un tren de largo recorrido que cruza la soledad del lugar donde viven, al que quiere destruir con dinamita. 

Una película de desagradable visión (los dos cuerpos taxidermizados, el del padre y la abuela, son un ejemplo), pero que permite varias lecturas. Al menos dos visiones: una infantil, la onírica que intenta devolvernos los ojos de la niña, y otra adulta, la cruda realidad que rodea a los personajes, atrapados en su pasado y presente. Porque no es nuevo usar historias infantiles como pretexto para realizar reflexiones ulteriores sobre los protagonistas, la realidad, y el ideal perdido que se encarna con la inocencia infantil: una tradición iniciada por Lewis Carroll (Alicia en el País de las Maravillas) y años más tarde por John Barrie (Peter Pan y su País de Nunca Jamás). Y ahora con la vuelta de tuerca de Terry Gilliam. Porque las historias de Jeliza–Rose son cuentos con hadas, príncipes y monstruos, como la mayoría de juegos infantiles, pero teñidos de ese dramatismo extra por la situación vital de la protagonista. Porque lo más cruel es que los errores de los adultos roben a sus hijos la inocencia del paraíso perdido, y de ahí el contraste con el que Gilliam nos golpea: esa doble visión, la de la imaginación de Jeliza-Rose y la de la hostil realidad que rodea a la niña. Y lo podremos contar así o de otra forma, pero cuando los hijos crecen en familias drogodependientes, la hostil realidad puede llegar a superar la ficción. Incluso la que nos propone Terry Gilliam en Tireland.

Porque todo en Tireland se sitúa en el límite entre ficción y realidad. Todo en Tireland es incómodo, tanto la realidad como la ficción. Porque hasta la amistad de Jeliza-Rose y Dickens se tiñe de aspectos no deseados, donde la niña imita comportamiento de adultos: “Si me enseñas tu secreto, te amaré para siempre”.

Y, finalmente, descarrila el tren a su paso por la pradera. Y como espectadores nos quedamos tan desconcertados como los viajeros del tren. Y resuena, una vez más, la voz en off de Jeliza-Rose: “Si cierro mis ojos quizás despierte dentro de tu sueño a un mundo sin límites”. Pero no es así, porque el mundo si tiene límites y normas. Y los hijos son a menudo las víctimas silenciosas de los abusos de drogas de sus padres.

La drogadicción de los padres provocan consecuencias múltiples, graves y frecuentes en el embarazo y parto, sobre el recién nacido y sobre la evolución de estos niños en edades posteriores, como causa de morbilidad y mortalidad perinatal, neonatal e infantil, por no hablar de las repercusiones psicosociales. Y es causa muy justificada para perder la custodia de los hijos, por muchas razones pero especialmente por maltrato infantil por negligencia. Algo que ningún espectador hubiera dudado desde las primeras escenas de Tideland… para evitar ese viaje al País de los Horrores de nuestra protagonista.

 

viernes, 26 de julio de 2019

Comienza el curso de Continuum "Nefrología Pediátrica 2019"

La plataforma Continuum anuncia un nuevo curso tras finalizar el periodo estival y para empezar con fuerza el nuevo curso. En breve comienza del curso "Nefrología Pediátrica 2019" liderado por la Asociación Española de Nefrología Pediátrica (AENP). 

Un curso que proporcionará al alumno los conocimientos y habilidades necesarios para mantener y mejorar su competencia en la atención a los problemas nefrourológicos prevalentes en la edad pediátrica, teniendo en cuenta la mejor evidencia disponible.

El curso está dividido en seis módulos, que son: 
- Estudio básico de la función renal en pediatría 
- Infección urinaria 
- Enuresis y trastornos miccionales 
- Litiasis renal e hipercalciuria idiopática 
- Enfermedad renal crónica 
- Síndrome metabólico y enfermedad renal. Prevención desde Atención Primaria. 

En cada unidad didáctica se ofrece también información complementaria para los alumnos que quieran profundizar en un determinado aspecto. El curso está tutorizado, lo que implica que, a lo largo del curso, estaremos a su disposición para ayudarles a resolver las dudas que se les planteen. 

Al finalizar la actividad el alumno habrá conseguido una serie de competencias que se recogen a continuación: 
UNIDAD 1 
- Comprender la estructura, función y fisiología del riñón normal. 
- Conocer los cambios que en relación con la edad se producen en la tasa de filtración renal y su correspondiente reflejo en los niveles de creatinina sérica. 
- Comprender las limitaciones relacionadas con muestras de orina de 24 horas en pacientes pediátricos y los diversos métodos disponibles para la recogida de orina. 
- Interpretar un análisis sistemático urinario y los hallazgos microbiológicos en la orina. 
- Interpretar los niveles de glucosa y electrolitos eliminados en orina. 
- Utilizar correctamente pruebas para evaluar la función renal y las ecuaciones para estimar el filtrado glomerular en niños. 
- Comprender los principios de la valoración del manejo renal del agua y la disfunción tubular y ser capaz de solicitar e interpretar exploraciones sencillas para su evaluación. 

UNIDAD 2 
- Conocer que la etiología de la disuria está relacionada con la edad y que son numerosas las causas, incluyéndose entre ellas la vulvovaginitis, la irritación química, la infección del tracto urinario y traumatismos. 
- Conocer los principales microorganismos responsables de la ITU en niños. 
- Conocer la epidemiología de la infección del tracto urinario. 
- Conocer que las anomalías estructurales funcionales del tracto urinario predisponen a infección recurrente y la asociación entre infección urinaria y estreñimiento. 
- Identificar los signos y síntomas de la infección urinaria en las distintas edades pediátricas. 
- Comparar los diferentes métodos de recogida para el diagnóstico y reconocer la utilidad diagnóstica de los parámetros urinarios según las diversas situaciones clínicas. 
- Ser capaz de diferenciar cistitis de pielonefritis y prescribir de modo empírico el tratamiento antibiótico adecuado. 
- Entender la importancia de una historia de actividad sexual en un paciente con cistitis. 
- Ser capaz de planificar antibioterapia profiláctica para la infección urinaria e iniciar tratamiento en caso de trastornos miccionales para prevenir recurrencias. 
- Saber indicar los estudios de imagen y las exploraciones complementarias adecuadas para evaluar posibles alteraciones de la vía urinaria asociadas y las repercusiones de la infección urinaria. 
- Conocer las indicaciones de hospitalización y de derivación a atención especializada. 

UNIDAD 3 
- Conocer la variabilidad existente en el proceso de adquisición de la continencia. 
- Entender la fisiología y conocer los patrones normales de la micción y de la capacidad vesical. 
- Entender cuál es la historia clínica normal y qué situaciones no deben estar presentes en la anamnesis en casos de enuresis nocturna primaria. 
- Saber evaluar a un paciente con enuresis según los modelos fisiopatológicos actuales. 
- Identificar patologías asociadas a la enuresis: TDAH, trastornos del sueño, obesidad,… 
- Conocer enfermedades que causan micción anormal. 
- Comprender que algunos niños pueden tener una capacidad funcional vesical reducida y/o frecuentes contracciones vesicales no inhibidas. 
- Saber cuándo es necesario derivar al paciente para realizar una evaluación más detallada de la función vesical y para estudios urodinámicos. 
- Interpretar correctamente los hallazgos ecográficos referentes a vejiga y tracto urinario. 
- Ser capaz de proporcionar consejo e información de forma adecuada a padres y niños en relación con la enuresis y/o trastornos de la micción y comenzar tratamiento con desmopresina, alarma de enuresis y/o anticolinérgicos cuando esté indicado. 

UNIDAD 4 
- Conocer el papel de la infección crónica y el estasis renal en la patogenia de la litiasis. 
- Entender la importancia de la historia familiar y en los patrones de alimentación en la litiasis renal. 
- Ser capaz de identificar los signos de litiasis renal y estados prelitiásicos. 
- Conocer la asociación entre hipercalciuria/hipocitarturia y la formación de cálculos urinarios. 
- Conocer otros síntomas y signos de la hipercalciuria en distintas edades y definir sus criterios diagnósticos. 
- Iniciar la investigación de parámetros bioquímicos asociados a la formación de cálculos. 
- Conocer la asociación entre el tratamiento con furosemida y nefrocalcinosis en el neonato. 
- Ser capaz de considerar el aumento de ingesta hídrica y modificar los hábitos alimentarios en niños con litiasis urinaria. 

UNIDAD 5 
- Conocer las causas frecuentes de enfermedad renal crónica. 
- Conocer el concepto actual de enfermedad renal crónica y sus grados. 
- Conocer las complicaciones mayores de la enfermedad crónica y ser capaz de reconocer las alteraciones en los pacientes, especialmente el retraso de crecimiento, anemia, alteraciones del metabolismo óseo y mineral, desnutrición e hipertensión arterial. 
- Comprender el impacto de la función renal en el crecimiento, el metabolismo óseo y los niveles de hemoglobina y ser capaz de identificar los parámetros analíticos adecuados para su seguimiento. 
- Enumerar los principales factores implicados en la progresión del daño renal. 
- Modificar y adaptar tratamientos con medicamentos de forma acorde a la función renal. 
- Conocer y ser capaz de manejar los trastornos del metabolismo del agua y del sodio asociados principalmente a pacientes con alteraciones estructurales. 
- Conocer las indicaciones de terapia con hormona de crecimiento y agentes estimuladores de la eritropoyesis. 
- Conocer las indicaciones de terapia renal sustitutiva mediante diálisis o trasplante renal. 
- Conocer y ser capaz de vacunar a los pacientes tan pronto como sea posible y previo al trasplante renal. 

UNIDAD 6 
- Entender e identificar los factores de riesgo de la obesidad. 
- Entender las definiciones de sobrepeso y obesidad según el IMC. 
- Conocer e identificar las complicaciones asociadas a la obesidad y su repercusión a nivel sistémico y renal. 
- Identificar los signos y síntomas sugerentes de enfermedad grave. 
- Ser capaz de seleccionar las pruebas complementarias adecuadas para evaluar comorbilidades. 
- Conocer las estrategias más útiles en el manejo de la obesidad. 
- Ser capaz de manejar las complicaciones a corto y largo plazo de la obesidad. 
- Ser capaz de derivar al especialista cuando sea necesario. 

Todo esto en un curso de casi 2 meses de duración (comienzo el 19 septiembre 2019 y finalización el 14 noviembre 2019), acreditado con por la Comisión de Formación Médica Continuada y avalado por un equipo de pediatras con amplia experiencia docente en esta materia. 

Además, todos los socios de la Asociación Española de Pediatría, y en particular, los residentes de pediatría, se beneficiarán de un precio especial, fijado por el Comité Ejecutivo de la AEP, con objeto de que su coste no suponga un obstáculo para su realización en quienes deseen formarse en esta materia. 

Comenzamos con ánimo en Continuum... Toda la información y la manera de inscribirse al curso, la podéis encontrar en este enlace de Continuum.

miércoles, 24 de julio de 2019

Adolescentes y nuevas tecnologías: recomendaciones para un uso responsable


En nuestro post previo hablamos de "Padres, hijos y nuevas tecnologías: recomendaciones para un uso responsable", en base a las nuevas recomendaciones que la Academia Americana de Pediatría nos dejó en el año 2016.  Aprovechando ese documento, dejamos la información específica respecto a los adolescentes, un grupo especialmente sensible a las nuevas tecnologías

Sentarse a escuchar los problemas de los adolescentes es la base para evitar su reclusión en las tecnologías, cuya dependencia genera falta de atención, disminución de las relaciones sociales y nomofobia, es decir, una conducta agresiva cuando no tienen acceso al teléfono móvil. Esta comunicación es recomendable iniciarla cuando aún son niños, y no esperar a la adolescencia. Es algo que no cabe olvidar, pues en este tema tan importante de la relación entre adolescencia y nuevas tecnologías se habla en ocasiones de "niños enganchados y padres desconectados”, algo a evitar

Por ello, esta edad y este tema es un buen motivo para estas RECOMENDACIONES PARA ADOLESCENTES sobre el uso de tecnologías: 

1. La tecnología debe utilizarse solo en momentos de ocio

2. Además del ocio online, hay ocio offline:  haz una hora de ejercicio al día u otras actividades al aire libre; la música y la lectura también son ocios recomendables. 

3. Haz planes con tus amigos fuera de casa

4. Para dormir bien, no tengas pantallas en la habitación y déjalas una hora antes de acostarte. 

5. No utilices el móvil durante las horas dedicadas al estudio

6. Hay momentos del día para la comunicación con tu familia (comidas,...) en los que las pantallas no deben estar presentes. 

7. Recuerda que lo que subes a una red social se queda allí para siempre. Te cuidado con las fotos que compartes y que envías por internet. 

8. Pregunta a tus padres y a tus profesores sobre cómo proteger tu privacidad

9. Si te insultan o te chantajean, pide ayuda. Hay medios para protegerte. 

10. Es importante que detectes los abusos en que puedes caer y que hay que evitar: 
- Compulsión por actividades on line (subastas, apuestas, juegos de azar, compars compulsivas,…). 
- Abuso al cyber sexo, adicción a los cyber romances (romances o amistades hechas en línea o chat manía) 
- Abuso a la sobreinformación, a través de la búsqueda exagerada de información (bases de datos o programas)y descargas. 
- Abuso en la acumulación de todo tipo de conocimientos, pdf, ebook, musicas, etc. 
- Sentimiento de pérdida o vagabundeo por la red, navegaciones sin rumbo. 
- Intercambio de mails o textos indiscriminadamente. 
- Conseguir mil amigos sin conocer a ninguno.

Recomendaciones para un uso responsables de las nuevas tecnologías en una edad tan sensible como la adolescencia. 

lunes, 22 de julio de 2019

Padres, hijos y nuevas tecnologías: recomendaciones para un uso responsable


Este tema es recurrente, pero siempre bienvenido... por la realidad del tema en las familias. Las nuevas tecnologías, hoy casi omnipresentes, continúan siendo un desafío para muchos padres, inseguros acerca de cómo conciliar la educación integral de sus hijos con el tiempo que estos pasan pegados a una pantalla. Sea como sea, es una realidad que ha llegado para quedarse y entre todos (familias, educadores, pediatras, sociedad) debemos conseguir aprovechar sus oportunidades y fortalezas y limitar sus debilidades y amenazas. Porque no todo es negativo ni todos son riesgos, aunque estos hay que tenerlos muy en cuenta y evitarlos. 

En el Taller "Qué es y qué no es adicción a internet? Detección y prevención" realizado en el último Congreso de Pediatría (Burgos, 2019) aprovechamos la información que nos ofrecieron las Dras. María Salmerón y Lefa S. Eddy, buenas conocedoras del tema. Y ellas nos recordaron que la Asociación Pediátrica Americana ya cambió en 2016 sus recomendaciones, que antes se centraban en limitar el tiempo que los pequeños pasaban frente a una pantalla, para reflejar más fielmente el mayor grado de interactividad que se produce ahora con las casi ubicuas tabletas y los teléfonos inteligentes. 

Para aprovechar todas las ventajas de las nuevas tecnologías (internet y redes sociales) hay que educar en un uso responsable y consciente de las mismas. Para ello valgan estas RECOMENDACIONES PARA PADRES: 

1. Vigile qué tipo de dispositivos y qué herramientas usan sus hijos. 

2. Limite el tiempo de uso de las tecnologías. Teniendo en cuenta que: 
- Se recomienda no dormir con aparatos electrónicos y retirarlos una hora antes de irse a la cama. 
- No se recomienda utilizar medios de comunicación durante las horas dedicadas al estudio. Fije una hora del día a partir de la que se puedan utilizar las pantallas para evitar que hagan los deberes a toda prisa. 
- Recuerde que hay momentos del día para la comunicación en familia (comidas,...) en los que la pantalla no debe estar presentes. 
- Promueva actividades familiares (deporte, excursiones,...). 

3. Tiempo recomendable de uso por edad: 
- Para los niños menores de 18 meses, se debe evitar el consumo mediático a no ser por los videochats. Los padres de niños entre 18 a 24 meses de edad que quieren introducir contenido digital deben elegir programas de alta calidad y verlos en compañía de sus niños para ayudarlos a discernir lo que están viendo. 
- Para los niños entre las edades de 2 a 5 años, se debe limitar el uso a 1 hora al día de programas de alta calidad. Los padres deben ver el contenido mediático junto con sus niños para ayudarlos a entender los que están viendo y aplicarlo al mundo que los rodea. 
- Para los niños de 6 años en adelante, los padres deben establecer límites coherentes sobre el tiempo y el tipo de contenido que usan, y cerciorarse de que su consumo no acapare el tiempo para al sueño adecuado, actividad física y otros comportamientos esenciales para la salud. 

4. Fomente hábitos de vida saludable: es recomendable realizar 1 hora de ejercicio diario y dormir entre 8 y 12 horas al día, en función de la edad del niño. 

5. Utilice conjuntamente con sus hijos los medios de comunicación y aprovéchelos para enseñar comportamientos adecuados. 

6. Eduque en el uso responsable de la tecnología y en los riesgos que entraña. 

7. Eduque a sus hijos en comportamientos cívicos en todos los ámbitos de la vida en contra del cyberbullying. 

8. Enseñe a sus hijos cómo proteger su privacidad y en qué situaciones debe pedir ayuda. 

9. Esté atento a síntomas de abuso de la tecnología (escaso interés por las relaciones offline, dificultades para dejar internet,...) o de que su hijo pudiera estar siendo acosado o chantajeado en internet. 

10. No olvidar hacer todo lo posible - conocer y estar protegido - frente a la "trilogía del lobo feroz" en internet: cyberbullying, sexting y grooming. 

Estas son algunas recomendaciones para un uso responsable de las tecnologías que los padres es bueno que conozcan para la educación de sus hijos. Pero no debemos recordar que la mejor enseñanza que podemos dejar a nuestros hijos es el ejemplo: y somos los adultos los primeros que debemos hacer un uso responsable de la tecnología.

sábado, 20 de julio de 2019

Cine y Pediatría (497). "Ladrón de bicicletas", ladrón de infancias


Durante la posguerra italiana, un hombre que ha conseguido con dificultad un trabajo ve cómo, al serle robada su bicicleta, su futuro y el de su familia está en peligro. ¿Cómo es posible con este sencillo argumento crear una obra de arte? Preguntemos al Neorrealismo italiano

El Neorrealismo italiano apareció a mitad del siglo XX como consecuencia de la postguerra y de la necesidad: al estar los estudios Cinecittà destruidos por los bombardeos, los directores de cine sacaron las cámaras a las calles destruidas rodando lo que veían y utilizando frecuentemente actores no profesionales, con lo que cambió radicalmente la forma de hacer cine. Se inició en 1945 con Roma, ciudad abierta, una obra maestra de Roberto Rosellini y cuenta con otras grande películas como El limpiabotas (Vittorio de Sica, 1946), La terra trema (Luchino Visconti, 1948), Juventud perdida (Pietro Germi, 1948), Vivir en paz (Luigi Zampa, 1948), Arroz amargo (Giuseppe de Santis, 1949), La Strada (Federico Felini, 1954) o El empleo (Ermanno Olmi, 1961). En estas películas quedó reflejado, como un auténtico documento histórico, la Italia triste y hambrienta de la postguerra, cine denuncia de las condiciones de vida miserables y en el que desaparecen los finales felices.

Ya en Cine y Pediatría hemos compartido una película de este movimiento, Alemania, año cero (Roberto Rosellini, 1948), película que subtitulamos como el deterioro moral de la infancia.  Pues del mismo año, y quizás con un subtítulo que podría ser similar, aparece otra joya de este movimiento, la película que hoy nos convoca: Ladrón de bicicletas (Vittorio de Sica, 1948), película que supuso el lanzamiento al estrellato de su apenas conocido director, Vittorio De Sica y, más importante aún, la definitiva consagración del Neorrealismo italiano en el contexto cinematográfico internacional. Y una joya testimonial, cuya narración es perfectamente clásica y cíclica: nuestro protagonista sale de la multitud anónima en la primera secuencia y vuelve a ella al final, todo ello fotografiado en un crudo blanco y negro - como la realidad que describe -, casi en tono documental, en un escenario de la posguerra lleno de personajes que, perdidos en su anonimato, impregnan sus carencias por las pobladas y vívidas calles romanas. Película escrita por Cesare Zavattini y De Sica, con un grupo de colaboradores, se basa en la novela de 1946, “Ladri di biciclette” de Luigi Bartolini. Junto con “El limpiabotas” (1946), “Milagro en Milán” (1950) y Humberto D” (1952), el film compone la tetralogía que De Sica y Zavattini dedican a la realidad italiana (por extensión europea) de la posguerra.

La acción tiene lugar en Roma en 1948, a lo largo de unos pocos días, si bien hay escenas que transcurren casi en tiempo real. Antonio Ricci (Lamberto Maggiorani), en paro desde hace más de dos años, consigue a través de la oficina de empleo de su barriada, Città Valmelaina, un empleo municipal de fijador de carteles. Pero para ello se le exige que debe disponer de bicicleta, la cual había empeñado hace poco para poder dar de comer a su familia. Antonio vive con su mujer María (Lianella Carell) y con su hijo de 6 años, Bruno (Enzo Staiola). Y a partir de ahí la bicicleta se convierte en santo y seña de la historia, verdadero elemento nuclear para adentrarnos en esta familia y en esta sociedad de postguerra italiana.

En la primera jornada de trabajo padre e hijo se levantan de madrugada y salen juntos de casa. El padre a su labor, pero el hijo también acude a trabajar como recadero a una estación de gasolina. Poco después de iniciar su primera jornada laboral, roban al descuido la bicicleta de Antonio. Y a partir de ahí la película se convierte en una desesperada búsqueda de padre e hijo por la Roma de postguerra, de Piazza Vittorio a Porta Portese, de centros de acogida a casas de videntes, entre prostíbulos y barrios del hampa, porque esa bicicleta es mucho más que un medio de locomoción, es el medio que les permite mantener un trabajo y salir adelante como familia: “Era una Fides. Modelo ligero 1935”, dice Bruno. Y el amigo que les ayuda en la búsqueda por el mercado les dice: “Mejor, así dividimos el trabajo, porque aquí se desmonta todo… Vosotros dos ocupaos de las ruedas. Tú, de los cuadros, y el chaval de los bombines y de los timbres… Buscaremos pieza por pieza, y después las juntaremos todas”. Y en su angustiosa búsqueda compartimos su angustia. Y en su recorrido, ellos viven (y nosotros somos espectadores) de una cruda realidad social…

Una cruda realidad social en la que los niños trabajaban, sin acudir a la escuela. En la que los padres levantaban la mano a sus hijos: “¿Por qué me has pegado?”, dice Bruno. “Porque te lo merecías”, contesta el padre. Una visión de malos tratos sistemáticos contra la infancia, que incluye los castigos y las amenazas, en un contexto de unión de padre e hijo, como la que tienen Antonio y Bruno: “No pareces un padre… Se lo diré a mamá en casa”, a lo que el progenitor contesta, “En casa haremos las cuentas”. Y que incluye ejemplos no propios de su edad, producto de una filosofía de la vida muy diferente a la actual: “Estamos martirizándonos cuando vamos a morir de cualquier forma”, dice el padre cuando invita a su hambriento hijo a una pizza. “Vamos a olvidarlo todo. Vamos a emborracharnos… Todo tiene remedio, menos la muerte”, le dice sin conciencia, espero, en esa escena del restaurante, donde Bruno no sabe utilizar el cuchillo y tenedor y se fija en el niño de buena clase de al lado, y es cuando Antonio le explica: “Para comer como aquellos de allí, tendríamos que ganar al menos un millón al mes… Come, come, no lo pienses”.

Porque, utilizando como excusa una sencilla historia, la película nos presenta un detallado retrato de la Roma de 1948, cuando habían transcurridos tres años desde la finalización de la II Guerra Mundial. Y vamos transitando por esos barrios derruidos entre las colas del paro y la desesperanza de los parados, entre la presencia en las calles de mendigos y descuideros, entre vendedores furtivos y casas de empeños, entre las colas para tomar el trolebús y las colas de los comedores de caridad, entre prostitutas de verdad y videntes de medio pelo, entre carteles del Giro de Italia y espectadores de fútbol, etc. La narración está hecha con ánimo más documental y testimonial que reivindicativo, pero las imágenes, directas y sinceras, dan testimonio de un país arruinado por la guerra, azotado por la miseria y paralizado por la incapacidad de las instituciones públicas. Y dan testimonio de los hijos de la guerra. Las malditas guerras y su pobreza…, ladrones de infancias.

La autenticidad y realismo que animan esta película son posiblemente las causas por las que éste conserva su frescura y su fuerza, más de 70 años después de su estreno. Una historia es sencilla, simple, casi minimalista, pero directa, conmovedora e intensa; intérpretes no profesionales y creíbles; la fotografía en crudo blanco y negro de Carlo Montuori; una melancólica banda sonora de Alessandro Cicognini, a través de la cuerda y viento, con melodía a cargo del clarinete. Y la dirección de actores de Vittorio de Sica, con ese dueto inolvidable, Lamberto Maggiorani y Enzo Staiola, padre e hijo. 

Y este padre e hijo nos regalan escenas épicas en su búsqueda, como las carreras entre la lluvia y los mercados, la consulta a la vidente, la persecución del ladronzuelo afecto de epilepsia tipo gran mal,… pero sobre todo las escenas finales. Ese padre e hijo sentados en la acera, abatidos y con la reconocible divagación del padre cuando no hay salida. Y todo se precipita ante los ojos atónitos y doloridos de su hijo: esos hijos que sufren todo el mal de los adultos y de la sociedad que les toca vivir… y su grito “¡Papá!, ¡papá!” resuena en nuestro corazón… “Menudo ejemplo para tu hijo, ¡qué vergüenza!”, oyen entre el tumulto que se abalanza. Y ese increíble final con lágrimas en los ojos y las manos de padre e hijo, juntas. Algo así como la simplicidad de las obras de arte. Tan amarga como hermosa. Porque la pobreza es un gran ladrón de infancias.

Ladrón de bicicletas es un hito del cine mundial, uno de los máximos exponentes del denominado neorrealismo italiano y una joya testimonial. El Neorrealismo italiano es importante para el nuevo curso del cine europeo, que a partir de esos momentos volverá su mirada hacia la realidad con nuevos ojos. Las influencias no se hacen esperar en este continente ni en otros directores, pues su sombra e influencia es muy alargada; así, películas como El camino a casa (Zhang Yimou, 1999) y Niños del cielo (Majid Majidi, 1998) se convierten en pequeñas obras maestras con tendencias neorrealistas, donde historias minimalistas sirven para describir la realidad de un contexto. Historias simples, relatos muy humanos donde el tema del amor se hace balsa de salvación ante la adversidad para la infancia.

miércoles, 17 de julio de 2019

Investigar en Pediatría: organizar una necesidad sumando esfuerzos


Asistencia, docencia e investigación son un trípode complementario en todo servicio sanitario, elementos que, junto con la gestión y la calidad, conforman un pentagrama perfecto en busca de la excelencia en su misión principal: la atención más eficaz, segura y humana a los pacientes. 

En el ámbito de la Pediatría, la investigación clínica supone un reto adicional debido a las peculiaridades que diferencian a los niños de los adultos. Pero la investigación en Pediatría es una necesidad, al menos, por los siguiente motivos: 
- Porque la infancia y adolescencia no son un grupo homogéneo de pacientes. 
- Por las diferencias en la farmacocinética y la farmacodinamia con respecto a los adultos. 
- Por la escasez de fármacos autorizados para su uso en estas etapas de la vida. 
- Por las grandes implicaciones para fases posteriores de la vida: periodo en el que las intervenciones preventivas pueden tener mayor beneficio a corto y largo plazo. 

 Y la situación de la investigación en Pediatría se encuentra en una situación francamente mejorable: 
- Porque muy pocos pediatras sitúan la investigación pediátrica entre sus prioridades. 
- Porque en Europa, solo el 30% de los medicamentos comercializados incluyen una autorización pediátrica, y menos del 50% de los medicamentos autorizados en niños han sido estudiados en la población infantil. 
- Porque, por ello, no es infrecuente que los niños reciban medicamentos no validados para esta edad, lo que no está exento de riesgos. 
- Porque el uso de fármacos no aprobados en niños puede tener consecuencias éticas y repercusiones legales por mala práctica. Sin embargo, si no se utilizan dichos medicamentos aprobados para adultos, se está negando a los niños una intervención potencialmente beneficiosa. 
- Porque la situación es aún más urgente en determinados grupos de pacientes, como los neonatos, los pacientes críticos o los pacientes con enfermedades raras o poco frecuentes. 

Y para mejorar esta situación, todo esfuerzo cuenta. Dos ejemplos: uno nacional y otro local. 

- A nivel nacional, destacar la Plataforma INVEST de la Asociación Española de Pediatría, que tiene por misión fomentar la investigación en pediatría desarrollada fundamentalmente por pediatras, a nivel hospitalario y en Atención Primaria, a través de la incentivación, la formación, la promoción activa, la facilitación, la orientación, el reconocimiento y la provisión de los recursos necesarios para que nuestros pediatras puedan realizar investigación competitiva y de calidad. 

Y en este enlace podéis revisar sus líneas estratégicas, así como las principales redes de investigación. En este artículo se puede profundizar en los retos y prioridades de INVEST-AEP. 


- A nivel local, podemos referir nuestra propia experiencia en el Departamento de Salud Alicante-Hospital General. Pues hace un año y medio iniciamos la andadura de nuestro Grupo de Investigación de Pediatría y Farmacología Clínica, grupo número 38 de ISABIAL (Instituto de Investigación Sanitaria y Biomédica de Alicante) y en este enlace podéis revisar el por qué, para qué, cómo y quién de nuestro grupo de investigación, así como nuestras principales líneas de investigación

Y, aunque con Julio Verne, podemos afirmar que “La ciencia se compone de errores, que a su vez son los pasos hacia la verdad”, es obligación de todos dar pasos y mejor hacerlo de forma conjunta.

lunes, 15 de julio de 2019

La termita demográfica: ¡España, S.O.S!


Se dice que en los países las crisis económicas actúan como dinamita, mientras que las crisis demográficas actúan como las termitas. Las dos, dicen los entendidos en macroeconomía, pueden derribar un edificio y, en ocasiones, puede ser irreparable. 

Esta termita demográfica se ha situado en Europa y asola España. Basta algunos datos para refrendar lo que ya todos conocemos: 
- Según el informe del Instituto Nacional de Estadística (INE), la cifra de nacimientos en España es la más baja en 20 años. En 2018, nacieron 369.302 españoles, 23.879 menos que en 2017, 56.413 menos que hace cinco años y 150.447 menos que hace 10, cuando el número de nacimientos era un 40% mayor. 
- Sólo durante el primer semestre del año pasado nacieron en España 179.794 niños y murieron 226.384 personas. Hagan la resta: son 46.590 ciudadanos menos en sólo seis meses. Nunca desde que comenzaron los registros históricos del INE en 1941 se había contabilizado un número tan bajo de nacimientos y un número tan alto de defunciones. 
- Los últimos datos del INE dieron la señal de alarma: si el número de fallecimientos en España supera al de nacimientos, se traduce en un crecimiento vegetativo negativo, una situación que no se producía desde hace 74 años, en plena Segunda Guerra Mundial. 
- Nuestra tasa de natalidad es de las más bajas de Europa. El año pasado se situó en 7,9 nacimientos por cada 1.000 habitantes, cinco décimas menos que la registrada en 2017. Y las causas no son nuevas: las mujeres tienen cada vez menos hijos y cada vez hay menos mujeres en edad de ser madres. Actualmente el número medio de hijos por mujer se sitúa en 1,25, lo que supone el valor más bajo desde el año 2002. 
- Expertos han vaticinado que la población española será en 2100 la mitad de la actual y el país habrá perdido casi dos tercios de su población activa: entonces la termita demográfica se habrá convertido en una bomba socioeconómica. Y esto es extensivo a Europa, continente que en 1900 acogía el 25% de la población mundial, pero que en el año 2050 podría no llegar al 7%. 

«Juicios y explicaciones, dudas no permitidas del rechazo a la maternidad, deseos cumplidos y deseos frustrados, embarazos interrumpidos, injusticias domésticas y miedo a carreras truncadas, presiones infinitas, manipulación política, demográfica y médica, la nueva mística de la maternidad, hombres, y hombres ausentes, la trampa cada día más repetida del vosotras podéis escoger cuando, en realidad, la maternidad sigue siendo el principal factor de discriminación social y laboral para las mujeres; la imposible conciliación y la brecha salarial que se convierte en abismo tras el primer hijo». Esta enumeración la realiza la periodista y guionista gallega Diana López Varela en su último libro, “Maternofobia, retrato de una generación enfrentada a la maternidad” (ediciones Península), donde, a caballo entre el relato autobiográfico y el ensayo plagado de datos, desgrana una realidad a la que cuesta atender, pues supone hurgar en las esencias del ser humano: que muchas personas, mujeres, sí, pero también hombres, no quieren tener hijos. Por hache o por be, la realidad es que en España nacen menos niños y, para la escritora Nuria Labar en su novela “La mejor madre del mundo” (Penguin Random House), dice claramente que «la responsabilidad del descenso no es de las mujeres». Lo que muestran los estudios es que el tejido social y productivo ha retrasado la edad de reproducción de las mujeres a un momento que guarda más relación con nuestro ciclo profesional que biológico; esto sumado a salarios precarios, precariedad de viviendas y escasez de servicios y ayudas a la crianza tiene como consecuencia una natalidad que tiende a cero. Y de todo esto, la generación de los “millennials” sabe bastante y sobre el compromiso que supone criar un hijo en el siglo XXI. 

Y esto hace que ya no dispongamos de una “pirámide” poblacional en España, sino de un “diamante” poblacional, con mayor población mayor de 65 años que menor de 18 años: por tanto, un diamante con muy poco valor. Así que esta termita demográfica que corroe nuestro país es debida a múltiples causas, pero en gran parte la tendencia a no tener hijos en España depende de su economía y de su mercado de trabajo, así como de la falta de políticas familiares sólidas. 

El cóctel termita demográfica, maternofobia, paternofobia, millennials, economía y políticas familiares conviene mezclarlo bien para buscar soluciones… antes de que nos explote (más) y no haya tiempo de activar el S.O.S.

sábado, 13 de julio de 2019

Cine y Pediatría (496). “Girl”, cuando la cárcel es tu cuerpo y brotan heridas


Nora Monsecour tenía un sueño: quería ser bailarina. Un sueño que apareció desde que dio sus primeras lecciones de ballet, con apenas cuatro años. Tenía el talento, el deseo, la elegancia y la determinación necesarias para llegar a conseguirlo. Sólo había un problema: había nacido en un cuerpo masculino. Esta historia real fue la fuente de inspiración de uno de las consideradas mejores películas del año 2018, aquella que consiguió múltiples premios en Cannes y San Sebastián, y que fue elegida para representar a su país, Bélgica, en los Oscar. Lleva por título Girl y es la ópera prima del realizador belga Lukas Dhont, quien tardó nueve años en gestar esta película desde que leyó en un periódico el caso de la bailarina Nora Monsecour hasta que pudo hacer su propio largometraje. Fue un tiempo fértil, pero de tierra movedizas para él: un tiempo en el que salió de su propio armario para aceptar su homosexualidad, tiempo para esculpir su talento en tres cortometrajes que lo prepararon para su bautismo de fuego a la temprana edad de 26 años. 

Y un bautismo que podemos considerar un milagro de sentido y sensibilidad, un filme dedicado a contar la historia de Nora, pero ahora bajo el nombre ficticio de Lara, y para ello contó con un sorprendente actor de 16 años, Victor Polster, omnipresente en esta película especial y que no dejará indiferente. Porque aunque se trata la transexualidad con tacto y arte, la comunidad trans ha reprochado la condición cisgénero (no transgénero) del actor principal (si bien fuera elegido entre un cásting de más de 500 jóvenes que incluían chicos, chicas y transexuales y también por su condición bailarín del Ballet Vlaanderen) y también ha reprobado “la perturbadora fascinación del director con el cuerpo trans” de la protagonista y la descripción de su tratamiento hormonal. Sin embargo, a estas alturas la mejor aliada de Girl es la propia bailarina belga Nora Monsecour, quien ha afirmado que esta historia no es la fantasía de un realizador cisgénero, sino que la historia de Lara es su verdadera historia. 

Y es que ya llevamos tiempo expresando el valor del cine en francés en Cine y Pediatría. Y, en concreto, podemos recordar el cine desde Bélgica como esta película - aunque atesora idioma francés y flamenco -, pues tras el éxito de la película Alabama Monroe/The Broken Circle Breakdown (Felix Van Groeningen, 2012) el mismo equipo de producción se lanzó, sin temor alguno, a una historia nada fácil y en las manos de este joven realizador y este joven protagonista.

Lara (Victor Polster) es una adolescente transgénero de 15 años que vive con su padre, un taxista que apoya a su hija en todas sus decisiones, y con su hermano Milo, de 6 años. No encontramos figura materna a su alrededor y apreciamos que se acaban de cambiar de domicilio. Lukas Dhont nos sitúa a la altura de los ojos de su protagonista, quien se encuentra embarcada en el proceso de tránsito: el tratamiento hormonal preciso antes de la operación que le significará cambiar de sexo masculino a femenino. En una de las primeras entrevistas con el equipo de profesionales, el médico le dice: “Vive el presente. Disfruta del momento. Sé una chica. Eres una chica. Eso es bueno, ¿no? Yo veo a una chica guapa y simpática. ¿Qué crees que cambiará el tratamiento hormonal?". Y Lara contesta: “Mi aspecto. Me saldrá pecho y esas cosas”. Y el psicólogo la apoya: “¿Te hace ilusión tener pecho? Eres una mujer y tienes cuerpo de mujer. Lo único que podemos hacer es constatarlo y apoyarte. Pero ya eres todo lo que serás”.

Porque Lara siente que su cuerpo se ha convertido en su cárcel e intenta canalizar toda su esperanza y frustración a través de la disciplina que le implica el ballet. Y vivimos el camino de sacrificio de su tortura física y emocional, de esas múltiples heridas a flor de piel provocadas por los esparadrapos (heridas en los pies por el ballet, heridas en los genitales por ocultar su sexo) y también heridas en su alma y su corazón (por cómo la ven los demás – “¿Te tratamos como una chica o como un chico?”, por cómo se ve ella misma, por sentir que su hermano pequeño le llama Víctor cuando se enfada). Y sentimos su (maravillosa) sonrisa o intento por sonreír y su (íntimo) dolor, su esperanza y su rabia, también su fuerza para seguir adelante. Soporta la información médica con entereza: “Vaciamos el pene y retiramos los cuerpos cavernosos. Luego lo cerramos y volvemos del revés, y esa será tu nueva vagina. Usaremos una parte del glande para hacer el clítoris. Como tomas inhibidores hormonales, puede que el pene no te haya crecido mucho, así que quizás tengamos que usar algo de tejido intestinal para que la vagina sea bastante profunda… Las complicaciones más frecuentes son el sangrado y la cicatrización lenta de las heridas. Una posible complicación grave es la fístula rectovaginal…”.

Es Girl una película llena de asertividad. No solo en el equipo de profesionales que atienden a Lara, sino en su propia familia, que la acompaña a través de la figura paterna. Y por ello su padre le regala estas palabras el día de su 16 cumpleaños, mayoría de edad sanitaria en la que poder decidir: “Gracias a todos por venir. Hoy es un día importante para nosotros. Es un gran momento para la familia, para los tres. Es una nueva vida. Para Lara es un gran momento. Hemos peleado mucho hasta llegar aquí y es estupendo poder compartirlo hoy con todos vosotros”. Y tras el tratamiento hormonal, la tensa espera de la llegada de los caracteres sexuales secundarios, y los consejos de su padre: “Estás en la adolescencia. La adolescencia tienes que vivirla. Pasa muy rápido”. Y llegan las dudas y la preocupación lo llena todo, y se refleja en sus clases de ballet (cada vez más duras como más duras son cada vez las heridas de sus pies) y la propia relación con su padre, y llega a maltratar su cuerpo. Por lo que ante su debilidad, los doctores echan atrás su operación de reasignación de sexo.  Y todo ello ocurre con movimientos de cámara fluidos y etéreos que nos anclan a la belleza y al intento de sonrisa de Lara, tan duro como bello, de las bellezas cinematográficas que cortan el aliento. Y sí, una vez que has visto a Victor Polster en el papel de Lara es inimaginable pensar en otro reparto.

Sorprende que esta obra sea el primer largometraje del director y coguionista Lukas Dhont porque está realizada con una seguridad, sabiduría y sensibilidad que no ejecuta ningún paso en falso, y el objetivo no era banal por su afán de contarnos el sufrimiento de una adolescente no sólo en su aspiración de ser una bailarina de ballet clásico, sino, sobre todo, en luchar por encontrar la forma de salir del dilema de dejar atrás su cuerpo masculino para alcanzar una feminidad intrínseca y esencial con la que se identifica y que necesita para verse completa y genuina. Belleza, contención, delicadeza, sutileza y autenticidad… incluso en su final, que cabe no desvelar. 

Es Girl una película muy recomendable. Mucho más que la fusión de Billy Elliot (Stephen Daldry, 2000), Cisne negro (Darren Aronfosky, 2010) y Transamérica (Duncan Tucker, 2005).  Una película que nos acerca a una realidad cada vez más visible en la sociedad, y aún resuenan ecos de la reciente Fiesta del Orgullo que acaba de celebrarse en Madrid. Pero Girl, y esto lo ha remarcado su director, no pretende ser un filme de tesis ni un alegato colectivo por la normalización. Estudia, explora y muestra un caso particular que, evidentemente, no se aísla de la realidad actual de los derechos de los transexuales, pero no hace caballo de batalla de ello. Muestra y no demuestra, refleja y no reivindica. Algunos la aman y otros no. Pero es lo que tienen los colores, también los del arco iris.

 

miércoles, 10 de julio de 2019

El orgullo de un buen uso del lenguaje


Las Fiestas del Orgullo de Madrid, conocidas popularmente por su acrónimo MADO, son las fiestas celebradas por el barrio de Chueca (pero por toda la ciudad de Madrid) desde el 28 de junio, Día Internacional del Orgullo LGBT, hasta el pasado día 7 de julio. El que sea el 28 de junio conmemora los disturbios de Stonewall (Nueva York) de 1969), que marcaron el inicio del movimiento de liberación homosexual… y luego extendido a toda la diversidad sexual. Por tanto, este año se han celebrado los 50 años. 

Y así es como el Orgullo de Madrid ha pasado de ser una pequeña concentración a finales de los años 80 a ser considerada la mayor fiesta de ambiente gay de Europa y una de las más importantes del mundo, solo superada por la ciudad de San Francisco (California). 

Y este momento ha servido a la sección de El Laboratorio del Lenguaje de Diario Médico, liderada por mi amigo Fernando A. Navarro, para reflexionar, como curioso del lenguaje, por qué lo que empezó llamándose Orgullo Gay, pasó luego a Orgullo LGBT y finalmente parece haberse quedado en Orgullo a secas. 

Vale la pena leer todo el post en este enlace, que lleva por título “Siglas que se alaaargan: LGBTI”Pero, en esencia, estas son la evolución de estas siglas...

Porque es tal la diversidad, que estas son las siglas utilizadas desde la década de los 80, en que comenzó a usarse las siglas LGB (lesbianas, gais y bisexuales). Y luego siguieron todas las que se enuncian a continuación, según nos comenta el autor: 
- LGTT: pues se pidió desdoblar la T para distinguir transexuales de transgéneros. E incluso triplicarla para visibilizar también a los travestis (LGBTTT), pero finalmente se aceptó una sola T en representación de ‘trans’ (que funciona bien para los transvestites de habla inglesa, pero mal para los travestis o travestidos de habla hispana). 
- Hubo también enconados debates sobre el orden en que debían escribirse las cuatro letras: LGBT, LGTB, GLBT, GLTB, LTGB… 
- LGBTI (o LGTBI): cuando la comunidad intersexual pidió ampliarla. 
- LGBTIA: cuando la comunidad asexual pidió ampliarlo a —que, recordemos, otros, pedían escribir LGBTTTIA—, y empezó a hacerse evidente que un alfabeto iba a ser poco si queríamos que la sigla representara de forma exhaustiva también a trisexuales, polisexuales, pansexuales, omnisexuales, asexuales, demisexuales, antrosexuales y cualquier otra forma de expresión de la sexualidad que de un modo u otro se aparte de la norma o modelo de sexualidad considerado «normal» por la sociedad (travestismo, poliamor, BDSM, fetichismo, subculturas de osos y cuero dentro de la homosexualidad masculina, etc.) 
- LGBTQ: momento en el que se propuso entonces echar mano del inglés queer para acuñar una sigla que fuera auténticamente englobadora (aunque el autor nos comenta si no hubiera sido más sencillo acuñar un término como «colectivo Q», puesto que el inglés queer engloba ya también a lesbianas, gais, bisexuales y transexuales). 
- LGBT+: es como otros prefieren, con la idea de que ese plus o ‘más’ final englobe toda forma de desviación sexual con respecto a la heterosexualidad binaria tradicional. Pero hay quien prefiere LGBTQIA+. Y se ha propuesto también echar mano del signo de interrogación (?) para incluir a las personas que no tienen clara su identidad sexual o se la están cuestionando: GLBTQ?, por ejemplo. 
- LGBTTTQQIAAPP: es la forma más larga que tengo el autor tiene archivada, supuestamente con el sentido de lesbian, gay, bisexual, transexual, transgender, transvestite, queer, questioning, intersex, asexual, ally, pansexual, and polyamorous. 

Y es posible que sea necesario un consenso, y quizás sea necesario “besarse” más en este contexto, y usar otra sigla al respecto: las sigla KISS (Keep It Simple and Short). Pues el autor de este post que hoy comentamos – y lo refrendo – está seguro de que todavía habrá quien proteste porque no ve recogida en ella su genuina, peculiar, privativa e intrínseca identidad sexual. 

Porque el buen uso del lenguaje y la palabra también es algo de lo que sentirse orgulloso… Lenguaje inclusivo sí, pero no exhaustivo y prolijo hasta la extenuación. Respeto a todo y a todos, pero también al lenguaje. Porque es cierto que esta evolución de estas siglas que se alargan reflejan la complejidad del tema, pero siempre es posible mejorar y entenderse. Gracias, Fernando, por el regalo de esta reflexión... Y que se suma a la entrada de nuestro blog hace dos días, en relación con la última Jornada MEDES, peculiar simbiosis entre el mundo médico y el filológico, con una pronunciada vertiente humanista y comunicadora, caleidoscopio profesional con colores complementarios y geometrías diversas que permiten ver los problemas sanitarios desde ángulos insólitos. Y hasta las siglas...

lunes, 8 de julio de 2019

Jornada "El lenguaje médico centrado en el paciente" en vídeo: una joya entre la medicina y la filología


El pasado 1 de julio tuvo lugar en El Escorial y en el contexto de los Cursos de Verano de la Universidad Complutense-, la XIV Jornada MEDES de Fundación Lilly, bajo un título tan significativo como “LENGUAJE MÉDICO CENTRADO EN EL PACIENTE”

Un reunión muy especial - diría que única en España - fusión de ciencia y letras, de medicina y filología. Allí donde más de 200 asistentes de todos los ámbitos (clínicos y científicos, editores y revisores de revistas biomédicas, profesionales de la bibliotecas y de la cienciometría, periodistas y escritores, traductores médicos y documentalistas médicos, filólogos y antropólogos, gestores y presidentes de asociaciones de pacientes, etc.) se dieron cita alrededor de la ciencia médica y del lenguaje en español. 

Un programa que resultó especialmente atractivo, con ponentes de primera línea. Y hoy podemos compartir toda la Jornada en este vídeo de casi 8 hs de duración, y divido en estos cuatro tramos. Es mucha información, pero os aseguro que vale la pena, dosificarlo en distintos momentos y días para disfrutar del lenguaje y la palabra. 

- CONFERENCIA invitada, a cargo de Fernando A. Navarro, médico y traductor médico: “Lenguaje médico, lenguaje de pacientes” y que puso ya el listón tan alto, que nos transportó por un vaivén de sentimientos y sensaciones, del humor a la reflexión. 
Con él aprenderemos el significado de "No te pongas a las nueve, que no te vale el santolio...Como te dé una miaja de apechusque, la roscas"

- MESA REDONDA 1: “El lenguaje médico: el poder de la palabra”, moderada por Bertha M. Gutiérrez, Catedrática de Historia de la Ciencia de la Universidad de Salamanca. 

- MESA REDONDA 2: “El lenguaje médico desde la perspectiva del paciente“, moderada por José Antonio Sacristán, Director de Fundación Lilly. 

- MESA REDONDA 3: “Estrategias para mejorar la comunicación”, moderada por Rafael Aleixandre, Doctor en Documentación Médica e investigador del CSIC.

Mensajes muy claros en relación con el lenguaje médico, la comunicación y el valor la palabra para construir una relación médico-paciente que genere confianza, complicidad, respeto, seguridad y esperanza. Y por ello, solo cabe un colofón al estilo de Pablo Neruda: “Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras”.

sábado, 6 de julio de 2019

Cine y Pediatría (495). “Los días que vendrán”… tras nueve meses de embarazo


Carlos Marques-Marcet es un joven director barcelonés que con sus tres primeras películas establece un círculo alrededor las complejidades en las relaciones de pareja y cómo influye en ellas el deseo de tener un hijo. Todo comenzó en 2014 con la película 10.000 Km, continuó en 2017 con Tierra firme y este año 2019 acaba de estrenar Los días que vendrán. Por la primera recibió la Biznaga de Oro del Festival de Málaga y el Goya al mejor director novel y por la última ha vuelto a recoger dicha Biznaga de Oro a mejor película así como la Biznaga de Plata a mejor actriz. Y con ello firma una trilogía accidental (no planificada) en tres contextos sociales diferentes y donde nos hace partícipe de esa implicación emocional con los personajes que nos demanda entender sus actitudes y decisiones. Y para ello es fiel a sus actores, omnipresente David Verdaguer en las tres películas, Natalia Tena en las dos primeras y María Rodríguez Soto en la última y que hoy nos convoca. 

De todas ellas la crítica sitúa a Los días que vendrán como su trabajo más redondo, quizás porque va un paso más allá en cuanto al realismo y la naturalidad de una historia que traspasa la pantalla e impacta en el lado más emocional del espectador. Porque los actores David Verdaguer (en el papel de Lluis) y María Rodríguez Soto (en el papel de Vir) llevan a la gran pantalla una situación real (como es su relación de pareja y el embarazo) para logran dar vida unos pareja de treintañeros y a unas situación ficticias interpretadas con una naturalidad abrumadora. Porque en realidad ellos están viviendo en su vida la situación que se cuenta en la película, y es tan íntimo lo que se cuenta (y se ve) que en diversas escenas nos sentimos incómodos como espectadores, con la sensación de estar invadiendo la intimidad de una pareja. 

Porque para dar la mayor naturalidad a la narración, David Verdaguer y María Rodríguez Soto se tuvieron que mudar durante el embarazo de su hija a un piso contiguo, pues el suyo se convirtió en el escenario de una película durante 50 semanas, las que dedicó Carlos Marques-Marcet a grabar y seguir la gestación. Y para mostrarnos las tribulaciones de Lluís y Vir cuando se enfrentan al vértigo de la paternidad y la maternidad, sobre todo en este tiempo de jóvenes millenial, entendiendo como tal a esa generación Y - cohorte demográfica que sigue a la generación X y precede a la generación Z – que nacieron entre la década de 1980 y principios del año 2000, generación que ha estado generalmente marcada por un mayor uso y familiaridad con las comunicaciones, los medios de comunicación y las tecnologías digitales. 

Y todo comienza con esta pareja esperando algo y una pregunta: “¿Crees que ya está?”. Risas al mirar el resultado positivo del test, luego un abrazo y caras de preocupación, luego el llanto de ella y la pregunta de él: “¿Qué quieres hacer…?. Y la respuesta: “No lo sé… No podemos tener un hijo ahora”. Y la sentencia: “Pues nada, vamos a una clínica y abortamos”. Algo tan habitual y natural como la vida misma, que puede llegar a parecernos normal…y que esta pareja llega a definir como nosotros estamos bien y el hijo cuando nos vaya bien. 

Y es por ello que, a partir de ahí, Marques-Marcet hace uso de su cámara en mano, su imagen granulada, sus primeros planos y sus planos psicológicos para adentrarse en la decisión de seguir adelante con el embarazo y la relación de pareja. Y para contarnos durante esos nueve meses las dudas de una pareja en construcción, sus miedos, sus expectativas, su tránsito hacia algo desconocido que les cambiará la vida. Y un acto tan maravilloso como gestar una nueva vida se convierte en dudas, dudas y más dudas sobre lo bueno y lo malo, y por ello dice Vir: “¿Sabes lo que no es mejor para el niño? Abortar. Es que es muy raro pensar lo que es bueno y no es bueno cuando has decidido abortar”. Y la joven pareja afronta con una mezcla de ilusión, humor, preocupación y miedo, su destino como padres. En ese camino se encuentran diversos obstáculos, reflejando la incertidumbre en la que vivimos actualmente, aunque para los abuelos – otra generación – perciban la noticia como el día más bonito de su vida. Es lo que tiene la generación millennial y esas relaciones más o menos “líquidas” en la que los cambios de pareja son muy habituales en contraste con lo que sucedía en generaciones anteriores y la maternidad tiene otra dimensión. No sé si es mejor o peor, pero sí conocemos que es bastante diferente. 

Los días que vendrán es la crónica de un embarazo que lo cambia todo: en el trabajo, en la vida sexual, en la relación de pareja, en la perspectiva de vida. Y Vir piensa: “Es muy fuerte. Te preñas y de pronto eres la heroína nacional”. Y durante el film caminamos por los distintos meses de la gestación y momentos como la búsqueda del nombre a la niña (se lo juegan a los chinos y el nombre elegido es Zoe), la decisión de si casarse o no (“No nos casaremos, pero arreglaremos los papeles”, llena de pragmatismo, pero con un romanticismo que ya no se lleva), la discusión de si el parto ha de ser hospitalario o domiciliario (“Siempre me has recordado que es cosa tuya y que no voy a entenderlo” le replica Lluís), los conflictos de pareja que llevan a plantearse la separación (“Es que yo quiero estar ahí cuando nazca”, reclama el padre). Y es que según el director, el tema central de la trilogía que acaba de completar es "la dificultad de entender al otro". Y en Los días que vendrán, Lluís no entiende cuál es su lugar y Vir se siente incomprendida durante todo el proceso de embarazo, dando lugar a un sutil y jugoso conflicto de género. 

Y esta historia atesora un curioso tesoro: una vieja grabación en VHS con escenas del auténtico embarazo de la madre de la protagonista y el parto de Vir. Y es así como nos encontramos no ya con una historia basada en hechos reales, sino que los propios hechos reales son los que van marcando los pasos de la propia historia. Y la historia llega a la rotura de aguas, a las contracturas de parto, al periodo de dilatación, a la monitorización hospitalaria, a la decisión de realizar una cesárea por primípara y no progresión del parto,… La cámara lo filma todo, también la cesárea con anestesia locoregional y los espectadores vemos nacer a Zoe, como los padres, y con ellos lloramos de alegría… Y un mensaje que surge de esa cinta VHS: “Que tu vida sea tan preciosa como fue para nosotros tu primer día de vida”

Los días que vendrán es una película compleja, pero valiente, no fácil de ver, pero necesaria para sentir los cambios físicos, emocionales y morales de esos días que vendrán con los meses de gestación. También es cierto que no parece la película más adecuada para aquellos que decidan tener un hijo, pues aunque siempre es un periodo clave, por fortuna en la mayoría de las ocasiones se vive con más luminosidad y sencillez que lo hacen nuestros protagonistas. Y por ello nos quedamos con el largo plano secuencia final de Vir y Zoe, madre e hija, fundidas en una sola persona durante el acto de lactancia materna. En esta escena es cuando podemos entender de manera visual el verdadero significado de la maternidad, del amor y de la propia vida

Y mientras salen los títulos de crédito finales, seguimos viendo a Zoe tomando el pecho y oímos los sonidos de succión y con ello. Y con ello recordamos el famoso pensamiento del escritor cubano, José Martí: “Hay un solo niño bello en el mundo y cada madre lo tiene".