lunes, 16 de agosto de 2021

El Juramento Hipocrático y sus variantes

 

El Juramento Hipocrático es un texto ético que recoge las obligaciones morales de los médicos para con sus pacientes, con el objetivo de orientarlos en su labor profesional. Es una tradición que se conserva en muchas universidades del mundo y sirve como rito de iniciación para que los médicos tomen conciencia de su papel a la hora de servir a la sociedad. 

Este texto tiene su origen en la antigua Grecia y es la primera forma de ética en el campo de la medicina . Se calcula que se escribió entre los siglos V y III a.C. Su nombre se debe al médico griego Hipócrates (460-370 d.C.), considerado el padre de la medicina occidental. Hipócrates fundó su propia escuela de medicina, que destacaba por su profesionalidad y disciplina. Según su método, había que anotar todos los descubrimientos y métodos de manera objetiva para poder adquirir conocimiento y compartirlo con otros médicos. Los Tratados Hipocráticos son una recopilación de textos de más de mil páginas sobre cuestiones médicas, aunque los expertos consideran que estos escritos fueron redactados por los discípulos de Hipócrates y no por el propio médico. 

La tradición dice que escribió el texto del Juramento para enseñar a sus discípulos a comprometerse con la profesión. Con los años, el texto se ha ido actualizando para adaptarlo a las necesidades de la sociedad actual. Actualmente hay varias versiones y, dependiendo del país y de la universidad, se recita una u otra. 

Recientemente pude revisar el libro del año 2020 “Manual de gestión emocional para médicos y profesionales de la salud. Transformar la vulnerabilidad en recurso”, cuya autora es Belén Jiménez Gómez. Y en el texto se recogen varios de estos “juramentos”, que bien vale recordar. 

1. Juramento Hipocrático clásico 

Juro por Apolo médico, por Asclepio, Higía y Panacea, por todos los dioses y todas las diosas, tomándolos como testigos, cumplir fielmente, según mi leal saber y entender, este juramento y compromiso: 
Venerar como a mi padre a quien me enseñó este arte, compartir con él mis bienes y asistirles en sus necesidades; considerar a sus hijos como hermanos míos, enseñarles este arte gratuitamente si quieren aprenderlo; comunicar los preceptos vulgares y las enseñanzas secretas y todo lo demás de la doctrina a mis hijos y a los hijos de mis maestros, y a todos los alumnos comprometidos y que han prestado juramento, según costumbre, pero a nadie más. 
En cuanto pueda y sepa, usaré las reglas dietéticas en provecho de los enfermos y apartaré de ellos todo daño e injusticia. 
Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo; tampoco administraré abortivo a mujer alguna. Por el contrario, viviré y practicaré mi arte de forma santa y pura. 
No tallaré cálculos sino que dejaré esto a los cirujanos especialistas. 
En cualquier casa que entre, lo haré para bien de los enfermos, apartándome de toda injusticia voluntaria y de toda corrupción, principalmente de toda relación vergonzosa con mujeres y muchachos, ya sean libres o esclavos. 
Todo lo que vea y oiga en el ejercicio de mi profesión, y todo lo que supiere acerca de la vida de alguien, si es cosa que no debe ser divulgada, lo callaré y lo guardaré con secreto inviolable. 
Si el juramento cumpliere íntegro, viva yo feliz y recoja los frutos de mi arte y sea honrado por todos los hombres y por la más remota posterioridad. Pero si soy transgresor y perjuro, avéngame lo contrario. 

2. Convención Ginebra 1948 

En el momento de ser admitido entre los miembros de la profesión médica, me comprometo solemnemente a consagrar mi vida al servicio de la humanidad. 
Conservaré a mis maestros el respeto y el reconocimiento del que son acreedores. 
Desempeñaré mi arte con conciencia y dignidad. La salud y la vida del enfermo serán las primeras de mis preocupaciones. 
Respetaré el secreto de quien haya confiado en mí. 
Mantendré, en todas las medidas de mi medio, el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica. Mis colegas serán mis hermanos. 
No permitiré que entre mi deber y mi enfermo vengan a interponerse consideraciones de religión, de nacionalidad, de raza, partido o clase. 
Tendré absoluto respeto por la vida humana. 
Aun bajo amenazas, no admitiré utilizar mis conocimientos médicos contra las leyes de la humanidad. 
Hago estas promesas solemnemente, libremente, por mi honor. 

3. Juramento modificado por Louis Lasagna, 1964 

Prometo cumplir, en la medida de mis capacidades y de mi juicio, este pacto. 
Respetaré los logros científicos que con tanto esfuerzo han conseguido los médicos sobre cuyos pasos camino, y compartiré gustoso ese conocimiento con aquellos que vengan detrás. 
Aplicaré todas las medidas necesarias para el beneficio del enfermo, buscando el equilibrio entre las trampas del sobretratamiento y del nihilismo terapéutico. 
Recordaré que la medicina no solo es ciencia, sino también arte, y que la calidez humana, la compasión y la comprensión pueden ser más valiosas que el bisturí del cirujano o el medicamento del químico. 
No me avergonzaré de decir «no lo sé», ni dudaré en consultar a mis colegas de profesión cuando sean necesarias las habilidades de otro para la recuperación del paciente. 
Respetaré la privacidad de mis pacientes, pues no me confían sus problemas para que yo los desvele. Debo tener especial cuidado en los asuntos sobre la vida y la muerte. Si tengo la oportunidad de salvar una vida, me sentiré agradecido. Pero es también posible que esté en mi mano el poder de tomar una vida; debo enfrentarme a esta enorme responsabilidad con gran humildad y conciencia de mi propia fragilidad. Por encima de todo, no debo jugar a ser Dios. 
Recordaré que no trato una gráfica de fiebre o un crecimiento canceroso, sino a un ser humano enfermo cuya enfermedad puede afectar a su familia y a su estabilidad económica. Si voy a cuidar de manera adecuada a los enfermos, mi responsabilidad incluye estos problemas relacionados. Intentaré prevenir la enfermedad siempre que pueda, pues la prevención es preferible a la curación. 
Recordaré que soy un miembro de la sociedad con obligaciones especiales hacia mis congéneres, los sanos de cuerpo y mente así como los enfermos. 
Si no violo este juramento, pueda yo disfrutar de la vida y del arte, ser respetado mientras viva y recordado con afecto después. Actúe yo siempre para conservar las mejores tradiciones de mi profesión, y ojalá pueda experimentar la dicha de curar a aquellos que busque mi ayuda. 

4. Versión adoptada por la 2ª Asamblea General de la AMM 
Ginebra, Suiza, Septiembre 1948 y enmendada por la 22ª Asamblea Médica Mundial Sydney, Australia, Agosto 1968 y la 35ª Asamblea Médica Mundial Venecia, Italia, octubre 1983 y la 46ª Asamblea General de la AMM Estocolmo, Suecia, Septiembre 1994 y revisada en su redacción por la 170ª Sesión del Consejo Divonne-les-Bains, Francia, Mayo 2005 y por la 173ª Sesión del Consejo, Divonne-les-Bains, Francia, Mayo 2006 y enmendada por la 68ª Asamblea General de la AMM, Chicago, Estados Unidos, Octubre 2017 

COMO MIEMBRO DE LA PROFESIÓN MÉDICA: 

PROMETO SOLEMNEMENTE dedicar mi vida al servicio de la humanidad; 
VELAR ante todo por la salud y el bienestar de mis pacientes; 
RESPETAR la autonomía y la dignidad de mis pacientes; 
VELAR con el máximo respeto por la vida humana; 
NO PERMITIR que consideraciones de edad, enfermedad o incapacidad, credo, origen étnico, sexo, nacionalidad, afiliación política, raza, orientación sexual, clase social o cualquier otro factor se interpongan entre mis deberes y mis pacientes; 
GUARDAR Y RESPETAR los secretos que se me hayan confiado, incluso después del fallecimiento de mis pacientes; 
EJERCER mi profesión con conciencia y dignidad, conforme a la buena práctica médica; 
PROMOVER el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica; 
OTORGAR a mis maestros, colegas y estudiantes el respeto y la gratitud que merecen; 
COMPARTIR mis conocimientos médicos en beneficio del paciente y del avance de la salud; 
CUIDAR mi propia salud, bienestar y capacidades para prestar una atención médica del más alto nivel; 
NO EMPLEAR mis conocimientos médicos para violar los derechos humanos y las libertades ciudadanas, ni siquiera bajo amenaza; 
HAGO ESTA PROMESA solemne y libremente, empeñando mi palabra de honor. 

Y esto entronca con una de las últimas entradas de Cine y Pediatría, titulada como “Juramento hipocrático, primero no dañar”. 

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