miércoles, 12 de noviembre de 2025

Reunión del Comité de Trabajo de Pediatría Basada en la Evidencia: celebrando los 20 años de la revista Evidencias en Pediatría

 

El pasado 7 y 8 de noviembre celebramos la reunión anual del Comité de Trabajo de Pediatría Basada en la Evidencia (CT-PBE) y con una efeméride muy especial: la celebración del 20 aniversario de la primera publicación de la revista Evidencias en Pediatría (EvP). 

La tarde del viernes se centró en la aplicación de la inteligencia artificial (IA) en la metodología de investigación y las búsquedas bibliográficas, incluyendo talleres y presentaciones sobre su uso en la práctica clínica. La mañana del sábado se dedicó a los aspectos organizativos de EvP, temas editoriales, estadísticas y otros puntos importantes como la colaboración con diversas publicaciones y congresos, la presentación de nuevos integrantes del grupo, y la planificación de propuestas y actividades futuras para 2026. Especial emoción se vivió con la revisión histórica de la revista EvP y los miembros del CT-PBE durante estas dos décadas y que desarrolló una de las directoras de la revista, la Dra. Mercedes Fernández. 

También sirvió para analizar los cuatro hitos principales del CT-PBE en este año 2025: 1) la publicación del libro “Medicina Basada en la Evidencia. Lo que siempre quiso saber sobre la evidencia aplicada a la práctica clínica sin morir en el intento” (un libro de casi 800 páginas que es todo un legado y que se puede consultar on-line); 2) el Curso de Inteligencia Artificial (con 11 intensos temas desarrollados por los Dres. Manuel Molina y Begoña Pérez-Moneo); la publicación del monográfico de Anales de Pediatría “Metodología para la investigación y publicación científica en pediatría” (con seis artículos alrededor de la Medicina Basada en la Evidencia); y la colaboración del CT-PBE en diferentes cursos y congresos.    

Pero el tema clave ha sido intentar responder a ¿cuáles son las estrategias clave para integrar la inteligencia artificial en la práctica clínica pediátrica y en la dinámica del CT-PBE? 

Porque en estos momentos de irrupción de la IA, las estrategias clave giran en torno a la formación, la aplicación práctica de herramientas y la colaboración institucional para asegurar que la IA se utilice de manera informada y basada en la evidencia. Aquí algunas posibles estrategias: 

- Educación y formación metodológica. Una estrategia fundamental es asegurar que los profesionales pediátricos comprendan cómo se utiliza y evalúa la IA en la investigación clínica, y en sus distintos pasos, destacando la búsqueda de información científica (con herramientas como OpenEvidence, ScholarGPT, Scispace, Consensus, Elicit, etc.) y la lectura crítica de documentos científicos 

 - Aplicación práctica para el soporte clínico. Una estrategia que busca"conjugar la evidencia con la IA". Y se presentaron herramientas específicas creadas por el propio CT-PBE, como el Asistente virtual “Ciencia sin Seso: Sesgonio”, liderado por el Dr. Manuel Molina, y las nuevas prestaciones de Calcupedev, liderado por el Dr. Eduardo Ortega. 

En resumen, la integración de la IA en la práctica clínica pediátrica se aborda mediante un enfoque dual: capacitar al personal clínico para que pueda evaluar la metodología de la IA y proveer herramientas prácticas que utilicen la IA para apoyar la toma de decisiones basada en la evidencia. 

Así que ya en la reunión del año 2011 definíamos que el CT-PBE es mucho más que unas siglas. Y allí donde la MBE (medicina basada en la Evidencia) se ha visto muy bien acompañada de la MBA (medicina basada en la Amistad), la MBI (medicina basada en la Ilusión por los retos), de la MBO (medicina basada en el Orgullo por el trabajo bien hecho) y la MBU (medicina basada en la Unidad, pese a la diversidad de entornos profesionales y de países). Y que ahora podemos ya crear la MBIA (medicina basada en la inteligencia artificial)… y que deberemos saber integrar. 

lunes, 10 de noviembre de 2025

¿Cómo equilibrar el derecho del niño a ser cuidado frente a la posible legalización de la eutanasia?

 

Dos recientes Cartas al Editor publicadas en Anales de Pediatría han puesto sobre la mesa el debate de la eutanasia en la edad pediátrica. 

El artículo de Martín-Fumadó y cols. expone el ejemplo de Bélgica y Holanda, donde se ha despenalizado la eutanasia en la edad pediátrica, y plantean un debate para que la eutanasia en menores llegue a España. Como respuesta a esta propuesta se publicó luego el artículo de Alcalá-Minagorre y Matino-Alba, quienes abogan por centrar el discurso en el derecho del niño a recibir cuidados paliativos adecuados, en lugar de promover la eutanasia como una prestación pública. Critican que, a pesar de la aprobación de la Ley Orgánica 3/2021 que regula la eutanasia, persisten las deficiencias asistenciales y las asimetrías territoriales en el acceso a cuidados paliativos pediátricos en España. Se argumenta que la universalización de los cuidados paliativos debe ser el camino a seguir, citando el informe del Comité de Bioética de España que fue ignorado en la legislación, y señalan que la falta de tratamiento efectivo para el sufrimiento plantea un dilema sobre la libertad de elección del paciente. Finalmente, se destaca que la eutanasia en menores introduce dilemas éticos más graves que en adultos, dada la vulnerabilidad de la población pediátrica. 

Y ante ellos surge la pregunta muy importante y sensible, ya que toca el núcleo de la ética médica y los derechos de los más vulnerables: ¿cómo equilibrar el derecho del niño a ser cuidado frente a la posible legalización de la eutanasia? Aquí cabe considerar algunos aspectos sobre este equilibrio, priorizando la dignidad y el cuidado: 

- La prioridad de la universalización del cuidado paliativo. Porque el camino a seguir, en lugar de "proclamar un derecho a acabar con la propia vida a través de una prestación pública", es la efectiva universalización de los cuidados paliativos. De hecho, el Comité de Bioética de España instó a mejorar los recursos y las medidas de apoyo sociosanitario, con especial referencia a la enfermedad mental y la discapacidad, como el camino a emprender. Y resulta que este informe del Comité de Bioética de España sobre el final de la vida no se tuvo en consideración para la aprobación de la Ley Orgánica 3/2021 de regulación de la eutanasia. 
Es así que el derecho a una muerte digna no debería transformarse en una "invitación a querer morir" como medio para dar certeza a una situación incierta de sufrimiento y dolor. La pregunta principal que se debe plantear es si se han garantizado todos los medios y cuidados para que la vida del niño o adolescente, aunque sea breve, transcurra de la forma más digna posible. 

- La garantía de un cuidado adecuado frente a la vulnerabilidad. Es esencial porque existe un dilema ético fundamental cuando el sufrimiento está ligado a carencias asistenciales. En este contexto de vulnerabilidad, debe primar el principio bioético de no maleficencia y la protección frente a la banalización de la vida vulnerable. Estos principios son cruciales, especialmente ante decisiones irreversibles, como la finalización intencionada de la vida. 

- El impacto de los cuidados paliativos avanzados como alternativa que puede neutralizar la necesidad de solicitar la eutanasia. Y es que esta realidad plantea una cuestión ética: si un paciente que sufre intensamente y que no recibe los cuidados y tratamientos adecuados tiene realmente libertad de elección respecto a la opción de interrumpir su vida. 

- Reconocimiento de las deficiencias existentes, porque para lograr el equilibrio, primero deben eliminarse las barreras que impiden el ejercicio del derecho al cuidado. Y es que, a pesar del progreso en España respecto a los cuidados paliativos pediátricos, persisten barreras organizativas, carencias asistenciales y asimetrías territoriales que complican una atención integral a los niños con enfermedades limitantes para su vida. La inaccesibilidad a un tratamiento que evite el sufrimiento es una realidad dramática para muchos pacientes. 

Y desde este blog también apoyamos el derecho a ser cuidado de todo menor y a vivir sin sufrimiento evitable, como condiciones previas que deben cumplirse antes de que el debate sobre la eutanasia en menores pueda considerarse éticamente equilibrado. Porque en la situación actual, podemos entender este equilibrio como la diferencia entre ofrecer un salvavidas completo y funcional a alguien que se está ahogando, frente a ofrecerle la posibilidad de hundirse más rápidamente. El enfoque ético, según las fuentes, exige garantizar primero y sin falta que el salvavidas (los cuidados paliativos universales) esté disponible y sea totalmente efectivo, para que la persona no se vea obligada a considerar la segunda opción a causa de la desesperación o el sufrimiento evitable.

sábado, 8 de noviembre de 2025

Cine y Pediatría (826) “Ara” y “Aixó era el vent”, cuando la realidad supera a la ficción en los trastornos de la conducta alimentaria

 

La infancia y la adolescencia son períodos críticos para la aparición y el desarrollo de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), y su impacto en estas etapas es particularmente grave. No hay duda de que los TCA son enfermedades que requieren una detección precoz y una intervención especializada e intensiva para minimizar el riesgo de secuelas crónicas y salvar vidas. No hay duda de que son entidades que deben ser conocidas por los jóvenes que lo pueden sufrir, también por las familias y la sociedad. El cine, como poderosa herramienta de narrativa y comunicación visual, es un vehículo crucial para la sensibilización, el entendimiento y la prevención. 

Las formas positivas en que el cine puede ayudar en los TCA incluyen la desestigmatización y sensibilización, la educación sobre la complejidad de los TCA y el fomentar la búsqueda de ayuda y la esperanza en la recuperación. Y para ello el cine se puede valer de películas documentales o de películas de ficción, y sirva como ejemplo estas dos contundentes películas en catalán: Ara (Pere Solés, 2018), el día a día de un grupo de pacientes con anorexia nerviosa durante su hospitalización y la relación con sus terapeutas y sus familias, un documental que parece ficción; y El vent és això (Pere Vilà i Barceló y otros directores, 2018), el viaje emocional de dos adolescentes con trastorno por atracón, una ficción que parece documental. Dos películas muy potentes para prescribir en las familias y centros educativos, también entre los sanitarios. Desgranemos cada una de ellas… 

- Ara (Pere Solés, 2018) es un documental que nos habla de la anorexia nerviosa desde el punto de vista de un grupo de “pacientes/actrices” jóvenes que no se esconden de la cámara e incluso quieren que sean llamadas por sus nombres reales: Anna, Ariadna, Irene, Mariona, Martina, Mónica, Nerea, Yaiza, y Núria. Esta última acaba de ingresar en la UPA (Unidad de Patología Alimentaria) de la Clínica Bofill de Gerona y, a través de su historia de adaptación, reconocemos al resto de adolescentes que han convivido y superado la enfermedad, por lo que hablamos de una película de realidad ficcionada, en cuanto a la actuación, pero llena verdades ante una ardua batalla a contrarreloj. Y así comenta el terapeuta a los padres de Núria: “Al principio del tratamiento y algo después, Núria no puede estar sola”. 

La historia sigue el día a día de este de jóvenes ingresadas, enfocándose especialmente en la experiencia de Nuria, paciente que inicialmente niega su enfermedad y evoluciona poco a poco hacia la aceptación y la recuperación. La película muestra con honestidad la lucha interna y social que implica este trastorno, así como el papel fundamental del equipo médico y el entorno en el proceso terapéutico, con esas terapias de grupo entre ellas o las reuniones ocasionales con los padres y sus dudas: “¿Cuánto tiempo conlleva tantas normas? Piensas, ¿podré? Que si la comida, la ropa, los espejos, las ventanas con reflejos, cerrar el lavabo, la cocina, la nevera, los medicamentos…Es así. Te falta el aire cuando lees tantas normas. Es asfixiante”

Y cada una de las pacientes se pone frente a la cámara y cuenta su historia, una historia que es particular y diferente en cada una de ellas. Y ahí nos sumergimos en sus declaraciones: “Aquí te entienden porque les pasa lo mismo. Fuera no. Te aconsejan, pero no es lo mismo”, “El cuerpo me importará toda la vida. Pero sé cómo cuidarlo sanamente para no acabar mal, física y mentalmente. O sentimentalmente, que es lo más importante”

Ara destaca por su valentía al utilizar a pacientes reales en los papeles principales, lo que dota a la película de una autenticidad emocional y una crudeza que ayudan a comprender la anorexia nerviosa desde dentro. Combina realidad y ficción para ofrecer una ventana inédita al mundo de los TCA, con un enfoque valiente y humanizador que provoca una intensa experiencia emocional y un llamado a la conciencia social. Y con la presencia de una nueva paciente, Helena… todo vuelve a empezar. El título de la película no es casual, Ara, ahora en catalán, hace alusión al hecho de que es cuando la paciente y su entorno inician un largo proceso de lucha por la curación o mejoría. 

- El vent és això (Pere Vilà y otros, 2018) es un drama sensible e introspectivo que acompaña a dos adolescentes, Alicia (Laia Manzanares) y Carla (Katrin Vankova), mientras atraviesan el difícil proceso de convivir con un TCA, que por las crudas imágenes que nos regala bien parece un trastorno por atracón. La película comienza con un fundido en negro y una de nuestras protagonistas nos explica todas la normas (y obligaciones) que ha de seguir para tratar su problema, bien de forma ambulatoria o ingresada (con o sin aislamiento). A partir de aquí las dos actrices se desnudan en cuerpo y alma para transmitir sus conflictos internos, dudas y necesidades, esa necesidad imperiosa de ser escuchadas y que les entiendan. Y ello a través de primeros (o primerísimos) planos y cámara fija sobre cada una de ellas, planos que se alargan de forma estática durante minutos, donde sufrimiento, rabia y lágrimas hace difícil pensar que solo sean actrices y no pacientes reales. Y sus confesiones son continuas: “Estamos perdidas… El futuro me asusta mucho”, “Yo quiero volver a ser pequeña”. Pura catarsis que llega a agobiarnos en ocasiones como espectador, no dejando nada a la imaginación, ni los atracones de comida ni los vómitos en la taza de wáter. 

La película se desmarca de la visión médica o sensacionalista y opta por una aproximación íntima, poniendo el acento en sus diálogos y emociones, desvelando también cómo el trastorno impregna sus relaciones familiares, de amistad y de pareja. Es casi un tour de forcé entre ellas dos, Alicia y Carla, solo interrumpido por la aparición de los padres de Alicia (interpretados por Anna Alarcón y Álex Brendemühl), dos planos fijos en cada caso de entre 5 y 10 minutos de duración, brutales de necesidad, especialmente esa dura confesión de la madre: “Nos hacemos daño. Necesito que te vayas de casa… Es muy difícil querer a alguien que no se quiere a sí mismo”

Todo muy interior. Las confesiones, las conversaciones, los escenarios (la habitación, el salón, el baño, la cocina). Todo muy auténtico, pura ficción con factura casi documental, derivada de la colaboración con estudiantes de bachillerato del instituto IES Santiago Sobrequés de Gerona y de su rodaje con un estilo naturalista. Este enfoque humanista y coral convierte la película en una experiencia profunda, que rebasa los límites del cine didáctico para situarse en el terreno de la empatía y la auténtica vivencia adolescente. 

El visionado de El vent és això invita a la reflexión sobre la soledad y las dificultades de comunicación de la juventud frente a problemas complejos como los TCA. La película genera preguntas sobre la presión social, la autoaceptación y la importancia del acompañamiento - no solo profesional, sino familiar y social - en el proceso de sanación. La obra construye un espacio donde el espectador se convierte, como anhelan las protagonistas, en ese "alguien" dispuesto a escuchar de verdad. 

Pues sí, ahora el viento era esto… cuando la realidad supera a la ficción en los TCA. Dos películas desde Gerona cuya aproximación crea un equilibrio entre el tono documental y la narrativa de ficción, lo que permite que el espectador se sumerja en una experiencia íntima, percibiendo el trastorno desde la subjetividad de quienes lo padecen. Sin embargo, es también una obra que requiere del espectador una disposición empática y receptiva, dada la complejidad emocional y psicológica que expone. 

El visionado de ambos films genera un impacto profundo, invitando a la empatía y a la reflexión sobre la fragilidad y fuerza de quienes luchan contra cualquiera de las patologías del TCA, con la anorexia nerviosa como santo y seña. Produce una sensación de inquietud, pero también de esperanza, resaltando la importancia del apoyo comunitario y la lucha constante frente a la enfermedad. Su visión honesta y directa sensibiliza sobre los mecanismos internos del trastorno, los tabúes y las presiones sociales, incentivando una mirada más comprensiva y menos estigmatizadora hacia quienes sufren esta patología.

 

miércoles, 5 de noviembre de 2025

El camino de jefe a líder y de líder a "gefe" en el Congreso Nacional de Estudiantes de Medicina

 

El Congreso Nacional de Estudiantes de Medicina (CNEM) que cada año se celebra en el Colegio de Médicos de Alicante gracias a la organización de los estudiantes de Medicina de la Universidad Miguel Hernández se ha convertido, por su calidad y pervivencia, en el congreso más sólido y conocido de estas características en España. Y da buena muestra de ello el que este año 2025 se ha celebrado del 27 al 31 de octubre la XLIII Edición Nacional y la XXI Internacional. 

Mi participación en el CNEM se prolonga ya durante nueve ediciones, en un principio como tutor de las comunicaciones de estudiantes y en las últimas ediciones como ponente: 

- En el año 2016 (XXXIV CNEM) con la organización de la Mesa redonda: “Transexualidad, un abordaje entre la ciencia y la conciencia”


 - En el 2022 (XL CNEM) con una novedad, porque se inicia la participación de la Asociación Española de Pediatría (AEP) en la entrega del Premio de Investigación Materno-Infantil, y que se complementó con la ponencia “Pediatría, una especialidad de cine en el CNEM”

- En el 2023 (XLI CNEM) se repite la participación de la AEP en la entrega del Premio de Investigación Materno-Infantil, y que asocié a la ponencia “Prevención cuaternaria: la contención como imperativo ético”

- En el 2024 (XLII CNEM) una nueva edición de la entrega del Premio de Investigación Materno-Infantil, y que vino de la mano de la ponencia “Pediatría social, crucial frente a la vulnerabilidad en la infancia”

Y en este 2025 (XLIII CNEM) se repite la entrega del Premio de Investigación Infantil (en representación de la AEP) y lo hemos vinculado a la ponencia “Liderar no es jefear”. Y ello porque cabe difundir ente los estudiantes la importancia de la gestión de equipos y el liderazgo como herramienta fundamental. 

En este enlace os dejamos la presentación, pero vale la pena recordar el liderazgo situacional y re-conocer en este DECÁLOGO las principales características de un buen líder en sanidad: 

1. Sabe motivar, sabe qué decir en cada momento y cómo decirlo para que el equipo esté dispuesto a dar lo mejor de sí mismo y lograr objetivos. 

2. Es un visionario, visualiza la meta a dónde quiere llegar y traza el diseño de una estrategia para conseguirlo. 

3. Comprende a cada miembro de su equipo y usa el diálogo como gran instrumento. Entiende cuáles son las necesidades de las personas que lidera y es comprensible con ellas. Dialoga hasta quedar afónico, pero también reconoce los límites y hasta donde llegar, es decir, reconoce que "una cosa es una cosa y seis mediadocena". 

4. Conoce las fortalezas y debilidades de cada uno de los compañeros y suple los puntos débiles de unos con los puntos fuertes de otros. Conoce las amenazas y oportunidades de su organización y combate las amenazas potenciando las fortalezas. 

5. Es seguido por el equipo, es respetado pero querido al mismo tiempo. Un líder tiene que ser capaz de generar la confianza necesaria para que todos caminen en la misma dirección. y el buen líder sabrá cómo mantener el difícil equilibrio ya comentado pro Maquiavelo en "El Príncipe" entre temor y amor. Y entre ese temor y amor, aparece la conocida soledad del jefe, que hay que aceptar como dentro del sueldo... y combatirlo con la mejor de las resiliencias. 

6. Persigue beneficios a nivel grupal y no individual. Busca el bien común no la gloria solitaria, porque lo común perdura en el tiempo, lo individual es siempre cortoplacista. Lo dice un proverbio africano: "Si quieres ir rápido, camina solo; si quieres llegar lejos, ve acompañado". 

7. Libera el potencial de las personas. Aporta la confianza que cada componente del equipo necesita para dar lo mejor de sí mismos. Teniendo en cuenta que en sanidad conviene saber que no nos reunimos de manos de obra, sino de cerebro de obra: los mejores cerebros de obra, que son nuestros compañeros, todos con una gran formación. 

8. Cree en lo que hace. Si él mismo no confía en lo que está haciendo, difícilmente lo podrá transmitir a su equipo. Y lo hace con ilusión y pasión, ¿por qué no...? 

9. Sabe solucionar problemas, es resolutivo. Es creativo y capaz de vislumbrar varios caminos para resolver el mismo problema. Y además los problemas se deben solucionar en el menor tiempo posible, mejor antídoto frente a la maligna procrastinación. 

10. Es observador. Estudia cuidadosamente su entorno y detecta las oportunidades que se presentan ante él, es entrañable y detecta la bondad de las personas que trabajan con él. Y aquí entramos en un campo maravilloso, ya bien defendido por Joan Carles March en su libro "Lidera con corazón", muy recomendable. 

Un camino de jefe a líder, y de líder a “gefe” (gestor de felicidad). Porque “jefear” no es complicado, pero conocemos los resultados. Lo importante (y complicado) es liderar. Eso nos hace mejores a todos, con un efecto Pigmalion maravilloso... 

En este vídeo, creado por NotebookLM usando la ponencia previa, se resumen de forma amena los principales mensajes.

 

lunes, 3 de noviembre de 2025

Terapia cinematográfica (17). Prescribir películas para entender la homosexualidad en la infancia y adolescencia

 

En la lucha por la igualdad de derechos y la aceptación social, el acrónimo LGBTIQ+ representa a la diversidad de identidades de género y de orientaciones sexuales: lesgianas gays, bisexuales, transexuales, intersexuales, ‘queer’ (que hace referencia a aquellas personas que se identifican más allá de las categorías tradicionales del sistema binario varón/mujer, heterosexualidad/homosexualidad) y el símbolo “+” (que se ha añadido para incluir a los colectivos que no están representados en las siglas anteriores). 

Y también debe ser bien entendido por la Pediatría y los pediatras, pues es un camino que muchas veces comienza ya en la infancia y adolescencia. La Guía para la atención del adolescente LGBTI publicada por Academia Americana de Pediatría en el año 2013 ya recomendaba tres puntos razonables: 1) que los pediatras sean receptivos y den la bienvenida a todos los jóvenes, independientemente de su orientación sexual; 2) que los pediatras conozcan y estén disponibles para responder preguntas y corregir la información errónea acerca de ser lesbiana, gay, bisexual, travesti, transexual, transgénero o intersexual; 3) que los pediatras se familiaricen con las organizaciones locales y nacionales que sirven a los jóvenes de minorías sexuales y sus familias. 

La homosexualidad puede definirse como la atracción o interacción afectiva, emocional y sexual hacia individuos del mismo sexo. Etimológicamente la palabra homosexualidad significa “igual” (homos) y “afectividad” o “sexualidad” (sexualis). La homosexualidad es una orientación sexual, no una elección, y no es una enfermedad ni un trastorno. El cine LGTBIQ+ hace referencia a las diversas maneras en que han sido retratadas las historias y personajes de esta comunidad en la gran pantalla. Y a lo largo de la historia del cine se constata una considerable evolución en la forma de enfocar esta temática, con epicentro en la homosexualidad y transexualidad principalmente. Pues este mismo recorrido hoy lo vamos a realizar a través de aquellas películas sobre la homosexualidad donde la infancia y adolescencia tienen un especial protagonismo. Y desde esta sección de Terapia cinematográfica hoy recogemos 7 películas argumentales alrededor de la homosexualidad en la infancia y adolescencia. Estas películas son, por orden cronológico de estreno: 

- C.R.A.Z.Y. (Jean-Marc Vallée, 2005), un acrónimo sobre la necesidad de sentirnos amados y comprendidos en nuestra orientación sexual. 

- Lirios de agua (Naissance des pieuvres, Céline Sciamma, 2007), para reconocer las diferentes caras del amor adolescente. 

- Oraciones para Bobby (Prayers for Bobby, Russell Mulcahy, 2009), para vencer la intolerancia frente a la homosexualidad. 

- La vida de Adèle (La vie d´Adèle – Chapitre 1 & 2, Abdellatif Kechiche, 2013), para adentrarnos en el vértigo del primer amor, sea de la orientación sexual que sea. 

- Children 404 (Deti 404, Askold Kurov, Pavel Loparev, 2014), para concienciarnos de que el verdadero error de los países es que no admitan la diversidad de color del arco iris. 

- A escondidas (Mikel Rueda, 2014), para interiorizar que es preceptivo desterrar cualquier fobia, sea la homofobia o la xenofobia 

- La (des)educación de Cameron Post (The Miseducation of Cameron Post, Desiree Akhavan, 2018), para entender que la homosexualidad no es una enfermedad y no precisa ninguna terapia de reconversión sexual. 

Siete películas argumentales para entender la homosexualidad y a las personas con orientación gay o lesbiana, y con ello visibilizarlo y normalizarlo, crear empatía y compresión, mejorar la educación y sensibilización y ser un medio más para reivindicar la lucha por los derechos humanos (también en la orientación sexual). 

Se puede revisar el artículo completo en este enlace o en este otro.

sábado, 1 de noviembre de 2025

Cine y Pediatría (825) “Por el amor de Nancy”, por la lucha frente a la anorexia

 

Regresamos a los trastornos de la conducta alimentaria. Y lo hacemos con un telefilme "made in USA" estrenado hace más de tres décadas y basado en hechos reales, donde se nos narra la historia de la actriz estadounidense Tracey Gold (interpretada por ella misma) en su juventud y su lucha frente a la anorexia nerviosa: Por el amor de Nancy (Paul Schneider, 1994), un título muy significativo porque se enfoca especialmente en la reacción de sus padres, Sally y Paul (interpretados por Jill Clayburgh y Cameron Bancroft), una familia acomodada con dos hijos varones más, y que se verán obligados a confrontar la realidad de la enfermedad de la hija cuando esta pone en peligro su vida. 

Nancy Walsh acaba de cumplir 18 años y en la fiesta de graduación, al preguntarle sus amigos sobre cómo vislumbra su futuro, esta les dice: “Bueno, creo que el futuro está en blanco. Es decir, no hay ninguna certeza sobre él. Creo que a los 18 hay muchas cosas buenas. Y realmente me gustaría que siguiera exactamente como hasta ahora”. Pero no va a ser así, pues tiene que partir del hogar para seguir formándose en la universidad, algo que ilusiona más a su madre que a ella misma. Y ese vivencia coincide con una extracción dental, momento en que el potencial dolor le sirve de excusa para comenzar a comer menos. Y comenzamos a reconocer como espectadores sus hábitos (pero no es el caso de sus padres): evitar la comida, hacer mucho ejercicio, controlar su peso,… 

Ya en la universidad pide una habitación individual y se relaciona poco con los compañeros, hasta el punto que estos comentan sobre su actitud: “Estudiar, estudiar, estudiar. Correr, correr, correr. Rara, rara, rara,…”. Salvo su propia familia, otros ya comienzan a verla más delgada. Un amiga de la madre de Nancy se atreve a este comentario: “Tengo una amiga que trabaja en un colegio. Dijo que ella podría ser anoréxica”. Pero la madre lo niega y piensa que solo está estresada por los estudios. Pero pasado un tiempo ya la delgadez y el deterioro de Nancy es patente también para sus padres, y le preguntan asustados: “¿Qué está pasando?, ¿por qué haces esto?... Te estás haciendo daño”. Y Nancy promete a sus padres que comerá, una mentira más (aunque aquéllos quieren creer en su palabra). 

Finalmente ingresa en la Unidad Parker para pacientes con trastornos de la conducta alimentaria. Pero se cierra y no se adapta a las normas y las terapias de grupo. El Dr. Partana explica a la familia que el desencadenante fue la partida a la universidad y que ella sintiera que se querían deshacer de ella; y buscó algo que pudiera controlar, como la comida: ”El anoréxico busca tener control. Lo que está claro es que la anorexia es una manifestación de un problema familiar… No comer no es la enfermedad sino un síntoma. La enfermedad es cómo ella se siente consigo misma”. Y por ello en sus varias caídas, la propia Nancy confiesa: “Quisiera comer, de veras, quiero comer, pero no puedo… No lo hago a propósito”. 

Porque el eje central de la trama es la batalla de los padres para que Nancy reciba tratamiento, enfrentándose a la negación, la manipulación y la hostilidad de su hija. La película destaca una de las mayores complejidades legales y éticas de los trastornos alimenticios graves: el derecho de un paciente adulto a rechazar el tratamiento versus el derecho y deber de la familia de intervenir para salvarle la vida cuando la enfermedad ha comprometido su capacidad de juicio. De ahí el grito de la madre (“Es decir, qué solo podemos sentarnos a verla morir”) o la declaración del padre (“De ninguna forma me daré por vencido. No voy a permanecer sentado viéndote morir”). Finalmente, la película muestra el doloroso proceso de internamiento forzoso y el difícil camino hacia la recuperación. 

Y aún resuenan las palabras finales de la protagonista a un grupo de autoayuda: “Esta enfermedad nunca desaparece del todo. Es como si estuviera siempre al acecho. Como un depredador”. Un final que da que pensar en una película impactante, sobre todo al pensar que fue concebida en gran parte debido a la propia lucha de la actriz principal, Tracey Gold, quien era una figura muy popular en la televisión estadounidense por la serie Los problemas crecen. Gold combatió públicamente contra la anorexia durante años, y la película se basó en su experiencia y la de su familia, por lo que interpretar su propia experiencia de salud influyó en la autenticidad de la representación de la enfermedad. 

Por el amor de Nancy fue una película significativa hace tres décadas, siendo una de las primeras producciones de horario estelar en abordar la anorexia con tal franqueza. Las principales reflexiones que nos deja como espectadores son: 1) visualizar la anorexia como enfermedad mental grave (haciendo hincapié en que la anorexia no es una "dieta" o un "capricho") que distorsiona la mente del paciente, llevándolo a rituales obsesivos y a una negación irracional de su estado caquéctico, lo que puede llevar a consecuencias físicas mortales; 2) reseñar el tremendo costo emocional que la enfermedad tiene en la familia, aquí concentrada en los padres, donde aborda la frustración, la culpa y la sensación de impotencia que llevan a los familiares a una desesperada búsqueda de ayuda; 3) dirimir el conflicto ético de la intervención forzosa, esa lucha legal de los padres para obtener una orden judicial que les permita forzar la hospitalización de Nancy cuando ven peligrar su vida, lo que entronca con la autonomía personal; y 4) reflexionar sobre la recuperación de la anorexia nerviosa como un proceso no lineal, al subrayar que la recuperación es un camino largo, difícil y lleno de recaídas, requiriendo un compromiso constante por parte del paciente y el sistema de apoyo.

 

miércoles, 29 de octubre de 2025

Nuevo número de Evidencias en Pediatría: septiembre 2025

 

Un nuevo número trimestral de la revista Evidencias en Pediatría ha llegado: ciencia con calidad y conciencia. 

El número libre en todos sus contenidos pueden ser consultados en este enlace, pero os dejamos los temas tratados. 

Artículos Valorados Críticamente: 

El análisis lipídico en adolescentes no mejora la predicción del riesgo cardiovascular basada en factores clínicos 

En apendicitis no perforadas la antibioterapia se asocia a más fracasos que la apendicectomía 

Exposición al fluoruro en la infancia, ¿afecta al desarrollo cognitivo? 

¿Ecografía o radiografía? Evidencia en neumonía adquirida en la comunidad 

Métodos de introducción de alimentación complementaria y asfixia 

¿Debemos usar vancomicina en infusión continua en la sepsis neonatal por estafilococo coagulasa negativo? 

Vacunar frente al rotavirus evita gastroenteritis graves en menores de 5 años 

La mortalidad perinatal en Tanzania disminuye con la aplicación de un programa de capacitación en la asistencia neonatal durante el parto 

Comentario Asociado: 

Apunte metodológico: leer mejor para decidir mejor 

Apuntes Metodológicos: 

Índices de propensión 

Fundamentos de Medicina Basada en la Evidencia: 

Preprocesamiento de datos para uso en aprendizaje automático

lunes, 27 de octubre de 2025

Guía de Práctica Clínica para la atención del Trastorno del Espectro Autista en la Infancia en Atención Primaria

 

La "Guía de Práctica Clínica para la atención del Trastorno del Espectro Autista en la Infancia en Atención Primaria", recientemente publicada en GuiaSalud y que podéis revisar en este enlace, busca mejorar la atención sanitaria y reducir la variabilidad en la práctica clínica en un tema tan importante como el trastorno del espectro autista (TEA), sobre el que tanto se ha escrito e investigado, pero donde se mezclan verdades científicas, mitos y falacias. Una guía de práctica clínica (GPC) que busca mejorar la posible confusión. 

Los puntos fuertes son los propios de una GPC, como es su actualización y rigor científico fundamentado en una revisión sistemática y estructura de las mejores pruebas científicas, en este caso con un enfoque integral en Atención Primaria (el primer nivel asistencial, crucial para la detección y seguimiento) y con una perspectiva centrada en la persona y familia (promoviendo una atención más humanizada), donde se plasma una actualización de criterios diagnósticos y se fomenta la detección precoz. 

Algunas recomendaciones de interés son: 

- Detección precoz. Se recomienda la detección precoz de niños con TEA como parte del proceso de atención del niño sano. Aprovechar cualquier visita (rutinaria o por enfermedad) para consultar a los padres sus preocupaciones sobre el desarrollo. 

- Diagnóstico y sospecha. Los profesionales deben estar alerta a los indicadores de riesgo de TEA. Ante la sospecha, se debe comentar a los padres, manteniendo la calma y sin alarmarles. La guía proporciona algoritmos para las estrategias diagnósticas y terapéuticas. 

- Manejo y seguimiento en Atención Primaria. Se establecen pautas claras para el manejo de la sospecha de TEA y el seguimiento de los niños y niñas con TEA. Se busca asegurar una coordinación efectiva con los recursos especializados. 

- Atención centrada en la persona. Se promueve un modelo de atención centrada en la persona, considerando sus necesidades y preferencias individuales. Se alienta a los profesionales a valorar no solo la presencia de rasgos anormales, sino también el potencial de desarrollo y habilidades del niño. 

Y en este post quiero destacar en análisis previo realizado por mi compañero pediatra, el Dr. Rafael Jiménez Alés en su blog "Pediatría para usuarios". En ella apunta a 5 puntos clave a entender: 

1) Sorprendentemente, no se recomienda hacer un ‘screening’ masivo a todos los niños. Esto no significa ignorar las señales tempranas. Al contrario, la guía hace un fuerte llamado a mantener un «alto nivel de vigilancia» por parte de los profesionales sanitarios y las familias durante las revisiones periódicas de salud infantil. La clave no es testar a todos, sino observar con atención y conocimiento el desarrollo de cada niño. 

2) El autismo tiene un sesgo de género (y otras barreras invisibles): A menudo, el diagnóstico falla en las niñas. 

3) Cuidado con las ‘curas milagrosas’. La ciencia desmiente muchas dietas y terapias populares. La guía concluye con una advertencia clara sobre los «tratamientos alternativos» que carecen de base científica y que «pudieran ser potencialmente peligrosos». 

4) El diagnóstico no es solo una etiqueta. Es un torbellino de alivio y angustia para las familias. Tras el diagnóstico, es crucial que las familias reciban información clara y establezcan una relación de apoyo con los profesionales para poder adaptarse, ganar confianza y acompañar a sus hijos de la mejor manera posible. 

5) Ya no hablamos de Asperger: por que ahora todo es parte de un mismo ‘espectro’. La guía explica que el término “espectro” se utiliza para reflejar mejor la enorme variedad en la presentación clínica del autismo, que depende de la gravedad de los síntomas, el nivel de desarrollo de la persona y su edad. Este enfoque permite una descripción clínica mucho más individualizada y detallada, adaptada a la realidad de cada niño o niña, en lugar de encasillarlo en categorías rígidas. 

En este enlace también se incluye un vídeo resumen de esta GPC elaborada con IA (a través de NotebookLM) 

sábado, 25 de octubre de 2025

Cine y Pediatría (824) “Pororoca”, el estruendo que provoca la desaparición de una hija

 

La Nueva Ola Rumana (o Noul val românesc) es un movimiento cinematográfico que surgió a principios del siglo XXI y que ha ganado una gran aclamación internacional. Se caracteriza por un estilo distintivo (realista y austero, cámara en mano y planos secuencia largos, luz natural) y por abordar temas sociales cotidianos de la gente común y temas y políticos, especialmente las secuelas del régimen comunista. Algo así como una visión neorrealista de la Rumanía contemporánea, donde encontramos algunos directores clave de este movimiento: Cristi Puiu (La muerte del Sr. Lazarescu, 2005; Sieranevada, 2016), Cristian Mungiu (4 meses, 3 semanas, 2 días, 2007; Más allá de las colinas, 2012), Corneilu Porumboiu (12:08 al Este de Bucarest, 2006; Policía, Adjetivo, 2009), y otros como Călin Peter Netzer, Radu Jude, Radu Muntean, Cătălin Mitulescu,... Una lista a la que cabe añadir Pororoca (Constantin Popescu, 2017). 

En Cine y Pediatría hace tiempo que hablamos de 4 meses, 3 semanas, 2 días (Cristian Mungiu, 2007), una película dura y fría alrededor del aborto, una cuenta atrás que nos dejó helados como espectadores. Y no menos vamos a sentir con Pororoca, una historia de búsqueda y angustia por la pérdida de una hija que nos dejará devastados y todo ello con un ritmo pausado (152 minutos de metraje que conviene digerir).  

Pororoca nos presenta a la familia Ionescu, una pareja de clase media de Bucarest, Tudor (Bogdan Dumitrache) y Cristina (Iulia Lumànare), quienes vivev una vida rutinaria y feliz con sus dos hijos, Ilie (4 años) y Maria (5 años). Tudor sale con sus dos hijos al parque local una mañana de domingo, al igual que otras familias. Todo es normal, feliz y luminoso. Un plano secuencia con cámara fija se centra en Tudor hablando por teléfono en un banco, mientras sus hijos (y los demás niños y niñas de diferentes edades) entran y salen de plano mientras juegan. El padre está atento de sus hijos, y les dice: “Voy a al quiosco. No te alejes, ¿prometido?”. Todo sigue transcurriendo con rigurosa tranquilidad, la cámara sigue estática salvo leves giros. Y la pregunta en una décima de segundo: “Ilie, ¿dónde está Maria?”, momento en que la historia da un giro demoledor. Se pone a buscarla rápido y comienza esa angustia que todos hemos experimentado alguna vez por segundos cuando perdemos el contacto visual con nuestros hijos, aunque haya sido un falsa alarma. Ahora ya con cámara en mano se sigue al padre revisando todo el parque, preguntando, gritando el nombre de Maria… 

Acuden a la policía a denunciar la desaparición. Y la pregunta angustiosa del padre: “¿Existen casos sin resolver?”. Y la demanda del policía: “Cualquier detalle, aunque sea irrelevante, son importante ahora”. A partir de este suceso, la película se transforma en una exploración psicológica intensa de las consecuencias de esta pérdida incierta. La cinta no se centra en la investigación policial (que es ineficaz y burocrática), sino en el desmoronamiento emocional y psicológico de Tudor y Cristina. Llegan los abuelos maternos a casa, preguntas y silencios, tensión emocional. Tudor regresa cada día al parque, intentando buscar alguna pista, alguna información… El desánimo y la tristeza se apoderan de la pareja según pasan los días, y llega la tirantez entre ellos. Los amigos les sugieren qué hacer, aunque alguno sin querer dice lo que no se debe… Un viaje a la desesperación, la angustia y la impotencia a fuego lento que explota entre el matrimonio: la madre no sabe cómo afrontarlo (“No quiero salir de caso. No puedo hacer nada”) y decide irse con sus padres a Constanza, por lo que se lleva a Ilie y el padre se queda solo en la ciudad. 

La segunda mitad de la película se enfoca casi exclusivamente en la obsesión de Tudor por encontrar a Maria, consumido por la culpa y la paranoia. Se culpa de haber ido con dos hijos al parque aquella mañana y haber regresado con uno. Su búsqueda lo lleva a un estado físico y mental límite, donde deja de trabajar, de comer y de asearse, duerme en el suelo, cuelga carteles con la foto de su hija, rebusca en las fotos de la cámara de una chica que pasaba por allí el día de autos, y enfoca sus sospechas en una persona a la que sigue y persigue, todo ello con un enfoque particular de secuencias largas e inolvidables que encapsulan su desesperación. Pasan los días, las semanas, ya casi dos meses… Le avisa la policía de que han encontrado a una niña,… pero no es su hija y se viene abajo: “No se dé por vencido. Sé que es difícil…”, le dice el policía. Y todo culmina en un acto de violencia, marcando un punto de no retorno en la destrucción de su familia y su propia psique, una escena final que a algunos les recordará Irreversible (Gaspar Noé, 2002). Tras aparecer el “fin” del film acabamos tan destrozados como ese padre. 

Cabe recordar que la palabra “pororoca” es un término que tiene dos significados y ambos tienen sentido como título de la película por su contenido. El primero es un término de origina tupi-guaraní que significa “gran estruendo” y que se utiliza para describir un impresionante fenómeno natural que ocurre en la cuenca del Amazonas en Brasil (y que se produce cuando la marea alta y creciente del Océano Atlántico se encuentra violentamente con la poderosa corriente de agua dulce descendente del río Amazonas); el segundo es el conjunto de dos términos rumanos, “poroc” y “oca” que se podría traducir como “salir disparado de casa”. Y la película Pororoca es mucho más que un thriller de desaparición; es un estudio profundo y devastador sobre el dolor, la culpa y la fragilidad de la vida familiar. 

Un gran estruendo fílmico que nos hace salir disparados de casa y cuyos mensajes clave no pueden pasar desapercibidos y merecen un profundo análisis: 1) la fragilidad de la felicidad doméstica, que hace que todo pueda cambiar en un instante; 2) la culpa y el viaje a la locura, porque ese padre es incapaz de perdonarse por el micro-momento de distracción que provocó la tragedia; y ello le avoca al aislamiento y paranoia obsesiva, donde cada detalle insignificante y cada rostro en la calle se convierten en posibles claves o sospechosos, así como a la deconstrucción gradual del personaje, mostrando cómo el sufrimiento y la necesidad de una respuesta llevan a un punto de no retorno ético y moral; 3) la destrucción de la comunicación familiar, donde la desaparición de Maria tiene un efecto de bola de nieve en el matrimonio, con ese distanciamiento de la pareja donde la culpa de Tudor y el dolor de Cristina se manifiestan de formas incompatibles, impidiendo cualquier consuelo mutuo, avanzando hacia largos e incómodos silencios; 4) la crítica a la burocracia policial, lo que aumenta la frustración y la desesperación de Tudor, así como el vacío devastador que deja la indiferencia social ante una pérdida incierta. 

Una película en la que destaca su guion y la interpretación de Bogan Dumitrache. Y quizás su punto más discutido es el largo metraje, pero está claro que el director ha apostado por planos largos para reflejar la desintegración. Y lo más reseñable y el mayor estruendo: que la realidad en ocasiones supera la ficción cuando se trata de la desaparición de un hijo o hija. Y aunque que es difícil conocer cuántos niños y niñas desaparecen al año en el mundo, una cifra que circula históricamente es la de 8 millones. Y si bien parece excesiva (y debe contener un gran número de desapariciones resueltas rápidamente), no dejan de ser cifras escalofriantes. Y cabe preguntarnos: ¿cómo nos sentiríamos si percibiéramos la sensación de la pérdida un hijo solo durante una hora?

 

miércoles, 22 de octubre de 2025

Metodología para la investigación y publicación científica en pediatría. Principales diseños metodológicos

 

Siguiendo con los artículos encargados por Anales de Pediatría al Comité de Pediatría Basada en la Evidencia de la AEP-AEPap hoy compartimos el titulado “Metodología para la investigación y publicación científica en pediatría. Principales diseños metodológicos”, un artículo que se adentra en la epidemiología, como disciplina clave en la investigación médica, ya que estudia la distribución y los determinantes de las enfermedades en las poblaciones, y que emplea distintos diseños metodológicos, que se dividen en observacionales y experimentales. El artículo completo se puede revisar en este enlace.  

Los diseños observacionales incluyen estudios descriptivos, como las series de casos y los estudios transversales, que proporcionan información sobre la frecuencia y distribución de una enfermedad en una población. También comprenden estudios analíticos, como los de cohortes y los de casos y controles, que permiten evaluar posibles asociaciones entre factores de exposición y efectos en la salud. 

Los diseños experimentales, en particular los ensayos clínicos controlados y aleatorizados (ECA), constituyen la herramienta más robusta para establecer relaciones de causalidad al intervenir directamente sobre la exposición de los participantes. 

El texto detalla las características, aplicaciones y limitaciones de cada diseño, incluyendo una descripción de las revisiones sistemáticas y los meta-análisis. Además, enfatiza la importancia de la correcta selección del diseño en función de la pregunta de investigación, la viabilidad y los recursos disponibles, al tiempo que advierte sobre los posibles sesgos en cada tipo de estudio. Finalmente, se incluye una sección dedicada a los estudios de pruebas diagnósticas, cubriendo su validez y fiabilidad. 

Un artículo que permitirá responder a las siguientes preguntas: ¿Qué criterios fundamentales guían la adecuada elección del diseño epidemiológico?, ¿Cuáles son las fortalezas y limitaciones de los estudios observacionales y experimentales? 

En conclusión, la elección del diseño metodológico debe fundamentarse en la posibilidad de intervención, la necesidad de comparar grupos y el criterio de muestreo. Los ECA proporcionan la mejor calidad de evidencia, seguidos por los estudios de cohortes y los estudios de casos y controles. Por su parte, los estudios descriptivos, aunque útiles para ciertos propósitos, ofrecen una menor solidez en la evidencia obtenida.

lunes, 20 de octubre de 2025

El cine religioso de directores no creyentes


Desde sus inicios, el cine ha servido como un poderoso espejo de la sociedad, sus valores, sus conflictos y sus inquietudes más profundas. En este vasto lienzo cinematográfico, la figura de Dios, la complejidad de la fe y la influencia omnipresente de la religión han ocupado un lugar central, evolucionando a la par de las sensibilidades culturales y los avances tecnológicos del medio. 

Porque Dios, la fe y la religión han estado presentes en la historia del cine desde sus inicios. Y en el camino se han marcado obras muy emblemáticas, donde el cine bíblico toma mucho cuerpo, y que va desde La Pasión de Cristo (Albert Krchner, 1897) a La Pasión de Cristo (Mel Gibson, 2004), y en el camino obras como La túnica sagrada (Henry Koster, 1953), Los diez mandamientos (Cecil B. DeMille, 1956), Ben-Hur (William Wyler, 1959), Rey de Reyes (Nicholas Ray, 1961), La historia más grande jamás contada (George Stevens, David Lean, Jean Negulesco, 1965), Jesús de Nazaret (Franco Zefirelli, 1977) o La última tentación de Cristo (Matin Scorsese, 1988). 

Y en el camino, directores con convicción en sus ideas religiosas, como el citado Mel Gibson o el considerado como el directo católico por antonomasia, el gran John Ford. Pero hoy nuestra aproximación es al cine religioso desde la visión de directores no creyentes, directores que, desde su agnosticismo o ateísmo, se han acercado al fenómeno religioso de un modo, en algunos casos, brillante. He aquí nueve nombres clave. 

- Carl Theodor Dreyer, cuya cima filmográfica son sus tres largometrajes más místicos, aparte de varias películas notables, como Gertrud (1964): La pasión de Juana de Arco (1928), Dies irae (1943) y Ordet (La palabra) (1955). 

- Luis Buñuel, cuya percepción de la religión iba ligada al pecado, donde catolicismo está presente en la obra de este turolense universal. Su mejor film sobre temática religiosa es Nazarín (1959), pero luego llegarían Viridiana (1961), que incluso se acerca al sacrilegio, o Simón en el desierto (1965). Sobre las creencias de Buñuel es célebre su sarcástica frase: “Soy ateo, gracias a Dios”

- Roberto Rossellini, cuya aproximación al género religioso fue muy prolífica, probablemente por haber nacido en un país tan arraigado en la fe como Italia: Francisco, juglar de Dios (1950) y Juana de Arco (1954), son ejemplos. No fue hasta el final de su carrera cuando volvería a la temática cristiana, y lo hizo con la miniserie Los hechos de los apóstoles (1969) y su último film sería El Mesías (1975).

- Robert Bresson, en cuyo cine “bressoniano” tiene dos películas que le hacen miembro indispensable en este listado de directores místicos: Diarios de un cura rural (1951) y El proceso de Juana de Arco (1962). 

- Ingmar Bergman, prototipo de director cuyo tema clave es la existencia de Dios. Y en más de una de sus obras se hacen presentes conflictos de orden religioso: El séptimo sello (1957), Fresas salvajes (1957), El manantial de la doncella (1960), así como en la conocida como “la trilogía del Silencio de Dios”: Como en un espejo (1961), Los comulgantes (1963) y El silencio (1963). 

- Pier Paolo Pasolini, un director marxistaal que debemos la aproximación más popular de un realizador ateo al cristianismo con El evangelio según San Mateo (1964). Lo curioso es que la Santa Sede llegaría a incluir esta película en su lista de los mejores títulos de temática religiosa. 

- Andrei Tarkovsky, cuya breve e inquietante filmografía, tiene como Dreyer un denominador común. Y si en el danés era la transfiguración, en el ruso es la peregrinación, con películas como La infancia de Iván (1962), Andrei Rublev (1966), Solaris (1972), Sacrificio (1986) y Stalker (1979). 

- Woody Allen, de qien sabemos cuáles son sus obsesiones y la religión es una de ellas. Por ello sus películas están repletas de diálogos al respecto y con judíos y católicos enzarzados en conversaciones tan divertidas como en ocasiones trascendentales, y lo vemos en El dormilón (1973), Alice (1979), Broadway Danny Rose (1984) o Hannah y sus hermanas (1986). 

- Terrence Malick, donde la clave de su cine es la de poner al espectador frente a las grandes cuestiones que afronta el ser humano: el bien y el mal, el pecado y la redención, el deseo de amar y la incapacidad de dar amor, la belleza y violencia del mundo, la búsqueda de la salvación y la caridad cristiana. Y el ejemplo paradigmático fue El árbol de la vida (2011), pero también en toda su corta e intensa filmografía: Malas tierras (1973), Días de cielo (1978), La delgada línea roja (1998), El nuevo mundo (2005), Deberás amar (2012), o Vida oculta (2019). 

Pero habría otros directores para no olvidar en este listado, como Liliana Cavani (Francisco de Asís, 1966; Francesco, 1989), Margarethe Von Trotta (Visión. La historia de Hildegard Von Bingen, 2009), Roland Joffé (La misión, 1986; Encontrarás dragones, 2011), Jean-Pierre y Luc Dardenne (El hijo, 2002; El niño de la bicicleta, 2011), Bruno Dumont (La vida de Jesús, 1997; La humanidad , 1999; Hadewijch, 2009), Xavier Beuvois (De dioses y hombres, 2010), Jessica Hausner (Lourdes, 2009), entre otros.

Y el análisis en profundidad de estos directores y sus películas se puede revisar en reciente artículo publicado en el último número de la revista Arte y Medicina, que se puede revisar en las páginas 56 a 64. 

sábado, 18 de octubre de 2025

Cine y Pediatría (823) “Wolfgang”, extraordinaria la neurodiversidad y la música



Una feel good movie es un término en inglés (traducible como película agradable, reconfortante, o que te hace sentir bien) que se usa para describir a aquellas películas cuyo principal objetivo es generar sentimientos de alegría, optimismo y bienestar en el espectador. Y ello pese al tema que se trate. Y baste recordar alguno de los títulos ya tratados en Cine y Pediatría que pueden encuadrase como feel good movie: ¡Qué bello es vivir! (Frank Capra, 1946), Forrest Gump (Robert Zemeckis, 1994), La vida es bella (Roberto Benigni, 1997), El indomable Will Hunting (Gus Van Sant, 1997), Mejor… imposible (James L. Brooks, 1997), Patch Adams (Tom Shadyac, 1998), Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1988), Billy Elliot (Stephen Daldry, 2000), Tiempos de azúcar (Juan Luís Iborra, 2001), Los chicos del coro (Christophe Barratier, 2004), Pequeña Miss Sunshine (Jonathan Dayton, Valerie Faris, 2006), En busca de la felicidad (Gabriele Muccino, 2006), El triunfo de un sueño (Kirsten Sheridan, 2007), Juno (Jason Reitman, 2007), The Blind Side (Un sueño posible) (John Lee Hancock, 2009), Un lugar para soñar (Cameron Crowe, 2011), Vivir es fácil con los ojos cerrados (David Trueba, 2012), Moonrise Kingdom (Wes Anderson, 2012), Las ventajas de ser un maginado (Stephen Chbosky, 2012), The Kings of Summer (Jordan Vogt-Roberts, 2013), El camino de vuelta (Nat Faxon y Jim Rash, 2013), La familia Bélier (Eric Lartigeau, 2014), Nuestro último verano en Escocia (Andy Hamilton y Guy Jenkin, 2014), Boyhood (Momentos de una vida) (Richard Linklater, 2014), St. Vincent (Theodore Melfi, 2014), Del revés (Pete Docter y Ronnie del Carmen, 2015), Yo, él y Raquel (Alfonso Gómez-Rejón, 2015), Mañana empieza todo (Hugo Célin, 2016), Sing Street (Jorn Carney, 2016), La vida de Calabacín (Claude Barras, 2016), Lady Bird (Greta Gerwing, 2017), El buen maestro (Olivier Ayache-Vidal, 2017), Wonder (Stephen Chbosky, 2017), Mentes brillantes (Thomas Lilti, 2018), Familia al instante (Sean Anders, 2018), Jojo Rabbit (Taika Waititi, 2019), CODA: Los sonidos del silencio (Sian Heder, 2021), La brigada de la cocina (Louis-Julien Petit, 2022), La guerra de los Lulus (Yann Samuell, 2023), entre otras.

Y hoy llega una reciente feel good movie española, que nos acerca a la neurodiversidad y la música: Wolfgang (Extraordinario) (Javier Ruiz Caldera, 2025), adaptación de la novela homónima de Laia Aguilar. Y que marca un giro del director, conocido más por sus obras en tono de comedia (Spanish Movie, 2009; Promoción fantasma, 2012; Anacleto, agente secreto, 2015; Superlópez, 2018) y que hoy nos dirige a esta "dramedia" familiar reconfortante. Y donde la historia se centra en Wolfgang (interpretado por Jordi Catalán), un niño de 10 años con altas capacidades y trastorno del espectro autista (TEA). Su vida, marcada por la estricta rutina y su prodigioso talento para el piano, se ve drásticamente alterada tras la repentina muerte de su madre. Wolfgang se ve obligado a mudarse a Barcelona para vivir con su padre, Carles (Miki Esparbé), a quien no conoce en absoluto. Carles es un actor bohemio, desorganizado e inmaduro, que contrasta totalmente con la mente metódica y ordenada de su hijo. El conflicto principal surge del choque entre estos dos mundos: Wolfgang no soporta el caos de su padre, su desorden ni su desorganización y lo considera un “bajocien” por su falta de intelecto. Es por ello que, en secreto, planea conseguir una beca para la prestigiosa academia de música Grimald de París (donde estudió su madre) para convertirse en el mejor pianista del mundo y escapar de su nueva realidad. 

“¿De verdad tengo que vivir con este señor?”, le dice Wolfgang a su abuela cuando conoce a Carles y llegar a confirmar que son tan diferentes: el caos frente al orden. Wolfgang tiene su libreta donde apunta todo: “Lista de cosas inútiles: echarse la siesta, leer novelas, dar besos y abrazos, practicar deportes, comer chicles, pasar la tarde en un centro comercial, los parques de atracciones, bailar,…” a lo que añade tras su primer contacto “… un padre”

Carles afronta el reto de la paternidad tardía con voluntad, pero sin las herramientas emocionales o la experiencia necesaria, lo que lo lleva a un "curso exprés" de crecimiento personal y gestión emocional. Cuando Carles le explica a un amigo que su hijo no es como los otros niños, que tiene TEA, aquel le dice: “TEA, TDA, TOC, ahora todos los críos están diagnosticados con una cosa de estas. Pero por muy Asperger que sea, ¿cómo vas a explicarle que no te hayas ocupado de él todo este tiempo?” 

El dilema de Carles se intensifica al tener que elegir entre una importante oportunidad profesional como actor y convertirse en el padre que su hijo, con sus necesidades especiales, requiere. Y sigue escribiendo en su libreta: “Cosas absurdas que me ha propuesto Carles: ir al teatro, jugar a fútbol, pasear en bici,…”. Y la profesora le explica al padre: “Claro, va dos cursos por encima de lo que le toca. Al hacerle las pruebas de inteligencia, le salió un coeficiente de 152. Piense que usted y yo seguramente no pasamos de 95 o 100. Intelectualmente, Wolfgang está muy por encima de sus compañeros, pero a nivel emocional y social todavía tiene que trabajar mucho. Tener un alumno con altas capacidades y autismo representa un desafío único para maestros y familias. Por eso es importante que todos veamos la situación de la misma forma”. (Por cierto, al registrar esta conversación se habla de “coeficiente intelectual”, denominación errónea según la RAE, pues debe denominarse como “cociente intelectual”). En el camino, cuando Wolfgang se pone nervioso se tapa los oídos y cuenta números primos, mientras prepara su audición con Mia (Anna Castillo”, quien le descubre que siempre realiza listas negativas y le anima a que escriba listas positivas de las personas o las cosas. 

La historia avanza con divertidas escenas. Y al final entendemos la causa del fallecimiento de la madre y resulta terapéutico. Y como buena feel good movie, todo se soluciona entre padre e hijo. Incluso tiene el cameo del directo J.A. Bayona… Y una nota personal: parte de esta película está grabada en el Colegio Alemán de Esplugas de Llobregat, donde pasé mi infancia, y donde también se grabó el film De mayor quiero ser soldado (Christian Molina, 2010).  

Wolfgang (Extraordinario) no pasará a la historia como una feel good movie inolvidable, pero si es una película rica en reflexiones sobre las relaciones humanas, la diferencia y el crecimiento personal. Una película que acepta e integra la neurodiversidad, a través del TEA de Wolfgang, tratado con respecto, rigor y humanidad, enfatizando que su singularidad no es un defecto, sino parte de su identidad, con la que cabe empatizar en el contexto familiar y educativo. Y cuya historia, en esencia, es un viaje paternofilial, donde Carles aprenderá que la paternidad es un acto de maduración y sacrificio, y donde se nos refuerza la idea de las segundas oportunidades y la posibilidad de la reconciliación familiar. También aborda el duelo (por la pérdida de la madre) y el valor terapéutico de la música como vehículo para expresar y procesar el dolor. En resumen, una “dramedia” que, aunque utiliza una fórmula amable, logra hacer un retrato sensible y profundo sobre la crianza de un niño fuera de serie, la superación del dolor y el redescubrimiento del vínculo familiar.

 

miércoles, 15 de octubre de 2025

“Diseño y análisis en investigación clínica”, más que un libro, un legado

 

Desde este blog hablamos con cierta frecuencia de libros en ciencias de la salud que tengan valor en nuestra formación e información. Pero el libro de hoy tiene un valor especial, pues su autor es un amigo pediatra con el que he podido vivir muchas e intensas experiencias en las últimas dos décadas (el Comité de Pediatría Basada en la Evidencia, la revista Evidencias en Pediatría, la plataforma de formación Continuum, amén de exhaustivos caminos juntos en conferencias de consenso y guías de práctica clínica) y del que tanto he aprendido. Hablo del Dr. Carlos Ochoa, quien como pediatra desde el Hospital Virgen de la Concha (ahora ya denominado como Complejo Asistencial de Zamora) ha difundido su magisterio en investigación clínica y epidemiología clínica y lo ha realizado con la humildad de los sabios de verdad. 

Y hace un par de semanas Carlos nos ha comunicado a sus amigos y colegas que decide pasar a esa fase de “júbilo” de la vida tan merecido y que nos regala la edad. Aunque siempre contaremos con él, voy a echar mucho de menos su presencia activa en primera línea y “moviendo varios platos a la vez sin que se caigan”, como le gusta decir. Sea como sea, mucho es su legado y hoy quiero hablar de su libro "Diseño y análisis en investigación clínica", un libro editado en el año 2019, pero totalmente vigente y que es una guía esencial para estudiantes, residentes en formación y profesionales de las ciencias de la salud que deseen comprender los principios y la metodología de la investigación clínica. 

El texto se enfoca en dos aspectos clave: el diseño de estudios y el análisis estadístico de los datos obtenidos El libro está enfocado en proporcionar las herramientas metodológicas y estadísticas esenciales para la investigación clínica, especialmente en el ámbito pediátrico (aunque aplicable a la investigación en general). 

El objetivo principal del libro es aprender a diseñar y analizar un proyecto de investigación. Y los objetivos específicos se centran en las diferentes etapas del proceso de investigación::
- En la planificación: aprender a elaborar la memoria de un proyecto de investigación, incluyendo sus apartados y criterios de calidad. 
 - En el diseño: aprender a elegir el diseño de estudio apropiado y los tipos de variables a utilizar 
- En la recolección de datos: practicar el diseño de bases de datos clínicas y revisar las técnicas de muestreo (incluyendo el cálculo del tamaño muestral necesario). 
- En el análisis: revisar las medidas de frecuencia, riesgo e impacto para cada tipo de estudio y aprender a estimarlas con calculadoras epidemiológicas. 
- En la estadística: revisar los fundamentos de la estadística descriptiva e inferencial y aprender a elegir el test estadístico adecuado para cada pregunta 
- Y revisar los errores epidemiológicos más comunes (como el sesgo y la confusión) y los métodos para su ajuste. 

El valor del libro del Dr. Ochoa reside en su enfoque práctico y didáctico. A diferencia de otros textos de bioestadística que pueden ser densos y abstractos, esta obra se distingue por su lenguaje claro y su capacidad para desmitificar conceptos complejos. El autor logra conectar la teoría estadística con la realidad de la investigación médica, haciendo que los conceptos sean accesibles incluso para quienes no tienen una formación sólida en matemáticas. 

Un punto fuerte del libro es su estructura lógica. Comienza con los fundamentos del diseño de investigación, que son cruciales para entender el resto del contenido. Luego, avanza progresivamente hacia el análisis de los datos, demostrando cómo cada paso del proceso de investigación se integra con el siguiente. La inclusión de ejemplos clínicos reales y estudios de caso permite a los lectores ver la aplicación directa de los conceptos teóricos en situaciones concretas. Esto no solo facilita la comprensión, sino que también subraya la relevancia de cada técnica. 

El libro es particularmente útil para quienes están empezando su carrera como investigadores o para aquellos que necesitan interpretar críticamente la literatura científica. Ayuda a los lectores a identificar las fortalezas y debilidades metodológicas en los artículos de investigación, una habilidad fundamental para cualquier profesional de la salud. 

En resumen, "Diseño y análisis en investigación clínica" es una herramienta indispensable que combina rigor científico con una metodología de enseñanza accesible, consolidándose como una referencia clave en el campo de la investigación biomédica en el ámbito hispanohablante. Es un ejemplo paradigmático de esa “tabla 2 x 2” que el Dr. Carlos Ochoa tiene en su cabeza, como siempre bromeaba con nosotros al hablar de ello. Mucho más que un libro… un legado. 

Desde internet es posible encontrar el libro en este enlace. Y también desde la página de la AEPap

¡Gracias, amigo Carlos! Por tanto, por todo…