sábado, 14 de junio de 2025

Cine y Pediatría (805) “Malos hábitos” en la alimentación

 

Los malos hábitos son comportamientos repetitivos y perjudiciales que se integran en nuestras rutinas diarias, a menudo de forma inconsciente, y que tienen consecuencias negativas para nuestra salud física, mental y emocional. En esencia, un mal hábito es una respuesta automática a una señal o desencadenante específico que proporciona una recompensa inmediata, aunque sea perjudicial a largo plazo. Este ciclo de señal, rutina y recompensa es lo que afianza el hábito en nuestro cerebro, convirtiéndolo en una acción casi instintiva. Los malos hábitos pueden manifestarse en todas las áreas de nuestra vida. Algunos de los más comunes son la mala alimentación , el sedentarismo, la falta de sueño, un exceso de uso de pantallas, el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol o la procrastinación. 

Desde una perspectiva psicológica, la formación de hábitos, tanto buenos como malos, está estrechamente ligada al funcionamiento de los ganglios basales, una zona del cerebro responsable del aprendizaje y de las acciones automáticas. El proceso se puede desglosar en tres componentes clave: la señal o desencadenante (es el estímulo que inicia el comportamiento), la rutina (la acción que realizamos de forma automática) y la recompensa (el beneficio inmediato que obtenemos de la rutina y que refuerza el hábito). Por ejemplo, sentir estrés (señal) puede llevar a comer comida basura (rutina), lo que proporciona una sensación temporal de consuelo (recompensa); con cada repetición, esta conexión neurológica se fortalece, haciendo que el hábito sea más difícil de romper. 

Superar un mal hábito no es una tarea fácil, pero es posible con conciencia, esfuerzo y una estrategia adecuada. Los pasos clave para el cambio incluyen identificar el desencadenante, reemplazar la rutina, establecer metas realistas y buscar apoyo. En definitiva, los malos hábitos son patrones de comportamiento aprendidos que, aunque perjudiciales, pueden ser desaprendidos y reemplazados, lo que es una inversión fundamental en nuestra salud y bienestar a largo plazo. 

Y bajo ese mismo título se presenta una película mexicana: Malos hábitos (Simón Bross, 2007), un drama psicológico que explora las obsesiones humanas con el cuerpo, la comida y la fe, a través de tres historias entrelazadas que giran en torno a los trastornos alimenticios y la represión. Historia cruzadas con una estética muy particular, bajo los acordes musicales de Daniele Luppi, y donde dos imágenes son omnipresentes: la comida y el agua. Esa comida que a todos obsesiona, a la madre anoréxica, a la hija obesa, a la tía monja, al padre que se lía con un alumna que disfruta de la comida, esa comida en el hogar, en el convento o en el nido de amor. Y esa agua que suena y cae continuamente en los cristales, esa lluvia que asola el país; también esa agua del mar, de las piscinas, de los acuarios o las duchas. La película retrata a una familia en que distintos integrantes sufren trastornos alimenticios. Tres historias cruzadas alrededor de tres líneas narrativas principales. 

Matilde (Ximena Ayala), quien, tras graduarse en Medicina, decide ingresar de novicia en un convento. Una joven monja que realiza secretamente un ayuno místico para terminar con lo que considera un segundo diluvio, pues cree que el ayuno extremo la acercará a Dios. Matilde interpreta las lluvias incesantes como una señal divina y cree que debe sacrificarse por la salvación del mundo, mientras prepara a su prima Linda para la primera comunión. 

Elena (Elena de Haro) y su única hija, Linda (Elisa Vicedo), donde Elena es una mujer obsesiva y delgada hasta la exageración (sus hábitos son de anorexia nerviosa, también su peso de 40 Kg), quien se avergüenza de que su hija sea gordita, y hace hasta lo imposible por adelgazarla. Elena lleva a su hija al pediatra para que le ponga a dieta y pueda adelgazar en dos meses, antes de la comunión. ”Doctora, ¿cuánto peso puede perder en una semana?”, pregunta la madre, mientras Linda se junta con otro chico obeso para comer a escondidas… Como no consigue perder peso, luego acuden a una dietista, más tarde a acupuntura china… Todos fracasan y, pese a las palabras de un médico “Salga a la calle. Hay gordos por todas partes”, la madre exhorta a su hija: “Cuando seas grande, querrás casarte y tener un novio guapo que te quiera mucho, y una casa linda. Échale ganas”; pero Linda piensa: “Soy gorda y fea”

Gustavo (Marco Antonio Treviño) es el padre de Linda y esposo de Elena, un arquitecto y profesor universitario que también lidia con la obsesión de su mujer por el peso y la comida, y quien acaba enamorándose de una alumna de origen peruano y amante de la buena comida (Milagros Vidal), con la que tiene encuentros furtivos en un hotel y donde disfrutan de la cama y la comida como un ritual. Una chica alegre y positiva, que le acaba diciendo: “Si el problema no tiene solución, para qué te preocupas. Y si tiene solución, para qué te preocupas”. 

Las tres historias avanzan en paralelo hasta llegar a un punto de quiebra. Matilde colapsa en el convento y es hospitalizada en estado grave. Durante la ceremonia de la Primera Comunión, Linda desobedece a su madre y come pastel en público, provocando la indignación de Elena; luego la niña intenta suicidarse (con lo que era un placebo). Gustavo se distancia de ambas y continúa su relación con su alumna, a quien deja embarazada. Y Elena fallece. La película finaliza con los personajes enfrentando las consecuencias de sus decisiones, sin ofrecer resoluciones claras…Y donde la lluvia continúa. 

Porque el título de Malos hábitos mezcla el doble sentido de esos malos hábitos alimenticios con los esos hábitos religiosos de uno de sus personajes, también una crítica al deformado pensamiento religioso, quien convierte en pecado el placer de la comida. Un juego de palabras para centrar su historia entre la fe por detener el caos y la convicción recalcitrante por evitar la obesidad. Y ello en una película que nos permite abordar temas como los trastornos alimenticios y cómo el cuerpo se convierte en un campo de batalla (ya sea por el rechazo a la comida o por la necesidad de adelgazar para cumplir expectativas sociales), la crítica a los estándares sociales de belleza, y esa alienación emocional donde los personajes viven desconectados emocionalmente, presos de sus propias obsesiones. 

Malos hábitos es una crítica dura pero sensible a los mecanismos sociales, religiosos y familiares que distorsionan la relación del ser humano con su cuerpo y su espiritualidad. Su mensaje es claro: los extremos —ya sean nutricionales, religiosos, estéticos o emocionales— terminan por enfermarnos, esos malos hábitos que cabe corregir. Allí donde Simón Bross no se limitó a la dirección y guion, pues también se dio a la tarea de crearle una campaña publicitaria y donde acuñó la frase “Uno deja de comer porque está muy lleno o muy vacío”, slogan perturbador que complementa la imagen del cartel, que alude de forma directa al símbolo más importante de la religión católica (la cruz) y que es creado a partir de cubiertos, estando abajo las tres mujeres protagonistas principales, tres familiares de tres edades diferentes: la madre adulta, Elena; la hija niña, Linda; y la joven tía, Matilde. Historias circulares desde México que rememoran a las que ya nos dejaron algunas películas de Alejandro González Iñárritu.

 

miércoles, 11 de junio de 2025

Libro Cine y Pediatría 14, películas y personajes que pueden ayudarnos a mejorar nuestro árbol de la vida

 


Un año más, y un nuevo libro del proyecto "Cine y Pediatría" llega a las librerías. Y hoy presentamos Cine y Pediatría 14

Y es así como se desgranan las celebraciones:



Y hoy llega Cine y Pediatría 14. Aquí donde el número 14 simboliza la libertad, el cambio y la búsqueda de equilibrio en la vida, alentando a las personas a adaptarse y crecer a través de sus experiencias. Y una de esas experiencias es la que nos llega a través de la pantalla, pues el cine forma parte de nuestras vidas, y puede ser un instrumento para ayudarnos a mejorar el árbol de nuestra vida. 

Porque el árbol de la vida es una metáfora poderosa y hermosa de nuestra propia existencia, un símbolo que nos conecta con nuestras raíces (pasado), con el tronco y ramas de nuestro crecimiento (presente) y con el legado de las hojas, flores y frutos (futuro). 

Y ese árbol “de cine” que le da sentido a nuestro ser y nuestra existencia es una metáfora llena de sentido y sensibilidad. El árbol de la vida es único y personal para cada uno de nosotros. No hay dos árboles iguales, al igual que no hay dos vidas iguales. Porque el árbol de la vida nos invita a reflexionar sobre nuestro pasado, presente y futuro. Nos recuerda que somos parte de algo más grande que nosotros mismos, de un gran bosque que nos conecta con la naturaleza, la humanidad y con nuestra familia. 

Y tras unas mil películas ya analizadas en Cine y Pediatría, quiero hacer una reflexión sobre aquellas películas y personajes que pueden ayudarnos a mejorar el árbol de nuestra vida. Y esta reflexión no es nueva, sino que procede de la experiencia que he tenido en dos centros penitenciarios en el que me pidieron la colaboración para dar una charla motivadora a los internos con este tema: en el año 2017 con la Unidad Terapéutica Educativa del Centro Penitenciario de Topas (Salamanca) y en este año 2025 en el Centro Penitenciario de Fontcalent (Alicante) y dentro del Programa de Formación de reclusos y reclusas del Museo Arqueológico de Alicante (MARQ). 

Y hoy quiero recopilar aquellas películas que, ya publicadas a lo largo de estos 15 años en Cine y Pediatría, considero que pueden mejorar el árbol de nuestras vidas. 

a) Prescribir películas para que la vida sea de cine: El mago de Oz (Víctor Fleming, 1939), Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1988), Forrest Gump (Robert Zemeckis, 1994), El octavo día (Jacon van Doarmel, 1996), La vida es bella (Roberto Benigni, 1997), Patch Adams (Tom Shadiac, 1998), Cadena de favores (Mimi Leder, 2000), Un puente hacia Terabithia (Gábor Csupó, 2007), El curioso caso de Benjamin Button (David Fincher, 2008), La invención de Hugo (Hugo, Martin Scorsese, 2011), El árbol de la vida (Terrence Malick, 2011), La vida de Pi (Ang Lee, 2012), Del revés (Pete Docter, Ronaldo Del Carmen, 2015), El Principito (Marck Osborne, 2015), Un monstruo viene a verme (J.A. Bayona, 2016), Wonder (Stephen Chbosky, 2017), Pinocho (Pinocchio, Matteo Garrone, 2019), entre otras. 


b) Personajes para mejorar el árbol de tu vida: George Bailey (James Stewart) en la película Qué bello es vivir (Frank Capra, 1946), Atticus Finch (Gregory Peck) en la película Matar a un ruiseñor (Robert Mulligan, 1962), Ana Sullivan (Anne Brancoft) en la película El milagro de Ana Sullivan (Arthur Penn, 1962), Mark Thackeray (Sidney Poitier) en la película Rebelión en la aulas (James Clavell, 1967), Mr. Chips (Peter O´Toole) en la película Adiós, Mr Chips (Herbert Ross, 1969), John Keating (Robin Williams) en la película El club de los poetas muertos (Peter Weir, 1989), Augusto Odone (Nick Nolte) y Michaela Odone (Susan Sarandon) en la película El aceite de la vida (George Miller, 1992), Glenn Holland (Richard Dreyfuss) en la película Profesor Holland (Stephen Herek, 1995), Simon Birch (Michael Smith) en la película El inolvidable Simon Birch (Mark Steven Johnson, 1998), Clément Mathieu (Gérard Jugnot) en la película Los chicos del coro (Christophe Barratier, 2004), Chris Gardner (Will Smith) en la película En busca de la felicidad (Gabriele Muccino, 2006), David Gordon (John Cusack) en la película El niño de Marte (Menno Meyjes, 2007), Waris Diri (Liya Kebede) en la película Flor del desierto (Sherry Hormann, 2009), Stacey Bess (Emily VanCamp) en la película Más allá de la pizarra (Jeff Bleckner, 2011), Sra. O´Brien (Jessica Chastain) en la película El árbol de la vida (Terrence Malick, 2011), Antonio San Román (Javier Cámara) en la película Vivir es fácil con los ojos cerrados (David Trueba, 2012), Wajda (Waad Mohammed) en la película La bicicleta verde (Haifaa Al-Mansour, 2012), entre otros. 


Porque el cine, el séptimo arte, como todas las artes, puede regar también nuestro árbol de la vida con esas películas y personajes inolvidables que nos trasladaron sus sentimientos y enseñanzas. He relatado algunas películas, pero a buen seguro que cada uno tendrá las suyas a buen recaudo. 

Y con esta reflexión hoy comienza Cine y Pediatría 14. Y, como todos los anteriores libros, viene acompañado de tres prólogos, dedicados al Cine, a la Pediatría y a la Docencia. Tres prólogos cuyos autores mejoran las raíces, tronco, ramas, hojas y flores del proyecto Cine y Pediatría: 

- El Prólogo desde el punto de vista de la Pediatría es un regalo que procede del Dr. Carlos Ochoa, gran amigo “basado en la evidencia” del que tanto he aprendido en las últimas décadas con su ciencia, generosidad y capacidad de trabajo, y ello porque hemos compartido muchos retos, desde la revista Evidencias en Pediatría a la plataforma de formación continuada virtual de la Asociación Española de Pediatría, Continuum, desde revisiones sistemáticas a guías de práctica clínicas, desde artículos científicos a congreso y cursos, desde la profesión a la amistad. 
Y Carlos, que lo mismo atesora una tabla 2x2 en la cabeza que una jota en su gran voz, también tiene la sensibilidad de escribir este prólogo por título “Cine y Pediatría, un espacio para la introspección y el debate”. Buen seguidor desde sus inicios del proyecto Cine y Pediatría, acierta en su párrafo final, al decirnos: “Invitamos al lector a que vea las películas presentadas en este libro como una fuente de aprendizaje. Para el pediatra, esta invitación es una prescripción facultativa. El cine no reemplaza la formación académica ni la experiencia clínica, pero puede complementar estas áreas al proporcionar un espacio para la introspección y el debate. Esperamos que sean fuente de inspiración para ejercer la pediatría con una sensibilidad renovada”

- El Prólogo desde el punto de vista del Cine lleva la firma de la actriz, directora, presentadora, modelo y escritora Vanesa Romero, alicantina afincada en Madrid con la que he coincidido en varios eventos en los últimos años, siempre en relación con los festivales de cine de la ciudad de Alicante (como el Festival Internacional de Cine o el Smatphone Film Festival). 
Pese a sus muchos compromisos, ha tenido la generosidad de aceptar este prólogo, que ha titulado “Hay historias que curan y miradas que transforman” y donde capta con conocimiento de causa el poder sanador del séptimo arte: “Cuando hablamos de cine y pediatría, no nos referimos únicamente a películas sobre niños enfermos o sobre hospitales. Hablamos del cine como una herramienta de sensibilización, como un espejo de realidades complejas, como una vía para abrir conversaciones difíciles, como un recurso para formar a futuros profesionales desde una perspectiva más humana y empática”. 

- El Prólogo desde el punto de vista de la Docencia llevará el marchamo de Mayte Ariza, periodista y entrenadora personal (coaching) desde hace muchos años con su Dreamer´s Factory, y donde nos desvela los secretos y las sencillas fórmulas de vida que conviene seguir para ver nuestros deseos convertidos en éxitos. Su último libro, “Las 72 leyes universales de los soñadores”, a buen seguro que atesorará parte de los valores que ha impulsado al proyecto Cine y Pediatría en estos tres lustros de existencia. 
 Nos conocimos precisamente en la presentación de este libro, y que tuvo lugar en el Aula de Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Alicante (allí donde también se presenta año a año el nuevo libro de Cine y Pediatría). Y de ese encuentro surgió este compromiso, que hoy se traduce en su prólogo, bajo el título de “El Séptimo Arte, la Pediatría y los sueños: un connubio mágico”. Y ella, que enseña a soñar para conseguir metas, también los hace con este proyecto, que define con certeza: “Esta colección de ejemplares de Cine y Pediatría es de una vastedad y magnitud impresionante. Un hilo conductor siempre de cómo cada película te lleva al mensaje de la educación infantil, la adolescencia y la juventud ahondando siempre en valores, con temáticas plurales, actuales y diferentes en cuanto a épocas como a nacionalidades… Enhorabuena Javier por este sueño que ya es una realidad y que nos hace a todos SOÑAR con una lectura tridimensional que enlaza con el séptimo arte de una manera magistral”. 

Y es así que con Cine y Pediatría 14 queremos seguir “prescribiendo” películas que abonen de ciencia, conciencia, calidad, color y calor nuestro árbol de la vida. 

Los libros disponibles a la venta en Lúa Ediciones 3.0.  

Y os dejamos el vídeo de presentación.

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lunes, 9 de junio de 2025

Libro ”Salud y Música”, cuando el pentagrama es terapéutico

 

El libro “Salud y Música” de Román Rodríguez se convierte en una exploración exhaustiva del poder de la música en la salud y el bienestar humano a lo largo de la vida. Un texto de fácil lectura, bien documentado y estructurado y con claros mensajes. Se parte de elementos fundamentales como la definición y las características de la música y el sonido, para llegar a la relación entre la música y el cerebro, y luego profundizar en los amplios beneficios de la música para la salud física, cognitiva, emocional, social e incluso espiritual, ofreciendo perspectivas sobre su uso en diversas etapas de la vida, desde el desarrollo prenatal hasta la vejez, pasando por infancia, la niñez, la adolescencia, la vida adulta. 

Un libro que es puro ritmo, melodía y armonía, un texto necesario que sintetiza el valor terapéutico de una de las artes más populares: la música. Allí donde el pentagrama se convierte en un buen medicamento para la salud. Porque “Salud y Música” es un libro que acumula la experiencia durante décadas de su autor, Román Rodríguez, como músico en los escenarios y también luego como musicoterapia (tanto en el campo de la docencia como de la investigación). Y ello es trascendental porque la música es y será la melodía de nuestras vidas. 

Un libro que nos invita a sumergirnos en este viaje musical hacia el bienestar, y ello para conseguir ese poder curativo de la música. Pura arteterapia para la vida. Y que hoy recomiendo con fundamentadas razones, pues su autor no solo es un gran profesional con el que he trabajado en su tesis doctoral sobre el valor de la musicoterapia en Oncología Pediátrica, sino también como colaborador en sus Cursos de Verano de la Universidad de Alicante sobre Música y Salud, lo que ha labrado una amistad que me ha llevado a tener el honor de prologar este libro y acompañarle a alguna presentación del mismo. 

Disponible en librerías y en Amazon.  

Ya lo expresó Friedrich Nietzsche: “Sin música la vida sería un error”. Por ello, no cometamos el error de no conocer las fortalezas y oportunidades de la música en cualquier etapa de la vida. El valor terapéutico de la música comienza a estar en nuestras manos con este libro…

sábado, 7 de junio de 2025

Cine y Pediatría (804) “La mitad de Ana”, de Sonia a Son


Es un camino no excepcional el que muchos actores y actrices den el salto a la dirección con el paso del tiempo. Y hay ejemplos dentro y fuera de nuestro país, como podemos ver en este recordatorio de aquellas óperas primas ya comentadas en Cine y Pediatría. Algunos ejemplos son Vittorio De Sica con Ladrón de bicicletas (1948), Charles Laughton con La noche del cazador (1955), Jodi Foster con El pequeño Tate (1991), Sofia Coppola con Las vírgenes suicidas (1999), Benn Afleck con Adiós pequeña, adiós (2007), Diego Luna con Abel (2014), Ewan McGregror con American Pastoral (2016), o Greta Gerwing con Lady Bird (2017).  Y en España cabe reseñar el debut en la dirección de Antonio Banderas con Locos en Alabama (1999), Achero Mañas con El bola (2000), Daniel Guzmán con A cambio de nada (2015), o Paz Vega con Rita (2024). Y hoy llega la ópera prima en la dirección de Marta Nieto con La mitad de Ana (2024), con la peculiaridad que también es guionista y protagonista, y que es la adaptación del cortometraje Son, que ella misma dirigió dos años antes. Una historia que retrata la tolerancia y la aceptación del otro en una historia que habla sobre la identidad de género en la infancia, la maternidad y el autodescubrimiento, y donde los personajes son Son, una niña que se siente niño, y su madre Ana.    

En el cortometraje Son, el papel de Ana lo interpreta la actriz Patricia-López Arnáiz y el papel de Son, de 6 años, Ale Colilla. En la película La mitad de Ana, el papel de Ana es para Marta Nieto y el papel de Son, el niño trans, aquí con 7 años, Noa Álvarez. Y es curioso que pasar la misma historia de un corto a un largometraje bien lo sabe de primera mano nuestra directora, pues participó como actriz en el multipremiado corto Madre (2017) y que se transformaría en la película Madre (2019), ambos dirigidos por Rodrigo Sorogoyen, a la postre pareja sentimental de Marta Nieto. Y para cerrar más el círculo, cabe decir que Patricia López-Arnáiz ha participado también como madre de otra niña trans en la reciente y conmovedora historia de 20.000 especies de abeja (Estibaliz Urresola Solaguren, 2023).  

Pero dejemos los círculos y pasemos a dibujar la mejor línea recta de la historia que nos cuenta La mitad de Ana y que se centra en la transformación de esta madre separada, que vive cómo su hija Sonia elige ser llamado Son. Una historia que transcurre entre Madrid, donde su madre, aunque licenciada en Bellas Artes, se gana la vida como vigilante del Museo Reina Sofía, y Villajoyosa, donde vive el padre con otra pareja. El proceso de Sonia a Son es complicado para ambos padres, pero la madre lo tiene que pasar sola y debe digerir esta situación, como la pregunta de esa madre de otro hijo trans ya adulto: “Me han dicho que tu hijo está transicionando desde hace poco“. Y en el camino Son repite con frecuencia “Me duele mucho la tripa”, pues ella siente esa lucha de sus padres por su custodia, aunque los dos quieren lo mejor para Son. Y sirva de ejemplo las palabras de su madre: “Todos tenemos algo de nuestro cuerpo que no nos gustan. Pero otras que sí. Pon de tu parte y podrás ser quien quieras ser”

En la historia se usan dos simbologías recurrentes: el caballito de mar y el cuadro “Un mundo” de Ángeles Santos. Porque el caballito de mar es conocido por sus características biológicas únicas, que desafían las nociones tradicionales de los roles de género: es el macho quien gesta y da a luz a las crías, invirtiendo los papeles reproductivos convencionales. Esta particularidad lo convierte en un símbolo perfecto para representar la fluidez y la diversidad de la identidad de género, alejándose del binarismo. La elección de este animal subraya la idea de que en la naturaleza, y por extensión en la experiencia humana, existen múltiples formas de ser y sentir. Y eso da sentido a ese arranque de la película con la escena en la que Ana y Son liberan a un caballito de mar que se encontraba atrapado; y este acto de liberación se convierte en el reflejo premonitorio del propio proceso que Son está a punto de iniciar: el de liberarse de una identidad de género que no le corresponde para poder vivir de acuerdo con su verdadero yo. Y también el cuadro “Un mundo” aparece de forma recurrente, una de las obras del Museo Reina Sofía donde trabaja Ana y con el que la protagonista interacciona, porque este cuadro, con sus figuras cubistas y caras ocultas, sirve como una metáfora visual del conflicto interno de Ana, quien también se siente fragmentada. La obra de arte, con sus múltiples capas y facetas, refleja la dificultad de Ana para entender su propia identidad, la transición de su hija y su relación con la maternidad. Cabe decir que esta pintura, realizada con solo 17 años por Ángeles Santos, la convirtió en la pintora española surrealista que conquistó el mundo a tan temprana edad y luego quedó casi en el olvido. 

Y cuando los alumnos de la clase de Son visitan el Reina Sofía, el profesor les cuenta el realismo mágico que atesora “Un mundo”. Y Ana, cuidadora de la sala, les pregunta: “¿Qué pensáis que hay en las otras tres caras que no se ven?” Y cada niño da su respuesta, pero Son y su madre ven las figuras moverse. Luego transcurre un lapso de tiempo, en el que alguien pregunta a Ana que cómo les va este año, a lo que ella responde: “Pues iremos viendo. Sin prisa”. Fin. 

Porque esa película no se centra en la "lucha" de Son, cuya identidad es clara y firme; no hay trauma interno en el niño; solo la necesidad de ser nombrado y reconocido. El conflicto es externo: la incomprensión del padre, las dudas del colegio, y sobre todo, el desconcierto inicial de Ana. Por tanto, el verdadero viaje es el de Ana, donde la certeza de su hijo ilumina la profunda incertidumbre de ella. Se da cuenta de que su identidad se ha disuelto en su rol de madre, que es solo "la mitad" de sí misma, una mitad definida por y para los demás. A partir de aquí, la película se convierte en un fascinante espejo de identidades: mientras Son busca afirmar quién es, Ana se ve forzada a descubrir quién ha dejado de ser. Y por ello La mitad de Ana es una de las exploraciones más honestas y valientes sobre la maternidad en el cine reciente, donde se desmitifica la idea del sacrificio materno como una entrega abnegada y feliz, para mostrar su lado más oscuro: la anulación personal. Ana quiere a su hijo por encima de todo, pero el viaje que emprende es el de entender que para ser una buena madre para Son, primero debe volver a ser una persona completa para sí misma. Su amor incondicional no se mide por cuánto renuncia, sino por su capacidad de transformarse junto a su hijo. 

No es La mitad de Ana una película redonda, pero si es un viaje íntimo y transformador que nos enseña que para encontrar la mitad que nos falta, a veces, primero debemos tener el coraje de perdernos por  completo.

miércoles, 4 de junio de 2025

Un Camino de Santiago de valor, un proyecto de apoyo a adolescentes con cáncer

 

El Camino de Santiago es una red de rutas de peregrinación de origen medieval (cuya tradición se remonta al siglo IX) que se dirigen a la tumba de Santiago el Mayor, uno de los apóstoles de Jesucristo, cuyos restos, según la tradición, descansan en la Catedral de Santiago de Compostela, en Galicia, al noroeste de España. Considerado uno de los tres grandes destinos de peregrinación cristiana, junto con Jerusalén y Roma, el Camino de Santiago ha experimentado un resurgimiento en popularidad en las últimas décadas, atrayendo a cientos de miles de personas cada año de todas partes del mundo. 

No existe un único "Camino", sino una vasta red de itinerarios que parten de diversos puntos de España y Europa. Algunas de las rutas más conocidas son el Camino Francés, el Camino Portugués, el Camino del Norte, el Camino Primitivo, la Vía de la Plata, o el Camino Inglés, entre otros. 

Las razones para emprender el Camino de Santiago son tan variadas como los propios peregrinos. Si bien tradicionalmente la motivación principal era religiosa, hay otras como la espiritualidad y búsqueda personal, el reto personal y deportivo, la conexión con la naturaleza, el interés cultural y patrimonial, el conocer gente y socializar, o el turismo y gastronomía. Pero hoy vamos a hablar de otra motivación, gracias a un proyecto que parte de nuestro Servicio de Pediatría del Hospital General Universitario de Alicante, gracias a la iniciativa de la Asociación Charlie, en colaboración con la Unidad Pedagógica Hospitalaria y la sección de Oncología Pediátrica. 

El proyecto se titula “UN CAMINO DE VALOR. Apoyo a adolescentes con cáncer” y busca brindar apoyo a menores diagnosticados con cáncer mediante una peregrinación terapéutica por el Camino de Santiago. La peregrinación ofrece una oportunidad única para experimentar un viaje transformador, fomentar el bienestar emocional y la resiliencia en los jóvenes participantes. 

El proyecto "Un Camino de Valor" consiste en realizar el Camino Portugués con su variante espiritual del 09 al 15 de junio de 2025, involucrando a aproximadamente 20 jóvenes pacientes y sus acompañantes. Esta iniciativa busca combinar la experiencia de peregrinación con un enfoque terapéutico y de crecimiento personal para jóvenes que están enfrentando o han enfrentado enfermedades graves, principalmente cáncer. Se implementarán actividades diarias que fomenten la reflexión, el compañerismo y el desarrollo personal, aprovechando el entorno histórico y natural del Camino de Santiago. 

Aquí el proyecto en todo su extensión, del que queremos destacar algunos upntos.  

La justificación del proyecto se justifica por su potencial para: 

- Mejorar la calidad de vida y el bienestar emocional de los jóvenes participantes. Fomentar la autonomía y la confianza en sí mismos. 
- Crear vínculos sociales significativos entre los participantes. Ofrecer una experiencia de crecimiento personal única y transformadora. Sensibilizar a la sociedad sobre las necesidades de los jóvenes que enfrentan enfermedades graves. 

El proyecto "Un Camino de Valor" se presenta como una intervención innovadora y prometedora en el campо de la atención a jóvenes con enfermedades graves, con el potencial de servir como modelo para futuras iniciativas similares. 

Y donde se destacan los beneficiarios, tanto de forma directa como indirecta. 
a) Beneficiarios directos 
Los beneficiarios inmediatos del proyecto son aproximadamente 20 jóvenes de la Unidad Pedagógica Hospitalaria (UPH) del Hospital Dr. Balmis de Alicante. Estos jóvenes se caracterizan por estar en edad escolar, generalmente entre 12 y 18 años, gaber sido diagnosticados con cáncer u otras enfermedades graves que requieren tratamientos prolongados, encontrarse en diferentes etapas de tratamiento o recuperación, experimentar interrupciones en su educación regular debido a hospitalizaciones frecuentes y enfrentar desafíos emocionales y sociales asociados con su condición médica. 
b) Beneficiarios indirectos, que incluyen: 
- Familias de los participantes: padres, hermanos y otros familiares cercanos que se beneficiarán del impacto positivo en el bienestar emocional y físico de los jóvenes participantes. Familias que podrán experimentar un alivio temporal del estrés asociado con el cuidado continuo de un hijo enfermo. 
- Comunidad hospitalaria: personal médico y de enfermería que podrá observar mejoras en el estado anímico y la disposición de los pacientes participantes. Otros pacientes de la UPH que podrán beneficiarse de la experiencia compartida por los participantes al regresar. 
- Comunidad educativa: `profesores y compañeros de clase de los participantes, que podrán beneficiarse de la reintegración más positiva de estos jóvenes en el entorno escolar. 
- Sociedad en general: a través de la sensibilización sobre el cáncer infantil y juvenil que se generará con difusión del proyecto. Y ello mediante el ejemplo de superación y resiliencia que estos jóvenes proporcionarán.

Es una satisfacción que este proyecto parta desde nuestro Servicio de Pediatría. Mi felicitación a todos los que lo han hecho posible. Y que sea una gran experiencia... porque el "Camino" es un reflejo de la vida, con sus subidas y bajadas, y cabe aprender de cada etapa y celebrar los logros. 

lunes, 2 de junio de 2025

Terapia cinematográfica (14). Prescribir películas para entender entender la adopción y el acogimiento

 

Es innegable el derecho del niño a vivir con su familia, pero en determinadas circunstancias, y siempre atendiendo al interés prioritario del menor, es necesario buscar una nueva familia, formalizando una medida de protección de carácter temporal (acogimiento) o definitiva (adopción). La finalidad tanto de la adopción como de la acogida es conseguir que los niños y niñas que están en situación de desamparo vivan en un entorno seguro, ya sea de forma temporal o definitiva. Pero cabe diferenciar entre ambos conceptos, pues tienen finalidades distintas. 

La adopción infantil es un proceso legal mediante el cual una o dos personas adultas asumen la responsabilidad parental de un niño o niña que no es su hijo biológico, con la intención de formar una familia permanente. Este acto transfiere de forma legal y permanente los derechos y responsabilidades de los padres biológicos a los padres adoptivos, otorgando al niño adoptado los mismos derechos que un hijo biológico, incluyendo el apellido y los derechos de herencia. Es el proceso de adopción un camino con rutas emocionales y psicológicas que cabe reconocer, como el posible duelo por la infertilidad de algunas parejas y la imposibilidad de tener hijos biológicos, la necesidad crucial de establecer un vínculo afectivo seguro con el niño adoptado, así como ayudarle a comprender y aceptar su historia y su identidad como persona adoptada, amén de las necesidades especiales los niños adoptados que se centra principalmente en la salud y en su ajuste psicosocial, especialmente en el caso de adopciones internacionales. 

Por otra parte, el acogimiento ofrece un entorno familiar seguro y afectivo de forma transitoria mientras se trabaja en la reunificación familiar o se busca otra medida de protección más estable. Aquí las familias de acogida suelen recibir una ayuda económica por parte de la administración para cubrir los gastos de manutención, educación y cuidado del menor, así como apoyo y seguimiento profesional. Ni que decir tiene que el proceso suele ser más rápido y flexible que la adopción, buscando una solución inmediata para el bienestar del niño; de hecho, existen diferentes tipos de acogimiento según su duración (urgente, temporal, permanente). 

El cine ha abordado los temas de la adopción y el acogimiento de menores desde diversas perspectivas, reflejando las complejidades emocionales, sociales y legales que implican estas experiencias. A través de diferentes géneros y enfoques narrativos, el cine visiona nos permite afrontar y reflexionar distintos temas sobre cuatro perspectivas principales: desde la perspectiva del menor adoptado, desde la perspectiva de los padres adoptivos o de acogida, desde la perspectiva de los padres biológicos y el consecuente debate sobre aspectos sociales y legales. Y desde esta sección de Terapia cinematográfica hoy proponemos un recorrido por 7 películas argumentales sobre la adopción y el acogimiento. Estas películas son, por orden cronológico de estreno: 

- La pequeña Lola (Holy Lola, Bertrand Tavernier, 2004), para conocer el contenido emocional y los desafíos de la adopción internacional. 

- La vergüenza (David Planell, 2009), para recorrer el no siempre fácil camino entre la acogida y la adopción. 

- Color de piel: miel (Couleur de peau: Miel (Approved for Adoption), Laurent Boileau, Jung Henin, 2012), para reflexionar sobre el camino de pertenencia e identidad de los menores adoptados y sus implicaciones emocionales. 

- La adopción (Daniela Fejerman, 2015), para no olvidar la corrupción ocasional en ciertos procesos de adopción internacional. 

- En buenas manos (Pupille, Jeanne Herry, 2018), para hacer brillar la calidad humana de los profesionales que participan en el sistema de adopción en un sistema de bienestar bien gestionado. 

- Una familia verdadera (La vraie famille, Fabien Gorgeart, 2021), para reconocer los potenciales conflictos entre el apego de los padres de acogimiento y los derechos de los padres biológicos. 

- El sexto hijo (Le sixième enfant, Léopold Legrand, 2022), para asomarnos a los dilemas de la adopción ilegal. 

Siete películas argumentales para prescribir a los distintos protagonistas en los procesos de adopción y acogimiento, para las familias adoptivas y de acogida, para los menores adoptados y acogidos, para los distintos profesionales implicados (trabajadores sociales, psicólogos, educadores,…) y para la sociedad en general.

Se puede revisar el artículo completo en este enlace o en este otro

sábado, 31 de mayo de 2025

Cine y Pediatría (803) “Ser gorda como yo”, un proyecto con conciencia

 

En el año 1959, el periodista John Howard Griffin, un hombre blanco y sureño, decide oscurecer su piel con medicamentos, exposición a rayos UV y maquillaje para pasar por afroamericano y así vivir en carne propia la experiencia del racismo en el sur de Estados Unidos. Y durante varias semanas Griffin viaja por estados como Luisiana, Misisipi, Alabama y Georgia, enfrentándose a la discriminación sistemática que sufrían los negros, y que incluía no poder usar baños públicos o beber agua en ciertos lugares, hasta ser tratados con desconfianza, desprecio o abierta hostilidad. Griffin no buscaba hacerse pasar por negro como un experimento sensacionalista, sino como un acto de denuncia y empatía, para revelar al público blanco (principalmente) cómo se vivía realmente el racismo cotidiano, incluso en cosas tan básicas como caminar por la calle o buscar trabajo. De aquella experiencia surge el libro autobiográfico "Ser negro como yo” ("Black Like Me" en inglés), publicado por primera vez en 1961 y que, desde entonces, se ha convertido en una de las obras más emblemáticas sobre el racismo en Estados Unidos durante la era de la segregación, pues ese libro cuenta a historia de un hombre que abrió los ojos y ayudó a hacerlo a toda una nación. 

Pues esta historia viene a colación con nuestra película de hoy, un telefilm estadounidense titulado Ser gorda como yo (Douglas Barr, 2007) (To Be Fat Like Me en inglés), y que nos habla de otro problema universal diferente al racismo, en este caso la obesidad, y cuya idea parte ahora de una estudiante con la idea de abordar aspectos como la percepción del peso, el acoso escolar y la aceptación personal. Y es que en la propia película se conjugan ambos proyectos, el proyecto literario alrededor del racismo (que sirve de idea a nuestra protagonista) y el proyecto cinematográfico alrededor de la obesidad. 

La película se centra en la guapa, delgada, popular y deportiva Alyssa Miller, Aly (Kaley Cuoco), capitana del equipo de sóftbol de su instituto (deporte similar al béisbol, pero con una pelota más grande y blanda y un lanzamiento por debajo del hombro) y con una vida social aparentemente perfecta. Sin embargo, Alyssa tiene una visión superficial y prejuiciosa sobre las personas con sobrepeso, influenciada en gran medida por la cultura de delgadez y la presión social. Visión que comienza en su familia a través del sobrepeso de su madre y la obesidad de su hermano pequeño, sometido a acoso escolar por ese motivo. Y ya en una de las primeras escenas en su casa a la hora del desayuno le dice a su madre: ”Eso no es un desayuno, es un ataque cardíaco con tostadas”. 

Cuando Aly sufre una lesión deportiva, pierde la oportunidad de conseguir una de las becas deportivas. Es entonces cuando le surge la idea de participar en un concurso de cine documental para intentar conseguir el dinero del premio que le permitiría seguir costeándose los estudios. Y le propone a su amiga la idea de “Gorda como yo”, título que recordaría a uno anterior como fue “Negro como yo”, tal como hemos comentado, pues algo así era su idea para visibilizar el problema de la obesidad, tal como ella misma nos explica: “Viste que todos hablan de la epidemia de la obesidad en la infancia. Pero siempre son médicos, expertos, gente que los observa desde fuera. Esta película nos pondría a todos del lado de adentro, porque ¿cómo me puedes arreglar lo que no comprendes?”. Y le ayuda a caracterizarse un vecino que se dedica a los disfraces. Y con ese sorprendente cambio pasa a llamarse Gabi Simpson, y con una cámara oculta inicia su experimento sociológico en una escuela de verano… donde no tarda en sentir el aislamiento, acoso, mofa y trato discriminatorio por su aspecto. 

Durante el tiempo que se convierte en Gabi establece una particular amistad con dos compañeros marginados de clase, George y Ramona, esta afecta de una llamativa obesidad, quien se sincera: “Al ser gorda, ya no soy la dueña de mi cuerpo. Todos los demás tiene derecho a opinar, ¿por qué?”… ¿Cómo puedes valorarte si te recuerdan 15 veces al día que no vales nada?”. Mientras Aly/Gabi continúa con el experimento, este le viene cada día más cuesta arriba: “Esta claro que la fobia social a la gordura existe y está empeorando. La gente actúa como si 10 Kg de más te convierten en un asqueroso desecho de la sociedad”. Cuando George y Ramona descubren la realidad de que la Gabi obesa en realidad es una Aly esbelta, se sienten traicionados, lo que ocasiona a nuestra protagonista confusión y dolor por haber hecho daño a sus amigos. Cuando todo parece finalizado y sin salida, Ramona pide a Aly que termine la película y que el vídeo se difunda, pues ella no ha hecho daño a nadie por ser gorda y callarlo, sería aceptarlo. Y este pensamiento de Aly resumen el camino de su experimento, donde ha descubierto las cualidades y la valía de las personas más allá de su apariencia física: “Lo que aprendí no fue sobre el peso, fue sobre la identidad. ¿Quién posee la tuya, la gente, tus amigos, tus padres,.. o tú?”.

Una película con mensajes más profundos de los que uno pueda intuir por su trama. El principal es la crítica al trato injusto y las actitudes negativas que enfrentan las personas con sobrepeso en la sociedad, prejuicios que pueden llevar al acoso, la exclusión y a la negación de oportunidades. Todo ello favorecido por la superficialidad de la cultura de la delgadez, esa presión social para ajustarse a un ideal de belleza único y restrictivo. El viaje de Alyssa es un poderoso ejemplo de cómo la experiencia personal puede generar empatía y comprensión hacia el dolor ajeno de aquellos que son marginados por su peso, comenzando a valorar a las personas por su interior en lugar de por su exterior. Porque esta película promueve la idea de que la verdadera belleza reside en la personalidad, la bondad, la autenticidad y la aceptación de uno mismo, independientemente del peso, lo que son pilares básicos para la felicidad. 

“Ser negro como yo” fue un libro con conciencia. Ser gorda como yo es una película con conciencia. Dos proyectos con conciencia necesarios. Está claro que la obesidad es una pandemia en nuestra población infanto-juvenil con graves riesgos para la salud en el transcurrir de la vida, pero debemos tener presente que la forma de mejorarlo es través de saber aunar la mejor evidencia científica y el respecto a las personas. 

 

miércoles, 28 de mayo de 2025

Bodas de plata de una gran sociedad, la AEPap

 

La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) está celebrando este año sus bodas de plata, es decir, sus 25 años de historia con el objetivo de mejorar la salud y la atención de la infancia y adolescencia a través de la reivindicación de la figura del pediatra de Atención Primaria, un entorno y una especialidad tantas veces maltratada por la administración y el propio sistema sanitario. 

En estas fechas, distintas notas de prensa realizan el recuerdo por aquellos que fueron sus presidentes y lideraron este camino: los inicios con el Dr. Josep Bras i Marquillas (2000-2002), la consolidación con el Dr. Juan Ruiz Canela (2002-2010) y la Dra. Begoña Domínguez Aurrecoechea (2010-2016), el empuje con la Dr. Concha Sánchez Pina (2016-2024) y el camino actual con el Dr. Pedro Gorrotxategi Gorrotxategi (2024- ). Es así que la AEPap se constituye en el año 2000 como una federación de asociaciones de pediatras que trabajan en Atención Primaria, de carácter científico y profesional, sin fines lucrativos. Actualmente representa a más de 4500 pediatras y otros profesionales sanitarios implicados con la infancia y adolescencia. Teniendo en cuenta que las plazas actuales de Pediatría en centros de salud son 6425, según los datos oficiales de 2018, la AEPap representa a la gran mayoría de pediatras de Atención Primaria. 

La AEPap se enmarca en la Asociación Española de Pediatría (AEP) desde 2004. Por tanto, la AEPap complementa el trabajo de la AEP y otras sociedades, asegurando que la voz de los pediatras de primera línea —quienes tienen contacto más cercano y prolongado con las familias— sea escuchada tanto en el ámbito científico como político-sanitario. Una tarea que ha compartido con la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) y de la que nos congratulamos. 

Estas bodas de plata son un homenaje que nos recuerda que la AEPap ha sido y es una pieza fundamental en el sistema sanitario español, no solo por su papel asistencial, sino también por su contribución a la formación, la investigación, la elaboración de normas clínicas y la incidencia en políticas públicas relacionadas con la infancia, de forma que su labor ha fortalecido la base del sistema de salud pediátrico, haciendo que la atención primaria sea más eficaz, accesible y centrada en las necesidades reales de los pacientes pediátricos y sus familias. 

Una de las grandes fortalezas de la AEPap es su web, donde está volcada toda su actividad a través de sus 18 grupos de trabajo, así como sus numerosos recursos:  
- GuíaABE  
- entre otros muchos. 

Asimismo, cabe recordar sus publicaciones, como la Revista de Pediatría Atención Primaria (revista primaria), FAPap (revista de formación continuada) y Evidencias en Pediatría (revista secundaria).  Y en el campo de la formación, el gran interés de sus Congresos de actualización AEPap , así como el pionero Curso práctico para residentes de Pediatría.  

Una actividad ímproba que hace de la AEPap una sociedad llena de vitalidad y empuje que tanto bien ha hecho a la pediatría española. 

Felices primeros 25 años… y que cumpláis muchos más con ese buen hacer.

lunes, 26 de mayo de 2025

Lo que no hay que olvidar en el acceso a la Historia Clínica Electrónica

 

En el acceso a las historias clínicas electrónicas (HCE) existen diversos temas legales cruciales que buscan equilibrar el derecho a la protección de datos y la confidencialidad del paciente con la necesidad de acceso para una atención sanitaria de calidad y otros fines legítimos. 

Como regla general, toda actuación sanitaria requiere el consentimiento previo y libre del paciente, después de recibir información adecuada sobre el procedimiento, sus riesgos y alternativas. Y el acceso a la HCE por parte de profesionales sanitarios se considera implícito en el consentimiento para la atención, pero debe limitarse a lo necesario para la asistencia del paciente. Así que en ciertos casos, como para investigación, docencia o acceso por terceros no directamente involucrados en la atención, puede ser necesario un consentimiento específico y por escrito del paciente. 

La Ley Orgánica de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales (LOPDGDD) y el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) establecen los principios y obligaciones para el tratamiento de datos de salud, considerados datos especialmente protegidos. Por tanto, todo profesional que acceda a la HCE está sujeto al deber de secreto y confidencialidad. Y los centros sanitarios deben implementar medidas técnicas y organizativas para garantizar la seguridad, integridad y confidencialidad de las HCE, evitando accesos no autorizados, pérdidas o alteraciones; y es fundamental mantener un registro de todos los accesos a la HCE para garantizar la trazabilidad y detectar posibles usos indebidos. 

Cabe no olvidar que el acceso indebido o la vulneración de la confidencialidad de las HCE pueden acarrear responsabilidades legales, tanto administrativas (sanciones económicas) como penales (delitos contra la intimidad y el secreto profesional). Y por ello los sistemas de HCE deben someterse a auditorías periódicas para verificar el cumplimiento de la normativa y detectar posibles vulnerabilidades. 

Por ello, cabe compartir el artículo que la revista del Colegio de Médicos de Alicante ha publicado recientemente con este mismo título que el post, “Lo que nunca hay que olvidar en el acceso a las historias clínicas”. Y nos da una serie de puntos a recordar. 

- RECORDAR que es un documento público de carácter confidencial existiendo muy pocas excepciones que permitan el acceso a la historia clínica del paciente. Los datos relacionados con la salud son considerados especialmente sensibles y por lo tanto están protegidos por la LOPDGDD, por el RGPD y por el Código Penal, entre otros ordenamientos. 

- RECORDAR que SOLO puede ver la historia clínica de un paciente, el personal directamente implicado en su atención médica, el personal sanitario que lo está tratando. Cualquier otro profesional de la salud que quiera tener acceso a la historia clínica de una persona, debe tener una causa justificada para hacerlo o la autorización del paciente. Excepciones: a) mediante orden judicial, dentro del ámbito de una investigación y siempre dentro de los límites de dicha investigación; b) cuando, por razones epidemiológicas, sea necesario acceder al historial clínico del paciente para prevenir riesgos o peligros graves para la salud pública; c) para la planificación y evaluación de la calidad de la asistencia sanitaria, siempre llevado a cabo por personal sanitario acreditado. 

- RECORDAR que el NO paciente, que es amigo, familiar y que quiere que veas algún dato de su historia clínica debe concederte una autorización y mejor si es por escrito o por WhatsApp. 

- RECORDAR que un facultativo, o cualquier otro profesional sanitario, no puede acceder a la historia clínica de un paciente por simple curiosidad, AUNQUE NO DIVULGE LOS DATOS. Acceder a la historia clínica de una persona a la QUE NO SE ESTÁ TRATANDO, no solo es contrario a la ética, también es un atentado contra la intimidad de la persona, que puede acarrear consecuencias legales graves. 

- RECORDAR que acceder sin consentimiento a la historia clínica es un DELITO con pena de prisión, que se puede cometer por acción u omisión (no cerrar las sesiones de las historias clínicas, dejar la tarjeta puesta). Los accesos no autorizados a las historias clínicas pueden ser castigados como: a) Delito de revelación de secretos, recogido en el Código Penal, en el artículo 197; b) Delito contra la intimidad personal; c) Dependiendo de la gravedad del caso, estos delitos están penados con penas de prisión y multas. 

- RECORDAR que se os puede incoar un EXPEDIENTE DISCIPLINARIO por infracción muy grave, pudiendo ser sancionada entre dos y seis años de suspensión de empleo y sueldo, aunque no se haya divulgado los datos. 

- RECORDAR que el régimen de infracciones y sanciones por incumplimiento de la normativa de protección de datos se contiene en los artículos 70 y siguientes de la LOPDGDD, que relaciona un buen número de conductas activas y omisivas constitutivas de infracciones. 

- RECORDAR que en el acceso a la historia clínica del menor de edad debemos diferenciar tres supuestos respecto a la autorización: a) Menores de 14 años: aquí serán los padres o tutores; b) Mayores de 14 años: corresponde tanto al menor como a sus padres o tutores, aunque la agencia de protección de datos en un informe jurídico ha entendido que es a los 16 años, siempre que el menor sea maduro; c) Mayores de 16 años: el sujeto es autónomo, mayoría sanitaria, y por tanto la autorización le corresponde al mismo. 

Aspectos legales todos ellos muy importantes para recordar en las historias clínicas, especialmente sensible en las HCE.

sábado, 24 de mayo de 2025

Cine y Pediatría (802) “Aftersun”, crema solar para una relación paterno-filial

 

Son muchas las óperas primas de directores y directoras de cine que causaron un gran impacto y llegaron a convertirse en películas de culto. Algunas ya las hemos tratado en Cine y Pediatría, y baste recordar títulos como Los cuatrocientos golpes (François Truffaut, 1959), El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973), Tasio (Montxo Armendáriz, 1984), Kids (Larry Clark, 1995), Las vírgenes suicidas (Sofía Coppola, 1999), American Beauty (Sam Mendes, 1999), Boys Don´t Cry (Kimberly Peirce, 1999), El bola (Juanma Bajo Ulloa, 2000), Ghost World (Terry Zwigoff, 2001), Hard Candy (David Slade, 2005), Pequeña Miss Sunshine (Jonathan Dayton, Valerie Faris, 2006), Adiós pequeña, adiós (Ben Afleck, 2007), Yo maté a mi madre (Xavier Dolan, 2009), Bestias del sur salvaje (Benh Zeitlin, 2012), Verano 1993 (Carla Simón, 2017), Carmen y Lola (Arantxa Echevarria, 2018), Cinco lobitos (Alauda Ruiz de Azúa, 2022), 20.000 especies de abeja (Estibaliz Urresola Solaguren, 2023), entre otras. Y hoy llega otra ópera prima, considerada por algunos como una película de culto en el cine independiente británico, Aftersun (Charlotte Wells, 2022), conmovedora carta de amor y reconciliación de una hija a su padre en unas vacaciones pasadas en la costa de Turquía en la década de los 90. Con una puesta en escena sutil, una estructura narrativa fragmentada (donde se combina grabación profesional e imágenes de video casero de nuestros protagonistas, lo que la hace más real) y un trabajo actoral conmovedor, la directora construye una historia que resuena de manera íntima con quienes alguna vez han intentado reconstruir momentos del pasado. 

A la costa del mar Egeo, en la ciudad turca de Ayvalik, y a un complejo turístico de poco lujo, llegan la adolescente escocesa de 11 años, Sophie (Francesca Corio, seleccionada tras un casting de más de 800 jóvenes), y su padre, Calum (Paul Mescal, en una interpretación que fue muy premiada, incluyendo la nominación a mejor actor en los Premios Óscar). Y ese recuerdo de hace dos décadas lo rememora una Sophie adulta (Celia Rowlson-Hall) que nos aparece de forma recurrente bailando en lo que parece ser una discoteca. Sophie, que vive separado de su padre, le dice: “Me gusta que compartamos el mismo cielo”. A través de una serie de videos caseros, Sophie rememora los tiernos recuerdos de las vacaciones junto a su idealista padre, lo que le permite ir conformando las memorias (reales o imaginarios) de aquel mundo a su alrededor: tiempo de piscina, de juegos de billar, de visita a tiendas de alfombras, de mar, de ajedrez, de excursiones contratadas, de karaoke, de crema antisolar,… Y es que el guion, de la propia Charlotte Wells, está compuesto de su propia infancia y el ajuste de cuentas pendientes con su padre. 

La película es un retrato sensible y conmovedor de la relación entre un padre y una hija en el que las imágenes hablan por sí solas. Y ello con ángulos de cámara imposibles, desenfocados a veces, y esas tomas debajo del agua, aderezados con canciones de aquel verano que transitan entre el inevitable “Macarena” de Los del Río al “Losing My Religion” de R.E.M., concluyendo con esa última noche en el resort al ritmo de “Under Pressure” de David Bowie y Queen. Y en esos días de verano vacacional aparecen las confesiones del padre: “Tengo la sensación de que cuando te vas del lugar donde creciste, ya no formas parte de este sitio. No del todo. Y Edimburgo nunca sentí que era de allí realmente”. Y los consejos a su hija: “Puedes vivir donde quieras. Ser quien quieras. Tienes tiempo”. Y aquella nota guardada: “Sophie, te quiero mucho. Lo olvides nunca. Papá”. 

En Aftersum es clave la naturalidad en la interpretación de Paul Mescal y Francesca Corio. Se cuenta que pasaron dos semanas juntos en un hotel resort antes de comenzar el rodaje, permitiéndoles construir un vínculo auténtico que se refleja en pantalla. Y también destaca la excelente dirección de fotografía de Gregory Oke, que captura la calidez de los recuerdos con una luz tenue y texturas de video que evocan la sensación de mirar un fragmento del pasado atrapado en el tiempo. Con una sensibilidad casi etérea, no es solo una historia de un padre y una hija, sino un retrato de la memoria en su forma más elusiva y narrada de forma fragmentada, lo que nos aproxima a ese recuerdo desdibujado por el paso del tiempo. 

Una relación padre-hija en el séptimo arte con la sensibilidad de lo “indie”, y que se suma a otras películas con esta misma temática bajo distintos primas del caleidoscopio emocional - por cierto, algunas también óperas primas de sus directores -: Luna de papel (Peter Bogdanovich, 1973), Todo está perdonado (Mia Hansen-Löve, 2007), Magical Girl (Carlos Vermut, 2014) o La princesa de la fila (Max Carlson, 2019).    

 

miércoles, 21 de mayo de 2025

Comienza el curso de Continuum "Abordaje del paciente con enfermedad metabólica y mitocondrial"

 

En breve comienza un nuevo curso de Continuum: "Abordaje del paciente con enfermedad metabólica y mitocondrial", un curso coordinado por la Sociedad Española de Errores Innatos del Metabolismo. 

Este curso proporcionará al alumno conocimientos básicos para la atención de los pacientes afectos de errores innatos del metabolismo (EIM). 

Los objetivos del curso son: 
 - Adquirir mayores conocimientos sobre los EIM, tanto de patologías incluidas en el cribado neonatal como las de diagnóstico tardío. 
- Dar a conocer los protocolos terapéuticos de los EIM más frecuentes. 
- Evitar descompensaciones metabólicas y, con ello, evitar ingresos 

Y estos serán los capítulos que se van a tratar: 
- Fenilcetonuria 
- Hiperamoniemia. Enfermedades ciclo de la urea (TCU) 
- Acidosis metabólica. Acidemias orgánicas y enfermedades mitocondriales 
- Fallo hepático. Galactosemia, tirosinemia tipo 1 e intolerancia hereditaria a la fructosa (IHF) 
- Enfermedades de depósito lisosomal: mucopolisacaridosis 
- Casos clínicos: enfermedad Pompe clásica y enfermedad de Wolman, importancia del diagnóstico precoz 

El curso comienza el 22 de mayo de 2025 y estará en activo hasta el 17 de julio. Un curso tutorizado en cada una de las siete unidades didácticas. 

Toda la información e inscripciones en la página web de Continuum. Os esperamos... 

lunes, 19 de mayo de 2025

Celebramos las 800 entradas de Cine y Pediatría en el blog




Mañana, martes 20 de mayo, tendrá lugar la presentación de Cine y Pediatría 14. Y, como todos los números y todos los años, se celebrará en el contexto del Festival Internacional de Cine de Alicante, que este año llega a su XXII edición. 

Y este acto acaba de coincidir con la efeméride que celebramos de haber llegado hace una semana a publicar la entrada (o post) número 800 de Cine y Pediatría. Lo que implica 800 sábados seguidos - sin fallar uno desde aquel lejano 9 de enero de 2010 donde todo empezó - publicando un post al respecto. 

Y como es costumbre, celebramos en este blog cada centena. Lo hicimos con las primeras 100 entradas de Cine y Pediatría con un recopilatorio de las películas comentadas hasta entonces Y, a partir de entonces, intentamos que a efeméride de un nuevo centenar coincida con alguna película especial. Y esta es la relación hasta ahora:  

- Celebramos la entrada 200 con una película muy especial, la francesa La vida de Adéle (Abdallatif Kechiche, 2013), ese vértigo a que nos enfrenta el primer amor.  

- Celebramos la entrada 300 con otra película muy especial también, una película documental que contiene unas imágenes tan duras que pueden herir la sensibilidad del espectador, imágenes de una realidad injusta que todos conocemos, el conflicto de Siria: Sylvered Water, Syria self-portrait (Ossama Mohammed y Wiam Simav Berdixan, 2014) nos despierta de ese posible estado de anestesia moral permanente en que caemos.  

- Celebramos la entrada 400 y lo hicimos con una pequeña gran joya como es la película belga Aves de paso (Olivier Ringer, 2015), un conmovedor cuento iniciático que habla sobre la amistad, la sobreprotección de los progenitores, la discapacidad, la superación de los límites o la necesidad de libertad de niños y niñas.  

- Celebramos la entrada 500 con otra película emblemática, en este caso el film danés Pelle el conquistador (Bille August, 1987), un bello poema fílmico para acercarnos al desarraigo y la tierra prometida  

- Celebramos la entrada 600 con la película estadounidense Más allá de las palabras (Anthony Fabian, 2013), una inspiradora película sobre una historia real, lo que le da un valor añadido, especialmente para los pediatras que conocemos la importancia de la humanización en nuestra profesión.  

- Celebramos la entrada 700 y lo hicimos con una revisión de la figura del director japonés Yasujiro Ozu, un perfeccionista que combinó el blanco y negro y el color, el cine mudo y el sonoro, un firme defensor de la cámara estática y las composiciones meticulosas, un artista cuya obra influyó en directores como Jim Jarmusch, Wim Wenders, Aki Kaurismäki o Hou Hsiao-Hsien. 

- Y acabamos de celebrar la entrada 800 con la Trilogía de Apu del director indio Satyajit Ray constituida por tres películas en blanco y negro, basadas en las novelas autobiográficas de Bibhutibhushan Bandyopadhyay: Pater Panchali (La canción del camino) (1955), Apajarito (El invencible) (1956), y Apur Sansar (El mundo de Apu) (1959). Una de las más bellas metáforas visuales que haya regalado el séptimo arte a ese ciclo de la vida que transcurre por la infancia, juventud y madurez.

Y por ello he querido elegir esas películas para conmemorar un hito más en Cine y Pediatría, y es que hemos llegado a la séptima centena de entradas en el blog. Nos seguiremos viendo (y leyendo) cada sábado... 
 

 

sábado, 17 de mayo de 2025

Cine y Pediatría (801) “Hijo de Caín”, jaque mate a la maldad

 

Los personajes de Caín y Abel, los dos primeros hijos de Adán y Eva, cuya historia es narrada en el libro del Génesis, no solo es un relato del primer asesinato, sino una alegoría sobre la naturaleza humana (Caín representa la inclinación hacia los celos, la ira y la violencia, mientras que Abel representa la bondad, la humildad y la fe), la elección entre el bien y el mal, así como el pecado y sus consecuencias dentro de la compleja dinámica de las relaciones familiares. Y esta aproximación bíblica nos introduce en la película Hijo de Caín (Jesús Monllaó, 2013), en lo que fue su ópera prima en el largometraje (y hasta el momento la única película que ha dirigido) y que adapta la novela “Querido Caín”, de Ignacio García-Valiño. 

La historia nos presenta a Coral (María Molins) y Carlos (José Coronado), un matrimonio muy bien acomodado que atraviesa una crisis familiar provocada por su hijo Nico (David Solans), un inquietante adolescente superdotado y obsesionado con el ajedrez, que manifiesta un comportamiento poco sociable con su entorno en general y con su padre en particular, con el que prácticamente no tiene ningún tipo de comunicación. Esta situación preocupa a sus padres, que incapaces de resolver el conflicto y alarmados por la escalada de agresividad que comienza a mostrar Nico deciden contratar a un psicólogo icomo última alternativa para ayudar al hijo y evitar enviarlo a un internado. Julio (Julio Manrique), el psicólogo, usará el ajedrez como eje de su terapia, una apuesta arriesgada donde Julio se lo jugará todo convencido de su capacidad para bucear en el interior de Nico y descubrir el origen de su conducta. 

En una de las primeras escenas vemos que Nico tiene en sus manos el libro “El pequeño tirano” de Raymond Gibson, en donde nos acerca al conocido como Síndrome del emperador, la manera en que se define a aquellos hijos que se comportan de forma tirana con sus padres, desafiando su autoridad, exigiendo constantemente y, en algunos casos, siendo agresivos; un síndrome que se caracteriza por una falta de empatía, poca tolerancia a la frustración y una tendencia a dominar la dinámica familiar. Algo que veremos que no será ajeno a nuestro protagonista y por ello los a madre le dice a su marido: “Carlos, Nico no es normal”, a lo que el padre responde: “Tiene 14 años. A ese edad ningún chico es normal”. Pero una serie de hechos hacen más disruptiva la situación en la familia y en las clases, hasta el punto que el director del colegio expresa a sus padres. “Ya era muy extraño de pequeño. Ahora es muy extraño y muy mezquino”

Es en ese momento cuando aparece Julio, y este se intenta ganar la confianza de Nico con una afición común de ambos por el ajedrez. Y así le explica Julio a Nico: “El 11 de mayo de 1997 un ordenador de IBM ganó al campeón del mundo de ajedrez. De seis partidas, el ordenador, que se llamaba Deep Blue, ganó tres y empató una. Aquello fue el final de una época. Hasta ese día se consideraba que el ajedrez era una mezcla entre arte y deporte, una cuestión de inteligencia, de memoria y de talento… Pero la IBM desmanteló Deep Blue y nunca permitió que volviese a jugar. Tenían miedo, miedo al talento”, pues él también fue un gran jugador de ajedrez antes de abandonarlo. Y ajedrez y psicología se unen en la trama, también con la aparición de la niña Laura (Abril García), nueva campeona de España de ajedrez. Y poco a poco Nico y Laura se transforman a ritmo de enroque, apertura española, gambito de dama y defensa siciliana en nuestros modernos Caín y Abel. 

Pero la maldad de nuestro Nico/Caín también se extiende a su familia, y difama a su padre bajo la sospecha de una actitud incestuosa con su hermana pequeña. Pero es algo que conviene no desvelar al espectador por los giros de guion de este thriller en lo que es un jaque mate a la maldad que nos demuestra este adolescente superdotado con una fascinación inquietante por el ajedrez y una personalidad compleja y enigmática. 

Porque Hijo de Caín es una película dura en la que el espectador asiste a la progresiva aniquilación de todos los personajes. Si en la película estadounidense En busca de Bobby Fisher (Steven Zaillian, 1993) el niño prodigio del ajedrez, Joshua Waitzkin, nos regala un jaque mate a la inocencia, en la película española Hijo de Caín, nuestro Nico nos ofrece un jaque mate a la maldad. Un personaje con rasgos psicópatas que nos acerca al Niles de El otro (Robert Mulligan, 1972), al Dan de la película estadounidense El niño que gritó puta (Juan José Campanella, 1991), pero sobre todo al Kevin adolescente de la película británica Tenemos que hablar de Kevin (Lynne Ramsay, 2011). Porque a veces se nos refiere que la infancia es al hombre y la mujer lo que el paraíso originario es a la sociedad actual, una época en la que no existía la maldad. La vigencia del mito de la infancia bondadosa es indiscutible y el cine se refiere a los niños casi siempre bajo la óptica que hace de ellos el reservorio de los valores más excelsos, lo cual no es óbice para que resulten la mayoría de las veces violentados por los adultos, quienes encarnan de este modo la esencia del mal. Pero no siempre es así, y películas como las referidas también nos recuerdan que el mal puede acantonarse en la infancia y  adolescencia.