sábado, 3 de febrero de 2024

Cine y Pediatría (735). “Maria Montessori”, una vida dedicada a un método educativo para la infancia más necesitada

 

En nuestra entrada de la semana pasada comentamos la película alemana El profesor Bachmann y su clase, y también recordamos el nombre de algunos maestros “de cine”, algunos reales, la mayoría ficticios. Pero hoy vamos a hablar de la historia de una pedagoga que creó un método docente, una mujer italiana nacida en el último cuarto del siglo XIX con una vida extraordinaria, ella que también fue médica, filósofa, humanista, activista feminista y sufragista italiana, además de devota católica. Hablamos de María Tecla Artemisia Montessori, más conocida como María Montessori.  

Y vamos a utilizar para ello lo que el cine nos ha dibujado. Y lo ha realizado a través de dos películas: la primera italiana, María Montessori (Maria Montessori - Una vita per i bambini, Gianluca Maria Tavarelli, 2008), el biopic para la televisión dividido en dos partes e interpretado por Paola Cortellesi; la segunda francesa, María Montessori (La nouvelle femme, Léa Todorov, 2023), interpretado por Jasmine Trinca. Y ambas historias se acercan al proceso de creación de un revolucionario método educativo para trabajar con los llamados entonces como "niños deficientes" y que años después se convertirá en una de las pedagogías mejor valoradas en todo el mundo: el Método Montessori. Y entre ambas películas podemos delinear su historia, dos films de gran valor histórico y educativo que bien vale prescribir. 

Nacida en 1870 en Chiaravalle, pequeña población de la provincia de Ancona, se trasladó a Roma junto a su familia en la adolescencia para tener acceso a una mejor educación. A los 14 años comenzó a estudiar ingeniería, después se apasionó por la biología y, finalmente, fue aceptada en la Facultad de Medicina de la Universidad de Roma “La Sapienza”. Años más tarde, en una época en la que las mujeres solo estudiaban magisterio, se convirtió en una de las primeras mujeres en obtener un título de Medicina en Italia, con solo 26 años. “Eres la primera mujer que va a cruzar esa puerta”, le dice su madre el primer día de ingreso en la Facultad de Medicina, cuando el techo de cristal era la norma.

Poco después se interesó por la antropología e hizo un doctorado en filosofía. Además, incursionó en uno de los primeros cursos de psicología experimental, a partir del cual se animó a desarrollar su propia clasificación de las enfermedades mentales. Por ese tiempo también tuvo a su primer hijo, Mario Montessori, fruto de un amor fallido con el profesor de psquiatría Guiseppe Montesano y que tuvo que ser criado por una familia apartada del foco mediático del momento. Algo que marcaría la vida de María y su mayor paradoja: ella que tuvo una vida dedicada a la infancia, no pudo cumplir bien su papel de madre, pues tiene que ocultar su parto y maternidad a los ojos de una sociedad que no perdonará su embarazo como mujer soltera. Y el biopic italiano se centra bastante en este drama que vivió esta extraordinaria mujer que educó con pasión a miles de niños, pero no pudo hacerse cargo de su propio hijo. 

Fue precisamente en ese período tan complejo de su vida cuando comenzó a trabajar con niños con alteraciones mentales, quienes le sirvieron de inspiración para crear años más tarde su famoso método de educación infantil. Y plantea que a esos niños con problemas, más que curarles, hay que educarles para que sean felices. Porque Montessori se dio cuenta de las potencialidades que tenían y todo lo que podían llegar a conseguir si los adultos le brindaban la oportunidad de crecer y desarrollarse por sí solos: “Estos niños solo fueron privados de los estímulos adecuados, de un método pedagógico pensado para ellos. Si nos dan la posibilidad de seguirlos, pueden hacer grandes progresos. Pueden aprender a leer y a escribir como los niños normales”. Y sacó a estos niños de los manicomios donde andaban recluidos y sin estímulos, con esa heroicidad de enseñar a menores con grandes dificultades, como ya lo hicieran Anna Sullivan en El milagro de Anna Sullivan (Arthur Penn, 1962), Jean Itard en El pequeño salvaje (François Truffaut, 1969), o la hermana Marguerite en La historia de Marie Heurtin (Jean-Pierre Améries, 2014).    

Se trasladó a Londres y París para estudiar nuevas metodologías y, a su regreso a Roma, fundó en 1907 la primera Casa dei Bambini, un lugar donde los niños tenían la oportunidad de aprender con sus innovadores métodos de enseñanza. El objetivo del proyecto consistía en adaptar ese espacio para procurar una vida mejor a los niños del barrio como parte del proceso de rehabilitación del mismo. Sin embargo, María Montessori también se propuso el objetivo pedagógico de educar a esos niños para que pudieran desarrollar todo su potencial. Su metodología no tardó en hacerse eco a nivel mundial y, en 1909, Montessori publicó su obra fundamental sobre la pedagogía científica aplicada a la educación infantil “Il método della pedagogía científica applicato all educazione infantil nelle case dei bambini”, que luego sería traducida a varios idiomas. Y así lo explica en alguna escena de la película: “Debemos ayudar al niño a actuar por sí solo. A querer por sí solo. A pensar por sí solo. El niño que encierra en sí el secreto de nuestra naturaleza, debe convertirse en nuestro maestro”. 

A partir de ese momento María Montessori se dedicó a dictar conferencias, organizar cursos de formación y participar en congresos donde estableció nuevos contactos con otros profesionales de la enseñanza. Tras el estallido de la Primera y Segunda Guerra Mundial, la familia Montessori se vio obligada a residir en diferentes países europeos, primero Barcelona, luego Países Bajos y, más tarde, India, desde donde Montessori continuó con sus trabajos en la enseñanza infantil. Tras el fin del conflicto, la familia volvió a los Países Bajos, donde María Montessori continuó llevando a cabo cursos y conferencias en distintas partes de Europa. Y aunque a Montessori se la relacionó en un principio con el dictador Benito Mussolini, nada más lejano a su método y a su papel posterior de activista. Y ese activismo y compromiso se mantuvo hasta su fallecimiento a los 82 años. 

Es difícil resumir los principios de la educación Montessori, pues más que un método se trata de una filosofía sobre la crianza y el desarrollo infantil. Sin embargo, existen algunas cuestiones fundamentales que podemos resumir en estos 10 principios de la educación Montessori sobre el aprendizaje y el desarrollo infantil: 

1. Aprendizaje a través del autodescubrimiento. Porque uno de los principios básicos de la metodología Montessori se basa en la libertad de los niños para descubrir su entorno a través del movimiento, la experimentación y la manipulación. Una manera sencilla con la que no solo adquieren habilidades indispensables para su desarrollo físico y motor, sino con la que además desarrollan su cognición y aprenden a proponerse objetivos. 

2. Libertad de elección de los niños. De forma que los adultos deben permitir a los pequeños tomar un rol más activo en su aprendizaje y estimular su capacidad de decisión, lo que les ayudará a convertirse en personas más independientes y autónomas, así como dirigir su atención a las cosas que realmente les importan. Una manera de ayudarles a encontrar su propio camino y a estimular su motivación intrínseca. 

3. Respeto ante todo, respeto hacia todas las personas, independientemente de su edad. Eso implica reconocer que cada niño tiene una forma única de ser y aprender que debe ser respetada por los adultos, lo que resulta una manera sencilla de reforzar la autoestima y la seguridad en los más pequeños y de enseñarles a convertirse en personas más tolerantes y respetuosas con quienes les rodean. 

4. Intereses como base del aprendizaje. Porque cuando les interesa lo que están aprendiendo, se concentran más, se motivan a profundizar en el contenido y comprenden mejor los conceptos. La educación Montessori es partidaria de permitir a los niños elegir el contenido que quieren aprender y darles rienda suelta para que decidan su propio programa formativo. 

5. Aprendizaje colaborativo. Porque la interacción representa una parte fundamental del proceso de aprendizaje, de manera que promueve la formación de entornos con pocos niños, pero de diversas edades. Y esto les enseña a ser más tolerantes, respetuosos y solidarios con las personas de su entorno. 

6. Motivación intrínseca como agente impulsor del aprendizaje. A diferencia de la educación tradicional, la metodología Montessori no trabaja con premios o castigos, ni recompensas externas, sino que fomenta la motivación intrínseca por el aprendizaje. Es decir, incentiva a los niños a trabajar y aprender no por los logros o resultados que puedan conseguir con ello, sino por la satisfacción que les reporta. 

7. De lo concreto a lo abstracto. Porque en la educación Montessori la elección de los materiales es un elemento fundamental para el aprendizaje infantil, siendo clave la manipulación y experimentación con los materiales de su entorno. Es precisamente a través de los materiales que los niños se forman una idea del mundo que les rodea y aprenden los conceptos en la práctica antes de llevarlos al plano de lo abstracto. 

8. Entorno preparado y organizado. En la educación Montessori el entorno no solo debe estar bien limpio y ordenado para permitir a los niños interactuar libremente, sino que debe ser estéticamente atractivo y contar con elementos naturales que cautive la atención de los más pequeños. 

9. Orden en el ambiente y la mente. El orden cobra un papel fundamental en la educación Montessori, porque contar con un orden adecuado en el uso de los materiales y las actividades no solo ayuda a conferirle una secuencia lógica al proceso de aprendizaje, sino que contribuye a que los niños se organicen mentalmente. 

10. Los niños como participantes activos. En la práctica son los propios niños quienes gestionan su aprendizaje a partir de los medios educativos que los adultos les facilitan. Según esta metodología, tanto los educadores como los padres deben asumir un rol pasivo en la crianza infantil, limitándose a ser simples guías o facilitadores. 

Y solo por esos 10 principios que vamos a ir descubriendo en las películas, considero que son dos films interesantes para los educadores y padres. Y ello para visualizar la vida y obra de esta mujer que se formó como médico, y dedicó su vida no a curar el alma y el cuerpo de la infancia a través de su innovador sistema docente. Y María Montessori solía decir: “Estudié a mis niños y ellos me enseñaron como enseñarles”. Y hasta tres veces estuvo nominada al Premio Nobel de la Paz. Y en esta frase de su más conocida biógrafa, Cristina De Stefano, se resume su legado: “Sigmund Freud descubrió el inconsciente, Albert Einstein descubrió la relatividad y María Montessori descubrió al niño”.

 

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