miércoles, 23 de abril de 2014

Viaje al corazón de uno mismo


Hoy, Día del Libro (y también el Día de mi querida Castilla y León), rememoro en esta entrada una reflexión sobre los médicos escritores y los escritores médicos. Y me baso en las reflexiones de un amigo salmantino (Fernando A. Navarro) y en dos de sus escritos: su Discurso de ingreso en la Asociación Española de Médicos Escritores y Artistas (ASEMEYA), de donde recogemos el título de la entrada de hoy, y un artículo publicado en Dendra Médica, de aconsejable lectura. 

"La necesidad de interesarse por todo lo humano para poder ejercer de forma óptima su profesión; la afluencia de jóvenes con vocación literaria a las aulas de medicina por presiones familiares o motivos económicos, si , pero también atraídos por el afán de penetrar las verdades más profundas de la vida o por la romántica imagen del médico entregado al prójimo; el contacto íntimo y constante con el ser humano en su más absoluta desnudez y con las experiencias vitales más intensas; el imperativo vital de evasión reparadora, catártica o transcendental ante una vida cuajada de dolor y desesperación: todas ellas son razones de peso capaces de explicar, por separado y más aún conjuntamente, la abundancia de médicos que han cultivado la creación literaria desde la Antigüedad clásica hasta la actualidad"

Y en los textos se plantean dos preguntas: 

- ¿Por qué estudian medicina los escritores? Presiones familiares, motivos económicos, afán de saber, imagen romántica de la medicina, etc. 

- ¿Por qué escriben los médicos? Contacto humano (contacto vital, contacto con la miseria, contacto íntimo, la medicina escuela literaria), evasión (evasión simple y pura, evasión catártica, evasión trascendental) u otros motivos. 

En España fueron escritores médicos Mateo Alemán, Pío Baroja o Luis Martín Santos y fueron médicos escritores, Santiago Ramón y Cajal, Gregorio Marañón o Juan Antonio Vallejo-Nájera. Pero también ocurre en cualquier lugar del mundo: en el Reino Unido nos encontramos a John Keats, Henry Vaughan, Arthur Conan Doyle o William Somerset Maugham, en Francia a François Rabelais o George Duhamel, en Alemania a Friedrich Shiller o Gottfried Benn, en Portugal a Miguel Torga o Antonio Lobo Antunes, en Brasil a Manuel de Almeida o Alberto de Oliveira, en México a Manuel Acuña o Mariano Azuela, en Rusia a Antón Chéjov o Mijail Bulgákov, etc. 

Sea como sea, la escritura (y la lectura) nos acerca a lo humano. Y lo humano es esencia de la medicina. Y con la escritura disponemos de ayuda para realizar el viaje al corazón de uno mismo... y de los demás. Sí, el Discurso de ingreso de Fernando A. Navarro en ASEMEYA, allá por el año 1999, tuvo el mismo título que hoy damos a este post. Y, en breve, con "Cine y Pediatría" daremos el Discurso de ingreso en ASEMEYA... y, casi sin querer, nos uniremos a ese dilema de médicos escritores o escritores médicos. 

Bendito sea el dilema, los libros y el buen uso del idioma y del lenguaje. ¡¡ Feliz Día del Libro !!

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