sábado, 22 de marzo de 2014

Cine y Pediatría (219). "Las aventuras de Zachary Beaver",… el peso de la vida


“Globesidad” es un neologismo creado hace unos años para describir la situación actual que vivimos en el siglo XXI y en el primer mundo con la epidemia de obesidad. Obesidad (y sobrepeso) que comienza mayoritariamente en la infancia y adolescencia, y que se prolonga al adulto. Este es una patología que los pediatras (y todos los profesionales de la sanidad) conocemos bien, hasta el punto de que se ha constituido en la forma más habitual de malnutrición en nuestra práctica clínica. 

En España (y en el considerado primer mundo) la obesidad infanto-juvenil es un reto prioritario de salud pública en el siglo XXI, y esto por sus consecuencias a corto, medio y largo plazo. Una alimentación y nutrición adecuadas son importantes en todas las etapas de la vida, pero particularmente durante la infancia, así como el buen hábito del deporte y de la actividad física. Prevenir la obesidad desde temprana edad es prevenir todos los problemas que se asocian en el plano físico, psíquico y social. 

Hay un buen número de películas en el que la obesidad se constituye en tema puntual o relevante dentro del guión, películas en las que, acorde con su género cinematográfico, abordan la obesidad desde perspectivas diferentes. Entre ellas podemos enumerar: Sugar Baby (Percy Adlon, 1985), Léolo (Jean-Claude Lauzon, 1992), La muerte os sienta tan bien (Robert Zemeckis, 1992), ¿Quién ama a Gilbert Grape? (Lasse Hallström, 1993), El Profesor Chiflado (Tom Shadyac, 1996), Happiness (Todd Solondz, 1998), Réquiem por un sueño (Darren Aronofsky, 2000), El diario de Bridget Jones (Sharon Maguire, 2001), Amor ciego (Bobby y Peter Farrelly, 2001), Las mujeres de verdad tienen curvas (Patricia Cardoso, 2002), Comme une image (Agnes Jaoui, 2004), Malos hábitos (Simón Bross, 2006), Pretendiendo (Claudio Dabed, 2006), Hairspray (Adam Shankman, 2007), Norbit (Brian Robbins, 2007), Precious (Lee Daniels, 2009), Paul Blart: Superpoli de centro comercial (Steve Carr, 2009), Bluberrella (Uwe Boll, 2011), etc. 
Y algunas pocas abordan en la película el tema de la obesidad con un carácter claramente argumental, y entre las que destacamos tres: la película estadounidense Super Size Me (Morgan Spurlock, 2004), una película documental al mejor estilo USA, y donde Spurlock se convierte en un chico malo con un estilo de denuncia similar a Michael Moore; la española Gordos (Daniel Sánchez Arévalo, 2009), comedia dramática sobre los excesos y las carencias de la vida, sobre la supervivencia en el más amplio sentido de la palabra alrededor de un grupo de terapia de personas con problemas relacionados de obesidad; y la estadounidense Terri (Azazel Jacobs, 2011), sobre un adolescente inadaptado con obesidad mórbida y que merecerá una entrada especial en su momento. 

Entre las películas puntuales y argumentales sobre la obesidad, se encuentra una rara avis, quizás catalogable como película relevante sobre este tema, pero relevante sobre todo por ser una fábula sobre el sentido de la vida con un niño con obesidad mórbida como leitmotiv. Hablamos de Las aventuras de Zachary Beaver (John Schultz, 2003), película basada en la novela “When Zachary Beaver Came to Town” de Kimberly Willis Hot, ganador del National Book Award, uno de los premios literarios más prestigiosos de Estados Unidos. 

Una película sencilla, amable, reflexiva…que uno ve con agrado por el trato que da a temas clave sobre la vida y que es de esas películas recomendables para ver en familia. Y es que Zachary Beaver (Sasha Joseph Neulinger), "el chico más gordo del mundo", llegó a la pequeña ciudad de Granger (Texas) en su camión circense, decorado con luces de colores, todo un espectáculo. Toda la ciudad se reúne para observar con atención a Zachary, entre el asombro y la repulsa por esa obesidad mórbida que es motivo de espectáculo. 
Y es así como Toby (Jonathan Lipnicki) y su mejor amigo Cal (Cody Linley) quedan prendados de Zachary y, como, poco a poco, descubren que es mucho más que un chico con sobrepeso y con aptitudes circenses, porque descubren la vulnerabilidad que esconde tras su robusta apariencia exterior este chico que no tiene padres y tampoco amigos. Y entre los tres se establece una fuerte amistad y así es como esa extraña relación se transforma en un maravilloso viaje que transcurre en un verano que va a cambiar sus vidas: “La vida de Zachary cambiaría, como la mía y la de Cal. Habíamos descubierto algo: no existe lo “normal”. Pero al ayudarnos, puede suceder lo “extraordinario”

Porque el verdadero peso de esta película no es el físico, sino el moral, ese peso que pasa por la vida de unos niños y cuesta entender: el abandono del hogar de un madre en busca de su proyecto de vida, la pérdida de un hermano mayor en una guerra que no es la suya, los primeros amores no entendidos, etc. 

Las aventuras de Zachary Beaber es una película entre la realidad y la ficción, que permite revisar temas familiares en familia, aunque nos quede la duda de si Zachary Beaver es o no el niño más gordo del mundo.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Crees que es adecuada para que la vean dos niños de 9 y 12 años? No encuentro la clasificación por edades. Gracias (una colega valenciana)

Javier González de Dios dijo...

Si, la pueden ver niños entre 9 y 12 años. Como bien se conoce, siempre mejor acompañados de adultos para que puedan preguntar lo que puedan no entender. Un saludo. Javier