sábado, 30 de octubre de 2021

Cine y Pediatría (616): “Déjame caer”, el réquiem por el sueño islandés

 

Me encuentro ahora enganchado a la serie televisiva islandesa Atrapados, en donde su director principal, Baltasar Kormákur, nos atrapa con su guion y con ese particular personaje que es la naturaleza del “país del hielo”, Islandia. Esta serie es un ejemplo más del cine noir nórdico que ha puesto de moda en películas y series que llegan de Dinamarca, Noruega, Suecia, Finlandia e Islandia. Películas como Aurora boreal (Leif Lindblom, 2007), La isla de los olvidados (Marius Holst, 2010), Headhunters (Morten Tyldum, 2011), Misericordia-Los casos del Departamento Q (Mikkel Nørgaard, 2013), o la trilogía Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres (Niels Arden Oplev, 2009), La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (Daniel Alfredson, 2009) y La reina en el palacio de las corrientes de aire (Daniel Alfredson, 2009). Y series como Forbrydelsen, El puente-Bron o Borgen

En Cine y Pediatría ya pudimos revisar un par de películas que nos dejó helados, difíciles de olvidar, como la sueca Déjame entrar (Tomas Alfredson, 2008) o la danesa La caza (Thomas Vinterberg, 2012). Bienvenida sea esta moda para conocer las filmografías de estos países septentrionales tan diferentes socialmente a nuestra cultura mediterránea. Un ejemplo muy apreciado es Islandia, ese país insular tan peculiar. En Cine y Pediatría ya hemos podido compartir dos películas: Sparrows-Gorriones (Rúnar Rúnarsson, 2015) y Heartstone, corazones de piedra (Guðmundur Arnar Guðmundsson. 2016).   Y hoy llega una película que se han convertido en uno de los éxitos más taquilleros de la historia del cine islandés: Déjame caer (Baldvin Zophoníasson, 2018), una cruda película sobre el terrible viaje hacia el infierno de las drogas de una adolescente de clase media-baja en un país como Islandia, considerado como el paraíso del bienestar social. Un conmovedor drama sobre la generación oculta de adolescentes toxicómanos en la Reikiavik actual en una película áspera, no fácil de mirar y que pone contra las cuerdas al espectador: adolescencia, adicción, sexo, realismo sucio, autodestrucción, vileza, soledad. Una película, pese a su crudeza, tan real que debería proyectarse en institutos, porque son muchas las emociones, reflexiones y enseñanzas que se derivan, pese a que sea un cine que nos sigue dejando helados. 

“Dedicado a la memoria de Sissu y Krístin Gerdar”. Comienza con estas palabras (porque está basada en una historia real) y con una velada escena muy dura durante los títulos de crédito, que ya nos pone en la pista de qué tipo de película vamos a ver, de nuevo frente al gélido cine islandés. Porque nunca es fácil cuando se trata de la adicción a estupefacientes de jóvenes, un tema que las filmografías han dado enfoques diferentes como en Drugstore Cowboy (Gus Van Sant, 1989), Trainspotting (Danny Boyle, 1995) o Beautiful Boy. Siempre serás mi hijo (Feliz Van Groeningen, 2018). Pero cuyo culmen cabe encontrarlo en Réquiem por un sueño (Darren Aronofsky, 2000), película que nos traslada a la desazón del mundo de las adicciones con esa comunión de imagen y sonido, donde el británico Clint Mansell nos regala una música de culto de enorme carga dramática, puro “leitmotiv”.  

Magnea, de 15 años, vive entre las nuevas familias de unos padres divorciados y comprensivos. La compañía y atracción por Stella la separa de su familia y de su instituto, sumergida en una oscura red de anuncios de sexo para pederastas a los que luego atracan y con cuyo dinero se abastecen de estupefacientes. Trafican inicialmente con Ritalin (metilfenidato) y en ella todo comienza con una primera aplicación en vena cubital. A partir de aquí comienza una espiral cuya salida es un tobogán de infelicidad propia y ajena. Porque es conocido que las vivencias de la adolescencia pueden conllevar dos delicadas premisas: intento experimentar todo y no tengo ningún riesgo. 

Y para contar esta historia, Déjame caer nos regala una estructura narrativa interesante, con continuos flashbacks y flashforwards para mostrarnos la vida de Magnea y Stella en su adolescencia y vida adulta, que se van intercalando y que nos sumerge en la historia. Y ello gracias a las muy notables interpretaciones de las actrices que interpretan a Magnea (Elín Sif Halldórsdóttir de adolescente, Kristín Þóra Haraldsdóttir de adulta) y a Stella (Eyrún Björk Jakobsdóttir de adolescente, Lára Jóhanna Jónsdóttir de adulta). 

El nuevo rumbo por el que transita Magnea en sus años de adolescencia hace que ambos padres (y sus nuevas familias) intenten ayudarla, con esa asertividad tan peculiar de los países nórdicos, tan distinta de los países latinos: “He estado hablando con tu madre y queremos enviarte de nuevo a rehabilitación”. Pero todos los esfuerzos no cambian el rumbo de una vida sin un momento de paz, felicidad o respiro. Hasta devolvernos a una Magnea adulta ingresada con grave deterioro físico y psíquico, una yonqui en caída libre, rodeada de maltratos físicos y psicológicos, en una espiral sin fondo, con las drogas y los abusos sexuales en el epicentro desde sus tempranos 18 años hasta hoy. Y la frase de su madre al final: “Ya no puedo más, ¿lo entiendes? No puedo soportarlo más”. Sin embargo, Stella logro desintoxicarse y ahora trabaja en un centro de apoyo para mujeres. Y cuando se reencuentra con su amiga de adolescencia aprecia que la angelical adolescente se ha convertido en una caricatura grotesca de ser humano. 

Y en el desenlace final de esta historia real (y tan similar a tantas otras) nos quedan algunas respuestas pero muchas preguntas por responder, mientras suena la canción “Ain´t Gonna Rain Anymore” de la cantante austriaca Zöe, una adaptación de la canción original de Nick Cave And The Bad Seeds. Una canción tan misteriosa como la banda y la misma película. Una pequeña joya de arte de 136 minutos que resulta ser un continuo puñetazo a nuestras entrañas y nuestro cerebro. Una película que viene a ser el réquiem por un sueño islandés

Y es que Islandia es un ejemplo de cómo atajar este problema universal. Porque aunque Islandia es uno de los países de las llamadas “blue zones” (por su ecosistema único y un estilo de vida relajado), sufrió a finales del siglo XX un grave problema de abuso del alcohol y drogas entre los jóvenes, incluso menores de 14 años. Un problema que estaba afectando a todos los niveles de la sociedad y donde toda la sociedad se implicó en la solución: el milagro islandés

Uno de los primeros proyectos fue el Proyecto Self-Discovery hacia principios de la década de los 90, y que ofrecía a los adolescentes alternativas naturales a las drogas y el crimen. Obtuvieron referencias de maestros, enfermeras escolares y consejeros, que acogieron a niños de 14 años que no se veían a sí mismos como necesitados de tratamiento pero que tenían problemas con las drogas o algunos delitos menores. No se les propuso ningún tratamiento a sus problemas, sino que se les ofreció todo lo que quisieran aprender: música, danza, hip hop, arte o artes marciales. La idea era que estas clases diferentes podrían proporcionar una variedad de alteraciones en la química del cerebro de los niños y darles lo que necesitaban para lidiar mejor con la vida: experiencias que podría ayudar a reducir la ansiedad. Y para ellos se prodigaron las salas dedicadas al bádminton y al ping pong, las pistas de atletismo, las piscinas climatizadas geotérmicamente, el fútbol en campos artificiales, así como los clubes de música, arte y danza. Y el resultado fue patente: el porcentaje de jóvenes de 15 y 16 años que habían estado borrachos en el mes anterior se desplomó del 42 % en 1998 al 5 % en 2016, el porcentaje que alguna vez ha usado cannabis bajó del 17 % al 7% y los fumadores de cigarrillos diarios cayeron del 23 % a solo el 3 %. Y ahora Islandia encabeza la tasa europea de los adolescentes más limpios. Pero lo anterior no bastó, y se construyó un plan nacional donde era ilegal comprar tabaco en menores de 18 años y alcohol en menores de 20 años, se prohibió la publicidad de tabaco y alcohol; además se creó una ley que prohíbe que los niños de entre 13 y 16 años estén fuera de casa después de las 10 de la noche en invierno y a la medianoche en verano que aún hoy está vigente; pero también se fortalecieron los vínculos entre los padres y la escuela con consejos escolares muy activos, y ha habido una formación global para los padres de que no basta con tiempo “de calidad" ocasional con sus hijos, sino que hace falta mucho tiempo junto a ellos. 

Por tanto, para conseguir el milagro islandés ha hecho falta mucha gestión nacional y mucho compromiso familiar. Y con ello evitarán dejar caer a muchos adolescentes. Como les pasó a Magnea y Stella.

 

miércoles, 27 de octubre de 2021

La familia y la infancia desde el punto de vista de Hirokazu Koreeda

 

Es Making Of es una empresa integrada por pedagogos, periodistas, técnicos y profesionales que promueven la utilización de los medios de comunicación y de las tecnologías de información y comunicación (TIC) como recurso pedagógico. Editan tres revistas: Comunicación y Pedagogía, Revista de Literatura y Making Of. Y la relación de Cine y Pediatría con la revista Making Of ya se prolonga durante 8 años. 

Todo comenzó con la publicación en el año 2013 del artículo “Cine y Pediatría: ¿te atreves a prescribir películas”. Continuó en el año 2019 con el artículo “Adolescentes “en tierra de nadie” y sus protagonistas de cine (parte 1 y parte 2)”. Continuó en el año 2021 con el artículo “La belleza y la reflexión del cine iraní en los ojos de sus niños protagonistas” . Y acaba de publicarse el artículo “La familia y la infancia desde el punto de vista de Hirozaku Koreeda” y que hoy compartimos con vosotros. 

Porque Hirokazu Koreeda es uno de los directores japoneses actuales de mayor éxito y ya uno de los grandes directores asiáticos vivos. Aunque está empeñado en reinventarse, en ser un director diferente a cada paso, lo cierto es que su cine concentra un tema clave: su particular visión de ese ecosistema que es la familia y la infancia, de forma que consigue extraer grandes interpretaciones de sus actores, incluso verosímiles de los niños de sus películas. 

Siete películas de Koreeda permiten sumergirnos en esa visión particular de la familia y la infancia desde oriente. Todo comenzó con “Nadie sabe” (2004), ese brutal relato de supervivencia contado a vista de niño; continuó con “Still Walking/Caminando” (2008), sobre la importancia del núcleo familiar, aunque sea una familia desestructurada unida por el cariño, el resentimiento y los secretos; “Kiseki/Milagro” (2011), ese milagro del reencuentro familiar de dos hermanos que viven separados y que nos acerca a la indisolubilidad espiritual de la familia; “De tal padre, tal hijo” (2013), nos plantea quién es nuestro verdadero hijo, si alguien con el que pasamos todo nuestro tiempo o alguien con el que compartimos la sangre?; “Nuestra hermana pequeña” (2015), una profunda reflexión sobre cómo madurar sin la figura de los padres, y hacerlo en un hogar que es un espacio de supervivencia libre de resentimientos; “Después de la tormenta” (2017), ese infinito y delicado ecosistema producto de relaciones entre abuelos, padres e hijos; y, finalmente, “Un asunto de familia” (2018), allí donde Koreeda condensa todos los dilemas acerca de las relaciones humanas y familiares, rompiendo esquemas tradicionales. 

Películas que han ido sembradas de premios. Aunque el mejor premio para el espectador, es la poesía crítica, con sentido y sensibilidad, de cada una de estas obras.
 

lunes, 25 de octubre de 2021

Cuadernos de Historia de la Pediatría Española: avanzando en conocimiento

 

Como cada año, compartimos las nuevas publicaciones de la serie Cuadernos de Historia de la Pediatría Española que se aglutinan alrededor de la labor del Comité de Historia de la AEP (Asociación Española de Pediatría), cuya labor conviene conocer y que se pueden consultar a través de esta página web del Comité de Historia

Gran parte de su actividad se difunde en los congresos anuales de la sociedad, pero ante la ausencia de congresos presenciales en los dos últimos años por efecto de la pandemia, hoy se acumulan tres interesantes documentos: los Cuadernos 19, 20 y 21. 

El Cuaderno nº 19 se titula "La Pediatría de las islas Baleares", con estos capítulos: 
- La Pediatría en la obra de Damián Carbó
- La presencia de la cirugía pediátrica en el Congreso de Palma de Mallorca de 1914
- La infancia como sujeto de valor y objeto de futuro social. La pediatría, la pedagogía y las leyes en "El siglo del niño". La Higiene escolar en el primer Congreso Español de Pediatría, Palma, 1914 
- Biografía de los pediatras más representativos de las islas Baleares

El Cuaderno nº 20 se titula "Entre España y Ultramar. Niños, epidemias y pandemias" con estos capítulos: 
- El tifus de Yersin
- Un mosquito, un virus y una vacuna: la fiebre amarilla
- La viruela, "el Herodes de los niños" 
- El sarampión
- Poliomielitis: ¿una enfermedad epidémica de la civilización? Lo que aprendimos y lo que no

El Cuaderno nº 21 se titula "La cátedra de pediatría de la Facultad de Medicina de Barcelona" con estos capítulos: 
- Historia de la cátedra
- Los primeros catedráticos de Pediatría de la Universidad de Barcelona
- La Medicina de los Niños
- Rafael Ramos Fernández
- El profesor Cruz Hernández y su Tratado de Pediatría
- Isidro Claret Corominas

Tres nuevos documentos que nos hablan de la vitalidad del Comité de Historia de la AEP y de la pediatría española. Porque además, la Historia es el progreso de la conciencia en libertad.

sábado, 23 de octubre de 2021

Cine y Pediatría (615) “Uno para todos”, todo un compromiso por la reconciliación


Es Caspe una pequeña localidad zaragozana con menos de 10.000 habitantes, capital de la Comarca del Bajo Aragón, Y a la que se le conoce como “la ciudad del Compromiso”, un hecho que marcó nuestra historia y que tuvo gran influencia en el desarrollo de la Monarquía Española. Porque el Compromiso de Caspe fue un pacto establecido en 1412 por representantes de los reinos de Aragón y de Valencia, así como del principado de Cataluña, con el objetivo de elegir un nuevo rey ante la muerte en 1410 de Martín I de Aragón (el Humano) sin descendencia y sin nombrar un sucesor aceptado. Acaeció que dos años y medio después de la muerte de María de Luna, esposa de Martín el Humano, falleció Martín el Joven, el único hijo que habían tenido; y aunque el rey había conseguido legitimar como hijos suyos a varios bastardos, estos no eran aceptables según el derecho de herencia aplicable. Fueron seis los candidatos, todos ellos vinculados a la corona de Aragón, y con alguna relación familiar con Martin el Humano, y donde Fernando de Trastámara, infante de Castilla y su sobrino, fue el elegido. 

Y esta introducción es para adentrarnos en la película española Uno para todos (David Ilundain, 2020), cuya historia tiene lugar en Caspe. Pero el título no debe confundir con una película de mosqueteros, o un película histórica, tampoco un western. Nos encontramos ante la enésima aproximación al tema de un profesor que se enfrenta a un peculiar grupo de alumnos. En este caso un maestro interino que viene a hacer una sustitución en pleno curso de sexto de Primaria, allí donde en los alumnos se mezclan aspectos como el cáncer en la infancia y el acoso escolar

La canción “Tornarás a tremolar” del grupo Mishima suena en el coche de nuestro protagonista, Aleix (David Verdaguer), un joven maestro catalán que llega a un nuevo destino. Escaso equipaje para un destino fugaz de maestro sustituto en este pequeño pueblo en la provincia de Zaragoza. Alquila un piso al dueño del bar e inicia su andadura en su nueva clase. Allí donde enseguida conoce que falta un alumno, Carlos (Néstor Romero), a quien se le detectó un linfoma a final del pasado curso. Se interesa por este chico, que vive solo con una madre superprotectora y allí conoce a Ana (Patricia López Arnáiz), su profesora domiciliaria con quien establece una peculiar relación: “Lo niños son supervivientes por definición”, le dice. 

El tiempo que dedica a la clase y a apoyar a Carlos, llenan los días de Aleix (nombre que le sustituyen por el de Alex en la escuela), un joven por si introvertido y que nos confiesa que desde la muerte de su padre no se habla con su madre y hermanos. Su patrono lo intuye cuando le dice “Tú no tenías ganas de venir a este pueblo. Te sentirás solo”. Y él le contesta: “Tengo 18 alumnos en clase”. Pero pronto descubre que la pronta vuelta de Carlos a clase no es bienvenida por casi nadie, pues acosaba a muchos de ellos con distintas formas de lo que conocemos con el anglicismo “bullying”. El compromiso del maestro con su clase y este conflicto a solucionar le lleva a ofrecerles, aprovechando los conocimientos informáticos de Carlos, la idea de crear un videojuego de superhéroes, siendo ellos los protagonistas. Y parece funcionar, pues, no sin dificultad, poco a poco llega la reconciliación de Carlos con su clase al finalizar el curso. 

Y con el fin del curso, Aleix deja la escuela, la casa alquilada y el pueblo. Y antes de partir en el coche unas lágrimas preceden a la llamada por teléfono a su madre. Y, así, su compromiso con la reconciliación tuvo también efectos en sí mismo. Y cuando parte en coche, vuelve a sonar la misma canción que al principio. 

Es Uno para todos, aparentemente, una película menor o quizás ya vista, pero con valores. Así lo ha reconocido la última edición de los Premios Cinematográficos José María Forqué, al concederle como merecedor del premio Cine y Educación en Valores. Cabe tener en cuenta que estos premios fueron creados en 1996 por la Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales (EGEDA) y son sus objetivos fundamentales contribuir a la promoción del sector audiovisual español, premiando la película con mayores valores técnicos y artísticos de entre las estrenadas cada año en España. También esta película tuvo otra nominación, para David Verdaguer como Mejor actor principal, y es que este actor está entre lo mejor de la película, un buen actor al que ya conocemos en Cine y Pediatría con otras películas con valores y con compromiso: Verano 1993 (Carla Simón, 2017) y Los días que vendrán (Carlos Marques-Marcet, 2019). 

Y es así como Uno para todos es una historia que tiene un compromiso con la reconciliación. Y ello en Caspe, “la ciudad del Compromiso”.  

 

miércoles, 20 de octubre de 2021

Cine y Pediatría en tiempos de la COVID-19 o cómo sacar todo el color al cine en blanco y negro

Tras haber llegado a los dobles dígitos con Cine y Pediatría 10, se consolida el calor y color de las películas sobre infancia y adolescencia de todo el mundo. Y con todo el color del número 10, parece un momento propicio para recordar el cine en blanco y negro desde Cine y Pediatría. Un cine que llega depurado por el paso del tiempo, las crónicas de los críticos, el amor del público y la fuerza expresiva de un tiempo que quizás no fue mejor... tampoco para la infancia. Un cine con bouquet que reposa en las mejores bodegas de la memoria del séptimo arte. 

Porque el cine en blanco y negro presenta algunas características que cabe destacar: 1) la fotografía en blanco y negro fue la primera y original técnica de registro de imágenes y que perduró durante décadas (hasta la llegada del color, primero en televisión, luego en el cine); 2) varias corrientes estético-artísticas se canalizaron en el blanco y negro y tuvieron un extraordinario reflejo en este tipo de cine, en especial las técnicas de iluminación para conseguir efectos psicológicos y emocionales de gran fuerza: recordamos el Expresionismo alemán, el Neorrealismo italiano, la Nouvelle Vague francesa, o el propio Cine noir ; 3) de hecho, aún hoy se ruedan algunas películas en blanco y negro con finalidades expresivas subjetivas, estando bastante alejadas del hiperrealismo del color; y así, lo que se llegó a considerar como una limitación técnica para la imagen, paradójicamente se ha convertido hoy en una opción artística y estética para el cine. 

Y en la ponencia realizado el pasado mes de septiembre en el XVIII Congreso Internacional de Pediatría (Mérida, Yucatán), bajo el título “Cine y Pediatría en tiempos de la COVID-19 o cómo sacar todo el color al cine en blanco y negro”, planteamos tres apartados: 
I. Tiempos COVID-19 para la CREATIVIDAD, CONOCIMIENTO y SABIDURÍA 
II. El cine en BLANCO y NEGRO y sus icónicas películas 
III. El color (y calor) del BLANCO y NEGRO de Cine y Pediatría 

Y tras revisar la belleza y la magia de las 32 películas en blanco y negro publicadas hasta la fecha en el proyecto Cine y Pediatría, se puede afirmar que cuando la pandemia COVID-19 lo puso todo negro, la ciencia y el arte nos salva. Y también nos salva con el color del blanco y negro. Sirvan algunos ejemplos: El chico (Charles Chaplin, 1921), El doctor Arrowsmith (John Ford, 1931), Cero en conducta (Jean Vigo, 1933), Alemania, año cero (Roberto Rossellini, 1948), Ladrón de bicicletas (Vittorio De Sica, 1948), Los olvidados (Luis Buñuel, 1950), Juegos prohibidos (René Clément, 1952), La noche del cazador (Charles Laughton, 1959), Los cuatrocientos golpes (François Truffaut, 1959), Matar a un ruiseñor (Robert Mulligan, 1962), Del rosa… al amarillo (Manuel Summers, 1963), Mouchette (Robert Bresson, 1967), entre otras muchas. 

Una ponencia que lleva nuestro agradecimiento a todos los profesionales sanitarios y a toda la ciudadanía, por ser un ejemplo de lucha contra la pandemia COVID-19. Con el deseo que la creatividad, el conocimiento y la sabiduría nos acompañen para luchar contra esta enfermedad. Y con ello saber encontrar el color cuando todo se pone negro.

Os dejamos la presentación completa.


lunes, 18 de octubre de 2021

Día Nacional de la Pediatría 2021: manteniendo la llama del 8 de octubre

 

En el Congreso Extraordinario de la Asociación Española de Pediatría (Centenario del Primer Congreso Español de Pediatría y II Congreso Extraordinario Latinoamericano de Pediatría), celebrado en Madrid, 5-7 Junio 2.014, la Junta Directa de la Asociación Española de Pediatría (AEP) acordó que el día 8 de octubre sea considerado como el DÍA NACIONAL DE LA PEDIATRÍA, conmemoración que no existía en nuestro país. 

Y desde ese momento, desde nuestro Servicio de Pediatría promulgamos una celebración especial que uniera a toda la pediatría alicante, de atención hospitalaria y atención primaria, de hospitales públicos hospitales privados: y así lo realizamos en los años 2014, 2015, 2017, 2018 y 2019. El año 2020 no fue posible con la pandemia, pues las medidas preventivas lo impidieron.  

Y este año 2021 ha llegado fiel a su cita el Día Nacional de la Pediatría, para recordar a la población que la Pediatría es la medicina integral del periodo evolutivo desde la concepción hasta el final de la adolescencia, así como que el “especialista pediátrico” se refiere a un amplio rango de especialistas médicos y quirúrgicos responsables de la salud integral de los niños y adolescentes. La Pediatría es hoy una disciplina científica, muy tecnificada y especializada, con gran potencial docente e investigador, que ha tenido como resultado un enorme beneficio para la población infantil española, que se cuenta actualmente entre las que tienen mejores datos de salud y supervivencia del mundo. 

Y con motivo de la conmemoración del Día de la Pediatría 2021, las 24 sociedades de especialidades pediátricas y las 14 sociedades regionales de Pediatría que integran la AEP, quieren hacer público el siguiente manifiesto que se adjunta debajo y que incluye seis puntos: 
1. Antes, durante y después de la COVID-19, los pediatras han estado atendiendo a los niños y adolescentes. 
2. La COVID-19 ha hecho reinventarse a los pediatras que trabajan en los centros de atención primaria y en los hospitales para poder mantener una atención pediátrica de calidad. 
3. Ahora más que nunca urgimos el reconocimiento oficial de las Áreas de Capacitación Específica (ACE) en Pediatría como vía para la mejora continuada en la calidad asistencial pediátrica y en la salud de la población infanto-juvenil. 
4. Los especialistas pediátricos mantenemos un compromiso con el manejo y la investigación de las enfermedades que afectan a la población infanto-juvenil. 
5. Los especialistas pediátricos mantenemos un compromiso con la formación continuada para preservar la excelencia de un modelo de atención pediátrica de referencia. 
6. Garantizar la salud integral del niño y del adolescente exige potenciar la colaboración entre la pediatría de atención primaria y la pediatría de atención hospitalaria. 

Y en la última semana las 24 sociedades de especialidades pediátricas y las 14 sociedades regionales de Pediatría que conforman la AEP han llenado las redes sociales de sus particulares mensajes para conmemorar este día. Y todo ello para mantener viva la llama del 8 de octubre, un día muy especial también para mi.

sábado, 16 de octubre de 2021

Cine y Pediatría (614). Carlos Saura y sus aves de la infancia


Acaba de celebrarse el primer Día del Cine Español para reconocer el "peso, la importancia y el motor" que representa la industria cinematográfica para el país. Y se ha elegido el 6 de octubre para esta efeméride, fecha escogida porque coincide con la del final del rodaje de Esa pareja feliz (1953), película dirigida y guionizada por Luis García Berlanga y Juan Antonio Bardem, y protagonizada por Fernando Fernán Gómez. Por tanto, 2021 es el primer año que se celebra, sabiendo que este año se conmemoran, además, los centenarios del nacimiento de Luis García Berlanga y Fernando Fernán Gómez, y el 150 aniversario del nacimiento del turolense Segundo de Chomón. 

Y desde Cine y Pediatría son ya más de 80 las películas revisadas de nuestra cinematografía, y basta algunos ejemplos (dos por década) para constatar que nuestra filmografía tiene pasado, presente y futuro: Marcelino, pan y vino (Ladislao Vajda, 1955),  Los chicos (Marco Ferreri, 1959),  La gran familia (Fernando Palacios, 1962),  Del rosa al amarillo (Manuel Summers, 1963),  El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973),  La guerra de papá (Antonio Mercero, 1977),  Mater amatísima (José Antonio Salgot, 1980),  Maravillas (Manuel Gutiérrez Aragón, 1980),  Secretos del corazón (Montxo Armendáriz, 1997),  Barrio (Fernando León de Aranoa, 1998),  El Bola (Achero Mañas 2000), Los otros (Alejandro Amenábar, 2001),  Vivir es fácil con los ojos cerrados (David Trueba, 2013),  Verano 1993 (Carla Simón, 2017), Las niñas (Pilar Palomero, 2020) o  Adú (Salvador Calvo, 2020).  Una selección en las que son todas las que están, pero no están todas las que son películas de interés. 

Y en este contexto hoy recordamos a uno de los directores más prolijos en España, el maño Carlos Saura con más de una cincuentena de películas en su haber y una gran diversidad de géneros. Algunas ya hemos revisado, como fueron su opera prima en el largo, Los golfos (1959)  y su incursión al cine quinqui con Deprisa, deprisa (1981).  Pero hoy queremos recordar al Saura más intimista, aquel que rememora la infancia a través de los ojos de sus niñas y niños protagonistas. Y curiosamente ambas obras tienen en su título referencia a aves: Cría cuervos (1976) y Pajarico (1997). 

Cría Cuervos es la primera película con guión en solitario y dirección de Saura, que se estrenó apenas unos meses después de la muerte de Franco, y que es una alegoría y radiografía de un régimen en crisis a través de los recuerdos de infancia de nuestra protagonista. La película comienza con fotos de infancia y música nostálgica, lo que marca la importancia de los dos protagonistas de esta obra: Ana y la música. 

La película se centra en Ana (Ana Torrent), una niña de 9 años que es criada junto a sus dos hermanas con suma austeridad por su tía (Mónica Randall) con la ayuda de una sirvienta (Florinda Chico), mientras recuerda a su también fallecida madre (Geraldine Chaplin) y se siente responsable de la muerte de su padre, militar de oficio (Héctor Alterio). En la narración, que se aprovecha de una cuidada fotografía de Teo Escamilla, aparecen paralelismos y simbolismos de carácter político en una época muy convulsa para el cine y la vida en España. Allí donde las niñas oyen los consejos de esa particular criada: “Todos los hombres son iguales. Todos. Ya te darás cuenta. Tu padre sin ir más lejos. Le gustaban las faldas un horror… Ya lo creo, tenía las manos muy largas. Menudo era tu padre, si yo te contara”. Allí donde Ana y sus hermanas juegan a muchas cosas, también a imitar las disputas de sus padres, mientras bailan al son de la canción de Jeanette (escrita por José Luis Perales) “Porque te vas”, verdadero leitmotiv, pues suena en tres escenas y al final del film. Y junto a esta icónica canción, también otras dos sobresalen: “Canción y Danzas N. 6” de Frederic Mompou al inicio, y “¡Ay, Maricruz!” de Imperio Argentina, en esa escena en que a la abuela se le iluminan los ojos y la sonrisa al ver sus fotos de juventud y familia, y a la que Ana le pregunta: “¿Tú también quieres morir?”. 

Saura realiza un interesante y a ratos hipnótico análisis de la muerte desde la perspectiva infantil, beneficiándose de la sobrecogedora mirada de Ana Torrent, como años antes lo hiciera Víctor Erice en El espíritu de la colmena (1973) y años después fuera Jaime de Armiñán en El Nido (1980) Y al final, Ana adulta, quien ha rememorado esos momentos de su infancia dos décadas antes, nos dice: “No entiendo cómo hay personas que dicen que la infancia es la etapa más feliz de sus vidas. En todo caso, la mía no lo fue. Y por eso no creo en el paraíso infantil, ni en la inocencia, ni en la bondad natural de los niños. Yo recuerdo mi infancia como un periodo largo, interminable, triste, donde el miedo lo llenaba todo. Miedo a lo desconocido. Hay cosas que no puedo olvidar. Parece mentira que haya recuerdos que tengan tanta, tanta fuerza. Tanta fuerza”. 

Pajarico es un homenaje a la infancia murciana de Saura. No es autobiográfica, pero se basa en sus recuerdos y en esa sensualidad que rodea el Mediterráneo. Aquí el epicentro es Manu (Alejandro Martínez), un niño de 10 años cuyos padres se encuentran en proceso de divorcio en Madrid, y al que mandan tres semanas con su familia paterna a Murcia. Allí vivirá cada semana con uno de sus tíos, pues todos ellos viven el mismo edificio de la Plaza Cardenal Belluga, al pie de la catedral: la primera semana con sus tíos Juan y Marisa, y sus tres primas, Sofía, Amalia y Fuensanta (Dafne Fernández), con la que vive un romance de verano; la segunda semana con sus tíos Fernando y Beatriz, dueños de una confitería y sin hijos; y la tercera con sus tíos Emilio y Margarita, quienes viven con sus dos hijos y la tía soltera Margarita (Eulalia Ramón, esposa del propio Carlos Saura). Y cada uno de sus tíos tiene una historia especial. 

Tío Juan (Manuel Banderas) es modisto y aficionado a la pintura y al cante, lisonjero, vivaz y alegre: “Ni al sol ni a la muerte se puede mirar de frente”. Su hija Fuensanta, nombre murciano por demás, tiene visiones y premoniciones, y en la escena de la terraza con las sábanas colgadas y las horas tañendo en la torre de la catedral le dice a Manu: “Este es mi lugar preferido. Vengo aquí a pensar”. 

Tío Fernando (Eusebio Lázaro) es pastelero de profesión y violoncelista en tiempo libre, homosexual oculto entre sacos de harina, un ser excéntrico en busca del éxtasis, romántico con tendencia suicida. Y así le ofrece a Manu algunos consejos: “Los genios no existen. Se hacen a base de horas de trabajo y sumisión… Porque a mí lo que más me gusta es divagar”, “La carne es débil, amado sobrino. Ten cuidado con las mujeres, ellas tienen la sabiduría y la fuerza”

Tío Emilio (Juan Luis Galiardo) es médico oftalmólogo con aficiones a la iridología, de temperamento irascible y con una mujer religiosa que tiene visiones con la Virgen, aunque le aseguran que sus ausencias son epilépticas. Y aficionado a las reflexiones: “La curiosidad es la madre de la ciencia” o “Vivimos de la apariencia, de reflejos y de ilusiones”. 

Y entre todos ellos, el abuelo (interpretado por un murciano de pura cepa como Paco Rabal), quien, por su progresiva demencia, habla con un lenguaje especial que solo Fuensanta entiende. Él llama Pajarico solitario a Manu y le regala suculentos pensamientos: “Este siglo va a acabar muy mal”, “Todos guardamos un secreto del que nos avergonzamos”, “Si respiras bien y no sientes dolor, es que ya estás en el cielo”, o sus últimas frases sentado frente al Mar Menor: “Qué hermosa es la vida. Qué hermoso es el mar. Qué bien se está cuando se está bien”. 

Y al final, las lágrimas de Manu y Fuensanta cuando acuden los padres de Manu al entierro y llega el momento de separarse. Y todo ello bajo la nostálgica banda sonora de Alejandro Massó. 

Porque hoy, con el recuerdo de Carlos Saura y estas dos entrañables películas que son sus aves de infancia, nos unimos al homenaje al cine español.

  >

miércoles, 13 de octubre de 2021

Contribuciones del grupo EPICO-AEP a la investigación en la pandemia COVID-19 en la edad pediátrica

 

En julio de 2020 se constituyó el proyecto EPICO-AEP: “Estudio de las infecciones por el nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) e influencia de los factores genéticos del huésped en población pediátrica”, un registro nacional multihospitalario de pacientes pediátricos afectados por COVID-19 durante la epidemia en España. Un claro ejemplo de que sumar y compartir es la esencia para avanzar frente a todo y, de forma muy especial, frente a la pandemia por la infección por SARS-CoV-2 que nos asola. Y de ello ya informamos en este blog, pues nuestro hospital pertenece a esta red de trabajo. Pues bien, los resultados se mantienen en diversos ámbitos. 

El primero es de las publicaciones científicas que han visto la luz ya en este poco más de un año de trabajo conjunto. He aquí alguno de estos trabajos: 

Además, desde EPICO-AEP se nos informa que se ha desarrollado un estudio cuyos resultados han dado la posibilidad de que la saliva se incorpore como alternativa en la estrategia de diagnóstico del Ministerio de Sanidad y de la Comunidad Autónoma de Madrid. Así, en el documento ESTRATEGIA DE DETECCIÓN PRECOZ, VIGILANCIA Y CONTROL DE COVID-19 publicado en agosto por el Ministerio de Sanidad, en su página 26 viene este texto: 
 
“Detección de ARN viral mediante RT-PCR en muestra de saliva 

La utilización de saliva tiene como principal ventaja frente al exudado nasofaríngeo la facilidad de obtención de la muestra, que puede incluir la auto-toma por el paciente, y la posibilidad de evitar roturas de stock de las torundas con medio necesarias para la toma del exudado. Esta facilidad de la toma de muestra puede posicionar la técnica para casos de muestreo agrupado (pool testing). El resto del proceso sería el mismo que el de una PCR convencional. 

La detección del SARS-CoV-2 mediante PCR en muestras de saliva muestra una sensibilidad variable dependiendo de factores como la carga viral o la técnica utilizada para la toma de muestra. Así, aunque en la mayoría de los estudios muestra una sensibilidad inferior a la PCR en exudado nasofaríngeo, en otros la sensibilidad es comparable o incluso superior. En pacientes sintomáticos, la sensibilidad decae tras los primeros 5 días de síntomas. En personas asintomáticas la pérdida de sensibilidad respecto al exudado nasofaríngeo podría verse compensada en ámbitos concretos en los que se plantee hacer cribados repetitivos ya que la repetición aumentará la posibilidad de detectar a individuos positivos. Es en estos ámbitos, además, donde la facilidad de la obtención de la muestra y el menor coste suponen una mayor ventaja. 

Por otra parte, los resultados obtenidos por el estudio EPICO-AEP (Estudio epidemiológico de las infecciones pediátricas por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2. EPICO-AEP”) demuestran que la PCR en muestra de frotis oral podría ser una alternativa a tener en cuenta en población pediátrica ya que, aunque se observa una disminución de la sensibilidad (71%, IC 95%: 58,7-81) esta se debe principalmente a casos no contagiosos. 

En conclusión, la utilización de este tipo de muestra podría resultar aceptable en dos tipos de situaciones: 
- En pacientes sintomáticos en los primeros 5 días de síntomas cuando no es posible obtener una muestra de exudado nasofaríngeo, ya sea por las características del paciente o por falta de material adecuado para la toma de muestras siempre y cuando la muestra de saliva sea un espécimen admitido como válido por el fabricante de la prueba diagnóstica. 
-En cribados repetidos en determinados ámbitos. 
- En pacientes pediátricos (0 a 16 años) en centros con experiencia en la utilización de este tipo de muestras”. 

Y así es como EPICO-AEP es un grupo que sigue sumando.

sábado, 9 de octubre de 2021

Cine y Pediatría (613). “Lola” y su unicornio por estrella

 

La transexualidad y las personas transgénero han tenido su espacio en Cine y Pediatría, en algunas películas abordando historias reales llevadas a la ficción, en otras planteando una ficción tan real como la vida misma. Desde la filmografía de Estados Unidos hemos podido comentar Boys Don´t Cry (Kimberly Peirce, 1999),  Transamérica (Duncan Tucker, 2005),  3 generaciones (Gaby Dellal, 2015) y  Jake (Silas Howard, 2018). Desde la filmografía española la icónica película El viaje de Carla (Fernando Olmeda, 2014) y  Me llamo Violeta (David Fernández de Castro y Marc Parramon, 2019).  Y desde Bélgica tuvimos la oportunidad de disfrutar de Girl (Lukas Dhont, 2018)  y hoy llega Lola (Laurent Micheli, 2019), dos películas que nos vuelven a reafirmar sobre la altura del cine en francés. 

Porque si Transamérica fue una simpática “road movie” entre una madre trans y su hijo en un viaje por la América profunda, Lola se nos presenta como una impactante “road movie” entre un padre y su hija trans por los caminos belgas (entre franceses y flamencos) que llevan hacia el Mar del Norte. Un tour de forcé interpretativo de altura entre Lola (Mya Bollaers, en su debut como actriz trans) y su padre Philip (Benoît Magimel). 

Lola es una chica trans que nos presenta con su ambigua belleza, su pelo a dos colores, su mochila y su monopatín con un unicornio pintado. Ahora vive en un hogar de acogida con Samir, su único amigo, pues su padre no aceptó que su hijo Lionel ahora quisiera ser una chica; y por ello nos confiesa: “Con las hormonas y estando en el refugio me siento mejor. Conmigo, me refiero”. Sigue los controles médicos y escucha atenta la explicación de su doctora: “Desde ahora, tan solo seguiremos el protocolo. Habrá dos fases, como planeamos. Una en cinco semanas y la otra en diez. Primero aumento de pecho y castración y, después, reasignación”. 

Pero Lola, impulsiva y solitaria, no pasa por un buen momento, pues cuando le confirman que por fin puede someterse a la soñada operación de reasignación de género, su madre Catherine, que era su único apoyo a nivel emocional y económico en su disfuncional familia, fallece. Y cuando Lola acude al entierro, el padre le espeta: “No tienes decencia. Tu madre se avergonzaría de ti. ¿Cómo nos has hecho esto?...Mírate, ¿no te avergüenzas de aparecer así delante de tu familia y de tus amigos? Con pintas de travelo”. Una escena muy tensa tras dos años sin haberse visto padre e hija, una relación complicada seguida de momento convulsos hasta que deciden llegar a un acuerdo para cumplir el último deseo de Catherine: esparcir sus cenizas en la casa de su infancia situada en la costa belga del Mar del Norte.

Cumpliendo con este deseo, Philip y Lola, padre e hija (aunque su padre se resiste a no llamarle Lionel), emprenden ese viaje en coche junto al jarrón que porta las cenizas de la esposa y madre (que ambos echan mucho de menos). Un viaje más emocional que físico y que tendrá consecuencias imprevisibles. Un viaje donde la música de una seleccionada BSO amplifica la emoción de algunas escenas. Y baste recordar ese viaje en coche de noche mientras suena el “Vissi d´arte, vissi d´armore” de la ópera Tosca de Puccini, interpretada por la gran María Callas, y que nos regala un tempo especial a este viaje de despedida, de desencuentros y reencuentros tan creíble. 

Y es patognomónico el desencuentro que  tiene lugar en el club de alterne, donde el padre le dice: “¿Dónde estabas cuando cuidaba de mamá? Ni sabes que fue culpa tuya que cayera enferma. Murió por tu culpa”. Una declaración tan dura como errónea, pues la madre siempre cuidó de Lionel cuando era niño y de Lola cuando decidió ser mujer, porque la aceptó en todo momento, aunque al final fuera a escondidas para no enfadar al esposo. Y en esa noche, el padre confiesa a la madame del club lo que para él ha sido un infierno: “Empezó con pesadillas casi cada noche. Más tarde, un día empezó a romper su ropa, autolesionarse, a sufrir ataques pánico y crisis. Empezaba a llorar y a gritar por nada. Al final te vuelve loco. Un día llamaron de la escuela. Se había cortado los brazos con unas tijeras. Vimos psiquiatras. Lo intentamos todo para ayudarle. Pensábamos que todo pasaría. Pero no, tan solo empeoró. Empezó a escaparse y desaparecía durante días. Su madre y yo estábamos muy asustados. Y después, empezó a ponerse ropa de chica, a travestirse. Y yo solo perdí el control. No podía soportarlo… Tenía un hijo, no una hija”. 

Muy pocas veces Lola logra estar feliz y liberada. Si acaso cuando la animan a bailar al son de la canción “Karma Chameleon” del grupo Culture Club, muy apropiada al rememorar la estética glam y sexualmente ambigua de su líder, Boy George. O también la conversación con su padre en el coche mientras suena “What-s Up?” del grupo 4 Non Blondes, una canción que habla sobre la desesperación y pérdida, cuando Lola le pregunta a su padre: “¿La echas de menos?”. Y en algún momento suena la canción “Bird Guhl” del grupo Antony and the Johnsons, muy significativa, pues su líder, Antony Hegarty, es conocida desde 2015 por su identidad transgénero bajo el nombre de Anohni; y su desgarradora voz y letra sirve de clímax en ese túnel de lavado, donde no solo se limpia el coche sino algo del alma del padre. Tres canciones que marcan momentos muy especiales del viaje. 

Finalmente llegan al mar a cumplir el último deseo de la madre. Pero algo inesperado (y casi inexplicable) ocurre al incendiarse el coche con el jarrón de las cenizas dentro. Y cuando Philip encuentra un sobre que la madre tenía escondido con mucho dinero con la palabra CPRE, no sabe lo que es. Hasta que Lola le descubre que significa “cirugía plástica reparadora y estética”, y que su madre la estaba ayudando en los últimos meses en la reasignación de sexo, algo que el padre sigue sin comprender. Y por ello le pregunta: “¿Por qué quieres hacerlo? Aún eres un adolescente. Tan solo tienes 18 años. Es normal sentirse incómodo sobre tu cuerpo, tener complejos, no sé… Puede que cuando tengas 25 años lo veas todo diferente. Cambiarás de opinión”. Y Lola contesta sin vacilar: “No cambiaré de opinión. De todos modos, con operación o no, ya soy una mujer. Tan solo tienes que aceptarlo”. Y aún es más contundente la respuesta a si no tiene miedo al dolor de la operación: “El dolor físico no es nada comparado con todo lo que he sufrido en la vida”. 

Y la película llega a un final tan abierto como maravilloso, con esas palabras que escribió a su madre, toda una declaración de amor y de principios: “Mamá, contigo siempre pensé que todo era posible. ¿Te acuerdas del telescopio que me comprasteis por mi cumpleaños? Fue mi primer regalo. No solo por ver las estrellas, sino porque significaba que pasaríamos tiempo los tres. Noches enteras diciéndome el nombre de estrellas y constelaciones. Descubrimos mi favorita: Monoceros, el unicornio. Me dijiste que si quería creer en él, podía. Que lo importante en la vida era lo que creía, no lo que otros pensaran. Cuando miramos el cielo, solo vemos las estrellas. Pero también podemos ver formas mágicas: centauros, águilas, dragones, unicornios… Ahora sé que hay otras cosas detrás de las apariencias. Y eso es gracias a ti. Espero que estés mejor, estés donde estés. Siempre pensaré en ti y sé que volveremos a estar juntas. Te quiero”. 

Porque esta historia de Lionel/Lola es la de muchos. Y aunque la sociedad avanza en la integración y respeto a las personas transgénero, queda mucho camino aún por recorrer. Esperemos que menos que de aquí a las estrellas.

 

miércoles, 6 de octubre de 2021

Humanización y arteterapia en Hemato-Oncología Pediátrica

 

En el XVIII Congreso Internacional de Pediatría celebrado el pasado mes de septiembre en Mérida/Yucatán desarrollé la conferencia inaugural bajo el título de “Humanización y arteterapia en Hemato-Oncología Pediátrica. Experiencia en el Hospital General Universitario de Alicante (HGUA)". Una ponencia que se fundamenta en el trabajo conjunto del equipo de nuestro Servicio de Pediatría durante los últimos 7 años y, especialmente, de los profesionales (sanitarios y no sanitarios) que trabajan a favor de la Hemato-Oncología Pediátrica 

Una conferencia que se desarrolló en tres apartados. 

I. HUMANIZACIÓN en hospitales pediátricos 
Una introducción al tema para recordar que si la ciencia y la técnica es lo que transformó la medicina y sanidad en el siglo XX, la verdadera revolución en el siglo XXI debe venir de la humanización. Porque la humanización se construye día a día cuando proveemos los cuidados y la atención expresando “tú eres persona y te trato en tu totalidad como ser humano”. Y en Pediatría esto es válido en nuestros tres ámbitos de trabajo: la Pediatría clínica, la Pediatría preventiva y la Pediatría social. En busca de una atención personalizada centrada en la familia. 

II. En busca de la (H)EXCELENCIA en el Servicio de Pediatría 
Una excelencia con “h” de hospital y humanización. Y en ella presentamos los 12 (+1) proyectos de humanización y arteterapia realizados en este periodo en el Servicio de Pediatría e indicando específicamente aquellos que tienen una repercusión directa en la sección de Hemato-Oncología Pediátrica. Y con ello avanzar hacia el concepto de hospital “líquido” con profesionales “sólidos”. 

III. Humanización y arteterapia en HEMATO-ONCOLOGÍA PEDIÁTRICA. 
Es la parte nuclear de la exposición, en tres subapartados: 

1) Sección Hemato-Oncología Pediátrica del HGUA: con un análisis de la Cartera de servicio, Recursos humanos, Recursos estructurales, Recursos materiales, Actividad asistencial y Organización de las sesiones. 

2) Alternativas a la hospitalización convencional: porque evitar la hospitalización es un buen principio para humanizar la asistencia. Las propuestas llevadas a cabo son la Consulta única (o de alta resolución), los Hospitales de Día (tanto el de Pediatría como el de Oncología Pediátrica), la Hospitalización domiciliaria (a través de nuestra UHD Pediátrica-Cuidados Paliativos Pediátricos) y el desarrollo del Hospital líquido (H2.0). 

3) Gestión y Humanización: en el que se abordan los aspectos de conocer las Herramientas de gestión, la importancia de Liderar con corazón, la Alianza entre las evidencias y los valores, la Colaboración con asociaciones de pacientes, los Proyectos de hospital solidario, los Programa de acogida y encuestas de satisfacción, los proyectos de Arteterapia y la consideración de algunos Premios conseguidos en esta materia. 

Sin duda, aunque queda mucho camino por andar. Pero en el horizonte la diferencia entre el “debería” (lo ideal) y el “debe” (la realidad) es más cercana.


lunes, 4 de octubre de 2021

Nuevo número de Evidencias en Pediatría: septiembre 2021

 

Un nuevo trimestre y un nuevo número trimestral de la revista Evidencias en Pediatría ha llegado: ciencia con calidad y conciencia. 

El número libre en todos sus contenidos pueden ser consultados en este enlace, pero os dejamos los temas tratados. A través del enlace previo podéis acceder a todos los artículos de forma libre, como siempre en Evidencias en Pediatría. 

Editorial: 
Probióticos y enterocolitis necrotizante: ¿dónde estamos en 2021? 

Artículos Valorados Críticamente: 
La combinación de simbióticos Lactobacillus spp. y Bifidobacterium parece la más eficaz en el tratamiento de recién nacidos prematuros 

Alta precoz posnatal: necesita más estudios 

El cribado secundario reduce la edad y la gravedad al diagnóstico de la displasia de caderas de presentación tardía 

La antibioterapia diferida en infecciones respiratorias en niños reduce el uso de antibióticos 

La metformina podría ser un apoyo en el tratamiento de la obesidad 

Los suplementos de zinc en prematuros: sin evidencias claras sobre su utilidad 

La mortalidad de los niños sépticos se triplica al elegir inicialmente antibióticos empíricos inadecuados 

Comentario asociado: 
Alta precoz posnatal; ¿dónde estamos hoy? 

Fundamentos de Medicina Basada en la Evidencia: 
Pruebas no paramétricas

sábado, 2 de octubre de 2021

Cine y Pediatría (612): “Sweat”, el sudor de la influente


La Fundación del Español Urgente (en su acrónimo Fundéu) es una fundación creada en 2005 fruto del acuerdo y participación equitativa en su constitución de la Agencia EFE y del banco BBVA, cuyo objetivo es velar por el buen uso del idioma español en los medios de comunicación, en especial los informativos, y cuenta con el asesoramiento de la Real Academia Española (RAE). De hecho, en 2020, la RAE y la Agencia EFE firmaron un acuerdo para relanzar la fundación con el nombre oficial FundéuRAE. 

Y desde el año 2013 la FundéuRAE elige su palabra del año. La primera de ellas fue “escrache”, y la siguieron “selfi” (2014), “refugiado” (2015), “populismo” (2016), “aporofobia” (2017), “microplástico” (2018), “emojis“ (2019) y “confinamiento” (2020). Y muchas otras han quedado como finalistas, como “influencer”, anglicismo que en español equivale a influente (mejor que influyente) y que ronda ya en nuestras vidas y forma de hablar (y actuar). Y de la cara y la cruz de un “influencer” o influente versa nuestra película de hoy, una película polaca incómoda dirigida por un sueco: Sweat (Magnus von Horn, 2020). 

Sweat acompaña durante tres días a Sylwia (Magdalena Kolésnick, omnipresente en la película, y una actriz a tener muy en cuenta), una bella joven de penetrantes ojos azules que se ha convertido en una celebridad en redes sociales por sus motivadoras clases de “fitness”, y es seguida por cientos de miles de “followers” en sus vídeos virales deportivos y de su vida privada. Por ello es toda una “influencer” de fama nacional. Y entre estos tres anglicismos (y muchos otros) nuestra protagonista intenta buscar una intimidad verdadera que no tiene en su vida. Porque el acoso de sus seguidores y fans, así como la presión de sus patrocinadores, minan poco a poco su vida y su felicidad. Aunque sigue con sus “selfies” y su promoción de productos: “Amores, ahora voy a compartir con vosotros mi receta de los viernes”. 

La primera escena, dirigiendo una clase masiva de fitness en un gran centro comercial al ritmo de la música (con ese aprecio al grupo Roxette y sus éxitos “The Look” o “Spendig My Time”), nos pone en la pista de que su vida es tan visible como expuesta: “Hola amores, ¿habéis entrenado hoy?”. Y una confesión con una antigua compañera de colegio nos lo deja claro: “Algunas veces tengo ganas de dejar definitivamente mi trabajo. Si se me ocurriera borrar mi cuenta de Instagram, nadie me echaría de menos. Estoy segura. Bastaría con un clic y toda mi historia se acabaría. Así de sencillo”. Soltera y sin pareja, vive en un apartamento lujoso con su fiel perro Jackson, y un día llega a grabarse un vídeo expresando sus sentimientos y ya se sabe que toda debilidad emocional es carne de cañón para convertirse en un fenómeno viral. Pero Sylwia se ha convertido en sí como un producto de marketing, y en ese mundo no caben las fisuras emocionales. 

La comida familiar en la fiesta de cumpleaños de su madre no mejora su estado de ánimo. Porque aunque todos disfrutan (o no tanto, porque no todos entienden su oficio) de su portada y reportaje en la revista Women´s Health y de sus vídeos de entrenamiento en la televisión, no resulta comprendida cuando intenta explicar el lado oscuro de su profesión y la amenaza actual de un acusador. De hecho, la experiencia en la noche previa a su deseada entrevista en la televisión resulta tan traumática como para que se derrumbe en directo: “Estoy cansada de fingir ser mejor de lo que puedo ser”. Pero logra finalizar con el ejercicio de fitness que tenía previsto y un primer plano del bello rostro que captura su angustia existencial en los momentos de mayor vulnerabilidad: “Amores, os doy las gracias y que tengáis un buen día”. 

Porque Sweat radiografía las secuelas de la sobrexposición mediática y los efectos del abuso tecnológico sobre la mente humana. Y su director se propone abordar sin prejuicios una temática ya tan universal como polémica: el de los influentes y esa difícil frontera entre realidad y postureo. Una vida enganchada al móvil donde muestra no solo sus ejercicios físicos, sino tareas más cotidianas como prepararse un zumo energético o abrir regalos de sus patrocinadores. Porque el mismo Mangus von Horn nos dice: “El fenómeno de los infuencers y su efecto en el resto del mundo es un tema socialmente muy provocador. Los amas o los odias, todo el mundo tiene su propia opinión y se les considera superficiales. No obstante, no dejan de ser personas con un trabajo”. Así lo quiere reflejar con la historia de Sylwia en Sweat, ese sudor de su profesión, tanto por el ejercicio físico del “fitness” como por los avatares psicológicos del “influencer”. Un peculiar acercamiento al mundo de internet y de las redes sociales. 

Como peculiar es cómo se llega a ser “influencer” e influenciar con tanta fuerza sobre sus numerosísimos seguidores. He aquí un top ten en España, principalmente mujeres jóvenes (lean e intenten entenderlo): Ester Expósito, Aida Domenech (más conocida como Dulceida), Paula Gonu, María Pombo, Alexandra Pereira (más conocida como Lovely Pepa), Georgina Rodríguez, Laura Escanes, Sara Escudero, Jessica Goicoechea o Patricia Jordán, entre muchos otras (y algún otro chico como el Rubius o Pelayo Díaz). 

Porque ya se sabe que las redes sociales nos acercan a los que están lejos, pero nos pueden separar de los que están cerca. Y hacer un correcto uso, evitando el mal uso y el abuso, no siempre es tarea fácil.