Blog personal, no ligado a ninguna Sociedad científica profesional. Los contenidos de este blog están especialmente destinados a profesionales sanitarios interesados en la salud infantojuvenil
El Plan Nacional sobre Drogas en colaboración con la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) y el Instituto Europeo de Estudios en Prevención (IREFREA) nos presenta el informe “La prevención familiar de las adicciones”.
El propósito del informe de 104 páginas (que adjuntamos debajo) es explorar el estado de la prevención familiar en España para presentar recomendaciones que faciliten la transformación y la consolidación de la prevención familiar, a través de la revisión de bibliografía científica y documentos estratégicos, y por medio de entrevistas exploratorias con expertos.
Destacamos en este post las 20 recomendaciones de este informe:
1. La prevención familiar debería estar apoyada por una legislación clara y efectiva, basada en el principio de que el acceso y consumo de sustancias como el alcohol, el tabaco y el cannabis no debe estar permitido a las personas menores de edad, ni promocionado en los espacios donde los menores están presentes.
2. La formación para prevenir el consumo de las drogas debe ampliarse más allá del sistema educativo.
3. Dar apoyo a los programas eficaces basados en la evidencia científica que forman parte de estrategias interconectadas de prevención local.
4. La formación de los profesionales del campo de la prevención ha de combinarse con estrategias para erradicar a los “paracaidistas” que desde muchas disciplinas intervienen sin conocimientos específicos.
5. Crear coherencia entre las Estrategias y Planes de Acción Nacionales, Autonómicas y Locales sobre Adicciones y los programas subvencionados. Es necesario insistir en la necesidad de insertar la evidencia científica en las políticas y prácticas ante las drogas.
6. Los sistemas de prevención deben considerar los factores de vulnerabilidad y riesgo en cada contexto, e identificar los determinantes sociales que influyen en la aparición de los problemas y agravan las vulnerabilidades.
7. No difundir programas sin garantías preventivas.
8. Los gobiernos locales deben desempeñar un papel relevante en la promoción de enfoques ambientales de prevención.
9. Debatir acerca de los riesgos que suponen las nuevas tecnologías digitales. Las familias precisan estar más informadas para prevenir los riesgos que supone un mal uso o abuso de estas tecnologías.
10. La evaluación debe formar parte intrínseca de la estrategia de prevención dentro de un sistema preventivo.
11. Trabajar para cohesionar los niveles micro y macro de prevención de forma coordinada. Este sistema debe integrar las estrategias de prevención en dos niveles: 1) local, orientadas al desarrollo del trabajo comunitario, y 2) autonómico, nacional y europeo.
12. Los programas de prevención basados en la evidencia científica que han demostrado calidad han de implementarse a través de sistemas preventivos coordinados desde los municipios.
13. La prevención ha de ser una estrategia temprana y continuada, que se centre no sólo en situaciones problemáticas como el consumo de sustancias o el mal uso de los accesos tecnológicos.
14. El sistema preventivo debe fundamentarse en estándares de calidad que faciliten la implementación de intervenciones orientadas a la excelencia; así como integrar la pluralidad y la diversidad de las poblaciones destinatarias y sus contextos, en especial en lo que afecta a las familias.
15. Atender las desigualdades y la diversidad de las familias.
16. La prevención familiar debería incorporar a madres y padres con hijos e hijas en edades tempranas.
17. Desarrollar modelos de evaluación mejor adaptados a programas complejos y multicomponente.
18. La prevención debería formar parte del currículum escolar y ser un nexo de trabajo desde la comunidad educativa (docentes, familias, jóvenes).
19. Identificar las barreras que impiden que las familias tomen conciencia de la necesidad preventiva con sus propios hijos. Por ejemplo, identificar mejor los discursos de la normalización y banalización del consumo, los hábitos de consumo de los adultos, las dificultades para comprender la información científica, las organizaciones pantallas con profesionales pseudocientíficos de apoyo, la influencia sociocultural que hace que las familias subestimen los consumos de sus hijos, etc.
20. Todos los agentes del sistema preventivo deben de ser formados para comprometerse con la evaluación de la calidad del ciclo preventivo al completo: los procesos, las conexiones, las acciones, el alcance, los resultados, las consecuencias esperadas y no esperadas, el impacto en la población, etc.
La adolescencia es una maravillosa etapa de transición y viaje desde la infancia previa al horizonte de una joven vida adulta, viaje que en el cine se suele conocer bajo al anglicismo de coming of age. En esta etapa el individuo se encuentra en la búsqueda de su propia identidad y tiende a revelarse contra las figuras de autoridad: contra los padres, los profesores y autoridades varias. Y es por naturaleza esta etapa el momento de probar cosas nuevas y donde la problemática se origina en que algunas de estas cosas nuevas son el inicio del consumo de alcohol, tabaco, drogas ilegales (marihuana, cocaína y drogas de diseño), redes sociales, sexo y otros excesos. Excesos que las estadísticas señalan que acaecen cada vez a más temprana en edad y que se buscan como un medio de evitación, de escape, de refugio o de aceptación social principalmente ante sus amigos y grupo de pares. Y ello lleva a los adolescentes a realizar distintas conductas en las que desconoce la real dimensión o consecuencia para su persona, para su familia y para la propia comunidad en general.
El cine ha mostrado con frecuencia estas facetas, y hoy lo mostramos con tres ejemplos más, relativamente recientes y quizás no muy conocidos. Tres películas que se fundamentan en hechos reales, por lo que sí es posible que la realidad supere en ocasiones a la ficción.
Bang Gang: una historia de amor moderna (Eva Husson, 2015) Francia
Un título provocador que hace referencia al juego sexual en el que se involucran los adolescentes de 16 a 17 años de esta película y que está basado en una historia real que ocurrió en Atlanta, donde participaron 250 jóvenes. El título de Bang Gang puede tener una doble explicación: bien como juego de palabras de gang bang (orgía en la que alguien mantiene relaciones sexuales con tres o más personas del sexo opuesto o del mismo sexo, bien sea por turnos o al mismo tiempo, y que puede llegar a incluir un número indefinido de participantes) o bien, como nos define una de las protagonistas, porque lo que viven es como una explosión, como el Big Bang, y en donde participa su pandilla (“gang”, término en inglés).
La película pretende mostrar los problemas de los adolescentes de una forma moderna, pero se enfoca principalmente en los excesos sexuales y las consecuencias que esto puede traer (incluida las enfermedades de transmisión sexual, ETS), aunque sin llegar a la calidad de películas bien conocidas como Kids (Larry Clark, 1995), Soñadores (Bernardo Bertolucci, 2003) o La vida de Adèle (Abdellatif Kechiche, 2013).
Nos cuenta la historia de un grupo de cinco amigos adolescentes, dos chicas, George (Marilyn Lima), y Laetitia (Daisy Broom), y tres chicos, Alex (Finnegan Oldfield), Nikita (Fred Hotier) y Gabriel (Lorenzo Lefèbvre). Ellos acuden al instituto (allí donde curiosamente utilizan El Quijote para sus clases de español) y fuera de él inician un juego colectivo en el que hace partícipes pronto al resto de compañeros para descubrir, probar y estirar los límites de su sexualidad, en una experiencia que nadie pudo volver a olvidar: “¿Echamos un gang bang? Ahora o nunca”, es la llamada por Whaasapp. Fiestas con música, tabaco, alcohol, otras drogas y sexo para llegar al éxtasis: “Tenemos superpoderes. Te irradiaré placer”. Alguno de ellos comenta: “Hay vídeos y fotos en línea. Estarán en línea toda la vida”. Y el padre inválido de Gabriel le dice a su hijo: “¿Esta es la libertad para vosotros? Algunos chicos luchan por una revolución. Vosotros lucháis para acostarse con cualquier cosa que se mueve”.
Una exploración de la vida sexual de los millennials que comienza con este pensamiento del ensayista y médico Carl Gustav Jung: “La claridad no aparece cuando imaginamos lo claro, sino cuando tomamos consciencia de lo oscuro”. Porque errar no es el problema, quizás lo sea que sea un grave error. Un chancro les devuelve a la realidad, porque el sexo sin protección ha extendido la sífilis y gonorrea, que solo ahora se informan a través de internet: “Por lo visto, muchos artistas del siglo XIX murieron de eso: Baudelaire, Nietzsche y Van Gogh”.
Y la reflexión final de Laetia: ”No volví a ver a Alex, ni a Gabriel ni a George. Toda esta parte de mi vida es como un paréntesis distante tan exagerado, intenso y violento que a veces me pregunto si fue real. Un pinchazo de penicilina y se acabó la sífilis. Una pastilla y nada de bebés. Un cuento de hadas moderno”.
Noches de verano (Elijah Bynum, 2015) Estados Unidos
“Esta historia es (en su mayor parte) real”, comienza así esta ópera prima de su director. Donde nos presenta a Daniel (Timothée Chalamet), un adolescente apático, asmático y cabreado tras perder a su padre. Por ello, su madre le envía aquel verano de 1991, uno de los más calurosos que se recuerdan, a pasarlo con una tía en Massachusetts, otro de esos veranos inolvidables de nuestra adolescencia, como hemos recordado recientemente.
Y en ese pueblo costero solo había dos tipos de personas, las aves de verano (ricos que venían a veranear) y los lugareños, pero Daniel no era ni lo uno ni lo otro. Y allí conoce a Hunter (Alex Roe), un joven lugareño de regular reputación que vende marihuana a las aves de verano, al que se une en la empresa. Pero las cosas empeoran cuando se enamora de la hermana de éste, la muy deseada McKayla (Maika Monroe), y también cuando intenta seguir avanzando por ese tortuoso camino de las drogas, ahora a través de la cocaína. El caldo de cultivo ideal para la tormenta perfecta, como aquel famoso huracán Bob que asoló la región durante los días 18 y 19 de agosto de 1991.
Entre las bazas de esta película cabe destacar su simpática y abrumadora B.S.O. de 23 canciones que hace que la película se vea con gusto, y que incluye temas como “Hospital” de The Moderns Lovers, “This Will Be Our Year” de The Zombies, “Your Love” de The Outfield, “I Don´t Wanto To Cry" de Chuck Jackson o el recurrente “Space Odity” de David Bowie, entre otros; y otra baza ha sido contar con el actor de moda, Timothée Chalamet, ya visto en Cine y Pediatría en Call Me By Your Name (Luca Guadagnino, 2017), Beautiful Boy (Felix Van Groeningen, 2018) y la última versión de Mujercitas (Greta Gerwig, 2019).
Clímax (Gaspar Noé, 2018) Francia
Esta es una película que ya al inicio se declara "orgullosamente francesa" y que se basa en unos hechos reales del año 1996, donde Gaspar Noé, ese director polémico y polemista que no lo es para todos los públicos, no hace sentir (y sufrir) en vena. Una película que nos abrasa, excesiva en muchos momentos, gratuita en otras, quizás pretenciosa y de difícil revisitación, diferente. Como su director, quien ya nos tiene acostumbrados a la polémica, y si no recordemos su más sonada obra, Irreversible (2002), bajo la actuación del matrimonio formado en aquel entonces por Mónica Belluci y Vicent Cassel, y con esas dos escenas tan duras (la de la violación en el túnel y la masacre facial en la pelea) que no se olvidan en décadas.
Y en Clímax, película que consiguió el Premio de mejor película en el Festival de Sitges y que fue la ganadora de la Quincena de realizadores de Cannes, nos devuelve una película lisérgica e incómoda, que algún crítico ha definido como un cruce alucinado entre la musical Fama (Alan Parker, 1980) y las películas de terror Suspiria (Dario Argento, 1977) y Cabin Fever (Eli Roth, 2002). Allí donde una veintena de jóvenes bailarines son entrevistados, hacen su última coreografía alucinante (casi un plano secuencia de 13 minutos), y que al final declaran: “Dios está con nosotros”. Y, a continuación, celebran una fiesta alrededor de una gran fuente de sangría que alguien ha mezclado con LSD y hace que su exultante ensayo se convierta en una pesadilla cuando, uno a uno, sienten las consecuencias de una crisis psicodélica colectiva. Y se cruzan las conversaciones y los pensamientos, con el sexo como epicentro: “Este ambiente no es bueno para un niño”, “Tienes que convertir tus errores en triunfos”, “No me dan buenas vibraciones este grupo”,…
Y Clímax se nos convierte en un vaivén visual con una banda sonora hipnotizante y coreografías expresivas iniciales, mezclado con entrevistas a cada uno de los bailarines, lo que nos adentra un poco en su vida, ideales y filosofía personal. A partir de aquí, la alegría inicial del grupo deriva en una serie de situaciones que comienzan a salirse de control, verdadera sumisión química consentida entre gays, lesbianas y heterosexuales, para ir trasladándose a una situación de terror, angustia y nerviosismo que sigue la incomodidad propia del cine de Gaspar Noé. Pura psicodelia, incluyendo los títulos de crédito y titulares que aparecen (divida en varias partes la película, los psicodélicos títulos de crédito aparecen a mitad de metraje, todo muy rompedor) y con una atrevida fotografía que hace uso de una paleta de colores que va del rojo, al amarillo, el verde, el morado y los azules con la finalidad de resaltar los estados de ánimo, así como los ángulos imposibles de cámara y las imágenes al revés. Y ello en una obra que improvisa en su elemento actoral ya que el rodaje corrió a cargo únicamente de bailarines, contando únicamente con una actriz profesional.
Sin duda, se trata de un filme que definitivamente no es para todo el público (como el cine de Gaspar Noé), pero que nos pone en el abismo sobre los abusos de las drogas en la adolescencia y juventud. “Nacer es una oportunidad única”, “Vivir es una imposibilidad colectiva”, “Morir es una experiencia extraordinaria” son frases que acompañan al filme; nacer, vivir y morir, un recorrido que hacemos con el cuerpo como vehículo y que los bailarines drogados de Noé exploran de una manera tan única como lo son sus movimientos, tan rebelde como lo es Francia.
Tres películas recientes como ejemplo de los excesos en la adolescencia y juventud y el precio a pagar.
El País publicó el día 13 de septiembre un artículo con este titular: "Alarma en EE.UU. ante la “epidemia” de cigarrillos electrónicos entre los jóvenes" con el mensaje de que "La agencia del Alimento y los Medicamentos en Estados Unidos da dos meses de plazo a los fabricantes de cigarrillos electrónicos para adoptar medidas que eviten que los menores los compren. Si no lo controlan, amenaza con prohibir su venta".
Porque se ha confirmado que la trayectoria en el uso de estos vaporizadores aromatizados por parte de los menores se acelera a un ritmo vertiginoso y, de acuerdo con la FDA, les mete en el camino hacia la adicción. Porque un tema es su potencial uso en adultos como una vía menos dañina cuando no pueden dejar de fumar, y otra el uso en jóvenes y adolescentes. Y esta es la advertencia: la prohibición de compra y uso a esta menor edad.
Y al leer esta noticia no puedo por menos que compartir la ponencia que se realizó en octubre de 2017 en el I Curso Nacional de Tabaquismo en Pediatría en nuestro hospital, liderada por la Dra. Teresa Toral de nuestra Sección de Neumología y Alergología Pediátrica bajo el título de "Cigarrillo electrónico: poco humo y muchas dudas".
Y de esa ponencia extraaigo algunos datos de interés para concienciación de la población y para que las organizaciones sanitarias y administraciones políticas tomen cartas en el asunto también en nuestro país.
¿Qué contiene el cigarrillo electrónico?
Su comomposición exacta desconocida. La cantidad de nicotina en cantidad variable, y oscila entre 0 y 36 mg/ml. También incluye saborizantes (tabaco, mentol, frutas), propilenglicol y glicerina, así como otros aditivos (entre ellos nitrosaminas).
¿Cuáles son los efectos sobre la salud del cigarrillo electrónico¿?
- Capacidad de producir adicción, más precoz e intensa en adolescentes y adultos jóvenes.
- Comportamientos de búsqueda de satisfacción y posibilidad de facilitar nuevas adicciones
- Efectos a corto y largo plazo sobre la atención y la memoria en adolescentes
- Aumento de la frecuencia de trastornos de ansiedad y depresión
- Efectos de la nicotina en el feto
- Aporta otras sustancias tóxicas (formaldehído, acetaldehído, acroleína,...) de los que no se conocen concentración exacta en los diferentes dispositivos
- También aporta otras sustancias producidas durante la aerosolización: carcinógenos, metales pesados.
¿Sirven los cigarrillos electrónicos para dejar de fumar?
- Los estudios disponibles no avalan su utilidad
- Eficacia para controlar el síndrome de abstinencia
- Tasas muy bajas de abandono
- Utilidad en fumadores que no pueden o no desean dejar de fumar. No aplicable a adolescentes
- Gran interés por las tabacaleras en las marcas de cigarrillos electrónicos (como modalidad de negocio evidente)
¿Cuáles son las llamadas de atención frente al cigarrillo electrónico?
- Lo primero, no dañar. Regular como cualquier producto del tabaco
- Informar sobre los efectos sobre la salud del cigarrillo electrónico
- Impedir que se fume en lugares públicos
- Normas sobre la comercialización, etiquetado y limitación de la publicidad
Y la Dra. Teresa Toral ya hace tiempo nos regalaba estas conclusiones:
- Los cigarrillos electrónicos no son “vapor de agua”
- Es el producto de tabaco más consumido por los adolescentes
- Constituye un asunto de salud pública ya que puede favorecer el consumo de tabaco
- Tenemos gran responsabilidad en la educación de nuestros pacientes y su familia
"Chemsex" es un neologismo formado por las palabras inglesas "Chemical" y "Sex", algo así como Sexo químico. Una práctica sexual de alto riesgo. Se trata de un fenómeno social reconocible y que está siendo analizado ya por las autoridades sanitarias y revistas biomédicas. Existe el temor de que conlleve un repunte del contagio de virus del sida, sobre todo entre los jóvenes y este ya es un asunto mayor de salud pública.
Parece que la alarma por el "Chemsex" surgió donde nacen casi todas las tendencias, en Estados Unidos, y entró en Europa por Gran Bretaña, pero se ha extendido a otros países. Y, cómo no, también ha llegado a España y las asociaciones que viven cada día los nuevos diagnósticos de VIH constatan también su presencia en Barcelona o Madrid, en el Gayxample y en Chueca. La alerta, dice la prensa, se ha activado.
No es ni de lejos la opción de ocio nocturno más común entre la comunidad gay: por ahora es minoritaria.
"Chemsex" se asocia a la noche y a una voluntad de socialización a través del uso recreativo de psicoactivos. El objetivo final es tener sexo lo más placentero y durante tanto tiempo como sea posible, sin control, sin límite. De hecho, por definición no tendría por qué ser un fenómeno circunscrito a la comunidad homosexual, podría implicar también a los heterosexuales. No obstante, sólo se conoce que de momento incida sobre ese colectivo.
¿Cómo son quienes lo practican? Normalmente es gente que sale mucho o vive la noche de forma muy intensa. Los hay de todas las edades, pero podría hablarse sobre todo de homosexuales de 20 a 45 años. Todas las organizaciones que trabajan en este ámbito del sida y las enfermedades venéreas advierten que fenómenos sociales como el "Chemsex" pueden estar calando más ahora que antes, ya que los jóvenes han bajado la guardia ante el contagio del sida. En España no se dispone de datos estadísticos sobre la incidencia del "Chemsex" entre la población general o la homosexual, pero ya es noticia en prensa, radio y televisión. Y ya ha sonado la alarma.
Los participantes en este tipo de sesiones privadas no suelen acudir a la red de atención de drogodependencias, precisamente porque no responden al perfil clásico del toxicómano adicto a la cocaína o la heroína. El hecho de que la práctica del "Chemsex" se haga en el ámbito privado dificulta llegar a más precisiones. Sucede fuera de la vista (y el control) del resto, pero no de forma clandestina, ya que es un asunto que se trata de forma habitual en las redes sociales y se habla del mismo como un gancho en el mundo 2.0.
La fiesta suele empezar bien entrada la noche y después de algunas copas en un bar o en la discoteca. En los pisos o apartamentos donde se celebra no falta ni la música electrónica, a todo trapo, ni por supuesto el alcohol. La herramienta más común para dar publicidad a estos encuentros es Grindr, una aplicación móvil dirigida a la comunidad gay masculina con más de 7 millones de usuarios. El interesado debe tener activada la opción de geolocalización, concretar la cita y recibir el visto bueno del organizador. Sólo se entra por invitación. La madrugada, las ganas de fiesta y la celebración de chill outs hacen el resto. La mefedrona es la droga que reina en el baile. Siendo la anfitriona, no es la única que entra por la puerta: también corre metanfetamina de cristal y GHB (hidroxibutirato)/GBL (butirolactona), conocidas como tina y G. Combinadas de cualquier forma, actúan como potentes desinhibidores y estimuladores sexuales. Facilitan, en definitiva, la práctica de un sexo más extremo, durante más tiempo y con más de una persona.
La prestigiosa revista British Medical Journal (y otras) llevan tiempo haciéndose eco de esta situación y analizan los efectos inmediatos del cóctel del trío de drogas: euforia, incremento de la energía, estimulación, estado de alerta, urgencia de hablar, mejora de la función mental, aumento de la percepción de la música, disminución de los sentimientos hostiles, etc. Si se quiere que el subidón sea todavía mayor, entonces hay quien recurre al "slam" o "slaming", donde la mefedrona no se esnifa o se consume por vía oral, sino que se inyecta. Ahí se entra pues en otra liga. Es tal el caos que se produce intercambio de jeringuillas y se buscan incluso parejas infectadas por sida, lo que motiva el asombro y la preocupación que esta práctica ha motivado.
Los médicos y los investigadores saben muy poco todavía sobre los riesgos y consecuencias a largo plazo de la práctica del "Chemsex", aunque sí es evidente que las complicaciones cardiovasculares y la adicción estarían asociadas al consumo habitual. Los efectos secundarios de la mefedrona se clasifican en tres grandes grupos: poco graves, moderadamente graves y muy graves. En el primero (pocos graves) estarían la supresión del apetito, boca seca, dilatación de las pupilas, sensaciones corporales extrañas, cambios en la regulación de la temperatura corporal, visión distorsionada y sudoración intensa con mucho olor. En el segundo grupo (moderadamente graves) se encontrarían el insomnio, náuseas, trismo, bruxismo, erupciones en la piel, dolor e hinchazón de la nariz y la garganta, hemorragias nasales, sinusitis o jaquecas... En el tercer grupo (muy graves) estaría el "craving" (fuerte deseo de seguir consumiendo), cambios intensos en la temperatura corporal, aumento de la presión arterial, aumento del ritmo cardiaco, palpitaciones, vasoconstricción grave en las extremidades, reacciones autoinmunes (como vasculitis), deterioro de la memoria a corto plazo, depresión, pánico, psicosis...
Las principales razones para acercarse a la práctica del "Chemsex" son múltiples pero, en cualquier caso, similares a las del uso de otras drogas. Hace tiempo publicamos un post que titulamos "Nuevas formas de consumo de alcohol: estamos tontos o qué...". Leyendo lo anterior, si tuviéramos que ponerle un calificativo a todo lo narrado, seguro que el la expresión no sería tan blanda, pues todo lo anterior parece que sobrepasa el castaño oscuro.
Una coproducción entre Francia y Austria para el primer largometraje de la joven cineasta franco-danesa Mia Hansen-Löve, quien con tan solo 27 años se atreve con una película en la que aborda el espinoso tema del impacto de la toxicomanía en la vida de una pareja y, sobre todo, el impacto sobre los hijos. La película del año 2007 se titula Todo está perdonado, pero cuando uno reflexiona sobre lo visto, uno duda sobre si es así... sobre si todo el daño ocasionado sobre uno mismo y los demás se puede llegar a perdonar.
Construida en tres partes, en Todo está perdonado la historia gira alrededor del personaje de Victor (Paul Blain), figura del eterno adulto adolescente que sueña con ser artista, que escribe poemas y que huye de la realidad a través de la droga a escondidas de su mujer, Annette (Marie-Christine Friedrich), y de su hija, Pamela (Constance Rousseau, en su debut en el cine como adolescente, y de niña interpretado por Victoire Rousseau).
Parte 1. Viena 1995.
En 1995 en Viena viven dos treintañeros, el francés Víctor y la austríaca Annette, con su hija Pamela, con los que asistimos a su sexto cumpleaños. Víctor es adicto a las drogas, en principio inhaladas, pero la familia se mantiene en pie porque su mujer sigue enamorada y soporta las desapariciones de su lacónico esposo, que arrastra su aburrimiento en Viena. Bien educado y buen padre, Víctor mantiene, sin embargo, una fachada aceptable para la familia de Annette, mientras espera que la situación se arregle en París, adonde han decidido regresar.
Parte 2. Vuelta a París.
Pero en la capital francesa continúan los problemas del padre con las drogas, y llega a confesar a su hermana algo así de terrible: "Solo me concentro por la mañana. Me levanto con fuerzas, pero las pierdo durante el día. Por la noche dejo de escribir. Me convierto en otra persona. Mi plan de vida: trabajar por la mañana, por la tarde pasear... Y por la noche, drogarme". Porque París no soluciona los problemas, más bien los empeora. Drogas, alcohol y hasta violencia familiar. La ruptura del matrimonio está servida.
Víctor se instala con una joven que le procura la droga (ahora también intravenosa) y el camino a sus propios paraísos artificiales, pero esta nueva compañera tiene la desgracia de morir por sobredosis. Llega el internamiento en un centro de deshabituación, y llega la pregunta a su esposa, ya desesperada: "¿Qué vamos a hacer ahora?, ¿puedes perdonarme?".
Pero el perdón ya no llega y Annette lo deja con gran dolor y desaparece con la niña. Porque la comitiva de "amigos" toxicómanos de Víctor en París no hicieron más que aumentar el abismo de la separación, la adición a las drogas y la tortura por el sentimiento de fracaso.
Parte 3. Pamela, 11 años después.
Ahora nos encontramos con una joven Pamela, adolescente casi angelical de 17 años, y la encontramos de vuelta en París con otro padre, otros dos hermanos (un hermanastro de su edad y un "medio hermano" menor, como le llama ella), otra vida... Se entiende que su madre rehízo su vida matrimonial y familiar. Pero descubrimos que el padre vive solo, aunque logró reconciliarse consigo mismo, y ahora quiere volver a ver a su hija. Ocurre este hermoso (y no fácil) encuentro con el padre, donde Pamela le dice: "Mi madre no me ha contado mucho. Me gustaría entenderlo. Pero no tengo prisa".
Porque Pamela, como toda hija, quiere reencontrar al padre y comprender al hombre.
A partir de ahí comienza una relación epistolar padre-hija por intentar ganar el tiempo perdido: "Necesito tiempo para hacerme a la idea de volver a verte" dice la hija. Y cuando todo parecía presto a la reconciliación, muere Víctor. Y en ese momento Pamela descubre que su padre le escribía una serie de cartas, una con este poema:
"Lo que hoy declina
se alzará mañana
se alzará en un renacimiento.
Las cosas, algunas cosas
permanecen perdidas en la noche.
Ten cuidado,
estate atenta y llena de entusiasmo"
Y esta historia transcurre con buen oficio, buen sentido del ritmo, esbozando los sentimientos del daño que provoca caer en la adicción a las drogas, perder el rumbo y, con ello, perjudicar a los que nos rodean. Que en el caso de una familia el daño es inminente sobre la pareja y los hijos, víctimas inocentes de la falta de responsabilidad.
Y sobre ello versa esta película, tan dura como bella. Como bella es nuestra Pamela, casi un ángel de Botticeli, a la que un padre casi hundió en su propio infierno, privándole de una familia estructurada y de todo lo bueno que un padre significa y puede dar. Por ello, antes de caer en estas adiciones cabe pensar no solo en el daño que nos infringimos, sino también en el daño que infringimos a nuestro alrededor. Y es posible que los demás nos acaben perdonando por ello, pero más difícil será que nos perdonemos a nosotros mismos.
Se han filmado muchas películas sobre drogas y adicciones, pero hay algunas que destacan. Este podría ser un intento de top 15, donde no están todas las que son, pero seguro que sí son las que están (por orden cronológico): Locura de la marihuana (Louis J. Gasnier, 1936), Yo, Cristina F (Uli Edel, 1981), El precio del poder (Brian de Palma, 1983), Drugstore Cowboy (Gus Van Sant, 1989), Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994), Trainspotting (Danny Boyle, 1996), Miedo y asco en Las Vegas (Terry Gilliam, 1998), Traffic (Steven Soderbergh, 2000), Réquiem por un sueño (Darren Aronofsky, 2000), Blow (Ted Demme, 2001), Training Day (Antoine Fuqua, 2001), Spun (Jonas Åkerlund, 2002), María llena eres de gracia(Joshua Marston, 2004), Candy (Neil Armfield, 2006), Half Nelson (Ryan Fleck, 2006).
De todas ellas, es Réquiem por un sueño la elegida por muchos como la mejor, basada en la novela homónima de Hubert Selby Jr, y que se transforma en pantalla en lo que fuera todo un experimento visual con un leitmotiv musical digno de recordar y cuya combinación (visual y sonora) aún nos deja cicatrices mentales. Una película que alguien ha asimilado al Días de vino y rosas (Blake Edwards, 1962) en versión moderna del siglo XXI, y que sustituye el alcohol por las drogas. Su director, Darren Aronofsky desata tantas pasiones como odios enconados, pues consigue que sus imágenes sean un prodigio visual, pero también nos regala paranoicos argumentos, tan extravagantes como crípticos. Su especialidad es retratar personajes en caída libre, cuya vida se derrumba ya sea por culpa de la fórmula que explique el caos (Pi, fe en el caos, 1998, su elogiada ópera prima), por la obsesión por investigar la grave enfermedad que padece su esposa (La fuente de la vida, 2006, su proyecto más ambicioso y no siempre entendido), por su incapacidad para librarse de los efectos negativos de la fama del pasado (El luchador, 2008, que le valió el León de Oro de Venecia y el resurgir de su protagonista, Mickey Rourke), por la obsesión por la perfección y el triunfo (Cisne negro, 2010, que encumbró a Natalie Portman con el Oscar a Mejor actriz) o, como en Réquiem por un sueño, por causa de la adicción a las drogas.
Para mostrar el descenso progresivo de los personajes por el pozo oscuro y profundo de las adicciones, Aronofsky dividió el filme Réquiem por un sueño de acuerdo a tres estaciones del año.
- La historia comienza en la época de verano, tiempo en el que los sueños de Harry Goldfarb (Jared Leto), su madre Sarah (inconmensurable Ellen Burstyn, nominada al Oscar por este papel), su novia Marion (Jennifer Connelly) y su amigo Tyrone (Marlon Wayans), parecen empezar a hacerse realidad.
Sara es una viuda que vive en un apartamento en Brooklyn y que pasa la mayor parte del tiempo sentada frente al televisor viendo anuncios y un programa de concursos. Su otro entretenimiento es la comida, la cual la ha dejado (según ella) con sobrepeso. Su hijo Harry sólo va a su apartamento para empeñar el televisor, y de esta manera financiar su adicción a la heroína. y ella se refugia agobiada detrás de una puerta: "Esto no puede ser verdad. Pero si lo fuera, si lo fuera, no pasaría nada. Así que no te preocupes. Todo se arreglará. Ya lo verás. Al final todo se arreglará". Y luego cae como una trapa metálica el título de la película, mientras suena la música de esta película, verdadero leitmotiv.
Harry y Tyrone inician su negocio de venta de estupefacientes y con ese dinero Harry le promete a Marion abrir una tienda de ropa en la que pueda vender sus diseños. Sarah, mientras tanto, recibe un formulario para concursar en su show de televisión favorito, Malin & Block; e ilusionada con la posibilidad de cumplir este sueño, inicia una dieta para adelgazar rápidamente, tomando pastillas que resultan ser anfetaminas. "Oye mamá, ¿tomas anfetas para adelgazar...?", le dice su hijo. Y ella le dice: "Me gusta mucho estar pensando en el vestido rojo y en la televisión, en ti y en tu padre. Ahora siento el sol y sonrío".
- Con la llegada del otoño, los sueños de los personajes empiezan a alejarse poco a poco. El negocio de Harry y Tyrone fracasa, Marion se hunde en su adicción a las drogas y Sarah se convierte en una adicta a las anfetaminas, cada vez más incapaz de distinguir entre lo real y las alucinaciones, entre los programas de televisión y su solitaria vida. Tyrone es arrestado y Harry y Marion utilizan el dinero ahorrado para sacar a Tyrone de la cárcel. Y todo se complica, y el sueño comienza su réquiem hacia la pesadilla.
- Finalmente, en invierno, todos los personajes caen en un espiral de autodestrucción, atormentados por los recuerdos de una vida mejor y por los sueños que nunca se hicieron realidad. Harry tiene que acudir de urgencia con una gangrena del brazo como complicación de las drogas intravenosas, brazo que le deben amputar. Sara es hospitalizada en un psiquiátrico y recibe una terapia de electroshock que termina alejándola de la realidad. Marion vende su cuerpo a cambio de drogas, sometida a juegos vejatorios que no hubiera imaginado. Tyrone permanece en la cárcel, donde debe trabajar y recibir los insultos de los guardias: "Puede verme, puedo oirme. Apto para trabajar".
Y mientras suena el leitmotiv musical de la música de Clint Mansell, cada uno de nuestros cuatro personajes, perdido en la miseria, se pone en posición fetal derecha, como si buscaran el útero materno protector tras el descenso a los infiernos de los protagonistas bajo los acordes de Lux Aeterna. Y el abrazo final onírico de madre e hijo, en la televisión, donde ella le dice "Te quiro mucho Harry", y él responde "Yo también te quiero mamá".
Porque Réquiem por un sueño es una película sobre la adicción y que provoca adicción con su hora y media de lenguaje fílmico nervioso, con un gran número de efectos visuales reiterativos (la doble pantalla, la secuencia de imágenes sobre los efectos de la heroína, etc.), que pueden no contentar a todos por el exceso visual (que el director llamó como “montaje hip-hop” y que hace que mientras una cinta normal tiene entre 600 y 700 cortes, esta cinta tiene más de 2000), pero que no deja indiferente: para unos es arte, para otros postureo, pero que es un recurso para entrar en la mente de los personajes.
Pero también es una trágica historia de amor entre dos jóvenes, Marion y Harry, amor entre sí y amor con las drogas, donde vemos las distintas fases del amor: enamoramiento, luna de miel, traición, ruina y aprisionamiento. Una historia trágica de amor con verano, otoño, invierno... pero sin primavera. Y es que el director quería mostrar la adicción a todo, no sólo a drogas ilegales; también a las legales, como la televisión, al amor e incluso la esperanza.
Dos detalles finales para esta película tan especial y poliédrica: los cameos y la música.
- Hay tres cameos que son realmente importantes para el director: su padre en el tren, su madre como una de las compañeras de edificio de Sara que se apostan en la calle con sus sillas, y Hybert Selby Jr., escritor de la novela, como un policía de la cárcel.
- Hay muchas uniones paradigmáticas de música y cine, pero ese principio de buena amistad tiene su máxima en dos nombres propios: el británico Clint Mansell y el estadounidense Darren Aronofsky. Todo empezó entre estos dos amigos cuando Clint aceptó poner la B.S.O. de la ópera prima de este director tan peculiar que es Aronofsky y, a partir de ahí, ha puesto la música de sus cinco películas posteriores, incluida la última, Noé (2014). En Réquiem por un sueño la música es interpretada por el cuarteto de cuerdas Kronos de San Francisco, y desde el principio se convirtió en una especie de música de culto debido a la enorme carga dramática que le otorga a la película. Mediante el empleo de instrumentos de cuerda sin el vibrato que produce el músico que los ejecuta, Clint Mansell y el cuarteto Kronos crearon sonidos fríos y disonantes con instrumentos normalmente conocidos por su calidez y suavidad en cuanto al sonido que producen. Este efecto ya había sido utilizado anteriormente por Bernard Hermann, compositor de bandas sonoras famoso por su colaboración en la musicalización de las películas de Alfred Hitchcock. El tema principal es Lux Aeterna, pero la melodia se repite a lo largo de la historia y aparecen otros temas como Summer Overture, Hope Overture o Winter Overture.
Por tanto, la película es un réquiem no solamente por el sueño americano, sino también por cualquier ideal que muere cuando el individuo se enfrenta a la crudeza de la realidad y prefiere evadirla antes que enfrentarla. Y es aquí donde resuena más esta frase de la película: "Convierte el mañana en algo positivo".
Y nos queda ese final con las palabras del propio Hurbert Selby Jr.: "Se abrazaron y se besaron. Y el uno arrinconó la oscuridad del otro, creyendo en la luz del otro, creyendo en el sueño del otro". Y nos queda este final de la película con su Lux Aeterna.
Vivimos rodeados de nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC). Su buen uso, ayuda y nos puede hacer la vida más fácil. Su mal uso y abuso no ayuda y nos puede complicar la vida (a nosotros y a los que nos rodean). La adicción a Internet y al teléfono móvil es, para algunos, la enfermedad del siglo XXI.
Las TIC y la Red nos rodea y nos envuelve, con algunos fenómenos bien conocidos en toda la población. Pero es en los adolescentes donde más impacto tiene. Por ejemplo:
- La "nomofobia" (procedente del acrónimo no-mobile-phone phobia), que es el miedo (o fobia) a no estar en contacto por el móvil, un miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil.
- Los "early adopters", que son las personas que son los primeros en adoptar un nuevo dispositivo, una nueva web o cualquier tipo de tecno-moda.
- El "postureo" social, donde es casi tan importante (o más) anunciarlo que hacerlo y exhibir el ego on line.
- La epidemia de hiperconectividad y sobresocialización, con ejemplos tan sorprendentes como que ya es posible estar conectados a miles de pies de altura (las empresas United Airlines y Jet Blue han instalados wifi gratis en sus vuelos) o que ha nacido el llamado automóvil conectado (el iBeetle es una variante del famoso coche Escarabajo que integra el iPhone en el sistema electrónico del coche).
Ante esta epidemia de hiperconectividad, la revista de Humanidades Dendra Médica nos regala un artículo provocador de Adrián Ruiz Mediavilla, y que bien merece una reflexión. En la vida es ya casi una máxima los vaivenes antes las novedades. Y es por ello que si bien será improbable una desconexión permanente de una parte significativa de la población, si es más que posible que vaya surgiendo una nueva tendencia de desconexión electiva. Incluso ya van surgiendo algunas ideas comerciales que ofrecerán como servicio la falta de cobertura. Igual que ahora, al entrar en un bar, restaurante u hotel lo "in" es que haya WiFi, dentro de poco lo "in" será la falta de cobertura.
Tiempo al tiempo...
Porque quizás el futuro de la Red pueda ser escapar de ella... Porque ya se prodigan carteles como los que inician este post.
Hace unos días compartíamos el pensamiento de las cafeterías como reivindicación de las tertulias (literarias o de cualquier tipo), los cafés como enseñas de calidad de las ciudades, como puntos de encuentro de los amigos, Los cafés sin wifi, donde mirarse cara a cara y charlar...
Algunos cafés del mundo para no olvidar... y en donde habrá que empezar a reivindicar la ausencia de conexión: Café Tortoni (Buenos Aires, Argentina), Café Pieroni (Melbourne, Australia), Café Central (Viena, Austria), Confitería Colombo (Río de Janeiro, Brasil), Café Gijón (Madrid, España), The River Café (Nueva York, Estados Unidos), Café de la Paix (París, Francia), Café Americain (Amsterdam, Holanda), Café de Nueva York (Budapest, Hungría), Café Gambrinus (Nápoles, Italia), Café Greco (Roma, Italia), Café Florian (Venecia, Italia), Café The Garden (Tokio, Japón), Café A Brasileira (Lisboa, Portugal), Café Majestic (Oporto, Portugal), The Blue Post (Londres, Reino Unido), Café Imperial (Praga, Republica Checa), etc.
Realizar un buen uso de Internet y no un abuso, tener nuestro "por qué" y "para qué" en las redes sociales... y saber escapar de ella con el aroma de un café y de amigos, pueden ser buenos principios para convivir con las TIC. Un Internet que nos haga mejores y que no dañe nuestro cerebro.
En el año 2008 se acuñó en el Reino Unido un nuevo neologismo: “neofobia”, procedente del acrónimo no-mobile-phone phobia. Y se describió como el miedo (o fobia) a no estar en contacto por el móvil, un miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil. Un sentimiento que, según estimaciones, podría ya tener la mitad de los usuarios de telefonía móvil en el Reino Unido. Y puede no ser muy diferente (o peor) en España y otros países del Primer Mundo. En España, se ha detectado que el 77% de la población de 18 a 24 años y un 68% de 25 a 34 años padece ”nomofobia”.
Lo que está claro es que se ha creado una nueva necesidad por obra y gracia de los smartphones. Una nueva necesidad de estar conectados las 24 horas del día, los 7 días de la semana y los 365 días del año (con vacaciones y fiestas de guardar incluidas). Con esa sensación de presión de vivir en un entorno social en el que para muchas personas “inmediatamente” significa literalmente “inmediatamente”.
Se ha llegado a estudiar que quedarse sin móvil (estar “desenchufados” del mundo” es para muchos un suceso estresante de la vida, casi equiparable (para algunos, claro) a un divorcio o a un cambio de domicilio.
Porque en nuestros smartphones llegamos a llevar una parte de nuestra vida, en forma de teléfono, agenda de contactos, correo electrónico, internet, redes sociales, twits, música, reloj y agenda, mapas y GPS, juegos y linterna, y un largo etcétera. Perder un móvil es casi como perder un amigo para muchos…
Este fenómeno de la “nomofobia” comenzó hace años con el éxito de BalckBerry y se ha disparado con la democratización de los teléfonos inteligentes y las tabletas. Ojo: España es el segundo país del mundo con mayor penetración de smartphones (superado sólo por Reino Unido) y ya casi la mitad de la actividad social se realiza online desde los móviles.
La “nomofobia” nos acerca a los que están lejos y nos separa de los que estamos cerca. La “nomofobia” nos hace dormir con el móvil en la mesilla de noche (cuando no debajo de la almohada como en los adolescentes y en modo vibrador), nos hace consultarlo en la madrugada si nos despertamos, incluso lo llevamos al baño y lo consultamos en cualquier momento (cuando esperamos el autobús, en la cola de correos, en el parque mientras juegan nuestros hijos, en medio de una conferencia…, en misa y en mis asuntos).
Pero, ¿quiénes son los más vulnerables? Parece que los adolescentes, sobre todo de los 12 a los 17 años, son los más expuestos a sufrir “nomofobia”. Y está claro que los padres tienen una importante labor para evitar esto, principalmente predicando con el ejemplo. Para evitar la “nomofobia”, hay que comenzar por unos sencillos consejos para un uso adecuado del móvil por parte de los jóvenes y evitar el uso del móvil en abuso:
- Es importante que no dispongan de acceso a Internet desde su habitación.
- Hay que hacerles conscientes del valor y coste de su móvil.
- Deben dormir siempre con el teléfono apagado.
- No permitir su uso en comidas, cenas u otras situaciones en que utilizarlo es síntoma claro de mala educación.
Está claro: vivimos rodeados de nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC). Y el teléfono inteligente (smartphone) es la TIC más usada. Su buen uso, ayuda y nos puede hacer la vida más fácil. Su mal uso y abuso no ayuda y nos puede complicar la vida (a nosotros y a los que nos rodean). La adicción al teléfono móvil es, para algunos, la enfermedad del siglo XXI. Tanto que, según los expertos, el miedo a estar sin el teléfono se puede diagnosticar ya como un trastorno para una gran parte de la población, sin que los afectados sean conscientes de ello.
Por ello, será bueno reflexionar y preguntarnos: ¿tengo “nomofobia”?. Si es que NO, pon toda la prevención para que no ocurra. Si es que SÍ, háztelo ver…
Kurt Cobain ("Nirvana"), Jim Morrison ("Doors"), Brian Jones ("Rolling Stones"), Jimmy Hendrix, Janis Joplin, Amy Winehouse... ¿Qué tienen en común? Al menos dos factores: todos fueron músicos de éxito y todos fallecieron a la edad de 27 años.
El "factor edad", los famosos 27 años, dio lugar a hablar del "Club de los 27", edad a la que, según periodistas y fans, sería más probable que sus ídolos fallecieran.
Visto así, a primera vista, el hecho en sí no parece tener demasiado sentido... pero ha sido objeto de un estudio de cohortes históricas publicado nada menos que en el BMJ. Para su realización los investigadores recogieron los nombres de todos los músicos y grupos que alcanzaron un número 1 en ventas en el Reino Unido entre los años 1956 y 2007. De esta forma, 1.046 músicos fueron identificados. De ellos, habían fallecido 71 (un 7% del total).
Estudiando la distibución por edad de los fallecidos, no se constató la presencia de ningún "pico" a la edad de 27 años. Sin embargo, los autores sí que descubrieron un hecho importante: la mortalidad entre los 20 y 30 años, entre el colectivo de músicos estudiados, era entre dos y tres veces superior a la de la población del mismo segmento etario en el Reino Unido.
Así que, efectivamente, existe un riesgo aumentado de mortalidad entre el colectivo de músicos cuando estos son jóvenes (menores de 30 años). Riesgo que, al parecer, con el paso de las décadas ha disminuido (era mayor allá por los años 70-80 del pasado siglo).
Más allá de la anécdota de la "edad 27 años", el estudio tiene su importancia. Estamos hablando de músicos de éxito, que tanto en vida como post-mortem disfrutan de millones de seguidores. Músicos que en gran número cayeron víctimas de los excesos de la época que les tocó vivir (adicciones a drogas como LSD, heroina, alcohol...y accidentes en muchos casos secundarios al consumo de estas sustancias y otras). La época actual, con todas sus limitaciones, es menos tolerante que hace 30 años a las adicciones en general y además los afectados pueden recurrir a centros de desintoxicación, cada vez más eficaces conforme se ha ido adquiriendo experiencia en el tratamiento y deshabituación de todo tipo de drogas.
El conocido dicho "Vive deprisa, muere joven y deja un bonito cadáver" parece tener, afortunadamente, menos atractivo entre los músicos actuales. Sin embargo, sus vidas y acciones son objeto de escrutinio por parte de millones de fans. En cierto modo, muchos músicos de éxito (vivos o muertos...) ejercen un "rol ejemplar", que puede ser tanto positivo como negativo. En este sentido, la "mitificación" de determinados estilos de vida nada saludables de los primeros caidos de club puede hacer un flaco favor a sus actuales seguidores. Quedémonos con su música, maravillosa e innovadora en su tiempo... y lamentemos su prematura desaparición porque, sin duda, nos privaron a todos de disfrutar de todo su potencial, tanto interpretativo como compositivo.
La Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) ha puesto en marcha un proyecto audiovisual titulado “Todo sobre el alcohol”. Se trata de “un proyecto divulgativo en DVD que pretende informar a la población española sobre la naturaleza, la evolución y el impacto del alcohol y de su consumo en nuestra sociedad” según se refiere en la nota de prensa emitida por la FAD.
El consumo de alcohol va en aumento entre nuestros adolescentes. Se inicia a edades cada vez más precoces. El tipo de consumo ha evolucionado al denominado “en atracones”.
Algunos de los vídeos que forman parte de esta campaña audiovisual están disponibles en el canal youtube de la FAD. Es fundamental que dejemos de trivializar todos el uso del alcohol entre nuestros jóvenes. Los malos hábitos adquiridos en la adolescencia tienen mayor probabilidad de persistir en la vida adulta.
Os dejamos algunos de los vídeos que conforman el proyecto “Todo sobre el alcohol” de la FAD. Es fundamental que, además de visionarlos, los difundamos. La concienciación del consumo de alcohol como problema es el primer paso para poder combatirlo eficazmente.