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martes, 26 de mayo de 2020

¿Nos hemos olvidado de los niños en los tiempos de COVID-19?

“La mayoría de los gobiernos en el mundo han cerrado de forma temporal los colegios, para controlar la pandemia COVID-19.
Estos cierres impactan en el 70% de los estudiantes en el mundo. Las escuelas se han cerrado rapidamente, pero a la hora de abrirlas, muchos países se muestran indecisos”

Esto declara el informe reciente de la UNESCO. En el mismo describe que el cierre de las escuelas conlleva unos costes sociales y económicos elevados, afectando a los más vulnerables y marginales. Según UNESCO este cierre interrumpe el aprendizaje, empeora la nutrición, dificulta el trabajo de los padres que pueden dejar a los niños sin un cuidado adecuado, eleva el fracaso escolar, incrementa la posibilidad de violencia y explotación y conlleva aislamiento social.

¿Los niños se infectan? ¿Se enferman? ¿Contagian a la gente de su entorno?

Por un lado parece que se infectan en menor proporción. Estudios actuales describen que las tasas de infección en los niños son bajas al comparar con los adultos.

Cuando se infectan, la infeccion en niños tiene un curso más leve, a diferencia de los adultos, con una baja proporción de ingresos y de mortalidad.

Y a la hora de contagiar, pues parece que podrían tener una infección respiratoria mas leve, con menos contagio del virus. Datos de un estudio en Guangzhou encontraron que los niños contagiaban en los contactos familiares un 5% frente al 17% en los mayores de 59 años.

Resultados similares en cuanto a la baja infectividad de los niños se han encontrado en otros estudios Tambien en estudios observacionales realizados en Francia o en Australia encuentran  que los niños contagian poco en los casos producidos en las escuelas.

Y en España ¿hay muchos niños infectados?

En España, en el informe sobre la situación de COVID-19 de 21 de mayo,  de 250 287 casos diagnosticados, solo 0,6% son menores de 14 años (1399).

En el estudio nacional de sero-epidemiologia de la infección por SARS-CoV-2 en España (ENE- COVID-19) se incluyeron 8243 menores de 15 años de un total de 60 893 participantes (13,5%). Tuvieron anticuerpos positivos (IgG) un 3,15%, siendo el porcentaje menor en los más pequeños. Esta proporción de infectados es inferior a la de la población general (5%).

En resumen, se puede decir que los niños se enferman menos, se contagian menos, y que a la hora de contagiar parece que contagian menos que los adultos.

¿Nos hemos olvidado de los niños?

Tras dos meses y medio de la declaración de pandemia, los organismos internacionales alertan acerca de las consecuencias para la salud de los niños en el mundo. Es decir que de no poner remedio, muchos niños enfermarán y morirán por causas prevenibles.

La OMS dice: al menos 80 millones de niños tienen riesgo de enfermedades como difteria, sarampión y polio, ya que la COVID-19 altera los esfuerzos para vacunar.

Y UNICEF declara que unos 6000 niños podrían fallecer diariamente por causas prevenibles debido a que la COVID-19 continua debilitando los sistemas de salud y alterando los servicios rutinarios.

En España, en cuanto a la cobertura vacunal,  el informe del Comité Asesor de Vacunas, describe la pérdida de muchas vacunaciones.

¿Se puede hacer algo por los niños?

En medio de la crisis y la incertidumbre, la vuelta a la escuela es una necesidad. La AEP ha elaborado un documento con recomendaciones acerca de edades, medidas e higiene. En el mismo se puede leer "proponemos que, en cuanto la situacón de la epidemia lo permita, se debe organizar la reapertura de todas las actividades escolares. Esta reapertura será paulatina y progresiva y deberá basarse en grupos de edad, siendo deseable extenderla a todos los niveles educacionales".


Estamos tan preocupados por todo, que parece que los niños se nos han olvidado. Urge que desde los servicios de salud, las instituciones, los profesionales, los responsables de la infancia, se tomen medidas para paliar a nivel local, nacional y mundial los efectos negativos de la pandemia en los niños, en cuanto a su aprendizaje, su salud, su futuro.

A este paso no se morirán por la COVID-19 sino por muchas otras causas que se podrían haber evitado.



jueves, 23 de abril de 2020

COVID-19 y los niños


En las ultimas semanas, los niños han estado muy presentes al hablar de la pandemia COVID-19.
Si se utilizan los términos "niños y confinamiento" en un buscador, se recuperan 50 millones de entradas. Está claro que es un tema que preocupa y crea incertidumbre. Sin embargo hay muchos aspectos a tener en cuenta en como afecta la pandemia a los niños.

Existen muchas preguntas ¿tienen más riesgo de enfermar? ¿están justificadas las medidas de aislamiento en los niños? ¿tienen más riesgo de tramitir el virus al no tener síntomas? ¿tienen que salir antes que otros colectivos del confinamiento? ¿cómo es mejor que lo hagan, con guantes, con mascarilla? ¿podrán acercarse a otros niños? ¿tendrán otros problemas? ¿que pasará con el aprendizaje?

Muchas cuestiones que sin duda habrá que responder con ciencia y pruebas, para las que en muchos casos no hay estudios científicos que avalen las respuestas.

En cuanto a si los niños enferman, hay numerosas publicaciones. En una reciente revisión sistemática, concluyen que los niños se infectan por coronavirus, pero de forma más leve y con mejor pronóstico. Los síntomas son como los de una gripe, con fiebre, sintomas respiratorios como tos, dolor de garganta, rinorrea y neumonía. Recientemente se han descrito síntomas gastrointestinales y en la piel. En general, en la mayoría de los casos, es suficiente con el tratamiento de los síntomas.

En un estudio realizado en Madrid describen la evolucion de los niños a los que se realizó una prueba diagnóstica en el hospital, siendo positiva en el 11%. Ingresaron 21 niños, 4 requirieron ingreso en UCI y no hubo fallecimientos.
En los informes de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiologica, a fecha de abril de 2020, el número de casos en los menores de 14 años fue del 0,6% del total declarado.
Es decir, que los niños se infectan, pero de forma leve y en general sin complicaciones, a diferencia de los adultos. La causa no se conoce, aunque existen varias hipótesis.

¿Y que preocupa con los niños?

De lo que no hay duda, es que los efectos que la pandemia COVID-19 está teniendo y va a tener en la humanidad son impredecibles. Tanto en la salud como económicos y sociales. Y este impacto afectará de lleno a los niños y adolescentes.

Tras la declaración de la pandemia el 11 de marzo, dentro de las medidas de distanciamiento social, se cerraron las escuelas. Las clases se suspendieron y algunos niños han podido recibirlas en casa. Esta situación ha alterado la vida de los niños y de sus familias. Parece que los niños son más resistentes y con mas capacidad de adaptación. No obstante, aunque en general los niños son sanos, muchos tienen problemas de salud, mentales, de desarrollo por lo que precisan apoyo y seguimiento. 

La desaparición del apoyo que recibían empeorará los problemas mentales de los niños. La combinación de la crisis de salud pública, el aislamiento social y la recesión económica influye en que los jóvenes, afectados por el desempleo, la salud mental de los adultos y el maltrato infantil tendrán muchas dificultades para afrontarlo.

La suspensión de los servicios de salud mental, de los apoyos educativos que muchos niños tienen en las escuelas, de la actividad en los centros de atención temprana con aquellos niños que más lo necesitan, de las alternativas de apoyo académico y social que existían en las zonas con más necesidades, tendrá una enorme repercusión en los niños y adolescentes, especialmente en los más frágiles

En un estudio colaborativo entre instituciones académicas de Europa y China para conocer las necesidades psicológicas de los niños durante la pandemia encontraron que los niños tenían problemas psicológicos. Los mas pequeños se volvieron más dependientes y miedosos.  Entre los 6 y 18 años se mostraron más inatentos e irritables, con mayor afectación a mayor intensidad de la pandemia.

Al considerar el impacto de la crisis COVID-19 en los niños, no se puede separar de lo que afecta a sus familias. Algunos han perdido familiares, han pasado por la enfermedad de sus seres allegados, sus padres se han ido a trabajar en situaciones de riesgo, o han perdido el empleo. No han tenido  contacto con otros niños y familiares. El estrés emocional puede incrementar la depresión, ansiedad y otros problemas mentales.

En resumen, a los niños si les afecta la crisis, el confinamiento, y todo lo que conlleva. No todo lo que se dice es cierto, como se describe en ocho falsas creencias acerca de los niños,  ni sabemos todo acerca de esta pandemia reciente. Lo que si sabemos sin lugar a duda es que los niños serán grandes perjudicados. 



sábado, 18 de abril de 2020

Cine y Pediatría (536). El cine de M Night Shyamalan…, en ocasiones veo niños


La carrera cinematográfica del director y guionista M. Night Shyamalan, norteamericano de origen indio criado en Pensilvania y graduado en Medicina (aunque decidió estudiar cinematografía en la Escuela de Arte de la Universidad de Nueva York), no deja indiferente a nadie, tiene unas señas de identidad marcadas y una trayectoria bastante peculiar.

No deja indiferente ninguna de las 13 películas dirigidas hasta ahora, obras habitualmente relacionadas con los géneros de fantasía y ciencia-ficción, y con el uso de una estrategia emocional basada en la manipulación del contenido dramático. Argumentos que van desde el moderno cuento de fantasmas (El sexto sentido, 1999) hasta la relectura contemporánea del cuento de Hansel y Gretel (La visita, 2015), pasando por el cómic de superhéroes entre el bien y el mal (El protegido, 2000), la invasión extraterrestre (Señales, 2002), la leyenda romántica americana con una Caperucita no roja, sino amarilla (El bosque, 2004), el cuento de hadas con ninfas (La joven del agua, 2006), el thriller de catástrofe post-11S (El incidente, 2008), la fantasía con avatares (Airbender: el último guerrero, 2010) o la ciencia ficción interplanetaria (After Earth, 2013), sin olvidar el terror psicológico de Split (2016) y Glass (2019).

M. Night Shyamalan logró sorprendernos en el año 1999 con la impactante El sexto sentido, gran éxito internacional de público y crítica con ese tour de forcé entre Bruce Willis y el niño Haley Joel Osment. Ya con esa película, con la que consiguió seis nominaciones a los Óscar (aunque no logró ninguna), marcó sus señas de identidad, amadas por algunos y criticada por otros: la sugestiva puesta en escena con ritmo pausado de corte casi clásico, planos fijos de larga duración, la alegoría narrativa, el tratamiento realista del terror y el suspense, sus giros inesperados, la aparición breve de Shyamalan en cada uno de sus filmes (como un Alfred Hitchcock del siglo XXI), el contar siempre con la música de James Newton Howard, y el rodar siempre en Filadelfia o en algún lugar del estado de Pensilvania.

El cine de M. Night Shyamalan se construye sobre unas sólidas bases que tienen su sentido en una estética visual y perceptiva transformada, metáforas universales que le han descubierto como uno de los cineastas más sugerentes y visionarios del último cine de Hollywood. Pero también es un autor sometido a muchas críticas, principalmente por considerar su cine como tramposo, por esa constante utilización en todas sus obras de ese giro final que obliga al espectador a replantearse todo lo visto anteriormente. Y de ahí procede su peculiar trayectoria, de más a menos. Ya hemos citado el gran número de premios que consiguió con El sexto sentido, manteniendo cierto éxito de crítica con El protegido y Señales. Tres películas que marcan su primera etapa donde la auto-revelación es la clave de las historias interiores de esos tres adultos y un niño, pues en cada una de ellas conlleva la superación del trauma personal, el restablecimiento de la comunicación y la ruptura de la realidad vicaria en que vivían. Con la realización de El bosque, La joven del agua y El incidente, Shyamalan inicia una segunda etapa donde sus reflexiones sobre la incomunicación se dirigen más allá del ámbito individual y familiar, hacia un contexto de tipo social, étnico y político relacionado con la historia reciente de Estados Unidos, su país de adopción. Y con esta segunda trilogía de películas la crítica se comienza a dividir, pero es a partir de entonces cuando ya comienza a ser nominado casi en cada película posterior a los premios Golden Raspberry Awards (popularmente conocidos como Razzies o anti-Oscars) y con el triste honor de haberlo ganado en los años 2006 y 2010.

Pero hoy vuelve a Cine y Pediatría este peculiar director y guionista. Porque M Night Shyamalan ya ha sido protagonista de este proyecto en dos ocasiones: con El protegido, un ejemplo de la presencia de la osteogénesis imperfecta en el cine, y con El bosque, ese pueblo al lado de los lobos y la fábula del miedo y el amor, y que el propio director considera su película favorita. Pero hoy regresa porque queremos analizar que la infancia ha formado parte de su filmografía, como niños y niñas como protagonistas de interés en muchos de sus guiones y en sus historias. Y he aquí algunos ejemplos:

- En 1998, la búsqueda del sentido de la vida y la muerte desde la infancia católica de Los primeros amigos: Joshua Beal (Joseph Cross), de 10 años, se hace muchas preguntas con ocasión de la muerte de su abuelo, preguntas sobre las que no obtiene respuestas convincentes, por lo que emprende su propio viaje en busca de Dios.

- En 1999, la infancia paranormal de El sexto sentido: esa especial relación entre el niño Cole y el adulto Crowe. Cole Sear (Haley Joel Osment) es un niño introvertido de 8 años que tiene problemas para relacionarse con la gente, pues considera que nadie a su alrededor podrá entender la capacidad paranormal que le permite tener contacto con gente que murió de manera trágica. Ni siquiera su madre conoce su secreto, pero la vida de Cole cambia cuando conoce al psicólogo Malcolm Crowe (Bruce Willis) quien, después de conocer su secreto, empatiza con él y le ayuda a superar sus miedos, aunque no crea de todo en las historias de fantasmas que le cuenta, pero le sugiere enfrentarse a los fantasmas ayudándolos a resolver aquello que no hicieron en vida. Al mismo tiempo, Malcolm sufre porque su matrimonio está a punto de terminar y, sin quererlo, Cole también ayuda a Malcolm a enfrentar sus problemas, pues en cada conversación que comparten lo orilla a realizar una introspección que le da la información necesaria para finalmente darse cuenta de un aterrador suceso. Frase a recordar: “Quiero decirte mi secreto ahora. En ocasiones veo muertos”.

- En 2006, esa joven ninfa que intenta devolver la esperanza al mundo en La joven del agua: esa especial relación entre Cleveland Heep, el encargado de un bloque de apartamentos, y esta ninfa (Bryce Dallas Howard) que aparece en la piscina de la urbanización. Frase a recordar: “Hubo un tiempo en el que el hombre y las criaturas del agua estaban unidos. Ellas nos inspiraban, nos hablaban del futuro. El hombre escuchaba y todo se hacía realidad, pero el hombre no sabe escuchar muy bien. La necesidad del hombre de apropiarse de todo lo llevo a alejarse tierra adentro. El mundo mágico de los que viven en los mares y el mundo de los hombres se separaron”.

- En 2013, ese joven que puede cumplir su deseo de ser un héroe interplanetario en After Earth: cuando Cypher Raige tienen un accidente con su nave espacial al atravesar un campo de asteroides en un viaje a una lejana estrella, su hijo Kitai (Jaden Smith), joven aspirante a oficial del ejército, es enviado a recorrer un largo camino lleno de peligros. Frase: “El miedo, no es real. El único lugar dónde puede existir el miedo es en nuestros pensamientos sobre el futuro. Es producto de nuestra imaginación, que hace que temamos cosas que ni existen en el presente ni a lo mejor nunca existirán. Eso casi roza la locura, Kitai. Pero no me malinterpretes. El peligro es muy real, pero el miedo, es una opción”.

- En 2015, esta historia de terror de dos hermanos en La visita: una relectura contemporánea del cuento de Hansel y Gretel en la que Becca (Olivia DeJong) y Tyler (Ed Oxenbould), dos adolescentes de 15 y 13 años - ella aficionada filmar su vida, él aficionado al rap -, van a conocer a los abuelos maternos a una retirada granja de Pensilvania con los que la madre no se habla desde hace mucho tiempo. Frase a recordar: “Aquí se va a la cama a las 9,30 hs. No salgáis de la habitación a partir de esa hora”.

- Pero sin olvidar a los dos hijos del ex sacerdote episcopal, Morgan (Rory Culkin) y Bo (Abigail Breslin), en Señales, o Jessa (Ashlyn Sanchez), esta niña de 8 años que queda al cargo Elliot y Alma en la huida del supuesto ataque bioterrorista de una neurotoxina en el aire en El incidente.

Y así es como a la no indiferencia del cine de M. Night Shyamalan, a sus marcadas señas de identidad y a su peculiar trayectoria, hoy queremos sumar ese especial manejo de la infancia (y los niños y niñas protagonistas) en su filmografía. Allí donde en ocasiones vemos niños… He aquí algunos ejemplos… 

sábado, 9 de febrero de 2019

Cine y Pediatría (474). “¿Quién puede matar a un niño?”, nos preguntamos…


Acabamos de vivir hace una semana la gala de la 33 edición de los Premios Goya, acto en el que puedo destacar estos tres momentos. El primero fue el emotivo discurso de Jesús Vidal, quien recibió el Goya a Mejor actor revelación por Campeones (Javier Fesser, 2018), la primera persona con discapacidad visual en recibir este premio. Y resulta que cuando la mayoría de los discursos de los premiados a los Goya vienen a ser planos, vacíos de contenido, repetitivos, soporíferos o con reivindicaciones oportunistas, Jesús Vidal nos dio una lección de este momento de oro, bien aprovechado, en fondo y en forma. “Señoras y señores de la Academia han distinguido a un actor con discapacidad. No saben lo que han hecho. Me vienen a la cabeza inclusión, diversidad, visibilidad. ¡Qué emoción, muchísimas gracias!”, empezaba su discurso. El segundo momento lo protagonizó la joven cantante Rosalía, versionando, junto con el Cor Jove de l’Orfeó Català, la canción "Me quedo contigo” de los Chunguitos, canción que formó parte de la película Deprisa, deprisa (Carlos Saura, 1981). Y el tercer momento fue la entrega del Goya de Honor a Narciso "Chicho" Ibáñez Serrador, quien por su delicado estado de salud no pudo estar presente. 

Pero hay ausencias que son más fuertes que la presencia, y el homenaje a “Chicho” corrió a cargo de sus discípulos, ocho premiados directores de la talla de Juan José Bayona (Un monstruo viene a verme, 2016), Alejandro Amenábar (Los otros, 2001), Jaume Balagueró (Frágiles, 2005), Rodrigo Cortés, Alex de la Iglesia, Juan Carlos Fresnadillo, Paco Plaza y Nacho Vigalondo. Y como vemos, algunos ya forman parte con sus películas de la familia de Cine y Pediatría. 

Y curiosamente un Goya de Honor en los premios más importantes del cine español para Narciso Ibáñez Serrador, un director que solo tiene dos largometrajes en su haber: La residencia (1969) y ¿Quién puede matar a un niño? (1976). Porque con estas dos películas y algunas de sus series de televisión (Historias para no dormir, Mañana puede ser verdad, Mis terrores favoritos), este reconocido admirador de Alfred Hitchcock, se convirtió en un artesano de nuestras pesadillas por su gusto por lo siniestro. Y curiosamente su contribución al cine fantástico y de terror lo combinó con programas de televisión del estilo de Waku Waku, El semáforo y, sobre todo, el hiperconocido programa Un, dos, tres… responda otra vez, probablemente el programa de mayor éxito de la historia de nuestra televisión (411 programas entre los años 1972 y 2004), que forma parte de nuestra vida ya… y en el que este que escribe tuvo la oportunidad de participar en aquellos programas especiales para universitarios (inolvidable, quizás uno de los recuerdos destacados de nuestra promoción de Medicina). 

La residencia es su primera película, basada en una historia de Juan Tebar, sobre un internado de señoritas a finales del siglo XIX, donde se combina intriga, terror y asesinos en serie. Pero fue su segunda - y última película -, ¿Quién puede matar a un niño? la que revolucionó el panorama del cine de terror de la década de los 70 (tanto en España como en otros países), una pesadilla a pleno solo que dinamita cualquier idea preconcebida sobre la inocencia. 

¿Quién puede matar a un niño? está basada en la novela “El juego de los niños” de Juan José Plans, publicada ese mismo año 1976, aunque el propio director alude a cierta inspiración, pero a notables diferencias entre ellas. Y la convierte en una película de terror universal a pleno sol (sin oscuridad, sin noche, sin sombras) y con niños (en lugar de monstruos), de la mano de la excelente fotografía de José Luis Alcaine y la acertada banda sonora de Waldo de los Ríos, que sumaron a la tensión del guión en busca del terror cotidiano que le puede pasar a cualquiera, contribuyendo todos ellos al mito de esta película inclasificable

La película empieza en blanco y negro con varias escenas reales de adultos torturando y maltratando niños en distintas guerras y hambrunas, sobre las que se intercalan los títulos de crédito. Una introducción de unos 8 minutos que es lo más criticado de la película - quizás por prescindible -, aunque su director lo defiende para poder entender el resto del relato que transcurre bajo un sol de justicia y entre cegadoras paredes encaladas de blanco de un pueblo costero, entre el azul del mar y el azul del cielo. 

Son esas escenas iniciales las que corresponden con un documental televisivo que están viendo Tom (Lewis Fiander) y Evelyn (Prunella Ransome), una pareja de turistas extranjeros de habla inglesa que llegan a la localidad española de Benavís, una ciudad ficticia en la costa mediterránea. Deciden alquilar una barca para alejarse del ruido de las fiestas y descansar en una apartada isla con pocos habitantes, la igualmente ficticia isla de Almanzora. 

Evelyn se encuentra embarazada de siete meses de su tercer hijo y vienen dispuestos a relajarse al máximo en la isla, en la que Tom pasó una temporada cuando era pequeño. Sin embargo, nada más llegar a Almanzora, empiezan a notar que todo está muy raro en el lugar: todo parece abandonado, solamente se ven niños y no hay ni rastro de los adultos, las tiendas y bares están sin atención. El extraño comportamiento de los niños de la zona anuncia, poco a poco, la inesperada realidad que respiran sus calles; los niños, de algún modo, se han convertido en crueles homicidas. Por otra parte, los turistas no han tenido ocasión de leer las noticias que habían llegado a la costa, acerca de varios cadáveres que iban llegando al continente arrastrados por el agua. 

Y con ello la película se convierte en una especie de venganza de los niños hacia sus mayores enemigos: los adultos. De hecho, la cinta se publicitaría con la leyenda “Una película en defensa de los niños de todo el mundo”. Porque los adultos matan a niños en guerras, en bombardeos, en hambrunas, también en abortos. Y los niños se vengan, porque – según el director – la violencia y la maldad es algo innato en nosotros. Inicialmente censurada en varios países del mundo (una polémica que se inició en Italia y se extendió a Estados Unidos, donde se le cambió hasta el título) y que uno puede llegar a relacionar con El Señor de las Moscas (Peter Brook, 1963 dirigió la versión en blanco y negro, y Harry Hook, 1990, la versión en color), pero también con El pueblo de los malditos (Wolf Rilla, 1960 y John Carpenter, 1995), Los pájaros (Alfred Hitchcok, 1963), La semilla del diablo (Roman Polanski, 1968) y Los chicos del maíz (Fritz Kiersch, 1984), películas inspiradoras para esta película de Chicho. Porque es recurrente en el cine ver transformado el candor de la infancia en mal, y estos son algunos ejemplos: A las nueva cada noche (Jack Clayton, 1967), Los últimos juegos prohibidos (Michael Winner, 1971), El exorcista (William Friedkin, 1973), La profecía (Richard Donner, 1976), El resplandor (Stanley Kubrick, 1980), Otra vuelta de tuerca (Eloy de la Iglesia, 1985), Verano de corrupción (Bryan Singer, 1998), El espinazo del diablo (Guillermo del Toro, 2001), etc. 

Es ¿Quién puede matar a un niño? una película llena de anécdotas. 1) La primera anécdota procede de la elección de autores: para el papel de Tom el director barajó los nombres de Anthony Hopkins (El silencio de los corderos - Jonathan Demme, 1991 -), Anthony Perkins (Psicosis - Alfred Hitchcock, 1960 -) o Michael Caine (Las normas de la casa de la sidra - Lasse Hallström, 1999 -), y más le hubiera valido, pues nunca le convenció a Chicho la labor de Lewis Fiander; para el papel de Evelyn se pensó en Mia Farrow (La semilla del diablo - Roman Polanski, 1968 -), aunque finalmente se contó con Prunella Ransome, de quien sí quedaría satisfecho por su interpretación. 2) La segunda anécdota procede de las localizaciones de la película, pues se transformó un pequeño pueblo del interior (Ciruelos, en la provincia de Toledo) en un aparente isla mediterránea; y para ello las localizaciones con mar se grabaron en puerto Fornells en Menorca, Almuñecar y Sitges, que por aquel entonces ya se postulaba como la capital espiritual del cine español de terror y donde la cinta inmortalizó su famosa Festa Major. 3) La tercera por el recibimiento complicado, dado que la idea de niños asesinos parecía demasiado atrevida y adelantada a su tiempo como para ser digerida sin más por crítica y público. Y aún resuenan los gritos de Evelyn, “Es uno de ellos. Está matándome”, mientras golpea sobre su abdomen de avanzado embarazo, ya aterrorizada por los niños que le rodean. 4) La cuarta, por la mala distribución que tuvo, pues se difundió en vídeo en una de las peores calidades que se recuerdan y, además, en su fallida versión doblada al español, por lo que se perdía la esencia del inglés de los turistas y su contraste con los lugareños. 5) Y, finalmente, porque ¿Quién puede matar a un niño?, lejos de inaugurar ninguna nueva etapa, nos recordó el final de una.
Menos mal que hoy, más de 40 años después, la cinta se ha convertido en película de culto para diferentes generaciones, sus ediciones se multiplican por todo el mundo y, por tener, hasta goza de un remake con un título menos provocador: Juego de niños (Makinov, 2012).

Y esta es la esencia de lo que para algunos es la mejor película de terror del cine español. En la que siguen resonando algunas escenas terribles como la piñata de los niños con una persona desangrándose, los niños en la plaza con el primer plano de las piernas y la metralleta , o la pareja corriendo despavoridos entre las calles blancas vacías del pueblo,… Y aunque han pasado más de cuatro décadas, la película sigue manteniendo gancho y seguimos preguntándonos, "¿Quién puede matar a un niño?" Espero que nadie... 

miércoles, 14 de febrero de 2018

Reflexiones en el mes del cáncer


Febrero es un mes muy especial para el cáncer, en el sentido que dos de sus "días" grandes acontecen en el mismo. El pasado día 4 de febrero celebramos el Día Mundial contra el cáncer, y mañana, 15 de febrero, se celebrará el Día Mundial contra el cáncer infantil. Un buen momento para reflexionar en qué punto estamos, porque globalmente el cáncer avanza para ser la primera causa de muerte en España. Y para ello utilizaremos "Las cifras del cáncer en España" recientemente publicadas por la Sociedad Española de Oncología Médica. 

Porque el cáncer avanza firmemente para sustituir a corto-medio plazo, quizá en la próxima década, a las enfermedades del sistema circulatorio como principal causa de muerte en España. Baste recordar las cifras de dos años separados por una década: en el año 2007 las patología cardiovasculares causaron más de 124.000 fallecimientos y las oncológicas más de 103.000; en el año 2016 las primeras mataron a 120.000 personas y las segundas a 113.000. De forma que el cáncer es actualmente el 28% de todas las muertes en España, principal causa entre 1 y 14 años y entre los 45 y 80 años. 

El Top10 de la incidencia de cáncer en España en 2017 fue: cáncer de colon (34.311 casos), próstata (30.076), pulmón (28.370), mama (26.370), vejiga (14.677), estómago (8.264), riñón (6.878), páncreas (6.760), linformas no Hodgkin (6.429) e hígado (5.878). El cáncer de pulmón sigue siendo la principal causa de muerte por cáncer en Europa con más de 180.000 muertes al año. 

El peso del cáncer en el sistema sanitario es importante por su morbi-mortalidad, por sus fallecimientos, por sus tratamientos y diagnósticos, por su tasa de ingresos. Las enfermedades oncológicas son las tercera causa de estancia hospitalario (3,6 millones de ingresos), por detrás de las enfermedades del aparato circulatorio (4,7 millones) y respiratorio (3,9 millones). 

Y luego está el CÁNCER EN LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA, un problema que es mucho más que cifras: 
- Segunda causa de mortalidad entre 1 y 14 años, solo superado por los accidentes 
- En el mundo cada año más de 160.000 niños se diagnostican de cáncer 
- En España hay 1.000 nuevos casos de cáncer entre 0 y 14 años y 500 entre 15 y 19 años 
- Tasas globales de curación a los 5 años superan el 70% (aunque muy variable según el tumor) 
- Tumores más frecuentes en la infancia: leucemias, tumores SNC y linfomas 
- Hay un predominio de presentación por la edad en la infancia y adolescencia 
- Mayor impacto sanitario, emocional y social 
- Las situaciones personales, familiares, sociales, médicas y psicológicas que rodean al cáncer en la infancia y adolescencia son un filón para el cine . 
- Y los sentimientos que provocan una noticia así sobre un hijo o hija nos sitúan frente a un ejemplo claro de “consulta sagrada”

Reflexiones necesarias en todo momento, pero especialmente entre estos días del mes de febrero.


martes, 1 de diciembre de 2015

El niño y los pediatras en la Guerra Civil Española


La Guerra Civil dejó una gran cicatriz en España. La guerra tuvo múltiples facetas, pues incluyó lucha de clases, guerra de religión, enfrentamiento de nacionalismos opuestos, lucha entre dictadura militar y democracia republicana, entre revolución y contrarrevolución, entre fascismo y comunismo. Y también dejó una profunda cicatriz en la infancia, como todas las guerras. 

El Comité de Historia de la Asociación Española de Pediatría nos ofrece un nuevo cuaderno, el número 10 de su serie, bajo el título "Los niños y los pediatras en la Guerra Civil Española" y con este índice:

- Prólogo. Benito Madariaga de la Campa 

- Enrique Jaso y su epopeya en el traslado de los niños de la Inclusa de Madrid. Miguel Zafra, José Ignacio de Arana 

- Las enfermedades carenciales en Madrid durante la guerra y la posguerra. La pelagra. Los calambres y el retraso de crecimiento de los niños de Vallecas. José Manuel Fernández Menéndez, Víctor García Nieto 

- Algunos aspectos neonatológicos estudiados por Francisco Grande Covián. Pedro Gorrotxategi Gorrotxategi 

- La Guerra Civil y la tragedia del profesor Enrique Suñer (1878-1941). Juan José Fernández Teijeiro, Fernando Ponte Hernando.

 En este enlace podéis revisar el documento completo. 

Nuestro agradecimiento al Comité de Historia, pues, como nos recordaba Cicerón, "no saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños".

lunes, 10 de marzo de 2014

Hospitales pensados para niños


Lo que menos gusta a los niños cuando están hospitalizados, por este orden, son los pinchazos, la comida, los tratamientos, las instalaciones, estar encamados y no poder salir, según el "Estudio sobre el Dolor en niños hospitalizados", efectuado en casi 400 pacientes de 7 a 12 años de 20 hospitales españoles, por la Fundación Grünenthal y la Fundación Antena 3. Y en el mismo estudio, se confirma que valoran de forma muy positiva el colegio que les ofrecen los hospitales, el trato personal de los profesionales, los juegos, la posibilidad de ver la televisión y las visitas de los familiares. 

La palabra hospital tiene la misma raíz lingüística que "hospitalidad", pero ¿se ajustan a este concepto semántico los hospitales de hoy en día para todos pero, especialmente, para los pacientes más pequeños? ¿Son acogedores con los niños enfermos, uno de los sectores de la población más vulnerables y dependientes? ¿Qué hacen los centros sanitarios para ser hospitalarios con los recién nacidos, los lactantes, los escolares, los adolescentes... y sus familias? 

Es cierto que hay centros hospitalarios pensados para los niños e iniciativas que se han impulsado con ese objetivo: Hospital sin dolor (formación y concienciación de todos los profesionales sobre la importancia del dolor y su correcto tratamiento en todos los pacientes), Child Life (un programa de información y acompañamiento emocional a los niños hospitalizados), Hospital de Ositos de Peluche (en lugar de ser ellos los pacientes, lo serán sus ositos de peluche favoritos, de forma que acercan la medicina a los niños a través del juego), Hospital Amigo de los Niños (hospitales que facilitan y promueven la lactancia materna), entre otros.

Es un objetivo primordial del siglo XXI crear hospitales pediátricos (o zonas de atención pediátrica dentro de los hospitales) pensados para niños, algo que está lejos de ser una realidad en la mayoría de los centros sanitarios. Porque no sólo importan los programas específicos para hacer más agradable su estancia, sino crear ambientes adaptados a su edad y a su imaginación

En diferentes partes del mundo, hay hospitales que están sustituyendo instalaciones obsoletas para hacer que la experiencia de los ingresos hospitalarios sea una experiencia menos traumática para los padres y los niños. En este post presentamos algunas fotos de hospitales en el mundo que han pensado en hacer a los niños y niñas una estancia hospitalaria mejor. Y ahí más ejemplos

No sólo hace falta dinero para este cambio estructural. Hace falta imaginación (la misma que tienen los niños) y voluntad de cambio. 

Miremos a nuestro alrededor, con ojos de niños, y comprobemos si nuestras consultas y zonas de hospitalización son las más adecuadas para nuestros pequeños pacientes. Porque debemos dar una atención sanitaria pensada para niños y ofrecer unos hospitales pediátricos pensados para niños.

lunes, 30 de abril de 2012

La crisis y los niños


Que estamos en un momento de crisis económica y social, en el que todos los logros sociales que habiamos conseguido con mucho esfuerzo en los últimos 30 años, se están desmoronando ya lo sabemos todos.

Y como no podía ser de otra manera, los niños y adolescentes, al ser más débiles, sufren más. Con la nueva ley de sanidad, seguirán recibiendo asistencia, pero sus padres, si no están regularizados, no.

Y un niño, sin padres sanos, pues no estará bien tampoco. Ya había bolsas de pobreza en las ciudades, con niños que ni siquiera estaban empadronados, requisito básico para tener acceso a la asistencia sanitaria, pues al vivir muchos habitantes en una casa,  no conseguían empadronarse. Ahora habrá más personas, unas 150.000 se estima, que perderán el derecho a la asistencia sanitaria. De esta manera, además de que la sanidad está en peligro, la salud y  las vidas de muchas personas tambien lo están. El asfixiante ambiente se extiende.

En los colegios habrá más niños por aula, menos profesores, menos becas menos de todo. O lo que es lo mismo, más incultura, menos salidas profesionales, más paro, más pobreza. Se suspenden clases de apoyo en educación infantil. Los niños con dificultades no saldrán adelante, o saldrán peor.

Esos niños siguen viniendo a la consulta por catarros, fiebres, toses y diarreas. Parece que es lo de siempre. Pero a poco que se les pregunte a los padres y a los abuelos que les acompañan, pues nos enteramos. Nos cuentan que sus padres/madres están en paro, que todos los hijos y nietos van a la casa de los abuelos a comer, extirando la exigua pensión de jubilación. Preguntan que cuanto cuesta una medicina, y que sino la hay más barata, que esa no se la pueden comprar. Así que vamos desarrollando habilidades en los precios, y elaborando un "vademecum" personal acerca cual es el medicamento para el estreñimiento, o la crema para la dermatitis del pañal más barata. De esto ya se ha hablado  en este blog, Y se seguirá hablando, para dar voz a los que no la tienen.

El que consigue tener trabajo, es a costa de trabajar durante jornadas interminables, y de que el niño se quede solo en casa. La compatibilización del trabajo y la familia ha pasado a la historia. O en paro en casa, preocupado y amargado, o trabajando a destajo y sin protestar para que no le despidan. Ese es el perfil de los padres.
Aumenta el número de niños con la llave, que llegan a casa y están solos, que no bajan al parque, ni
hacen deportes, pues no hay quien los supervise ni quien pague por las actividades. Solos en casa,  con el ordenador, la televisión o la videoconsola, es decir, doblemente solos.

Los niños que tienen problemas de aprendizaje, dificultades en el desarrollo psicomotor o alguna minusvalía, lo tienen peor.  Disminuye el  apoyo disponible en los centros escolares y en los centros de Atención Temprana. Siguen existiendo pero con unas listas de espera inalcanzables.
Si hace falta que sea visto por un profesional de salud mental, psicológo o psiquiatra, se consigue una cita para dentro de seis meses. Esto se podría llamar "salud mental virtual" es decir "una apariencia de realidad que permita al usuario tener la sensación de estar presente en ella". Le verán dentro de muchos meses, y la siguiente cita será con mucha demora tambien.

Pobreza y más pobreza. Los que pueden, contratan una sociedad de seguro privada, que palie estas deficiencias. Y los que no, pues a aguantar.

Los niños tienen cara, nombre, familia. Tienen necesidades y sueños, que esta sociedad les está negando. El derecho a lo básico, a una educación y una sanidad, en definitiva a un futuro.

Los responsables de este desaguisado deberían estar lamentandose eternamente por las oportunidades perdidas de toda una generación.

Los que trabajamos con los niños y sus familias seguiremos escuchando, consolando, apoyando, comprendiendo y sufriendo este sin vivir de tantos y tantas.